El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

31 julio 2006

La Pregunta

«Si es una historia tan buena, ¿dónde está el resto de la prensa?» Las noticias, cuando nacen, siempre llevan a su lado la sombra de un desmentido. Y la pregunta de antes forma parte de ese decorado de reacciones previsibles, de la colisión inevitable entre una denuncia y la inmediata negativa del afectado. La pregunta, además, nunca se arroja sobre el tablero como primer argumento, sino que se reserva para el final. Como la carta decisiva que rompe la partida. Y se formula así, con tono descarnado, para rodear de ridículo al denunciante. Estás solo. Como un loco carioco, que fuera por el mundo propinando mandobles sin ton ni son. De ahí la eficacia de la pregunta. «Si la historia es tan buena, ¿dónde está el resto de la prensa?»

El ‘caso Chaves’ ha llegado al punto exacto de esta pregunta. Desde hace semanas, lo más significativo de las noticias sobre los hermanos Chaves es el vacío con el que lo ha rodeado la prensa andaluza. Hasta hubo un día memorable en el que, en medio de un mar de declaraciones y denuncias, un veterano periódico optó por un reportaje-denuncia sobre la mala utilización del derecho de admisión en los bares en Andalucía, que hasta le impiden la entrada al personal por estar gordo o ir vestido de novia.

Pensemos, de todas formas, que estos quiebros de silencio, por irrisorios que puedan parecer, son esenciales porque pueden determinar el futuro de una denuncia. Sin el vacío, vamos a ver, no existiría la pregunta. Ni se siembra la duda.

«Si la historia es tan buena, ¿dónde está el resto de la prensa?» Así, con esa literalidad que ahora se repite en Andalucía por estas cosas de los hermanos de Chaves, quien formuló la pregunta fue la editora del Washington Post, Katharine Graham, al director del periódico, Ben Bradlee. Habían transcurrido ya varias semanas del caso Watergate. Bradlee no supo qué responderle a su editora porque, en efecto, se habían publicado numerosas páginas de denuncias del periódico y ningún otro medio de comunicación se hacía eco de aquella noticia que el Post presentaba como una gran revelación.

Caminaba la noticia junto a la sombra creciente de los desmentidos oficiales, las amenazas y las descalificaciones («en 26 años de vida pública, nunca he visto ni oído informaciones tan monstruosas, maliciosas y distorsionadas», bramaba Nixon) y el director del Washington Post sólo contaba con una certeza: «Las mentiras espesaban el aire y el presidente era el principal mentiroso».

Tantos años después, se precisa aún recurrir a aquel caso Watergate, como si fuera una biblia de principios periodísticos. Todo está escrito. También la respuesta de Bradlee para estas soledades interesadas: «Los periódicos se ocupan diariamente de dar bocados a una fruta cuyo tamaño desconocen. Puede llevar decenas de bocados descubrir que se trata de una manzana. Así ocurrió con el Watergate».

23 julio 2006

Caribe

Copyright: Herb Allison


“¿Por qué ellos pudieron y nosotros no?”. La pregunta, a cinco columnas, encabezaba hace tan unos días el editorial de uno de los principales periódicos de la República Dominicana, el “Listín Diario”. El presidente dominicano acababa de iniciar un viaje a Taiwán y Corea del Sur, en busca de acuerdos de inversión, y el editorialista volvía la mirada. “Cincuenta años atrás, estos dos países estaban en peor situación que la República Dominicana. Hoy, en cambio, gracias a la tenacidad y el espíritu de trabajo de sus habitantes, pero más que nada a la gran inversión en educación, Taiwán y Corea del Sur se han convertido en modernas y avanzadas sociedades. Hoy no cabría hacer ninguna comparación. Los papeles se invirtieron”.

El comentario tenía especial interés aquel día porque, unas páginas antes, aparecían reportajes sobre la tormenta que parecían sacados de una novela de García Márquez. Una mujer, que se quejaba de los mosquitos y del dolor de cabeza porque vivía junto a una ciénaga pestilente en la que arrojaban vísceras de animales. Y un hombre, que nada más encapotarse el cielo corría con su familia a refugiarse debajo de un viejo puente de hierro, se quejaba de que cada vez resultaba más peligroso estar allí debajo por los gruesos tornillos que se desprendían de la estructura. “¿Por qué ellos pudieron y nosotros no...?” Parecía un grito que salía de la ciénaga, de debajo del puente, y recorría la isla entera.

De todas formas, no nos engañemos. La pregunta del editorialista del Listín, que es en la distancia la misma que nos hacemos aquí, tiene mucho de retórica. Otros pueblos progresan más porque hacen mejor las cosas. Los pilares del desarrollo son los mismos en casi todas partes: educación, formación y apuesta por sectores económicos de vanguardia. Allí la referencia puede ser Taiwán como aquí puede ser Irlanda, que hace treinta años era, como Andalucía, uno de los pueblos más pobres de Europa y ahora es el segundo país más rico de la UE en PIB per capita.

Viene todo esto a cuento de la visita que, hace un par de semanas, realizó a Cuba una delegación del Parlamento andaluz (ocho o diez personas) para ver cómo marchan los proyectos de cooperación. Lo hacen todos los años por estas fechas. Y cuando se critica, siempre surge la misma retahíla: “¿Quiere decir usted que Andalucía no tiene que cooperar con esos países?” No, hombre, no, todo contrario. Lo que se quiere decir es que la respuesta a la pregunta que se hacen en el Caribe no es esta forma de colaboración, entre el despilfarro y la demagogia. Quiere decirse que haríamos bien si Andalucía comenzara buscando un modelo de desarrollo sólido para después tirar cables al otro lado del océano. Quiere decirse, en fin, que con el dinero de esos diez gañotes se arregla un puente o se traslada a una familia de la ciénaga.

15 julio 2006

Códigos



Cuando el silencio se convierte en respuesta, las interpretaciones se disparan. Por eso, si un dirigente se ve envuelto en un asunto engorroso, lo esencial es encontrar explicaciones convincentes para desinflar el globo de la polémica. Se reúnen con los asesores, en plan película de Oliver Stone, y se ensayan las respuestas. Incluso ante la evidencia, lo importante es ofrecer una respuesta, no callar ante las acusaciones.

Desde Nixon, que llamó de todo al Washington Post cuando se destapó lo suyo del Watergate, hasta nuestro primer gran escándalo de corrupción, el de Juan Guerra (en la época lo llamaban, por cierto, Guerra gate), el manual de urgencia que utilizan los asesores incluye siempre un desmentido rotundo y un par de párrafos amenazantes. ¿Quién no se acuerda de las veces que se dijo que el único problema de Juan Guerra es que era hermano del vicepresidente? ¿Y recuerdan a Felipe González, amenazando con el vértigo de su ausencia? «Dos por el precio de uno», decía para advertir a quienes pedían la dimisión de Alfonso Guerra.

