El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

28 febrero 2006

Navajas

Es muy probable que varios periódicos andaluces reproduzcan hoy una foto reciente de los tres presidentes de la autonomía andaluza. Los tres sonrientes: Rafael Escuredo, que cayó alanceado por Rodríguez de la Borbolla, quien, a su vez, fue derribado por Manuel Chaves, presidente desde 1990. Escuredo, Borbolla y Chaves. Cruz de navajas. Tres presidentes (Fernández Viagas fue presidente de la preautonomía) en la historia de la autonomía andaluza, la historia de una hegemonía. Ninguno de ellos dejó el cargo por el veredicto de las urnas, por los malos resultados de su gestión o por escándalos de corrupción. No, y ha habido de todo.

Quizá sea Alfonso Guerra el único que, con su pulgar, pueda hilvanar la historia íntima de esos tres cambios, episodios casi olvidados en los que el PSOE sólo tenía un objetivo: impedir que la federación socialista andaluza, y por ende la propia Junta de Andalucía, reclamara el protagonismo autonómico que conquistó en el referéndum del 28 de Febrero. ¿Se ha cumplido el objetivo? La estabilidad política de la que ha disfrutado el presidente Chaves responde la pregunta. Diríase que el PSOE ha logrado lo que pretendía, un presidente sumiso cuando es un socialista se sienta en la Moncloa y combativo al extremo cuando gobiernan los rivales.

De hecho, esas tres presidencias describen una pendiente degenerativa en el ideal autonómico. De los tres, Rafael Escuredo ha sido, quizá, el único que se ha creído la autonomía andaluza. Borbolla siempre se ha declarado federalista y Chaves… ¿Qué será? En fin, uff, digamos que es un tipo difícil de definir. Ni una cosa ni otra. Lo hemos visto con lo del término nación, que se ha apuntado a todas las tesis. Si, no, tal vez.

En el libro “Andalucía dijo SI” se narran los instantes previos al referéndum del 28-F. Congreso del PSOE de Andalucía con una pugna de fondo: “Pulso entre nacionalistas y no nacionalistas. El problema salió a la luz cuando Escuredo declaró en una entrevista: ‘Soy un nacionalista andaluz’. (…) En el Congreso, Borbolla derrotó a Escuredo, que fue el gran perdedor”.

Escuredo ya era presidente de la Junta y el aislamiento al que lo sometió su propio partido no se disipó hasta que el apabullante triunfo del 28-F hizo variar la estrategia nacional del PSOE. Había encontrado la mejor arma para tumbar a Adolfo Suárez. Sucedió así: “Aunque el partido pidió apoyar a la Junta y a su presidente (Escuredo) por medio de un escrito público, muchas delegaciones socialistas se negaron a ello (…) De nuevo se tendría que esperar la llegada del 29 de febrero para que muchos socialistas cortos de visión política reconsideraran su postura tras la respuesta del pueblo”.

La memoria, ya se sabe, cuenta poco en política. Mucho más por aquí abajo. Hoy se celebra el 28 de Febrero. Entre los surcos de la Andalucía oficial y la Andalucía real, se pierden aquellas historias. Semillas caídas en tierra de nadie. Como esa foto que esconde una cruz de navajas.

27 febrero 2006

También


Es muy probable que Zapatero le haya perdido el respeto a Andalucía. Cada vez que viene lo hace con la misma alegría que cuando firma con tiza en una bota de manzanilla de Sanlúcar de Barrameda. Invita la casa. Ya lo debimos advertir cuando, todavía siendo candidato a la Presidencia del Gobierno, dijo aquello memorable de que la Segunda Modernización de Chaves haría de Andalucía una tierra con “miles de Picassos y de Garcías Lorca”. Hace unos meses, Zapatero, ya presidente, volvió a pasarse de rosca y anunció en Cádiz que el objetivo de la Segunda Modernización ya estaba cumplido y que el nuevo proyecto socialista es la “Tercera Modernización” de Andalucía. Ayer, en Dos Hermanas, aseguró que todos sus compromisos ya están cumplidos o en fase de cumplimiento. Vamos camino de la Quinta Modernización. O más.

Esas cosas, en fin, sólo las dice el presidente Zapatero en Andalucía, porque habrá llegado a la conclusión de que, diga lo que diga, le van a hacer palmas.¿Modernizaciones? ¿Genios a miles? Lo único que se cuenta por aquí a miles es el personal que se pone en las colas del paro y los jóvenes de las listas del fracaso escolar. Por eso llevamos treinta años en el 75 por ciento de la renta per capita europea. Pero es igual. Como estos días en el Teatro Falla. Si en Cádiz, y en Carnaval, nadie protesta por los Astilleros o por Altadis, por la poca industria que quedaba en la Bahía, qué más da.

Que no, que Zapatero lo sabe y, por eso, escribe los discursos para sus mítines andaluces con la tiza con la que firma en los barriles de manzanilla de Sanlúcar, camino de Doñana. Sabe el presidente que ‘nopasanada’. Que diga lo que diga, “Andalucía es socialista”, como le gritaban ayer en Dos Hermanas.

El PSOE como etiqueta y Andalucía como marca. Sin calcular siquiera lo más elemental, que la seguridad en el mercado de la política, que se guía por las normas de la libre competencia, sólo provoca daños en el elector. Adam Smith, en versión política: “La mano invisible” de la democracia es la independencia y el espíritu crítico de los electores. Cuando no existe esa inquietud en los gobernantes, la democracia degenera en régimen.

Quizá siempre ha sido así, es verdad, y el único mérito de Zapatero es que, sin ser González, lo ha entendido nada más llegar. Por eso dijo ayer que su primera victoria se la dedicó a Felipe y la segunda se la dedicará a Chaves. Porque es como darle las gracias al granero.

Por cierto que lo de ayer del PSOE en Dos Hermanas era un acto con motivo del 28 de Febrero, Día de Andalucía. ¿Auto de afirmación andaluza? No, mitin de reafirmación del PSOE. Ya lo decían las crónicas de la agencia oficial: “Acto organizado por el PSOE con motivo de la celebración del Día de Andalucía. También intervino el presidente andaluz, Manuel Chaves”. Obsérvese: “También”. Pues eso. Somos complemento.

26 febrero 2006

Lapidario Bobo


LAPIDARIO BOBO


“No es exacto decir que la Junta se vuelca con Jerez porque yo soy la alcaldesa. Lo que ocurre es que ahora las dos instituciones nos miramos a los ojos”.

Pilar Sánchez, (PSOE) alcaldesa de Jerez.





Ya tenemos tres clases de relación entre instituciones en España. Este es el “Manual de Relaciones Institucionales” según el PSOE de Andalucía. Las de confrontación, que son aquellas que se generan cuando una de las administraciones está gobernada por otro partido. Las de amistad, el llamado"gobierno amigo", que se establecen cuando las dos administraciones están gobernadas por el mismo partido y al frente de las mismas están dos hombres. Y las relaciones de complicidad, o relaciones del lenguaje del abanico, que son cuando una de las administraciones está gobernada por un hombre y la otra por una mujer. ¿O es que alguien entendería que Chaves, o Zapatero, dijera que ahora ya no existe disputa política alguna porque se miran a los ojos? En fin, boberías. Sectarismo cruel que se cubre con boberías.


OTROS BOBOS:


-- Diputado y diputada no son lo mismo”. Rosario Torres, delegada de Cultura de la Junta.

-- Los políticos no entendemos de facturas, de eso se ocupan los técnicos”. Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, concejal portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Sevilla.

24 febrero 2006

Autogol


El otro día, cuando lo de la manifa de los independentistas catalanes, Esquerra Republicana hizo ver al Barça la trastada poco patriótica que se iba a cometer con el inicio de su partido de fútbol contra el Betis a la misma hora que la protesta callejera. No debe ser cosa menor, porque, de forma inmediata, el asunto cayó en manos del secretario general de la Presidencia del gobierno catalán, Xavier Vendrell. Horas de negociación apasionada hasta que, al final, el presidente del Barça, Joan Laporta, logró salvar todos los obstáculos (que no son pocos, por cierto) para retrasar el partido cuatro horas, hasta las diez de la noche. Uff, qué respiro.

Pasemos por alto que un gobierno autonómico se dedique a cambiar la hora de los partidos para garantizar el éxito de una manifestación. Pasemos incluso por alto la insoportable levedad del presidente del Barça. Vale, que «Tot el camp és un clam». Pero es que al final de la manifestación independentistas cogió el micrófono el actor Joel Joan para, en nombre de los organizadores, dar «las gracias al pueblo de Andalucía por el cambio de horario». Ahí es nada. Semejante patochada sólo tiene valor por dos cosas. Por el impresionante grado de estulticia, ridiculez y sinsentido que revela y porque si, al final, el Betis no accede a cambiar la hora del partido, podríamos empezar a calcular de qué cosas estarían culpando ahora «al pueblo de Andalucía».

