El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

30 noviembre 2006

Llevadme

Foto de Francis C. Afonso


Por una carretera de playa, una mujer conduce su coche camino de la muerte. Es un día soleado de invierno. Unos jubilados caminan calladamente, como si contaran la arena que rastrean con sus pies desnudos. La vida transcurre apacible, nadie repara en esta mujer de cabellos rubios y rizados que el viento agita. Lleva unas gafas de sol negras, tan amplias y opacas que sólo las lágrimas que recorren su mejilla permiten imaginar unos ojos tristes.

Por una carretera de playa, una mujer va camino de su muerte. Por un amor que se ha vuelto angustia y dolor. Y ella sólo quiere ponerle fin. Por eso ha accedido a ver a su ex marido una última vez a solas, en la casa de la playa. En secreto. Que todo acabe ya. Como Bécquer. «Olas gigantes que os rompéis bramando/ en las playas desiertas y remotas,/ envuelto entre la sábana de espumas,/ ¡llevadme con vosotras!»

Podría ser ella. Y el instante decisivo, éste de ahora que nadie percibe. Esta es la duda mayor que sobrecoge tras cada paliza brutal, tras cada asesinato, tras cada humillación de una mujer por un marido borracho, por un indeseable que presume de machista, por un perturbado con el entendimiento roído por los celos. Podría ser esta mujer la síntesis de todas aquellas que han muerto sin responder la pregunta que tantos se hicieron, llorando desesperados, ante su cadáver. ¿Por qué volviste con él? ¿Por qué retiraste la denuncia? ¿Por qué le soportaste tantos años? ¿Por qué la última oportunidad? ¿Por qué?

Por la carretera de la playa, que hoy es un camino de muerte, conduce su coche una mujer. Va llorando porque ya no aguanta más. Porque un inexplicable sentimiento de ternura, o de miedo, le ha hecho volver. Como tantas otras mujeres que este año han muerto después de haber perdonado a sus parejas, de haber retirado la denuncia del juzgado para intentarlo una vez más. Ya sin ilusión, como hojas caídas que arrastra el viento. «Ráfagas de huracán, que arrebatáis/ del alto bosque las marchitas hojas/ arrastrado en el ciego torbellino/ ¡llevadme con vosotras!»

Nadie responderá la duda que rompe y destroza cualquier legislación, cualquier campaña de concienciación. Nadie sabe por qué el amor se conduce por intrincados senderos de auto destrucción. Nadie responderá porque la violencia contra la mujer no depende del desarrollo ni de la formación ni de la religión ni de la hombría. Es todo y es nada.

Europa, la vieja y rica Europa, gasta 33.000 millones de euros cada año para combatir esta terrible lacra. La última mujer que ha muerto en España la asesinaron hace unos días en Sevilla. Y lo peor es saber y no poder remediar que habrá otras que en este instante conduzcan su coche hacia la muerte. Con los brazos caídos, con el deseo de que todo acabe ya. «Nubes de tempestad, que rompe el rayo/ y en fuego ornáis las desprendidas orlas/ arrebatado entre la niebla oscura/ ¡llevadme con vosotras!»

Física

La Física, gracias a que muchos de sus principios se asientan en la observación y en la lógica, tiene múltiples aplicaciones en la Política. Uno de los principios más aconsejable es la primera Ley de Newton, la del principio de la causalidad. Sostiene algo tan básico como que un objeto seguirá moviéndose a menos que una fuerza actúe sobre él. Es decir, que nada ocurre sin una causa.

Observarán que esta primera Ley de Newton, que algunos consideran como una herramienta de diagnóstico, es tan certera para la política que también podría aplicarse como principio elemental de todo lo relacionado con la cosa pública. ¿Acaso existe algún gobernante que reaccione o modifique una política injusta sin que se vea obligado, movido por una fuerza mayor? ¿Por qué saca el PSOE ahora un vídeo sobre la anterior tregua de ETA? ¿Y por qué dice Zarrías que tiene que consultar con Zapatero la fecha del referéndum del nuevo Estatuto andaluz?