Rescatar ahora los orígenes de aquellas historias, la contundencia de aquellos desmentidos, tiene su aquél, sobre todo porque conocemos de sobra cómo acabaron las dos. Esta polémica de Chaves y sus hermanos se encuentra en la fase inicial y, en gran medida, lo que ocurra en el futuro se puede intuir por las explicaciones. Por eso es llamativo el silencio abrumador que se guardó ayer a lo largo y ancho de todo el PSOE andaluz. Y aledaños.

Pero que exista silencio no quiere decir que, incluso internamente, no se hagan preguntas. Si nos instalamos en la lógica de un asesor de Chaves, podemos verlos frente a frente en el despacho: «Presidente, ¿podemos explicar que su hermano Antonio tenga tantos contratos en la Consejería de su hermano Leo?» Y Chaves se calla. Silencio.

En ésas estamos. El presidente sólo ha dicho dos cosas. La primera, que el único problema es que son sus hermanos. Y la segunda es que todo es legal. De lo primero, no cabe duda. Lo segundo vendrá más adelante. Pero, ahora, incluso si admitimos que es verdad que todos los contratos de la empresa en la que trabaja Antonio Chaves son legales, no exime a Chaves de dar más y mejores explicaciones.

Atentos a la siguiente reflexión: «A lo largo de la última década, y en todo el mundo, ha ido creciendo la preocupación sobre la forma en que las grandes empresas son gobernadas por sus responsables. Esta preocupación por el comportamiento de los directivos no se refiere tanto al cumplimiento de las normas legales, a lo que es legal o ilegal, que está claramente explicitado en las leyes, sino más bien a lo que es correcto o incorrecto, a lo que afecta a las actitudes, los valores, la ética en suma. Y esta preocupación ha encontrado respuesta en la forma de códigos. El Gobierno de España ha querido ser de los primeros de Europa en adoptar un Código de Buen Gobierno». La cita es del Consejo de Ministros de 18 de febrero de 2005. ¿Y? Pues eso, que una cosa es lo legal y otra lo correcto.

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DIARIO DE LA TREGUA. Carta a Manuel



Estimado Manuel:

Ya veo, por lo que usted me cuenta y por las llamadas que se han recibido en la emisora, que un buen número de oyentes de Onda Cero están en profundo desacuerdo con todo lo que he dicho en las dos últimas tertulias sobre el llamado proceso de paz de ETA. Lo que ocurre es que, como al ver sus críticas contudentes y las de otros contertulios con los que suelo coincidir, todo esto me llena de perplejidad porque, en el fondo, creo que estamos de acuerdo en lo esencial. Es decir, que no acierto a comprender muy bien qué ocurre.Bueno, miento: creo que lo sé perfectamente.

Mire, Manuel, a mí me parece que todo se debe a la enorme crispación que se ha generado en este tema y que hace imposible cualquier intento de matización. Cuando se genera una tensión tan fuerte se provoca un torbellino imposible. La polarización de siempre, o sea, y que tanto me irrita. Yo prefiero los argumentos, las razones, la lógica. Y aquí parece que se impone esa estrategia que tantas veces comparten el PP y el PSOE de o conmigo o contra mi; o blanco o negro. Y quien se atreva a introducir matices está condenado a que una de las dos partes lo envíe directamente a los extremos del otro bando. Por eso, los gobernantes socialistas se pasan el día acusando de fascistas y de querer que ETA vuelva a los atentados a todo aquel que ponga en duda el proceso de paz. Por eso, en sentido contrario, en el PP y su entorno se acusa de traidores a quien se permita decir que el Gobierno tiene derecho y legitimidad para negociar con ETA siempre que se limite escrupulosamente a la aplicación del Estado de Derecho. Si alguien dice esto último, corre el riesgo de que lo acusen de olvidar a las víctimas y hasta de prestarse a la estrategia de ETA...

Manuel, todo esto es, sencillamente, una barbaridad. Eso es lo que he intentado combatir esta mañana, quizá por que me asusta que se avive el fuego por el simple placer del fuego. Por eso, vuelvo a repetirle mi posición. En esencia, lo único que he intentado explicar esta mañana es que, como pasa y pasa el tiempo (ya hace más de un año que se aprobó en el Congreso la resolución de apoyo a un diálogo con ETA), lo realmente peligroso ahora es que se eternice este proceso de paz con el único objetivo de que el PSOE lo pueda llevar en su próximo programa electoral como argumento estrella. En ese sentido, la estrategia de confrontación frontal que está siguiendo el PP no sólo no está logrando desenmascarar las contradicciones en las que está incurriendo el PSOE sino que le brinda la excusa en cada momento.

De esas dos impresiones, surge la apuesta que hice en la radio y que tanta polémica levantó en la tertulia de la radio. Afirmé que lo razonable ahora sería emplazar a Zapatero para que establezca unos márgenes temporales a la negociación con ETA y que al cabo de ese plazo ofrezca el balance. Las negociaciones de Felipe González en Argel duraron tres meses; las de Aznar, apenas dos meses, ¿cuánto tiempo necesita Zapatero? ¿Seis meses? ¿Un año? Que lo diga porque de lo que se trataría es de acabar con esta dinámica que no conduce más que al enfrentamiento.Además de lo anterior, he añadido que el discurso ambiguo y engañoso del PSOE no da para afirmar que el Gobierno ha traicionado a las víctimas porque eso, sencillamente, no ha ocurrido. Uno puede cabrearse con el PSOE, desconfiar de Zapatero y acusarlo de mentiroso, pero no de haber traicionado a las víctimas porque, en la práctica, todo sigue igual: La ley de Partidos, la detención de etarras, la dispersión en las cárceles o los juicios de los asesinos.

Si queremos llamar a las cosas por su nombre, admitamos que esa es la realidad por mucho que nos llenemos a diario de sospechas.Dicho todo esto, le añadiré algo más. Cuando se hizo público el comunicado del "alto el fuego" de ETA, inicié en este Blog un Diario de la Tregua con una doble intención. Como presumía que iba a ser un proceso complicado, lleno de tensiones y asediado por la demagogia; como si de algo tengo coonstancia de lo rápido que se olvidan los acontecimientos, las promesas y las opiniones, me impuse este ejercicio de ir anotando mis reflexiones.

Ayer, cuando usted, y otros, se mostraban desconcertados con mis impresiones sobre el proceso de paz, he repasado las notas. Si le parece, compartiré con usted este repaso. Cuando llegue al final, igual comprende mejor lo que he querido decir, porque guarda una absoluta coherencia con cuanto he manifestado hasta ahora.Ya verá cómo al proponer que se le exija a Zapatero un plazo y se le deje negociar entre tanto, lo único que se pretende es pinchar de una vez este globo que tanto daño puede hacernos.