Cuando una sociedad, en fin, se embarca en estos debates inanes, y deposita todas sus energías en ese derroche imbécil y anacrónico, lo normal es que, al cabo de unos años, quizá de toda una generación, la implacable lógica de los tiempos comience a pasar factura. Lo hemos visto estos días con la OPA de la empresa alemana E.On, que ha dejado herida de muerte la OPA catalana de Gas Natural y, de paso, la arriesgada apuesta del Gobierno de Zapatero. Para esos que no se cansan de repetir, todos los días, que las reformas de los estatutos y de la misma Constitución española nos traerá progreso y bienestar, viene bien lo ocurrido.

Por una parte, porque nos despierta del debate asfixiante del terruño. Pero, sobre todo, porque deberían reparar en el detalle de que Alemania tiene la misma Constitución desde 1949, aquella que le impusieron las potencias que vencieron en la Segunda Guerra Mundial. Una Constitución que nunca ha pasado por las urnas, que sólo tiene 145 artículos (el estatuto andaluz será mucho más extenso, por ejemplo) y que, sin embargo, ya tiene incorporada su pertenencia a la Unión Europea. Sin ruidos, sin debates bobos, sin pérdidas de tiempo ni derroches. Con objetivos sobre la realidad y no sobre batallas el pasado. Se supone que así, de esta forma, es como se llega a una empresa de las dimensiones de E.On.

Aquel partido del Barça y el Betis acabó de forma penosa para los béticos. Dos o tres goles en propia meta. En fin, igual es lo que nos está ocurriendo con todo; que no hacemos más que marcarnos goles en nuestra propia portería.

23 febrero 2006

Pensamiento

Las tecnologías de la comunicación le han hecho un daño irreparable a la clase política. Tanto que el personal ha dejado de pensar. Y todo por culpa de las tecnologías, ya digo. Desde que el fax hizo posible el envío inmediato de una carta y, sobre todo, desde el que correo electrónico entró en nuestras vidas, se despiertan con un «tienes un e-mail» de la dirección de su partido. Lo llaman el «argumentario» y se envía a diario para que los próceres lo utilicen en todas sus manifestaciones. Por eso, vemos que los políticos, los de uno y otro partido, repiten los mimos conceptos y hasta las mismas expresiones cuando se les pregunta sobre un asunto concreto. ¿Cuántas veces habla el PSOE de la crispación de la derecha? ¿Y cuántas veces repite el PP las palabras «nacionalismo insolidario? Pues eso, argumentarios.

La consecuencia inmediata, claro, es que la política se convierte en un acto reflejo (a la pregunta se contesta mecánicamente: argumentario número 25, párrafos diez y once) y no en una actividad creativa, consagrada a la reflexión, a la razón y a las ideologías. En personajes públicos con carisma o con dotes populistas, la carencia se atenúa, pero en dirigentes de verbo atropellado y escasa capacidad de comunicación, acaba imponiéndose el patetismo. Y en Andalucía, de estos últimos tenemos un arsenal. Chaves, por ejemplo, que es el presidente, es uno de los ejemplos más notables de políticos que jamás se les oirá una reflexión profunda. Todo es de manual. Ayer, por ejemplo, se fue a unas jornadas sobre las cámaras de cuentas y completó un discurso con frases como ésta, ciertamente sublime: «Es el momento de avanzar en el lugar adecuado donde reflexionar para invertir el proceso iniciado». O sea, nada.

Ante este panorama, la única esperanza posible tiene que llegar de la sociedad civil. Entre otras cosas, porque será la única forma de forzar a la clase política a salir de su constante retroalimentación. Ocurre, sin embargo, que la debilidad de la sociedad andaluza forma una parte esencial de ese círculo vicioso.

¿Todo perdido, pues? En fin, algunos destellos van en sentido contrario. Podría pensarse, por ejemplo, que fundar en Andalucía una revista de pensamiento político, que no se financie por las instituciones ni admita publicidad alguna de cajas de ahorro o similar, es como querer plantar lechugas en el desierto. Pero como Andalucía es tierra de sorpresas, un grupo de atrevidos, constituidos en la Fundación Tercer Milenio, ha decidido crear y editar, en colaboración con la Universidad de Huelva, una ‘Revista Internacional de Pensamiento Político’. Ahí es nada.
Hoy se presenta en Sevilla la revista con sus mejores galas. Entre ellos, el profesor Elías Díaz. El fue quien se definió una vez como «militante, aunque no simpatizante del PSOE». En fin, en que no debe haber muchas mejores maneras de expresar el desencanto político actual.

22 febrero 2006

Desgracias


Se asomaba cada día a la ventana diminuta del calabozo cuando, a eso de las doce, un revuelo de niños rompía el silencio asfixiante del mediodía. Esperaba ansioso aquel griterío infantil porque esas mañanas mudas y sordas quemaban más que el sol infame de agosto. Había calculado cuarenta metros hasta las paredes blancas de enfrente. Una inmensidad cegadora desde aquel calabozo estrecho y húmedo, del que tenía inventariados ya todos los enseres, como si tuviera que incluirlos en un archivo municipal. Una taza de váter corroída por la suciedad, un catre mohoso, un colchón menudo de rayas rojas y blancas, y una manta marrón. Los contaba, los anotaba como hasta anteayer en su puesto del Ayuntamiento, donde fueron a detenerlo. Miraba a los niños y sufría. Por eso a su familia le desconcertó que, en la única carta que le dejaron escribir, les hablara de los niños del patio. De cómo se angustiaba al verlos.

La historia de aquella carta se contaba en la familia de Amuedo López Carcedo de generación en generación. Primero en la dictadura, y después, cuando llegó la democracia, con el orgullo de saber que su bisabuelo murió sin ningún sentimiento de odio hacia nadie. Hablaban del ‘abuelo Amuedo’ con un aire de santidad. «Era como Besteiro –decía su hijo–. Como don Julián, que se quedó esperando, enfermo, a que lo detuvieran en los sótanos del Ministerio, en su despacho. Luchó hasta el último minuto de vida por una paz que jamás llegó». Reconciliación.

Hace unos días, cuando el profesor pidió a los alumnos que hicieran un trabajo documentado sobre la represión de la Guerra Civil, Amuedo López Miranda, hijo de un bisnieto de Amuedo López Carcedo, enmudeció. Al salir de clase, corrió con sus amigos a completar el trabajo de Recuperación de la Memoria Histórica. Fueron a la antigua casa cuartel de la Guardia Civil, ya casi en ruinas. Primero pidieron permiso para visitar el patio y, una vez dentro, Amuedo recordó lo que le había contado su profesor. Y se puso a gritar: «Asesinos, asesinos. Habéis matado a mi abuelo». Ciego de odio, henchido de venganza, cogió una piedra y se la lanzó a la cabeza al guardia de la puerta.

Aquella mañana calurosa de agosto de 1936, frente al pelotón de fusilamiento, le preguntaron a Amuedo López Carcedo, con su traje gris y un pico del pañuelo blanco asomando por el bolsillo, si tenía una última voluntad. «Sí, quiero hablar con el comandate». contestó. Un guardia civil se acercó. «Mire usted, comandante, todas las mañanas, desde mi calabozo, veo salir a los niños a jugar a la pelota. Mire, comandante, tienen ustedes la costumbre de poner los fusiles en medio del patio, de pie, apoyados unos en otros y cargados. Y los niños juegan a la pelota... Verá, comandante, sólo quería decirle que un día, un niño, va a darles un pelotazo, los va a dejar caer, y aquí va a ocurrir una desgracia». El comandante se alejó unos metros y sonó el estruendo seco de los fusiles.

[Basado en una historia real]

21 febrero 2006

Inercias

Los ecologistas quieren que la Junta de Andalucía derribe el súper hotel que se alza chulesco a las espaldas del Parque natural del Cabo de Gata, en una ladera frente al mar, y no saben, los muy ingenuos, que el propietario de aquellos ladrillos tiene a su favor la inercia de los tiempos.
El soplo de la inercia es un silbido potente que señala el camino a seguir. Y por la fuerza de la rutina andaluza, por los raíles de la ineficacia y el partidismo, se mueven a diario los acontecimientos más inexplicables. Como éste del Algarrobico, una mole inmensa a dos palmos del Mediterráneo.

