El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

11 agosto 2008

Del respeto a los símbolos


Lejos del símbolo, Blas Infante puede ser un disparate. Lo mejor de la vida de Blas Infante fue su entrega a Andalucía, su rabia ante la hambruna de las mujeres que recorrían vestidas de negro las calles empedradas de los pueblos blancos, camino de la fuente; su rabia ante los ojos tristes de los jornaleros, sentados en corro en la plaza del pueblo esperando que los señalara el dedo del cacique; su desesperación ante el destino animal de los niños yunteros. Ante la injusticia de una región condenada a contemplar la grandeza sólo en las piedras de sus torres, de sus palacios, de sus ruinas, de su historia, Blas Infante quiso rescatar el orgullo de ser andaluces, la necesidad de abrir un camino distinto. La posibilidad de cambiar la historia. El símbolo se completó después con su muerte, su asesinato, en un descampado por los soldados franquistas, fascistas de ojos incendiados por el odio, por el fanatismo, por el cainismo, por el absurdo.

Por aquel simbolismo, Blas Infante fue reconocido con justicia como el «padre de la patria andaluza» en el Parlamento andaluz y, posteriormente, en el Estatuto de Autonomía. La denominación, claro, es un reconocimiento simbólico y, como se ha dicho, justo. Si de lo que se trataba en 1975 era de resolver las tensiones territoriales de España, si lo que se pretendía era restaurar y encauzar el sistema autonómico que se truncó con la Guerra Civil (que no se limitaba a Cataluña, Galicia y el País Vasco como pretenden hacer ver los nacionalistas de las tales), no hay otra persona en la historia con más merecimientos.

A partir de ahí, a medida que nos alejamos del simbolismo y nos adentramos en la obra, lo único que podemos conseguir es el manoseo de la figura de Blas Infante por parte de quienes lo mitifican o de quienes lo detestan. Y ambos encontrarán en la obra de Blas Infante textos para ensalzarlo o para hundirlo, porque existen. Ya se vio cuando la cursilada ilegible del preámbulo del Estatuto andaluz, que llevó a unos a recordar que Blas Infante, en su delirio andalusí, se hizo musulmán el 15 de septiembre de 1924, mientras que otros salían, encendidos, en defensa de su memoria, creyéndose insultados como andaluces. Por eso, el símbolo. Y aunque es verdad que Blas Infante disparató en ocasiones («Sentimos llegar la hora suprema en que habrá que consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España. Declarémosnos separatistas de este Estado»), no es menos cierto que, en buena parte de su vida y de su obra, andaluz universal y tolerante, combatió al nacionalismo excluyente y abrió la vía a un regionalismo español que sirve de ejemplo todavía hoy: «Mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano».

Blas Infante sólo es «padre de la patria andaluza» como símbolo, como convención política, como referente del Estado autonómico y, acaso, como exponente de un nacionalismo razonable, integrador, un regionalismo que busca la justicia, no la confrontación; la solidaridad, no el egoísmo. Pero Blas Infante ni es un gran pensador ni la idea de Andalucía nació con él. Y por lo que fue, por lo que quiso, por lo que luchó hasta su muerte, Blas Infante siempre merecerá el respeto y el recuerdo cuando, como esta madrugada, se ha cumplido un año más de su fusilamiento.

(… Y como el símbolo era lo importante, Manuel Chaves decidió ignorar los homenajes en el día de su fusilamiento. Brindis y saludo a la grada con un mojito desde la hamaca. Y el alcalde de Sevilla, igual. En Chipiona, en la tumbona. ¿Memoria histórica? No, desvergüenza histórica).

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4 Comments:

At 11 agosto, 2008 20:27, Blogger canalsu said...

Parece cada vez más claro que, en Andalucía, símbolos sólo hay uno que, además de ser luz y padre, es abuelo, hermano y tito. Hasta logotito de Andalucía, si me apuras.

 
At 12 agosto, 2008 11:53, Blogger arquitectomirobenito said...

Magnífico post,admirado Javier.Pero es que en Andalucía ya no creen ni los que viven de ella...es así de triste.

 
At 12 agosto, 2008 21:04, Blogger esceptika said...

En muchos años no había leído una glosa tan equilibrada acerca de la figura de don Blas, tan llena de luces como de sombras.

Por favor, ¿alguien me podría documentar la aseveración de que efectivamente se convirtió a la religión islámica?

Gracias y un saludo.

(Canalsú, su logotito es un verdadero pelotazo.)

 
At 14 agosto, 2008 02:08, Blogger Pasión said...

Esceptika: Sí, hay mucha bibliografía, me encantaría corresponderle, pero sitiéndolo mucho todavía no sé "copiar y pegar". Espero que alguno/a que tenga dignidad la ayude.

Lo sé desde el principio de "nuestra democracia". El Pzoe, una Loza, lo usaron y ahora lo han tirado a la cuneta como si tratara de un clinex. Sín embargo en Marruecos, sí lo conocen bastante bién e incluso lo utilizan para sus intereses: gracias a Moratinos y al Lebrijano.

 

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