22 de marzo de 2006. Primeras Reflexiones

Conocemos una "tregua trampa" y podemos estar ante una "tregua táctica". ETA en su correcto comunicado en español ha utilizado el mismo lenguaje y las mismas ideas que se le podían oír hace treinta años, con la salvedad de que antes pedía que negociara el Ejercito y ya sólo habla de los estados español y francés como responsables de "la represión en Euskal Erria". Parece claro, por tanto, que ETA ha ordenado una tregua pero no porque haya claudicado de ninguna de sus reivindicaciones.23 de marzo de 2006. ¿Qué precio político se puede pagar?Es probable que la inmensa mayoría de la sociedad española acepte y asuma que si ETA finalmente entrega las armas, y se disuelve, habrá que pagar un precio político. Pero ese precio no puede ser otro que la vuelta de la izquierda abertzale a la normalidad democrática. No hará falta siquiera derogar la Ley de Partidos porque, si Batasuna rechaza las armas y deja de abastecer a ETA, no habrá motivos para ilegalizarla. Conviene no olvidar que Batasuna no es ilegal porque sea independentista, sino por ser terrorista.

De la misma forma, la sociedad española estará de acuerdo en que, tras una entrega de las armas, se acepte el acercamiento de presos e, incluso, que en los casos de arrepentimiento, se apliquen beneficios penitenciarios. Pero ahí se agota el precio político, la capacidad de negociación que tiene el Gobierno. Lo otro, lo de incluir en el preámbulo del Estatuto vasco el término nación, también podría ser asumible, pero a ver qué le aporta eso a los nacionalitas vascos y a una comunidad autónoma que ya se llama País Vasco y tiene autosuficiencia financiera. A partir de ahí, de esas tres cesiones asumibles, cualquier paso más que se pueda dar el Gobierno a favor de la banda terrorista será, sencilla y llanamente, pisotear la memoria de las víctimas. No va a hacer falta esperar mucho tiempo para saber hasta dónde está dispuesto a llegar Zapatero.


29 de marzo de 2006. El marketing del deshielo.

(Reunión entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el presidente del PP, Mariano Rajoy)

A mi juicio, la reunión de La Moncloa es el último acto de un guión, la última escena de un diseño de propaganda política. Todos sus predecesores en el Gobierno de la nación se han encontrado con treguas de ETA, pero ninguno ha preparado tan bien como Zapatero el exorno. Para ratificar esta impresión, sólo hay que pensar en el momento aquel del presidente Zapatero, entrando en el Consejo de Europa, con los veinticuatro mandatarios europeos puestos en pie, aplaudiéndolo.


31 de marzo de 2006. La beatificación de Otegi.

Sin que exista ni un solo elemento objetivo para afirmarlo, uno se atreve a vaticinar ya que cuando Otegi salga de la cárcel tendrá por delante un largo camino de actividad política. Más allá, incluso, no será de extrañar que, tras las próximas elecciones vascas, cobre vida la hipótesis más descabellada que se realizó hace varios meses: que el objetivo último del Partido Socialista de Euskadi es el de desplazar al PNV del Gobierno con el apoyo de Batasuna. Es decir, la misma operación que realizó en Cataluña, contra Convergencia i Unio, gracias al apoyo de la Esquerra de Carod Rovira. Y como todo ello se enmarcará dentro del "largo, duro y difícil" proceso "de pacificación" del País Vasco, pues ni siquiera provocará recelos internos en el PSOE, más allá de tres o cuatro dirigentes socialistas (Rosa Díez, Redondo Terreros, Maite Pagazaurtundua o Múgica) a los que presionarán para que abandonen el partido.


20 de abril de 2006. Momento verificación


... Las otras prisas, las que tiene el Partido Popular (o por lo menos un sector del PP) por verificar día a día que la tregua es un fracaso son unas prisas inoportunas e inconvenientes. Uno, verán ustedes, puede desconfiar de la tregua de ETA, pero lo que es una equivocación es sacar conclusiones a diario, por los actos de diario y las declaraciones de diario, sobre la certeza y engaño de esta tregua. El PP, desde el inicio del proceso, no se ha dado cuenta de que, quizá, su estrategia más conveniente, más inteligente, es la de ceder toda la responsabilidad de la negociación al Gobierno, apoyarlo con su silencio, y esperar prudentemente a que pueda establecer conclusiones definitivas. Ahora, ciertamente, nadie puede criticar al Gobierno por pagar un precio político a ETA porque esa cuestión, aunque se presuma, no se ha dado.En fin, que a lo mejor sería más conveniente que el PP pusiera sobre la mesa las tres o cuatro exigencias irrenunciables para un acuerdo de desarme con ETA. Y esperar, sin machacar todos los días con todo y sobre todo. Ese tono apocalíptico, que es tan así.

Ocurre, sin embargo, que la misma prisa que tiene el PP (o por lo menos un sector de ese partido) por certificar el fracaso de la tregua, es la prisa que tiene el Gobierno y el PSOE por verificar, minuto a minuto, que la tregua ya ha sido un triunfo. Y estas prisas, vamos a ver, sí que pueden ser peligrosas.

22 de mayo. La Ecuación.

Ya está dicho aquí otras veces que es un error esa estrategia de concederle certificados de éxito o fracaso a la tregua de ETA por cada acontecimiento que se produce. Como deshojando una margarita, hoy sí, hoy no. El equilibrio razonable es apoyar el llamado ‘proceso de paz’ en el que se han embarcado el PSOE y ETA –sí, con la misma estrategia que ya utilizó la banda terrorista con el PNV hace unos años, en Estella- con la certeza de que, en realidad, un diálogo así no puede llegar nunca a buen puerto. Por una sola razón, de la que se deducen las demás: el acuerdo con ETA para su desarme sólo será posible cuando la banda terrorista reconozca su derrota.Si no es así ETA siempre intentará negociar con el Estado de igual a igual, sentados en la mesa, esperando que el otro ponga sobre el tapete sus planteamientos para, al final, acordar un punto medio. "Ni tuya ni mía". Y ese tipo de negociación, el punto medio, no es posible encontrarlo en asuntos como la anexión de Navarra, la integración del País Vasco francés, o la amnistía de los presos etarras.En fin, como vemos que esa es la pared en la que se puede estrellar un acuerdo con ETA, por eso mantenemos el escepticismo.