Vamos a ver. Los ladrillos del Algarrobico no han comenzado a ponerse hasta el año 2003, pero la hegemonía socialista que lo tendría que haber evitado lleva veinticinco años en el poder. O sea. En los periódicos de hace diez años se podrá observar cómo la Junta defendía que el hotel podía construirse porque se había excluido del parque natural. Quizá por eso, cuando en 1997 se aprobó en Madrid una Ley de Costas que hacía inviable el proyecto, la Junta de Andalucía jamás quiso aplicar los deslindes que lo hubieran hecho inviable. Claro que aquella Ley la aprobó un Gobierno del PP y a lo mejor por eso... Quiá.

Esa misma inercia ciega, el interés de partido, hizo que no se oyera ninguna voz de protesta en el Gobierno andaluz cuando, años después de entrar en vigor la Ley de Costas, el Ayuntamiento de Carboneras, también gobernando por el PSOE, le concedió la licencia de obras. No sólo eso; además le aplicó las exenciones municipales al desarrollo económico. Vamos, que, por lo que se cuenta, el propietario de la mole hotelera no tuvo que pagar ni un céntimo del millón de euros al que ascendía la licencia de obras.

Hasta octubre del año pasado se pueden encontrar en las hemerotecas declaraciones de la consejera de Medio Ambiente, Fuensanta Coves, «advirtiendo» de que aquel hotel, aquel despropósito, tiene «derechos consolidados desde antes de la declaración del parque»; que hay que «respetarlo» porque «cuenta con todas las bendiciones de las leyes».

¿Qué ha cambiado ahora? Ha cambiado el Gobierno de la nación y la nueva ministra socialista, Cristina Narbona, ha hecho ver a la consejera el incumplimiento flagrante de la normativa de costas. Por eso la consejera, como si no tuviera competencia en el asunto, como si no las hubiera tenido hasta ahora, se limita a contestar que la demolición depende del Ministerio.
La inercia, en fin, está a favor de la mole. Y en contra de la lógica, de la ley y del medio ambiente.

De esos monumentos ya tenemos algunos en Andalucía. ¿Por qué la Junta iba a ordenar el derribo del hotel de Almería si tiene más papeles y es más legal que, por ejemplo, el complejo turístico de Montenmedio, de un amigo de Felipe González? Pensará el dueño del Algarrobico que, si la Junta no cumple ni las sentencias del TSJA, porqué iban a aplicarle a él, y a estas alturas, una simple Ley de Costas. Inercias, sí, un círculo vicioso imposible de salvar.

20 febrero 2006

Vencidos


Después de varios fines de semana de frustrarse un “anuncio inminente”, ya no se sabe bien si es ETA la que le va a conceder la tregua al Gobierno o es el Gobierno el que se la va a conceder a ETA. Entre otras cosas, porque, a medida que pasa el tiempo, los discursos sobre el camino a seguir cada vez se parecen más. Dicen lo mismo; que es “la hora de dar algunos pasos” porque “ha llegado el momento de ponerle fin al conflicto”. Y se comprometen a lo mismo; a afrontar un “proceso de paz” en el País Vasco. Sí, sí, es difícil diferenciar. Quizá lo único que separa los dos discursos es que, en el caso del Gobierno de la nación, se añade que no puede haber “ni vencedores ni vencidos”. Y eso nunca lo dice ETA.

Solo en La Moncloa, a media luz, quemando cigarrillos, como hizo cuando negoció lo de la Opa de Gas natural o con el Estatuto de Cataluña, el presidente Zapatero agita todas las semanas el espíritu de los muertos para besarse a sí mismo con los labios gordos del absurdo. Es esa burla hiriente de que el mismo que dice un día que estamos en “el mejor momento para empezar a ver el inicio del principio del fin de la violencia", pida solemne al día siguiente “rigor, prudencia, responsabilidad y el cese de las especulaciones”.

La voz de los muertos siempre ha sido difícil de interpretar. ¿Qué pensarían de lo que está ocurriendo? ¿Qué dirían ante lo que se está oyendo? Los muertos son siempre gente inquietante, porque su memoria nos persigue. La llevamos a cuestas, como un baldón de remordimientos o de pena. Por eso se dice, a menudo, que nadie debe interpretar a los muertos de ETA, que hay que mirar para adelante. Pero yo creo que nadie interpreta a los muertos de ETA, porque si pudieran alzar la voz la condena sería más cruda que cuantas podamos oír estos días.

La voz de Luis Portero, cuando descubrió a unos asesinos ocultos en el soportal de su casa. La voz de Martín Carpena, cuando lo acribillaron en el calido verano de Málaga. La voz de Muñoz Cariñanos, la de Alberto Jiménez Becerril, la de su mujer. La voz que nadie oye del guardia civil de Jaén o de Almería o de Granada al que descuartizaron en un coche bomba. “Jódete”, le pintaban al día siguiente en la fachada de la casa. La voz de tantos muertos andaluces que no sabían que con la sangre estaban marcando una “hoja de ruta” sin vencedores ni vencidos.

La voz de los muertos es el silencio de los cementerios. Historia pasada. Por eso debatimos sobre la reinserción de los asesinos y la normalización de los violentos. Pero nadie habla de reinserción de la pena, de la normalización del dolor. ¿Debe haber vencedores y vencidos? Los muertos no hablan, porque ellos son los vencidos. Y quizá esperaban que un día venciera su memoria. Ayer le leí al cardenal de Sevilla, hablando de ETA, que una cosa es el perdón y otra la justicia. Amén. En nombre de los vencidos, amén.

19 febrero 2006

Lapidario Bobo

"Fichamos a Angel Cervera porque nos dieron muy buenas referencias de su trabajo"

Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación de Sevilla.


Ojo con la frase porque el tipo en cuestión, ese Villalobos, es uno de los personajes públicos más lamentables de la política andaluza. Es uno de esos bien amueblados sueldos sueldos públicos en los que es conveniente pensar cada trimestre, cuando se paga la declaración del IVA, o cada año por junio, cuando se paga el IRPF. En esos momentos, como terapia contra el cabreo, conviene pensar en un inútil público y dedicarle nuestros impuestos. Ahí va. Pues este señor es una apuesta segura para ese pensamiento dedicado al derroche del dinero público. En fin, que la frase de arriba tiene sólo dos salidas, o la tomamos a guasa o la utilizamos para un enfado sordo. Pero nadie con un mínimo de respeto a sí mismo, diría algo parecido. Vamos a ver, el citado Angel Cervera es el asesor del presidente de la Diputación que acaba de dimitir tras descubirirse un escándalo de facturas falsas. Lo curioso es que el tal Villalobos lo contrató tan sólo unas semanas después de que el mismo Angel Cervera hubiera presentado su dimisión como asesor del alcalde de Sevilla, también por otro asunto de facturas falsas. Es decir, que cuando el presidente lo contrató el tipo ya había protagonizado un escándalo político idéntico al de ahora. Buenas referencias, efectivamente. Dos dimisiones seguidas por facturas falsas.



Otrosídigo:

Ojo al final del discurso de Rafael Navas, tras tomar posesión el pasado viernes y ante Chaves, de su cargo de consejero mayor de la Cámara de Cuentas: «Y para terminar, un pequeño recuerdo. Tal día como hoy, hace 160 años, nacía en Sevilla Gustavo Adolfo Bécquer quien, por cierto, estudió en el Colegio San Telmo. A pesar de su escasa afición a los números, estoy seguro de que habría apreciado el funcionamiento de un organismo para el control de las cuentas bien orientado». Genial. Por un lado, el matiz de que «por cierto» estudió en el colegio San Telmo. Pero, sobre todo, que si Bécquer viviera, apreciaría la Cámara de Cuentas. Seguramente, claro.

18 febrero 2006

Expectación

Cuando ya concluía el debate con el que se inicia la reforma del Estatuto andaluz, surgió una frase que se erigió potente sobre todas las demás, como si rebotara estruendosa en las bóvedas del salón de plenos, la capilla del antiguo hospital de las Cinco Llagas. «Señores, que nos están siguiendo muchísimas personas». Impresionante. Lo dijo el portavoz socialista, y es posible que no haya mejores muestras de la endogamia política en la que estamos.