Luego están otros principios físicos que llaman la atención porque tienen una carga literaria impresionante, como ‘el principio de incertidumbre’. Lo que pasa es que desarrollan conceptos tan complejos, de mecánica cuántica y cosas así, que la aplicación a la política resulta casi imposible. Pero su enunciado es tan bello, ‘principio de incertidumbre’, que habrá que seguir dándole vueltas hasta encontrarle la adecuada conexión con la política.

Distinto es el comportamiento en política de todos los estudios físicos relacionados con el caos. A pesar de las apariencias, las teorías sobre el caos no son exportables en su totalidad a la política. Podemos compartir plenamente el principio, desde luego, eso de que un sistema caótico es aquel en el que el resultado final depende muy sensiblemente de las condiciones iniciales. Es tan apabullante esta lógica que, por eso, sabemos desde el mismo día de las elecciones que las mayorías absolutas y, sobre todo, las hegemonías acaban degenerando en despotismo y soberbia. Tan claro como que un tripartito con independentistas describe una trayectoria oblicua, que va desde las buenas intenciones hasta el caos.

Sin embargo, en el estudio físico se sostiene que el comportamiento de los sistema caóticos no puede predecirse. Y esto en política no es verdad. Nadie, por ejemplo, puede extrañarse de que la Junta de Andalucía, que es una de las regiones con un índice de lectura más bajo de España, sea la que más dinero se gaste en la Feria del Libro de Guadalajara. La Junta es un magma, un sistema caótico, en el que el despilfarro, el amiguismo y el descaro son constantes que permiten prever sin dificultad todo lo ocurrido en México. Se podía prever incluso que Chaves, enfadado, haya defendido la Feria del Libro con una palabra que no existe. «Miserabilidad», ha dicho. Seguro que estas paradojas no las analiza ni la Física. ¿O estará aquí la clave del principio de incertidumbre?

28 noviembre 2006

Indolencia


Ha dicho Felipe González en Guadalajara: «Los andaluces somos andaluces porque no somos andaluces». De las numerosas ocasiones en las que alguien, al intentar definir el carácter de los andaluces, ha criticado su indolencia, ésta de González es la más sutil por rebuscada, la más intrigante por incomprensible. La duda hamletiana, ser o no ser, queda aquí resuelta de una forma inesperada. Somos porque no somos.

En la frase completa, González se explica mejor, aunque no demasiado. Dice así: «Los andaluces somos andaluces porque no somos andaluces, o sea nunca le hemos ganado una pelea a nadie. Y los conquistadores, en Andalucía, devinieron en conquistados en primera generación. Los ingleses que llegaron a Andalucía para comerciar con vinos, en primera generación, vistieron de corto, y montaron a caballo a la andaluza».

Junto a la frase literal, conviene reseñar que González la ha pronunciado en los actos que se dedican a Andalucía en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con lo que se supone que habría cierta expectación por conocer detalles de esta tierra en boca de un ex presidente. ¿Qué es Andalucía y cómo son los andaluces? Es muy probable que el deseo de González, al responder a esa pregunta, no haya sido el de ofender a ningún andaluz, desde luego, pero quizá se podría haber preparado un poco más la conferencia, o sea.

Por ejemplo, cuando dice eso de que «somos porque no somos», se supone que su intención es afirmar que, históricamente, el andaluz es un pueblo pacífico que jamás se ha encerrado en sí mismo ante la llegada de nuevas civilizaciones. Que los andaluces nunca se han enrocado en un racismo sangriento para preservar su identidad frente a otras culturas. Pero si esto es lo que ha querido decir, apabulla la pobreza intelectual del argumento porque los andaluces no conforman en la historia un pueblo como tal que haya estado viendo pasar por aquí civilizaciones, desde los tartessos hasta los musulmanes, como si fueran espectadores de un partido de tenis. Los andaluces somos consecuencia y fruto de cada uno de los pueblos que han poblado este tierra desde hace tres mil años.