Pero, al mismo tiempo, no se le puede hurtar al presidente Zapatero, por cándido o peligroso que nos parezca, la posibilidad de negociar con ETA al igual que hicieron los anteriores. Hasta ahora, además, Zapatero siempre ha dicho que no va a negociar ni la autodeterminación ni la anexión de Navarra. Ya veremos. Y ya diremos. De momento, no debemos, pese a la desconfianza, desconfiar de su palabra. Retenegamos sus compromisos para exigirlos en el futuro. Esta labor será esencial porque lo que sí se atisba ya con claridad en el presidente del Gobierno es una desvergonzada despreocupación por la coherencia. Más bien al revés, el juego de zizagueo que se practica, resulta a veces abrumador.

1 de junio. El punto de inflexión

Hace dos meses que la banda terrorista ETA declaró una tregua permanente. En este breve espacio de tiempo, la mayoría de los españoles se han situado inteligentemente al margen de estrategias partidarias y han expresado en diversas encuestas que le reconocían al Gobierno de Rodríguez Zapatero el derecho a negociar con la banda terrorista el abandono de las armas, siempre que no se pagara un precio político por ello. Pero, si esto ocurre, es porque esa misma sociedad confía en que sus representantes políticos, el Gobierno de la nación con su presidente al frente, no van a vulnerar las leyes ni va a cometer la indignidad de comerciar con la memoria de las víctimas a través del olvido y la postergación.

Se puede respaldar un proceso de negociación con una banda terrorista aún desconfiando de la banda terrorista, pero de ninguna forma se puede apoyar ese proceso si se desconfía también del Gobierno y de sus representantes legales. Ese es el punto de inflexión, la relevancia política y social, que tienen las palabras pronunciadas en el Congreso por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Cuando el presidente ha afirmado en el Debate sobre el Estado de la nación que su partido, el PSOE, que es el partido del Gobierno, se va a sentar a negociar con Batasuna, formación ilegalizada por formar parte de la estructura de ETA, no sólo ha vulnerado sus promesas, sino que ha provocado que una buena parte de la sociedad le retire la confianza para seguir negociando con la banda terrorista. El punto de inflexión es ése, que ya no se considere a Zapatero un interlocutor válido para negociar con ETA en nombre de los españoles.
Existen muchas razones, pero en una sociedad democrática bastaría una sola: Ha mentido.

28 de junio. La negociación.

El manejo de tiempo ha sido, desde el primer día, una de las claves de este "proceso de paz" que el Gobierno le ha ofrecido a ETA. Ahora que se acaba el curso político, el presidente del Gobierno se dispone a dar un nuevo ‘golpe de efecto’ que, como los anteriores, marcará la agenda de los próximos meses. Esta vez el ‘proceso de paz’ se retroalimenta con otro anuncio, otro paso, su primera reunión con ETA. El elemento común denominador que identifica cada uno de estos pasos es que todos se rodean de una enorme expectación. Han pasado catorce meses de aquel anuncio y, ya ven, seguimos igual. El tiempo Zapatero, ya ven. El tiempo de un paso para delante y otro para atrás con el que no se avanza, todo se congela. El tiempo Zapatero, ya ven. Es este tiempo que obrará la magia de haber tenido el proceso de paz como uno de los ejes fundamentales de la legislatura y, además, conservarlo intacto como promesa electoral para las próximas eleccions generales.

La fábula de Pedro y el Lobo. 15 de julio.

En fin, Manuel, que así es como llegamos a la situación actual. Y así ha sido el proceso, mi proceso personal de reflexión en lo que llevamos de tregua. Sigo manteniendo lo esencial de lo que he dicho estos días. No se le puede negar a un Gobierno la legitimidad para negociar, incluso si se desconfía profundamente de ese Gobierno. Lo realmente importante es que se marquen bien los principios a los que un demócrata no puede renunciar en nombre de ninguna causa, ya sea la paz en el País Vasco o cualquier otra desventura que se le atraviese al Estado de Derecho.

En ese sentido, si nos acogemos a la realidad estricta, nadie puede afirmar hoy que el Gobierno ya ha traicionado a las víctimas de ETA. Sencillamente, no es verdad. Las víctimas pueden sentir o temer que las van a traicionar, pero no pueden asegurar que eso ya ha sucedido. No es bueno estar todos los días afirmando que se traiciona a las víctimas porque si algún día, esperemos que no llegue, sucede realmente, nadie se lo va a creer. La fábula de Pedro y el Lobo, ¿la recuerda? Pues eso.

Lo que me temo, en fin, es que el presidente Zapatero ha decidido gestionar la tregua de ETA de una forma radicalmente distinta a como lo hicieron Felipe González y José María Aznar. Está dispuesto a convertirla en una parte más de su programa electoral. Y si eso es así, la estrategia de bronca excesiva del PP acaba convirtiéndose en su mejor aliado. Por eso, dije y digo: Quizá lo inteligente sea autorizar al presidente Zapatero a que negocie, siempre dentro de las reglas del Estado de Derecho, como él mismo se ha comprometido, con la única condición de que establezca un plazo de tiempo. ¿Cuánto necesita? ¿Seis meses? ¿Un año? Al finalizar, venga usted a rendir cuentas.De todas formas, Manuel, es tanta la bronca, la tensión y los intereses, que no me extraña nada que el primer equivocado sea yo.


Afectuosamente,
Javier Caraballo.

13 julio 2006

Chanson


Le he puesto a estas letras la música de una canción de Manhattan Transfer, para que se puedan leer con un ligero bamboleo, así, así. «Chanson d’amour, ra, ta, ra, ta, rá, chanson, chanson, d’amour». Música porque vino el otro día a España el Papa Benedicto XVI, agobiado por el trato que se le da aquí a la familia, y no hay motivos para alarmarse sino para cantar. Ra, ta, ra, ta, rá.

Cree el Papa que los gobernantes socialistas están descuidando la familia, que la están dejando sola y abandonada, y no hay razón alguna para preocuparse. Esto de Chaves de ahora, o sea. Los tres hermanos trabajando para el mismo fin; tres hermanos consagrados a la función pública andaluza. Manuel, Antonio José y Leonardo. Como para que el Papa los hubiera puesto de ejemplo en el congreso aquel de Valencia. ‘Chaves González, una familia unida’. Y luego la música de antes, «Here in my heart, ra, ta, ra, ta, rá, chanson, chanson, d’amour».

Cómo no será la devoción por el trabajo en la Junta de Andalucía que tanto Manuel como Leonardo se educaron para ser profesores; el uno de Derecho en la Universidad y el otro de Deportes en el Instituto, y hace años que no pueden ejercer. No se cansan de repetir que su sueño sería volver a coger la tiza, pero ahí están, unidos en la Junta. Son tan iguales que, hace unos meses, cuando hicieron la declaración de bienes a la que están obligados como altos cargos de la Junta de Andalucía, resultó que los dos tienen las mismas propiedades, nada y menos, una casita hipotecada, tres mil euros en el banco y un coche. «Ra, ta, ra, ta, rá, chanson, chanson, d’amour».