Y no porque el debate del pleno lo estuvieran dando por la segunda tele de Chaves, Canal Dos Andalucía, que debe tener unos índices de audiencia en estos debates como para echarse a temblar, sino porque si el portavoz socialista se cree lo que dice, es que no ha leído las encuestas en las que una multitud del dos o el tres por ciento de la población se muestra interesado en las reformas de los estatutos. Esa es la realidad, pero hablaba el portavoz del PSOE, lo decía con ese tono de ‘ojo con lo que decimos, que está la gente en un sinvivir pendiente de este debate’, que parecía que una multitud silente aguardaba a las puertas del Parlamento para sacar a hombro a los diputados. Endogamia pura, ya digo.

No se trata, en cualquier caso, de una simple anécdota porque el principal defecto de la reforma del Estatuto que se ha planteado, y ayer se volvió a demostrar, es que no tiene casi nada que ver con el presumible interés ciudadano. Como, según el presidente, ha llegado la hora «de la definición y de la claridad» sería bueno que comenzara él mismo en explicar en qué va a contribuir el nuevo Estatuto para hacer de Andalucía una región más dinámica y desarrollada; cómo va a contribuir a que la Junta de Andalucía sea una administración más ágil y eficaz; y de qué forma permitirá que la propia autonomía sea un régimen menos asfixiante que el actual.

Vacuidad como las llamadas al consenso de Chaves, que no debe creérselas ya ni quien le escribe los discursos. ¿Cómo puede decir el presidente que quiere «un Estatuto de consenso» si prometió el verano pasado una reunión con todos los partidos y, después de aplazarla varias veces, todavía no la ha convocado siquiera? En fin, que quien mejor resumió ayer a Chaves fue el extravagante presidente de fútbol llamado Piterman, que va y dice: «Consenso es cuando se está de acuerdo conmigo». Pues eso. Que echó al entrenador.

La única unanimidad que, hasta ahora, ha concitado el Gobierno andaluz es con Izquierda Unida, que al margen de estrategias políticas, siempre ha sido una formación muy partidaria de las cursilerías del estilo de ciudadan@s, que es una de las grandes aportaciones de la reforma.
Ya se ha dicho otras veces que en IU se debate de forma sempiterna sobre su cercanía y alejamiento al Partido Socialista, y no sería razonable que, desde fuera, se le aplauda en función de intereses políticos ajenos, ya sean los del PP, los del PA o los del propio PSOE. Si ésta es la estrategia acordada, vale. Presumamos la independencia. Con un solo matiz: Igual debe preocuparse la portavoz de IU-CA por el detalle tonto de que su discurso de ayer en el Parlamento haya sido más aplaudido en el PSOE que en su propia formación. Tenga en cuenta la portavoz que, a veces, hay expectaciones que matan. Sencillamente, porque no existen.

17 febrero 2006

Monipodio


Somos una sociedad peculiar. España no tiene clara su identidad nacional, pero no hay dudas de su identidad sociológica. Somos un país de moral sui generis en el que el que roba a un ladrón tiene mil años de perdón; un pueblo en el existe una envidia que es sana y en el que la vista gorda significa, en realidad, vista ciega, mirar para otro lado.

Haber conquistado América, convertir España en un imperio en el que jamás se ponía el sol y ser uno de los estados más viejos de la vieja Europa no nos ha servido para mirarnos en una sola bandera, pero sí nos atraviesa, sin fronteras, un poso de moral alambicada, valores retorcidos, principios contradictorios que se dan la mano. La implantación de la picaresca se debe a un pueblo que la llevó a las más altas cotas del aprecio social. Ser pícaro tiene siempre un pase en España. Si no hubiera sido así, el pícaro no habría entrado en la literatura. Cervantes no hubiera escrito de Rinconete y Cortadillo, y no existiría el Lazarillo de Tormes o el Guzmán de Alfarache. Los llaman héroes del revés, psicología sin entrañas. No se hubiera dado la figura del pícaro en el XVI si no existiera el alguacil que hace la vista gorda. Como ahora en Málaga.

Lo que escandaliza del caso de los sobornos descubiertos en el aeropuerto de Málaga no es la existencia de un delito, de un guardia civil que se aleje de la rectitud del cuerpo y se ponga a cobrar comisiones a los pasajeros chinos. El prestigio de la Guardia Civil no presupone que cada uno de los agentes esté haciendo oposiciones de santidad. No. Lo que escandaliza no es delito, ya digo, sino la trama. Todos a una. Es la crudeza de tener que encabezar una información afirmando que cinco guardias civiles de la sección fiscal hacían la vista gorda para que otros catorce agentes cobraran cincuenta euros a los chinos a cambio de que nadie metiera las narices en sus equipajes.

Y no era cosa nueva ésta de la extorsión a los chinos, porque dicen ahora los afectados que ya era hora de que se supiera, que ya van para dos años los que llevan apechugando con la mordida. Y aclara Wei-chun Ku: «Lo que pasa es que a la comunidad china no le gusta denunciar; el carácter nuestro no es así. [Los chinos] se enfadaban por tener que pagar, pero lo hacían y punto».
Cultura china, picaresca española. La mitad de la plantilla de la Guardia Civil en el aeropuerto de Málaga ha sido detenida por su vinculación con el cohecho, y a la otra mitad habrá que verle la cara. De estupefacción o de chino, de esos a los que no le gusta denunciar. O porque también ellos valoran la picaresca como algo español.

— «¿Es vuesa merced, por ventura, ladrón?
—Sí —respondió él—, para servir a Dios y a las buenas gentes (...) Cada uno en su oficio puede alabar a Dios, y más con la orden que tiene dada Monipodio a todos sus ahijados».

16 febrero 2006

Centrados

El PSOE, como organización política y maquinaria electoral, tiene algunas virtudes que lo diferencian del PP en momentos cruciales. Dos, sobre todo. Capacidad para rectificar errores estratégicos y habilidad para que cohabiten en el partido los disidentes más dispares. Se dirá, claro, que la mayor virtud de los socialistas es su amplio dominio de los medios de comunicación. Y es verdad. Sólo que se olvida que cuando Aznar ganó por mayoría absoluta en el 2000, también existía ese monopolio de propaganda. Lo mismo que cuando Chaves estuvo a punto de perder la Junta en 1996. No es ésa, por tanto, la razón última.

Vayamos al momento político actual que, como sostiene Mario Bilbao, se caracteriza porque ningún partido está ocupando el centro político. Nada es fruto del azar, desde luego. Lo ocurrido es fruto de la política practicada por Zapatero desde que llegó a la presidencia del Gobierno, con la sutil exclusión del PP de los grandes asuntos de Estado. El resultado inmediato ha sido esta polarización política, con el PSOE y el PP enrocados en posiciones más radicales de las que son propias del centro político.

Ocurre, sin embargo, que llegados a ese punto de radicalización, desde hace semanas el PSOE ha comenzado a girar 180 grados. La ruptura con Carod Rovira, la visita a Ceuta y Melilla y hasta el nombramiento de Francisco Vázquez como embajador ante el Vaticano apuntan en la misma dirección. En estas cuestiones, jamás se debe olvidar que la política son imágenes antes que razones. Y, tras la ruptura con Carod, ya se podrá decir lo que se quiera del Estatut, incluso con razones sobre la mesa, pero es inútil seguir sosteniendo ante el personal que la unidad de España está en peligro.


El PP tenía argumentos para haberse adjudicado parcialmente el éxito del cambio de Estatut, como viene diciendo Piqué. Incluso podría haber rentabilizado que el nuevo modelo de financiación ya lo propuso Teófila Martínez hace seis años. Pero no. Se ha optado por mantener la apuesta mayor. Todo o nada.

Es posible que los votantes tradicionales del PP estén encantados con la dureza de esas posiciones, pero habíamos concluido que sólo quien conquista el centro se despeja el camino hacia el Gobierno. Sobre todo en Andalucía. Y si el PSOE no sólo logra detener la sangría de votos que le provocaba de Estatut, sino que fortalece sus futuras coaliciones con los nacionalistas, entonces el campo de acción futuro del PP se habrá estrechado de forma asfixiante.

Bien pensado, parece como si Zp hubiera seguido con el PP la estrategia de esas carreras de coches que salen en las pelis, en las que dos tipos se dirigen a toda mecha hacia el precipicio y, justo antes de llegar, hay uno que se tira en marcha del vehículo. El otro, se estrella. Siempre le pasa algo. O no se abre la puerta o se enreda el pie con la alfombra. En fin. Veremos cómo acaba la carrera.

