El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

29 agosto 2008

Búcaros



Al menos, tendremos que reconocerles que tienen las virtudes de un botijo. En la ambición, en la capacidad, en las metas, en la preparación son tan elementales que ese atributo rudimentario es, precisamente, lo mejor que tienen muchos dirigentes andaluces: son más simples que un búcaro. Y eso, claro, facilita mucho las cosas: lo que parece es lo que es; es lo que hay. El ‘número dos’ del PSOE andaluz, por ejemplo, Luis Pizarro, un tipo sencillo, básico, palpable. El otro día le preguntaron por la transferencia de los aeropuertos a la Junta de Andalucía. Y dijo: “Claro que estamos interesados en que el Estado nos transfiera los aeropuertos, sobre todo los rentables”.

Es genial, o sea. En una frase, la simplicidad de Pizarro resumió el espíritu autonómico español. “Sobre todo los rentables”. La ambición y los principios se reducen a esas cuatro palabras. Lo que no iba a decir de ninguna forma es que la aspiración del Gobierno andaluz es asumir todos los aeropuertos andaluces para invertir en mejores infraestructuras y mejores servicios. Que la aspiración es conectar con una línea aérea regular las provincias más lejanas de una región tan extensa como Portugal. No, no, nada de eso: ¿Aeropuertos para la Junta de Andalucía” Sí, claro, “sobre todo los rentables”.

Hace ya casi una década, cuando el debate se planteaba sobre la transferencia de las conferencias hidrográficas, el entonces consejero de Obras Públicas, Francisco Vallejo, contestó igual a una pregunta similar; pedía que el traspaso de las cuencas se llevara a cabo con los pantanos llenos, no durante la sequía. Ahora, con todas las confederaciones hidrográficas en poder de la Junta, ya sabemos que no se pueden esperar grandes obras de infraestructura de la gestión andaluza de las cuencas, porque todo se ha limitado a la creación de una superestructura burocrática. Muchos en la Confederación del Guadalquivir se echaron a temblar cuando el Gobierno anunció el traspaso de esa gran cuenca porque sabían lo que les esperaba, que poco a poco los cuadros políticos irían copando los puestos de gestión que, hasta ahora, recaían en técnicos cualificados. Politización de las cuencas como en las cajas de ahorro, en los parques naturales, en los puertos… Como en todas las empresas públicas, como en toda la administración autonómica.

Esos son, en fin, los vicios del Estado autonómico, imposibles de atajar por la provisionalidad en la que se ha instalado el modelo territorial español. Así, estamos en un sistema en el que los respectivos gobiernos regionales no asumen jamás la responsabilidad completa en ninguna parcela, ya sea en materia de financiación, de imposición fiscal o de cualquier otra parcela de gestión, ya que siempre queda el recurso de queja o de agravio con respecto al Estado o a las demás autonomías. Y al amparo de esa provisionalidad lo que nos ha crecido es esta clase política autonómica tan elemental. Como en el Gobierno andaluz. Simples como botijos.

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