No se crea el Santo Padre, de todas formas, que a Chaves le va a agradar que se le ponga de ejemplo de familia unida. De hecho, ayer ya reaccionó el presidente con el malhumor habitual en él cuando se habla de estas cosas. «Yo sé por qué se publican estas noticias», dice Chaves. Lo dice, con un tono grave, tan intrigante, que parece que supiera de qué está hablando, pero, en realidad, es lo único que desconoce.

Porque lo que se oculta detrás de esa noticia es algo tan elemental como que en Andalucía hay un presidente que tiene un hermano de director general de Deportes de su Gobierno y otro hermano más colocado en una empresa que trabaja para esa Consejería. «¿Y eso es grave? Vaya chorradas que publicáis?», me espetó ayer un propio. «Depende», contesté. «Quizá lo veamos más claro si a los parientes le ponemos los apellidos de Esperanza Aguirre o de Teófila Martínez. ¿Qué se diría si todos fueran Fraga Iribarne?».

«En fin, que no creo que sea nada grave», volvió a repetir. Por eso comencé a buscarle música a estas letras. A ver si, por lo menos, esta historia le sirve al Papa para lo suyo de la familia. Que en Andalucía, cuando surgen estas noticias, lo urgente es investigar la conspiración contra el presidente. Como si a los hermanos de Chaves los hubiera clonado la oposición. Que sí, que sí. «Ra, ta, ra, ta, rá, chanson, chanson, d’amour».

11 julio 2006

Camino


Hay un camino de tierra seca y eucaliptos que ella recorre todos los años cuando llega julio. Porque en ese camino nunca pasa el tiempo. Hay un sendero en el que las chicharras amanecen antes que el sol en estos días en los que el cielo ya no es azul sino blanco, como los ojos de un ciego abrasado por el fuego. Tierra seca, hinojos y eucalipto, y el sonido de tus propios pasos avanzando en el camino. A veces con miedo, otras con orgullo, otras con espanto. Como quien recorre la escena de un crimen. Porque en aquel camino, un mes de julio, mataron a su abuelo.

Ella lo recorría de niña con su abuela, cada mes de julio, cuando vivían en la casa del pueblo. Su abuela, vestida de negro, apenas hablaba durante el camino. Sólo, en alguna ocasión, miraba atrás, cuando la nieta se paraba a hacer ramos de margaritas secas y amapolas. “Vamos, no te entretengas”, le decía. El paseo acababa siempre junto a un olivo cansado, en un recodo del camino, desde el que se divisa la tapia del cementerio. La abuela se detenía en aquel olivo. Parecía que hablara con alguien en voz baja.

Hace diez años que su abuela le contó cuándo fue la primera vez que recorrió aquel camino. Fue en julio de 1936. Se escondió tras el olivo y desde allí, comiéndose las lágrimas, vio el cadáver de su marido, junto a la tapia del cementerio. Antonio, el maestro de escuela. Republicano, culto y servicial. Lo mataron una panda de jóvenes fascistas que llegaron de la capital, pocos días después del golpe.

Cuando su abuela murió, ella siguió haciendo el camino cada mes de julio. Al acabar en la Universidad se iba al pueblo y se hospedaba, muy cerca de la casa en la que vivía su abuela, en un antiguo caserón reconvertido ahora en hotel. Y una mañana, aún de madrugada, hacía el camino. Al llegar al olivo, se sentaba a su sombra con unos versos de Gil de Biedma o de Machado. Otras veces, como este año, con algunos libros de historia sobre la Guerra Civil que no nacen del odio sino del deseo grande de saber en qué nos equivocamos como pueblo.

Este año, junto al olivo, ha sacado del bolso un libro reciente de Plácido Fernández Viagas. “Palabras de Guerra”. Y ha leído pasajes enteros de los debates del Congreso meses antes de la Guerra Civil. Y está aquel odio tan cercano, y ésta tan presente el rencor, el desprecio y la tensión… Sólo que aquí, junto a la tapia del cementerio en el que asesinaron a su abuelo, producen una angustia profunda, que atraviesa el estómago. Ahora ha entendido por qué su abuela recorría aquel camino todos los años cuando llega julio. Para recordar. Para que nunca más suceda. Porque en este camino de tierra seca y eucaliptos nunca pasa el tiempo.

10 julio 2006

La Broma


Hay una novela de Milan Kundera en la que el protagonista, un estudiante checoslovaco, acaba encarcelado y condenado por una simple broma. Aquel tipo era miembro del partido comunista y nada le hacía sospechoso de una traición. Pero un día cometió un error imperdonable: Le escribió una postal a su novia y se permitió hacer unas risas sobre algunos de los tabúes intocables del régimen soviético. “El optimismo es el opio del pueblo… ¡Viva Trotski!”, escribió, el muy incauto. Y lo condenaron a trabajos forzados. Para que aprendiera a reírse.

Estamos acostumbrados a que estas cosas, estos enredos kafkianos, sólo tengan cabida en la ficción. Pero, acaso porque contemplamos nuestra realidad con escasa perspectiva, no nos percatamos de que la risa sigue siendo una constante para medir los abusos. También hoy. Nada ha sido tan condenado, tan perseguido como la risa a la largo de la historia. Es más, quienes profesan pleitesía a la espesa cofradía la tensión y el insulto lo que jamás llegan a calcular es que el poder flota placentero en las aguas agrias de la crispación. Lo que jamás ha soportado es la ironía. Ante esas armas, el tirano se siente indefenso. Sólo la broma, la burla, se enciende la ira del poderoso.

Hace un par de día llamé a un hombre al que admiro, por su talento y por su valentía. Se llama Norberto González de Vega, y está reconocido por los suyos como uno de los cinco cirujanos cardiovasculares españoles con mayor fama en el mundo. Hace unos años, cuando lo de la confrontación de la Junta con el Gobierno de la nación, se atrevió a decir que también en Andalucía había pacientes que se morían en las listas de espera. Le abrieron un expediente de expulsión del SAS. “Hasta las últimas consecuencias”, dijeron amenazantes. Pasó el tiempo y el doctor González de Vega acabó dejando el SAS, jubilación por anticipado, pero el expediente siguió en los tribunales.

Lo llamé por teléfono para felicitarle porque los tribunales le han dado ahora la razón. “No es legítimo constitucionalmente prohibir todo tipo de críticas”, dice la sentencia. A Norberto, vamos a ver, estas cosas le traen al fresco. Se limita a anotarlas, como si llevara un diario de miserias políticas. Tanto que me contó, como si tal cosa, que, al mismo tiempo que el SAS, el Colegio de Médicos de Málaga le abrió un expediente por un artículo publicado en este periódico en el que se mofaba de la propaganda de la Junta con las células madre.