15 febrero 2006

Fulla

Fulla está arransando en el mundo árabe. Además de barata, quince euros, Fulla es la encarnación de una consigna:"No hay que modernizar el Islam sino islamizar la modernidad", dicen. Fulla es, en fin, una muñeca, una Barbie “decente” de acuerdo a la estricta doctrina del islam. Al contrario que la de aquí, no existe la ‘Fulla modelo’, la ‘Fulla deportista’ o la ‘Fulla astronauta’. No. Sólo existe un modelo de muñeca ataviado con el velo islámico y la falda hasta los pies. Fulla sólo pasea con sus amigas, no tiene novio y en la caja se incluye hasta una alfombrita para que no se le olvide rezar.

Los teletipos trasladaban hace unos días el estado de euforia desatado."Parece que este objetivo (islamizar la modernidad) avanza a grandes pasos. La misión se está cumpliendo no sólo en el terreno político sino también en la cultura pop occidental”. Así, la Coca Cola se transforma en 'Mecca Cola', los cómic de superhéroes se adaptan a los valores del Islam, y hasta las series televisivas de éxito, como Sexo en Nueva York, se pasan por el tamiz de la moral islámica: “Las chicas de Riad”.

Conviene detenerse un momento en ese concepto de “islamizar la modernidad”. Si se trata sólo de una adaptación a la cultura, a las costumbres y a los gustos propios, nada se puede objetar. La historia del mundo, y la andaluza en particular, establece justamente esa tendencia a la fusión de civilizaciones. Siempre acaban imponiéndose las costumbres y modas del imperio dominante, pero sin que desaparezcan totalmente las primitivas.

Pero, ¿es sólo la adaptación cultural a la modernidad lo que se persigue? Y más allá, ¿se aceptaría lo contrario, que también en occidente se fomentara la modernización del islam como fórmula de convivencia?

Tras lo ocurrido con las dichosas viñetas de Mahoma, está claro que no parece que sea así. Es decir, que el objetivo de islamizar la modernidad vale tanto para dentro como para fuera de los países musulmanes. Y occidente, antes que imponer siquiera sus propias reglas del juego del Estado de Derecho, acaba aceptando la disculpa y la condena como mal menor. Ocurre, sin embargo, que sólo para el que quiera ver, ya están trazados en el horizonte los nuevos retos para islamizar nuestra modernidad.

Tres ejemplos breves. Uno: El viernes pasado, la comunidad islámica reclamó al Gobierno que sus mujeres puedan aparecer con velo en las fotografías de los documentos oficiales españoles, como el DNI o el pasaporte. Dos: Hace un par de semanas, la comunidad islámica andaluza reclamó al SAS la gratuidad de las operaciones quirúrgicas a los hijos de musulmanes que opten por hacerse la circuncisión. Y tres: El Congreso debate hoy una proposición no de Ley, firmada nacionalistas vascos y catalanes, en la que se insta al Gobierno “a la progresiva implantación a partir del próximo curso de la lengua árabe y tamazight en los centros docentes y al reconocimiento de la identidad cultural del pueblo bereber en Ceuta y Melilla”.

Modernizar el islam o islamizar la modernidad. Y ha sido una muñeca la que nos ha destapado el debate. Ay Fulla, cuánto representas.

13 febrero 2006

'Nopasanada'


Usted puede estar preocupado, molesto, cabreado o alarmado. Puede estar como quiera, pero si oye al Gobierno advertirá de inmediato que está equivocado porque, en realidad, «no pasa nada». Tres palabras de moda. Se repiten tanto que forman ya un nuevo término del argot político. ‘Nopasanada’. Todo junto, así mejor. Hay entrevistas y comparecencias de dirigentes en los que incluyen la fórmula mágica no menos de diez o doce veces. Si se habla del Estatut de Cataluña o del País Vasco, entonces la proporción puede crecer exponencialmente, claro.

El caso es que, como valen para todo, hace tiempo que decidí coleccionar los ‘nopasanada’. Comencé a reunirlos cuando lo del flamenco en la Unesco, el día en que la fiesta del Patum de Cataluña le ganó al flamenco el título de Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. El bofetón se debió a los pésimos informes que había presentado la Junta, pero la consejera de Cultura resolvió el ridículo con rapidez. «No pasa nada –dijo– porque la Unesco no ha rechazado nuestra petición por la debilidad del informe, sino por la fortaleza del flamenco».
¿Y el nuevo sistema de financiación o la reforma del Estatuto andaluz? Dicen en el Observatorio Económico que la reforma, si cambia algo, «será para peor». Pero, oigan a los sindicatos y la patronal. No pasa nada. O atiendan mejor al consejero Griñán, que ha trazado una hoja de ruta del crecimiento andaluz que nos lleva a la convergencia con la media europea a mitad de siglo.

De todas formas, la pionera del ‘nopasanada’ es la consejera de Educación. Capítulo aparte, o sea.
Ni el fracaso escolar ni los episodios de violencia escolar (26.000 en el último informe) la distraen de su adaptación curricular al reino de los pajaritos de colores. Cándida Martínez. Punto.

¿Y con el cierre de Tabacalera, qué ha pasado? ¿Y con la privatización de Astilleros? ¿Y con la OPA de Gas natural a Endesa, con la que desaparece la leve influencia que tenía Andalucía en la eléctrica tras la absorción de Sevillana? Pues eso, nada. ¿Y con la inmigración ilegal, que según CCOO vuelve a contarse por miles tan sólo un año después del proceso de regularización?
El mejor ‘nopasanada’ de los lunes, sin embargo, es el del vandalismo callejero de los fines de semana. ¿Quema de contenedores? Ojo a lo que le dio por decir a un baranda del Ayuntamiento de Sevilla para remachar su teoría de que no pasa nada: «Quien quema un contenedor no sabe que lo paga después».

Es bueno atender al razonamiento: como los contenedores nuevos se pagan con los impuestos de todos, ello quiere decir que lo va a pagar el gamberro que lo quema. Impresionante. Porque el problema es justamente el contrario. De lo único que está seguro el salvaje que quema contenedores todos los fines de semana es que no va a tener que pagarlos. Sabe, en fin, que no pasa nada.

Mario Bilbao. Reflexiones.


PERFIL.

En 1973, Mario Bilbao era un joven activista del Partido Comunista. Asambleas clandestinas, pintadas nocturnas, miedo de cárcel y lecturas prohibidas. Lucha por la democracia. Llega la legalización del PCE y, al contrario que otros muchos, en vez de aceptar un puesto de liberado en el partido, decide volver a la universidad. “Se lo debo a mi mujer, que me lo aconsejó. La política como elemento de reflexión y de estudio, no como modo de vida”. Quince años después, vuelve de nuevo. Pero ya no lo hace en el Partido Comunista, sino en el Centro Democrático y Social (CDS) de Adolfo Suárez. “Yo no había leído a los clásicos del liberalismo inglés, ni había estudiado política económica. Mi cultura política primera estaba muy limitada por la lucha antifranquista, la doctrina oficial de la izquierda. Mao, Lennin…” Ahora, tras un nuevo periodo alejado de la política, Mario Bilbao vuelve pero dos pasos más allá. Ahora su apuesta es el Partido Popular. En la sociedad española, si alguien pasa de un partido de derecha a uno de izquierda, se considera un cambio positivo. Pero, al revés, se observa como una involución. “Una traición, sí. Ocurre que la izquierda tiene muchas características de una iglesia, de un movimiento sectario. Uno se guía por creencias, tiene que creer en una sociedad futura determinada. Cuando alguien abandona esas creencias y se aleja del dogma, se le considera un renegado”.



SOBRE LAS DOS ESPAÑAS.



“Cuando yo militaba en el PCE, nos volcamos en explicar en las asambleas de los pueblos, a todos los viejos militantes, que la reconciliación de España no era un eslogan, que los comunistas teníamos que superar el enfrentamiento de la guerra civil y la represión de la dictadura. Y aceptar, además, la monarquía y la bandera roja y gualda. Había gente que las había pasado canutas en la dictadura, pero lo aceptaron. Fue muy duro, muy fuerte, pero se logró. Remover de nuevo todo eso, empezar a abrir tumbas en un país que ya estaba estabilizado, me saca de mis casillas. Me pone muy nervioso. Me rebela. Y algo más grave aún: Fomentar los enfrentamientos de la guerra civil en gente joven, que no ha vivido el drama, inyectarles el virus del guerracivilismo, es muy peligroso. Pero es lo que están haciendo, calentando a los jóvenes con las dos españas. Es una temeridad”.




SOBRE EL SOCIALISMO ACTUAL.


