Parábolas

Además, en la medida en que la rutina y la clase media nos hace a todos iguales, una sociedad entera se puede analizar como a una sola persona. De hecho, los sicólogos deberían incorporar a su catálogo el ‘síndrome de la igualdad’, por la desolación de comprobar que, en el fondo, somos tan rudimentarios que todos tenemos las mismas costumbres, que todos deseamos lo mismo y, además, al mismo tiempo. En el amor, por ejemplo, este síndrome es letal; tendemos a creer en la exclusividad de nuestros sentimientos, que nadie puede suspirar como suspiramos, que nadie puede querer como queremos, que nadie nos puede mirar como nos miran... La cena, el vino, la flor, el poema... El síndrome destroza cualquier romanticismo cuando nos vemos reflejados en millones.
El último síndrome se ha descubierto en China: el ‘síndrome post olímpico’. Los chinos tienen problemas para volver a su quehacer diario y se niegan a creer que los Juegos Olímpicos, después de años y años esperando, se hayan terminado. Lo cual que, a partir de ahora, cada cierto tiempo se alternará el hallazgo de un japonés que piense que la II Guerra Mundial no se ha acabado aún y el de un chino que lleve años sentado frente al televisor esperando que aparezcan Bolt o Phelps.
Por cierto, que el cuadro psicológico que se describe en China, inquietud y desconcierto, es el mismo que ya se anuncia en España para septiembre, el ‘síndrome post vacacional’. ¿Ven? Este es un buen ejemplo: Si no estuviera diagnosticado el síndrome, cualquiera diría que el problema es que, en realidad, lo que no quiere la gente es ponerse otra vez a trabajar, soportar atascos y no llegar a fin de mes. Aquí y en China. Pero no es así, son síndromes. Y cada uno tiene sus peculiaridades aunque, a lo mejor, se podría sugerir que se engloben todos en uno; el ‘síndrome del se acabó lo que se daba’, por ejemplo, y así logra un campo de estudio extenso.
A Jesús le preguntaron sus discípulos porqué se dirigía al pueblo con parábolas. Y Jesús les dijo: «Les hablo en parábolas porque viendo, no ven; y oyendo, no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis; mirar, miraréis, pero no veréis’». Será eso. Y septiembre, que llega.
(Óleo " Membrillos en sombra". Amparo Alfonso.)