Creo que en el artículo decía algo así como que algunos “se pegan la vida padre a costa de las células madre”. Y el Colegio de Médicos consideraba que aquella ironía, “excesiva ironía”, era motivo de expediente disciplinario. Norberto, como si tal cosa, cuenta que han terminado archivando también aquel expediente absurdo. Al colgar el teléfono, quise intuir que se reía. ¡Habrá que ser osado!

07 julio 2006

Incentivos

En la presentación de otro plan para poner en marcha otra estrategia, la consejera de Cultura, Rosa Torres, se puso ayer seria: «Para potenciar la industria cultural en Andalucía es preciso abandonar la idea y el concepto de subvención, y cambiarla por la de incentivo», dijo.

Como quien realiza la advertencia es la misma persona que otorga las subvenciones, quizá podríamos pensar, que bastaría con que la consejera se aplique el cuento, y no conceda subvenciones a paniaguados, feligreses y estómagos agradecidos. Pero, en fin, pensemos que lo importante es el debate que se plantea.

Subvenciones como incentivo, sí; subvenciones para acomodados, no. De acuerdo, consejera. En esto, la mejor guía en España, a quien más autoridad se le reconoce es al director de teatro catalán Albert Boadella. Lo ha dicho muchas veces con la rotundidad que le caracteriza: «No estoy en contra de la inversión de dinero en la cultura. De lo que estoy en contra es del procedimiento que se ha utilizado: el estado, los estados, han utilizado el mundo de la cultura y de las artes como propaganda política. Se han dedicado a subvencionar directamente las cosas, en lugar de trabajar en la infraestructura, en la educación...»

A Boadella, claro, se le reconoce autoridad para mantener este discurso contra la ‘cultura de la subvención’ porque su compañía de teatro jamás ha dependido de las subvenciones públicas y porque, quizá gracias a esa independencia, Els Joglars cuenta por éxitos nacionales e internacionales todos sus estrenos.

Pero, es que resulta que la Junta de Andalucía practica todo lo contrario. Ahí está la Fundación Barenboim-Said, que le cuesta –nos cuesta– a la administración andaluza casi tres millones de euros anuales. ¿Qué le aporta Baremboim a la cultura andaluza, sino el agravio de pensar en ese despilfarro cuando a tantos conservatorios se les cae hasta el techo por el abandono público?
Ahí está el descaro improcedente con el que todo el orbe institucional socialista se ha volcado con el museo privado de la bailaora Cristina Hoyos. Hicieron escote, como en un bautizo: El Ayuntamiento de Sevilla, cien mil euros anuales; la consejería de Turismo, cuatrocientos mil euros; y la Consejería de Innovación Tecnológica, que ya tiene tela, más de quinientos mil euros, la subvención más alta otorgada a los proyectos de investigación en ese trimestre.

¿Tendrá algo que ver que Baremboim es amigo de Felipe González y de Sonsoles Espinosa, esposa de Zapatero? ¿Tendrá algo que ver que Cristina Hoyos haya ido en las listas del PSOE en Sevilla? ¿Será por eso que otra bailaora, Matilde Coral, que otras veces ha apoyado a los andalucistas, se queje de que la consejera de Cultura ni siquiera la recibe?
Y ahora viene la consejera con un plan... ¿Cultura del incentivo? Venga ya, mujer. Bastaría con que se acabe esta cultura del cinismo.

06 julio 2006

Decretos


El Boletín Oficial de la Junta de Andalucía es un valioso manantial de metáforas imposibles. Nada ni nadie define mejor que los escribas de la Junta el magma administrativo, esa espesura. Nada mejor que esa sucesión de decretos encadenados para pintar la vorágine autonómica, la nadería del discurso oficial o la estulticia del lenguaje políticamente correcto. Son metáforas crudas, auténticas, certeras. Como este acuerdo de 20 de junio, publicado esta semana, por el que se aprueba «La Estrategia de Modernización de los Servicios Públicos de la Junta de Andalucía». Qué lindeza, qué cosa.

Para empezar, habrán notado que la estrategia empieza en el título mismo ya que, para darle mayor importancia a lo aprobado, cada palabra se empieza por mayúscula. El efecto óptico que se consigue es contundente. Ese mismo título, sin mayúsculas, es otra cosa. O sea. La norma gramatical indica que deben llevar mayúsculas los nombres propios, los referencias geográficas, las instituciones... Pero también se usa la mayúscula para expresar respeto, veneración o para dotar a una palabra de un carácter especial. Ésa es la clave, pues, respeto y veneración.

Lo que viene a continuación es más duro. Emocionalmente, incluso. Porque son nueve párrafos demoledores. Nadie puede mostrarse indiferente a la lectura conjunta de esos nueve párrafos del decreto. Debe reseñarse antes que lo esencial, de acuerdo a la moda de los tiempos, es el preámbulo; lo demás, el acuerdo en sí, es meramente accesorio. De hecho, el acuerdo en sí no supone más que una quinta parte del decreto. El resto es preámbulo. La ojana, que tiene una importancia descomunal en estos tiempos.

Lo suyo sería reproducir el decreto entero, pero habremos de conformarnos con algunos retazos. Todo comienza, obviamente, «en el marco de la Segunda Modernización de Andalucía», a la manera de aquellos pregones antiguos.

A partir de ahí, frases grandiosas para «vertebrar las actuaciones», que surgen de «canalizar la situación de partida, y un análisis externo a través del cual se han identificado las principales tendencias y mejores prácticas en el ámbito de la modernización de las distintas administraciones nacionales e internacionales a fin de lograr (...) un instrumento de carácter estratégico y transversal» que «se sustenta en cinco líneas estratégicas que se apoyan y retroalimentan entre sí, configurando una red de acciones interrelacionadas capaces de lograr sinergias para la consecución de sus fines».

Después de ese impacto, el acuerdo en sí, ya digo, tiene mucho menos interés sociológico. Entre otras cosas, porque el decreto no dice en qué consiste la estrategia de modernización. Pero se adivina, eso sí. Con esos párrafos, no hace falta añadir más sobre qué supone la sencillez y la eficacia para la Junta. Ese es el valor de estos ‘decretos metáfora’.

05 julio 2006

Cortínez



(Deliberaciones sobre una bobada de Alfonso Perales: «Prescindir de Chaves como candidato del PSOE a la Junta sería cometer el mismo error de estrategia de quienes han querido jubilar a Zinedine Zidane)

A Adolfo Ruiz Cortínez, que fue entre 1952 y 1958 el séptimo presidente de México en la larga era de gobierno del PRI, lo imaginaba Carlos Fuentes en una de sus últimas novelas como un anciano eterno, sentado a la puerta del café de La Parroquia, en Veracruz. Aquel viejo debía ser la gran atracción del café; por su historia y por el loro que llevaba sobre el hombro, un loro charlatán que voceaba todo el tiempo eslóganes y consignas del Partido Revolucionario Institucional, el PRI.