"El socialismo, tras la caída de la Unión Soviética y la evolución de China hacia el capitalismo, se ha quedado sin teoría. Un premio Nobel de Economía, James Buchanan, sostiene en un ensayo, titulado “Miedo a ser Libres”, que la base en la que se sustentan ahora los movimientos socialistas la forman unas capas de la población que tienen miedo a enfrentarse libremente en una sociedad competitiva, en la que hay que ser bueno estudiando, trabajando o innovando. De ese miedo, del deseo de tener un futuro asegurado, surgen los clientes naturales del socialismo. Esa reflexión la podemos aplicar a Andalucía. Esta es la quinta legislatura consecutiva de Chaves como presidente y el PSOE lleva gobernando veinticinco años… Pero Andalucía lleva desde tiempo inmemorial en el 75 por ciento de la renta media de los españoles. Es evidente que, aunque sea por elección, estamos ante una especie de régimen de partido único. En Andalucía, existe miedo a la libertad, que es en el que se sustenta el triunfo del PSOE. Le pongo un caso andaluz concreto, el PER. No se cuestionan los subsidios, pero cuando se extrema el sistema lo que provoca es que muchos jornaleros andaluces ya no estén interesados en buscar oro trabajo porque lo tienen asegurado. En consecuencia, hay que recurrir a los inmigrantes para recoger las cosechas andaluzas, porque no existe movilidad laboral alguna. En esos casos, el incentivo del subsidio no es dar seguridad, sino que se convierte en un incentivo para no trabajar".



SOBRE LA EDUCACION.


"La Logse es la dictadura de la comodidad. La filosofía es que el alumno es el rey de la creación y hay que conducirlo por todo el sistema entre algodones. Hay que motivarlo, hay que mimarlo y hay que aprobarlo. El problema es que cuando los alumnos de la Logse llegan a la universidad, muchos de ellos se dan cuenta de que los han estafado. La estadística de la universidad actual señala claramente que la mitad de la gente que comienza una carrera, no la termina. Y eso que el nivel, al menos en la materia que imparto, es más bajo, menos exigente que hace veinte años. Yo doy la asignatura de cálculo en Ingeniero de Telecomunicaciones. A estas alturas de curso, casi la mitad de los 340 alumnos que se matricularon, ya han tirado la toalla. En el último parcial, se presentaron doscientos y sólo han aprobado cuarenta. Desolador, sí, desolador, porque hay muchísimos jóvenes que no tienen preparación, ni motivación ni interés. ¿Qué sociedad se está creando? Pues una sociedad dependiente de otra con mayor preparación y cualificación. Tendremos que importar a profesionales. Pero, bueno, una vez más, seamos optimistas. Pensemos que las cosas pueden cambiar".

10 febrero 2006

Gerundios


El gerundio nunca ha tenido un buen cartel. Y, sin embargo, ya ven, vivimos en un tiempo de gerundios. Al gerundio le viene su mala fama de su inclinación hacia los discursos engolados, hueros, y, más allá, por su ganada reputación de trepa, de usurpador, de estar en todas las salsas. Se usa mucho, por ejemplo, en los comunicados de prensa oficiales, esos que, cuando se publican informaciones críticas, se espantan de que «han salido unas noticias a la luz pretendiendo desprestigiar» a tal o a cual.

Sin embargo, pese a la mala fama, sólo hace falta mirar alrededor, poner la radio de hoy y compararla con los periódicos de hace unos meses, o unos años, y comprobaremos que, en realidad, vivimos en un tiempo de gerundios. Tiempo invariable, acción jamás finalizada, siempre en el tránsito desolador del que avanza con la certeza de que no hay fin. Tiempo de gerundios, sí. No salimos de lo mismo.

La invariable política andaluza es este tiovivo de gerundios engolados. «Forma invariable no personal del verbo. Suele denotar acción o estados durativos». ¿Hay mejor definición de la política andaluza? Porque, si se fijan, aquí, desde hace años, no hacemos otra cosa. Siempre estamos profundizando en derechos, evolucionando en prestaciones, desarrollando contenidos y progresando en eficacia. Y todo ello con un único objetivo: porque nos están poniendo en valor las cosas.

El Parlamento andaluz, por ejemplo, es un gerundio en sí mismo. Alguien que haya podido acudir hace uno o dos años al Palacio de las Cinco Llagas, ese majestuoso templo de la oratoria vana, y volviese de nuevo, se encontraría a Chaves en la misma posición y el mismo gesto que lo dejó, de pie en la tribuna, con el recorte de algo en la mano y diciendo lo mismo. Y, enfrente, Teófila Martínez, también igual.

Y por los pasillos, siempre vería la misma escena, Chaves arropado por su guardia pretoriana, siempre igual. Diríase, incluso, que, antes de iniciar el paseo para la foto, se reúnen en un despacho para formar, como las cofradías de nazarenos. No es para menos, esa foto buscada es la que representa el poder en Andalucía, Chaves escoltado por Pizarro y por Zarrías. Ocasionalmente dejan a otros.

Paseando por el pórtico de los pasos perdidos. Vuelve el gerundio, porque vivimos esa política. El gerundio es un tiempo detenido. Pasa el tiempo y persiste la acción, inacabada. Aburridos como cuando a Cela lo pillaron dando una cabezada en el Senado, aquella célebre anécdota. «Señor Cela, parece ser que está usted dormido», le espetó el presidente del Senado. «Se equivoca su señoría, no estoy dormido sino durmiendo», replicó el escritor. «Y dígame, señor Cela, ¿acaso no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo?». «Pues no, claro. Advierta su señoría que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo». Pues eso. Aburridos, que es la consecuencia directa de que nos están aburriendo.

09 febrero 2006

Recafredo


Los imanes de Almería se reunieron ayer, catorce muertos después de que comenzaran los altercados por las viñetas de Mahoma, para proclamar sus deseos de que «el problema termine cuanto antes y empezar un futuro pacífico lleno de amor, tolerancia para nuestro hijos e hijas y para la paz internacional». Ahí quedó.
Dicen los imanes que no comparten la violencia (no la condenan), que respetan los derechos humanos y hasta la libertad de expresión, pero que las caricaturas de Mahoma en absoluto pueden considerarse un derecho, sino «una provocación clara contra el Islam».

En fin, que los imanes hacen de imanes y su reacción se ajusta a lo que uno puede esperar de ellos. Quiere decirse que nos trae al fresco su opinión sobre la libertad de expresión y sus límites, porque ése no es el problema. De lo que se trata no es de debatir si las viñetas en cuestión eran o no obscenas, y si infringían o no el derecho a la libertad de expresión. No es eso. De lo que se trata aquí es, sencillamente, de dejar claro que el colectivo musulmán, como cualquier otro que vive en una democracia, ya sean inmigrantes o ya sean nativos, tiene que aceptar las reglas del Estado de Derecho.

Cuando se publicaron las viñetas en septiembre pasado, el imán Abú Labán, el portavoz islámico, reunió a once embajadores musulmanes y pidió al Gobierno negociaciones y rectificaciones. Y el Gobierno danés les contestó con un surtido de esencias democráticas: «Nosotros no negociamos con los principios»; «El primer ministro no tiene, ni quiere, poderes para ponerle límites a la prensa»; «Si se consideran ofendidos por las viñetas, acudan a los tribunales».

Como quiera que la respuesta democrática del Gobierno danés no satisfizo a los líderes islámicos, se ve que decidieron dar paso a la segunda fase de la protesta: la agitación popular que vivimos.
Entre tanto, en noviembre, el primer ministro turco, de visita por Dinarmarca, se negó a comparecer junto a su primer ministro. Luego, ya saben, el presidente Zapatero no tuvo otra ocurrencia que firmar una carta conjunta con ese mandamás turco. Con el del desplante.
Oratoria vana y, a estas alturas, insultante. Las viñetas pueden ser ofensivas y el periódico danés puede haber transgredido las líneas de la libertad de expresión. Pero en un país democrático todo el mundo se somete al imperio de la ley. Todos.

Ocurre, sin embargo, que, por claro que parezca, habremos de soportar aún más esta condena de indiferencia y relativismo. Y las tonterías, que ésa es otra. Como la de tener que leer, ayer mismo, a un andalucista: «Nada de lo que está pasando es extraño ni lejano. Los clérigos cordobeses maldijeron en público a Mahoma y se burlaron del Islam. Fueron martirizados y ahora son santos». ¿Y saben cuándo sucedió? En tiempos del obispo Recafredo, en el año 852. Y dice el tío que, por tanto, lo de ahora no es «ni extraño ni lejano». Sin comentarios. ¿Recafredo? Pasa palabra.