La escena, tan expresiva, tan fácil de recrear en la imaginación, la remataba el propio Carlos Fuentes en una entrevista que, en realidad, aquel viejo del portal con su loro a cuestas «lo que está representando es el príncipe hereditario, que lo tenía muy fácil porque le bastaba con no hacer olas y contemporizar con las situaciones, que es lo que recomienda Maquiavelo».

Desde el antiguo Egipto, el poder siempre ha aspirado a perpetuarse en el gobierno de los pueblos convirtiendo el mando en un título hereditario. Fue la Revolución Francesa la que acabó con la razón divina de esos absolutismos y la que allanó el camino hasta la democracia actual.
Acabó con el sistema, claro, pero no con la pretensión. Adolfo Ruiz Cortínez fue un ejemplo en la vida real y también en la ficción de esa búsqueda del poder hegemónico.

Hace seis años ya que el PRI dejó de ganar en México. Y aunque las últimas elecciones celebradas han dejado tras de sí la grave incertidumbre de la inestabilidad política, la mejor noticia es que aquel partido que gobernó durante sesenta años ya no cuenta ni en las encuestas. El PRI ha quedado el tercero en las elecciones, y su herencia ahora ya no es la del poder sino la de la podredumbre. «Los pecados políticos se heredan y la imagen del candidato del PRI destila el olor a corrupción, caciquismo y tiranía», dicen las crónicas.

En fin, que, una vez más, México. Desde la distancia y las diferencias, México como ejemplo de degeneración política. Para que no nos pase, quiere decirse. Que no hay democracia real sin alternancia; que los relevos y la limitación de los mandatos son las únicas garantías en política para que los partidos no se conviertan en meras maquinarias de poder, en perversas estructuras clientelares.

A raíz de la experiencia del PRI, puede comprobarse, además, que no hay más que tierra quemada tras el gobierno de un régimen como aquel. Que la depresión es la consecuencia de esa política que sólo busca «no hacer olas y contemporizar con las situaciones». Y aunque esa política sea eficaz para los partidos y para los príncipes hereditarios, es letal para los intereses de un pueblo. Ya se ve.

04 julio 2006

Sordos


Como cada oficio va aparejado a su estereotipo en la conciencia popular, Mariano José de Larra sostenía que lo esencial es que en cada carrera se necesita saber algo, «suponiendo que no exista trato de favor». Así, Larra concluía que «los médicos necesitan saber alargar una enfermedad; los abogados, embrollar un asunto; y los curas… todos sabemos ya lo que se necesita saber para ser cura». La relación de oficios la acababa Larra con la Policía. Y decía: «Para ser policía basta con no ser sordo».

Eso es lo que le pasaba a José Antonio Vidal y a Diego Martínez, que tenían la vocación de ser policías y, además, de atender a sus sentidos. No son tipos que miren para otro lado, no, ni siquiera cuando los de arriba se lo sugieren ni cuando, por tierra, mar y aire, un ejército de presiones aconseja que te olvides de un caso, de una investigación. Ellos tenían ojos y oídos, y no miraron para otra parte cuando les llegó un detallado anónimo con el escándalo de las comisiones ilegales que se cobraban en Andalucía por la realización de las obras públicas. Sí, en plena Exposición de 1992. Sí, en el primer Gobierno de Manuel Chaves. Sí, incluso después del escándalo de Juan Guerra. Sí, aun con posterioridad al entramado institucional de extorsión que se llamaba Filesa. Sí.

El anónimo llegó hasta el despacho de la juez Pilar Llorente y, con la documentación que ya se acumulaba, sólo tenía que hacer bien su trabajo. Autorizar algunas intervenciones telefónicas, algunos seguimientos, la inspección de cuentas bancarias… Rutinas en forma de autos judiciales.
A Vidal y a Diego Martínez los instalaron –radiografía de la España eterna– en un pestilente cuartucho de los juzgados de Sevilla, al lado justo de los servicios. Les dieron para grabar un Huer, uno de aquellos armatostes de la radio de hace cincuenta años. Antes de grabar la primera palabra, se leyeron bien la sentencia del caso Naseiro (trama de comisiones del PP de Baleares) que fue anulado porque la Policía no guardó la cinta master de sus pinchazos telefónicos. Para que no les ocurriera, cada grabación estaba autorizada por la jueza y se enviaban periódicamente las cintas originales.

«De ésta nos quitamos las legañas», decían los imputados del caso Ollero. Vidal y Diego Martínez no eran sordos. Lo oyeron y, además, lo comprobaron. Trincaron al comisionista con el maletín lleno de billetes. Hicieron bien su trabajo. Pero la juez, no. Y por no motivar bien los autos de las grabaciones, todo el proceso quedó anulado.

«Para ser Policía basta con no ser sordo», decía Larra. Y advertía después que, en el caso contrario, «hacerse el sordo», es la condición que se exige para ser ministro. Al caso Ollero, si se dan cuenta, lo único que le ha ocurrido es que, sin grabaciones, lo han dejado sordo. Pero Vidal y Martínez lo oyeron bien. Y los demás, hoy, lo recordamos. Y les agradecemos aquella persistencia en los sentidos, frente a las presiones. Ellos no son sordos. Por eso son polis.

03 julio 2006

Qué dirán


A veces, intento imaginar qué pensarán de nosotros fuera de estas cuatro paredes. ¿Qué dirán? Sabemos que, nada más salir de España, estos debates nuestros, tan apasionados, no tienen el más mínimo reflejo. Están a otras cosas. Mutis de prensa y silencio esquivo, diplomático, de los gobiernos. Pero, qué dirán en el secreto de los despachos. En los pasillos.

En Alemania, por ejemplo. Que pensarán si alguna vez les ha llegado recortes de periódicos de nuestros líderes autonómicos, como el andaluz, con esa euforia hueca («somos el motor de la economía», dicen). Y ellos, los alemanes, que sí son el motor auténtico, que llevan veinte años financiando el desarrollo andaluz, qué dirán. Ellos que, además de ser uno de tres principales contribuyentes de la Unión Europea, han tenido que apechugar con la unificación alemana. Son ricos y, además, se aprietan el cinturón.

Este viernes, un poner, qué envidia. Por acuerdo de los dos grandes partidos alemanes, se va a aprobar una reforma constitucional que camina en sentido contrario a esta locura española. Reformas tan lógicas como el recorte de la representación de las regiones en Europa, el establecimiento de sanciones para los casos de indisciplina presupuestaria o la prohibición expresa de que el Estado financie a los lander en competencias que ya tienen transferidas. Consenso en vez de cainismo; racionalidad y ahorro en vez de derroche e improvisación. ¿Qué dirán?