07 febrero 2006

Cerdos

En Estados Unidos, que es como el gran supermercado de las libertades y de las injusticias, se celebra un Día nacional contra la Brutalidad Policial. Se desarrolla cada 22 de octubre y, el año pasado, la protesta ya iba por el décimo aniversario. La brutalidad policial allí tiene, a lo que se ve, un origen muy preciso, y siempre se ceba con los colectivos más débiles. Un adolescente negro al que la policía abate a tiros en un supermercado porque confunde su juego de llaves con una pistola o un obrero mexicano al que apalean hasta la muerte por saltarse un semáforo rojo.

Ayer, en Marbella, a un inglés que andaba borracho junto al paseo marítimo, gritando e importunando al personal, se le cruzó la Policía Local en su camino. Lo redujeron y cayó al suelo.
«Movía los ojos de forma rara y echaba espuma por la boca», dicen. Murió. Adelanta el jefe de la Policía Local que falleció de una parada cardiorrespiratoria que es, por otra parte, la causa de todas las muertes en este mundo, con independencia de qué es lo que motiva que se pare el corazón y dejen de funcionar los pulmones. Por ejemplo, el tipo aquel de Roquetas, que murió en agosto pasado, en el cuartel de la Guardia Civil. También lo redujeron y cayó al suelo. Y falleció de una parada cardiorrespitaroria. El dictamen forense estableció hace poco que no murió por la paliza que le propinaron sino por la cocaína que había ingerido. Igual ocurre lo mismo ahora.

Veremos, sí, porque por el ‘caso Roquetas’ sabemos que, a pesar de la paliza, la causa fundamental de la muerte fue «una reacción adversa a drogas de abuso». También que la droga provoca «una anormal tolerancia al dolor». O sea, que va a ser que la combinación de estupefacientes y patadas produce una mezcla fatal, porque al que sólo se empapa de alcohol o se destroza la nariz con cocaína no suele ocurrirle eso. En fin.

En cualquier caso, mientras llegan los informes, tampoco estaría de más que alguien se pregunte por qué extraña coincidencia este tipo de sucesos suelen tener normalmente como protagonistas a guardias civiles y a policías locales. Como es obvio, que haya indeseables en un colectivo no sólo no pone en cuestión el buen nombre de esas instituciones, sino que, para protegerla de estos abusos, deberían ser ellos los primeros interesados en esclarecerlos, sobre todo ahora que son excepciones. No son pocos los que, desde dentro de las fuerzas y cuerpos de seguridad, achacan a menudo estos comportamientos a cierta sensación de impunidad corporativa. ¿Es verdad?

En EEUU, se supo hace un par de años del caso de un tipo, Billy Bennet Jr, que murió tras ser sometido a una técnica de inmovilización conocida por la poli de allí como «amarre del cerdo». El informe forense determinó, sin embargo, que la causa de la muerte fue «asfixia postural». Y archivó el caso. Sus amigos lo lloraron con las manos cruzadas: siempre pensaron que, en realidad, murió porque lo trataron como a un cerdo.

06 febrero 2006

Escarnios

Europa es un anciano sentado a la puerta de su casa, con los ojos cerrados, para que lo acaricie el frío sol de invierno. Europa es un marinero jubilado vagando por la bocana del puerto, un catedrático emérito que camina absorto por el campus solitario, un guerrero de vuelta de mil batallas. Europa está cansada de historia, saturada de pasado, y se refugia todos los días bajo el sol del relativismo, sin ánimos para defender nada más.

Ahí están las reacciones entre nosotros tras las caricaturas de Mahoma. Como que la Union Europea llame “imprudente” al periódico danés y exija “una gran sensibilidad” frente al islam. O que el Gobierno español se limite a pedirle respeto a las dos partes, al que dibuja viñetas obscenas y al que quema embajadas. Piruetas de pensamiento, parábolas habituales. Como la de ese reputado catedrático andaluz que este fin de semana afirmaba que “cuando, en nombre de la libertad de encender fuego se enciende una cerilla en una gasolinera, lo esperable o lo buscado es que se produzca una explosión”. Y añadía que todo se debe a una campaña canalla para imponerse y demostrar que es imposible la convivencia con el mundo islámico que no respeta las libertades democráticas. “Eso es fundamentalismo puro y duro”, decía. Ya ven, como si fuera cualquier cosa comenzar aceptando que una sociedad se asemeja a un bidón de gasolina.

En noviembre de 2002, Daniel, un sevillano de 28 años, colocó en su página web a la Esperanza de Triana con un pene en la mano. La Hermandad montó en cólera y llevó el asunto a los tribunales. Tenía motivos para hacerlo, el Código Penal dispone de un título específico dedicado a los delitos contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos. La Audiencia de Sevilla condenó al joven provocador y, hace unos días, el Tribunal Constitucional lo ha absuelto, porque, aun reconociendo que la web “nos parece soez, irreverente e inadecuada”, su autor “está a todas luces amparado por la libertad de expresión”.

El relativismo político es el que ha provocado esta ceguera hipócrita, esta doble vara de medir con nosotros mismos. De afirmar que no existen verdades universales, que todo es opinable, se llega ahora a un peligroso dogma: No hay derechos universales. Es eso que ha dicho un imán europeo: “Si para ellos es sagrado el derecho a la libertad de expresión, para nosotros es sagrado Mahoma”. Pues no, o sea. En absoluto.

Claro que es condenable el escarnio, por eso está recogido en el Código Penal. Pero, qué tiene que ver eso con lo que está pasando. ¿Se ha puesto la Hermandad de Triana a quemar nada? Esa es la diferencia. Por eso no somos todos iguales. Alianza de culturas, sí. Pero la alianza entre derechos y abusos, como propugna ese imán y tantos otros, es imposible. ¿Escarnios? Sí, claro, los que se cometen a diario contra lo que hemos conseguido como sociedad. Y así vamos, con los ojos cerrados, esperando inútilmente que nos alumbre este frío sol de indiferencia.

03 febrero 2006

Bastinazo


España es un bastinazo. La literatura política y social que está generando el debate en España sobre su propia identidad debería recogerse en un libro, antes de que se pierda por las alcantarillas de la historia. Debemos partir de la convicción de que en el futuro, como ya sucede en la actualidad, la dificultad mayor será distinguir qué se dijo de broma y qué se ha dicho en serio. Sólo hay que repasar algunas cosas de las que se dice a diario, sacarlas del contexto de la actualidad que nos ha habituado a oírlas, y calcular cómo las interpretarán las generaciones que nos sucedan. ¿Cómo entender que la nación más antigua de Europa se declare «en construcción» a los tres mil años de historia? Complicado, sí.

Un ejemplo tonto, pero que define bien el momento. Cuentan en el PA que, hace unos días, en una asamblea del partido, uno de los dirigentes se dirigió apasionado a los militantes para explicarles la importancia de que Andalucía se proclame nación. Y no se le ocurrió mejor símil que comparar España con una comunidad de vecinos, regida por las leyes de la propiedad horizontal. «Cada autonomía es uno de los pisos de ese bloque y, entre todas, nombran a un presidente para que se encargue de pintar la escalera», dijo. ¿Ven? Para que los historiadores del futuro se aclaren, habrá que dejar constancia de que estas cosas se dicen en serio, que no se trata de ninguna broma.

De hecho, es muy probable que el concepto jurídico y político de la «nación de naciones», contradictorio en sí mismo, no haya encontrado mejor aplicación práctica que esa idea de la comunidad de propietarios. Avanzamos, o sea, hacia un concepto de España al modo de Aquí no hay quien viva, con Zapatero en La Moncloa haciendo las veces de Juan Cuesta.

Ya al final del libro, podrían incluirse algunos capítulos sobre las muchas cosas que se ha dicho o escrito de broma. Por ejemplo, la proliferación de estatutos de ciudades. ¿Cómo aclararle al futuro que aunque el alcalde de Sevilla habló en serio de constituir «un país de ciudades dentro de una nación de naciones», no tuvo nada que ver con los estatutos de broma que se hicieron sobre Sevilla, Málaga o Cádiz?

Si aún no los han recibido, seguro que los encuentran en Internet. El más original es el de Cádiz, que comienza «ejerciendo el derecho que le reconoce la Constitución que ella misma parió en 1812», y se constituye en «Reino Independiente de Andalucía, región autonómica cuya Junta ha estado dándole por saco hasta este momento». Y como la síntesis histórica tenía que llegar por Cádiz, ahí está el artículo que establece el bastinazo como unidad de medida. El bastinazo, un término propio que define, al mismo tiempo, el elogio y el rechazo. Asombro, pero no se sabe de qué. Esa es la explicación, por eso España es un bastinazo.