El periodista Thomas Darnstadt, de Der Spiegel, describió con brillantez una escena típica del embrollo del que quieren escapar: «El Estado alemán se compone de 16 estados regionales con alrededor de 140 ministerios. Cada uno con una media de 40 departamentos, lo que lleva a 5.500 jefes de sección. Unos cuantos miles de ellos están siempre viajando en primera clase camino de algún encuentro para coordinar grupos de trabajo, proyectos o subcomisiones entre las regiones y el Estado».

No somos muy distintos, no. Un ejemplo de estos días. Hace un año, el Congreso aprobó la 1a Ley de Violencia de Género. Desde entonces, como la estrategia política impone la reiteración, el gobierno autonómico le ha correspondido con otra ley de ámbito regional y en muchos ayuntamientos se han aprobado las correspondientes comisiones sobre la misma cuestión. La burocracia política, por triplicado. Y mientras tanto, la realidad: En Marbella, el juzgado que lleva el caso ‘Malaya’ y ‘Ballena Blanca’ es, al mismo tiempo, el juzgado de violencia de género. El mismo juez. Un tipo que, además, está allí en comisión de servicio. ¿Cabe mayor ejemplo de autoengaño, del absurdo en el que estamos?

A veces, intento imaginar qué pensarán de nosotros fuera de estas cuatro paredes. La inquietud llega, claro, en los momentos en los que uno se siente, como Cernuda, «español a la manera de aquellos que no pueden ser otra cosa». Y entonces se pregunta, ¿qué dirán?

02 julio 2006

La inmunidad marbellí



La principal incógnita que no se ha despejado en Marbella es cómo ha sido posible que la corrupción haya alcanzado los niveles que se están demostrando ahora, con la actuación del juez Miguel Ángel Torres, asentado (según se afirma en círculos judiciales) en un contundente trabajo policial. Pero, ¿por qué ahora y no antes si la corrupción se arrastra desde hace casi veinte años? Esa es la pregunta que nadie acierta a contestar, aunque desde las primeras elecciones democráticas ha habido muestras evidentes de que la corrupción política se había establecido como sistema en el Ayuntamiento marbellí. Sin embargo, ni el Gobierno, ni la Junta de Andalucía, como institución competente en el control urbanístico, ni la Justicia han acometido hasta ahora operaciones de saneamiento como el ‘caso Malaya’. ¿Se miraba para otro lado?

Una historia poco conocida de los orígenes del juez Baltasar Garzón puede ofrecer algunas pistas sobre este misterio. Garzón, natural de la localidad jiennense de Torres, tuvo uno de sus primeros destino como juez en Almería. En aquel juzgado, el joven Garzón llamó la atención de todos al ordenar el encarcelamiento de varios oficiales del juzgado por las prácticas irregulares que detectó. Lo hizo en su juzgado y también en el de un compañero suyo, cuando hubo de ocuparse del mismo como sustituto durante las vacaciones del juez titular.

Resultó tan llamativa su contundente forma de actuar que, en 1987, cuando estaba preparando su traslado a la Audiencia de Sevilla, recibió una oferta para entrar a formar parte del cuerpo de inspectores del Consejo General del Poder Judicial. Su primer trabajo de inspección la llevó a cabo, precisamente, en Marbella. Lo que se cuenta es que Garzón elaboró un grueso informe sobre la situación de la Justicia en la ciudad costasoleña. ¿Qué ocurrió? El informe, dicen, acabó olvidado en un cajón. Y Garzón duró poco en la Inspección. En enero de 1988, pidió el traslado y fue nombrado titular del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional. La corrupción de Marbella siguió rodando. Desde entonces, hasta hoy.

01 julio 2006

Abismo


Hoy, al hablar, lo he notado raro. Diría que es tristeza si no fuera porque la tristeza es un sentimiento equívoco para esta situación. Para lo que reflejan sus ojos. No es tristeza, no, porque no hay pesar, aunque su tono de voz se confunda con la pesadumbre. Algún psicólogo quizá hablaría de una fase repentina de desconcierto agudo. Desconcierto, sí, y se le ha atravesado en la garganta. Porque este hombre, que atraviesa la historia de Marbella de los dos últimos decenios como un testigo mudo, que sólo a veces ha saltado muy a su pesar a los titulares de los periódicos, parece haber descubierto de pronto que, tras años y años de euforia, Marbella se ha asomado al vacío. De repente, el abismo.

«¿La ciudad? Puff... Imagina. Marbella parece desde hace tiempo un boxeador noqueado, que no sabe ya muy bien de dónde vienen los golpes, ni cuándo puede parar este chaparrón de continuos reveses. La gente, el personal de a pie, asiste a esta retahíla de detenciones anonadado, estupefacto diría yo, porque es ahora, sobre todo desde esta nueva redada, cuando se ve que Marbella es un barco que se hunde, con vías de agua por todas partes».

«No se trata de hacer catastrofismo ahora, desde luego; ya sabes que siempre intento analizar las cosas con la máxima objetividad. No es eso, lo que trato de decir es que el ambiente que se palpa en la calle es muy distinto al de las primeras detenciones, la de Roca, la alcaldesa y todos los demás. Ahora es cuando la gente se da cuenta de que todo lo que ha ocurrido estos años, todo lo que ha pasado en la era de Gil, les va a pasar factura a ellos también».

«¿La gestora? Hombre, no seas ingenuo, por favor, la gestora es un paripé, un desastre que no influye en el ánimo de nadie ni tiene la más mínima consideración social después de lo que se ha visto. Son tipos grises, y muchos de ellos mediocres, ya te lo dije alguna vez, y la gente los ve como tal. Así que, por favor, no perdamos tiempo con la gestora».

«Lo que trataba de decirte es que, mentalmente, aquí se ha pasado en muy poco tiempo, meses quizá, de la alegría con la que la gente votaba a Gil en Marbella, incluso cuando escuchaban las continuas denuncias de corrupción, a este otro estado de ánimo de derrota. Es esta depresión, este vacío de ahora, esta sensación inevitable de que la ciudad se desmorona».

«¿Que disculpo la corrupción? No, no, por favor, entiéndeme, todo esto era necesario, y yo creo que la gente lo asume así, pero la diferencia de esta redada con respecto a las anteriores es que, ahora, el ‘caso Malaya’ ha llegado directamente a la sociedad. Primero fue el núcleo duro de Roca, sus intermediarios, sus tapaderas y sus comisionistas. Estas detenciones de ayer forman parte, en su mayoría, del núcleo exterior. El caso Malaya, ayer, saltó a la sociedad. Para muchos debe ser como si, de repente, se despertaran de un sueño, andando sonámbulos por el campo. Y al mirar hacia abajo han descubierto con pavor que se encuentran al borde de un precipicio. Tú mismo lo decías antes: De repente, el abismo».