Carrusel

El Consejo Audiovisual andaluz, órgano de reciente creación en este magma, va cogiendo ya velocidad de crucero: Ayer creó un premio, convocó un foro y firmó un convenio. Ahí, con un par, distinguiéndose desde el principio con la demostración palpable de que hay otra forma de hacer las cosas; poniéndole la matrícula de independencia a todos los que recelan de su utilidad. Ahí, con un par, otro convenio con Marruecos, otro foro que será «un poderoso instrumento» y otro premio audiovisual. Nadie ha hecho nunca la cuenta, pero es probable que no pase un día en Andalucía sin que algún baranda de la Junta, que son decenas y decenas, idee un foro, convoque un premio o firme un convenio que, desde el día siguiente de la rúbrica, tiene garantizado que nunca más se sabrá de él. Qué pesadez, oiga.

El presidente de la cosa, Vázquez Medel, también aprovechó el momento para hablar de la primera polémica con la que arrancó su nombramiento, el afán sancionador de estos órganos. Y lo hizo con una interpretación curiosa. El Consejo Audiovisual tiene competencias para sancionar a los medios que, según su criterio, no digan la verdad, pero ya han llegado a un acuerdo peculiar: «Es voluntad unánime del Consejo que jamás nos gustaría aplicar esa capacidad sancionadora que la ley nos reconoce». Curioso, sí. Es como una de esas pelis del oeste en las que el pistolero se limita a descubrirse un poco la larga chaqueta de piel, para que se vea el revólver. Un aviso, o sea.

En fin, que también eso es decepcionante, sobre todo, porque hay miembros en ese consejo que en nada compartirán esas barbaridades. Quizá por esa razón, uno hubiera esperado que el Consejo Audiovisual andaluz, ya que existe, ya que es inevitable, al menos se hubiera atrevido con un pronunciamiento más valiente. No tenían más que repetir lo dicho por los principales organismos internacionales de prensa tras el revuelo del Consejo catalán. «Supone un retorno a épocas pasadas de censura y represión», han afirmado el Instituto Internacional de Prensa y la Asociación Mundial de Periódicos. «El Consejo no es un tribunal de Justicia, sino un organismo político controlado por la mayoría gobernante. Sus facultades censoras no tienen parangón en las democracias modernas de Europa occidental», añadió George Brock, presidente del Foro Mundial de Directores, que agrupa a 18.000 periódicos de 102 países.

En fin, que lo único llamativo de este consejo andaluz es la celeridad con la que ha entrado en el carrusel de las cosas sabidas. Entre ellas, la de no considerar de su competencia el último escándalo de la RTVA, esa merienda de contratos publicitarios. Aunque aclara Medel que «nos encantaría que los medios de comunicación públicos extremaran todas las medidas tendentes a atenerse a lo que dicen las leyes». Decididamente, Francisco Ayala ha perdido un gran investigador y la política andaluza ha ganado un vocero más.

01 febrero 2006

Empresas


Hace unos días, en la radio, los representantes de la Cámara de Comercio de Sevilla realizaron una de esas jornadas de ‘puertas abiertas’ y allí que se fueron los de Onda Cero para entrevistar al presidente y dar a conocer los servicios que presta la institución. Lo normal, o sea. La sorpresa vino después, cuando se abrieron los micrófonos a la audiencia y, uno a uno, comenzaron a llamar los comerciantes para denunciar la inoperancia absoluta de la Cámara, que se limitaba a cobrarles una cuota obligatoria sin ningún servicio o utilidad a cambio. Eso decían. Todos.

La unanimidad fue tan apabullante que ni uno solo de aquellos pequeños empresarios dijo algo distinto a que la Cámara de Comercio les cobraba un «impuesto revolucionario» que no podían cuestionar ni dejar de pagar porque, «de forma inmediata, llega un embargo de Hacienda».
La resistencia a pagar cuotas e impuestos es algo consustancial a la especie ibérica, es verdad, y los hay que se resisten a pagar hasta la comunidad de vecinos. Para qué hablar del IVA o del IRPF. Menos los plazos de la caseta de Feria, casi todo se apura hasta el último día. No es de extrañar, por tanto, que cuando llega el recibo de estas organizaciones patronales, a la que se pertenece por Ley, el personal acabe rebelándose. No hay nada que subleve más que financiar una inutilidad, y así lo veían.

La patronal, vamos a ver, siempre ha tenido un déficit de representatividad importante. ¿A quién representa, en realidad, la Cámara de Comercio o la Confederación de Empresarios si de la primera se participa por Ley y en la segunda no suelen ingresar los pequeños y medianos empresarios, que suponen la mayor parte de las sociedades andaluzas? A diferencia de los sindicatos, no hay elecciones generales entre las empresas o entre los comerciantes y, por ese motivo, a las votaciones como las de ayer en la CEA siempre acaban criticándole su impostura democrática.

En cualquier caso, siendo así, también es cierto que la existencia de interlocutores sociales es esencial en cualquier democracia. Pese a los defectos, nadie podrá representar mejor la voz de los empresarios andaluces que la CEA o las distintas Cámaras de Comercio. Y es por ese motivo, porque son imprescindibles a pesar de su déficit de representatividad, las organizaciones patronales deberían hacer un esfuerzo por legitimarse, al menos, con el discurso.

¿De qué sirven las organizaciones patronales si acaban copiándole el discurso al Gobierno? ¿Cómo es posible que alaben naderías y despilfarros como las modernizaciones? ¿Es que no le afecta a las empresas la evidencia de que la autonomía haya perpetuado a Andalucía en el último puesto de todas las estadísticas económicas? Lo que se pide, en fin, es independencia. Como en las leyes del mercado, la patronal, como agente político, sólo sirve si nos ofrece un producto diferenciado. Su producto: la voz de las empresas.

Lotes


La prensa marroquí le ha augurado a España «un lote de disgustos» por la visita del presidente Zapatero, hoy y mañana, a Ceuta y Melilla. La expresión, que ya sólo tiene referencias mercantiles en nuestra sociedad, nos retrotrae a los años setenta, cuando los adolescentes contestaban a todo con esa misma coletilla: «un lote». Tal cosa «me gusta un lote» o «me fastidia un lote». Modas ocasionales que, sin embargo, definen una época poco sutil, nada refinada y gruesa, como ese sustantivo que alcanzaba la mayor zafiedad con su acepción definitiva: «Darse el lote» con una chica. «Besuquearla y manosearla», como todavía recoge el Diccionario de la Lengua, quizá en recuerdo de aquella época de atraso y dictadura.

No es extraño, por tanto, que sea en Marruecos donde ahora, tantos años después, se utilice una expresión así. Lo hace el redactor jefe, Jamal Hajjam, del diario L’Opinion, órgano de prensa de los socialistas marroquíes. En el artículo en cuestión, que se titula «Lamentable», se calienta al personal con arengas varias por este «atentado contra los sentimientos marroquíes». También se incita al Gobierno marroquí, que por ahora guarda silencio, para que salga en defensa de estas dos «ciudades marroquíes ocupadas», «el último bastión del colonialismo en el mundo», dicen con notable ignorancia.

Desconocimiento porque olvidan la definición misma de colonia y desprecian los informes al respecto de la ONU, que incluye como tales a una decena de territorios británicos, Gibraltar y un puñado de islas, y algunos islotes más administrados por Francia o Estados Unidos. En esos informes de la ONU, en los que se hace una relación de las colonias existentes, no se menciona ni a Ceuta ni a Melilla, pero sí, curiosamente, se incluye el Sahara Occidental, administrado por Marruecos.

En fin. Que lo más curioso de todo esto es que, uniendo las reacciones encendidas de estos días de los fundamentalistas marroquíes y de los fundamentalistas catalanes, se aprecia un curioso común denominador: «Decepción de un gobierno socialista del que se esperaba una actitud más bien valiente y decididamente dirigida hacia el futuro. ¿Se situará Zapatero más a la derecha que la derecha española?».

Este último párrafo es de uno de los editoriales de la prensa marroquí, pero obsérvese bien el paralelismo, la reveladora similitud de esos dos conceptos que se manejan en Marruecos con la misma pobreza ideológica que en España. Ser de izquierda y mirar al futuro, en suma ser progresista, supone apostar por la desaparición de España como Estado. Aquí y en Marruecos, ya se ve.

Ocurre, sin embargo, que a unos y a otros, Mohamed o Carod, se les puede criticar el desvarío pero no la decepción, que es un sentimiento indirecto porque depende de la actitud de otro. Es Zapatero quien ha cambiado, o sea. Ahora, toca baño de españolismo. Un lote, ya verán.