Esa otra versión de la historia de Andalucía es una deformación histórica para acabar justificando la indolencia –«nunca le hemos ganado una batalla a nadie»– aliñada con tópicos ramplones, «de corto y a caballo». En suma, que la controvertida indolencia andaluza no tiene esas raíces sino otras más complejas, más profundas. Mas imbricadas. Es posible que ni siquiera se pueda definir como indolencia, porque no existe aquí ni la pereza ni la incapacidad. Es una forma peculiar de contemplar la vida, de entenderla, de vivirla. A veces, no siempre, en contra de nuestros propios intereses.

En México está la tumba casi olvidada de un andaluz cansado de serlo, Luis Cernuda. «Oh hermano mío, tú./ Dios, que te crea,/ será quién comprenda/ al andaluz».

Teatro


El consejero de Presidencia, Gaspar Zarrías, ha dicho estos días que se enteró hace poco, cuando comenzó la operación malaya, de que existe una persona que se llama Juan Antonio Roca. Se enteró «cuando lo cogió la Policía y lo metió en la cárcel». Esto ha dicho Zarrías. Y por muy poca seriedad que tenga la política andaluza, por muy acostumbrados que estemos a este desparpajo oficial, por mucho que esta asfixia de régimen se regodee en la impunidad electoral, estas pedradas no se pueden digerir. Un engaño así se atraviesa en el esófago de cualquiera. No existen tragaderas capaces de engullir esas trolas. Porque es mentira.

De hecho, el problema principal que tiene la Junta de Andalucía en Marbella es que todo lo ocurrido es contundente, demoledor, incontestable. No hay explicación posible que pueda aliviar su responsabilidad política. No existe ese atajo que justifique tantos años de mirar para otro lado. Para desmentirlo, van repitiendo por ahí, ellos y sus asesores áulicos, que gracias a la Junta de Andalucía existen numerosas sentencias que ordenan la demolición de viviendas y que gracias a un gobierno socialista se ha puesto en marcha la operación malaya. Y tampoco estas medias verdades justifican nada. Veamos.


En primer lugar, el Gobierno andaluz comenzó a poner denuncias en los tribunales de Justicia cuando la degeneración política de Marbella era ya insostenible; cuando el saqueo de las arcas públicas era irrecuperable; cuando el desastre urbanístico era ya irreversible. Siempre surgían excusas para no hacer hada, pretextos del tipo de que no era de recibo que dos administraciones dirimieran sus diferencias en la vía penal, como recuerda ahora de forma insistente la ex diputada socialista Inmaculada Galvez, que ahora asiste perpleja a este desfile de caraduras.

Pero es que, además de no haber actuado judicialmente, la responsabilidad principal del Gobierno andaluz es la de haber permitido que Marbella haya estado inmersa durante la era Gil en una laguna legal en la que todo era posible. No hubo PGOU desde 1986 hasta el año 2000. Quince años de vacío legal en los que se construyeron miles de viviendas ilegales por las que, sin embargo, Hacienda y la propia Junta cobraron religiosamente sus impuestos.

Quince años sin Estado de Derecho. En ese tiempo, sólo cuatro locos denunciaban lo que allí ocurría. Sin ningún respaldo. Estaban acosados, perseguidos, amenazados. Nadie los oía. "Perdí la esperanza de que alguien me hiciera caso", repite ahora Jorge González, el asesor jurídico del Ayuntamiento de Marbella con cuya declaración se inició formalmente el ‘caso Malaya’. Y ahora, lo que le sorprende a González es comprobar que, entonces, no dijo nada que no hubiera repetido antes en decenas de ocasiones. "Lo que ocurría aquí lo sabía todo Marbella, pero nadie hizo nada”.

Nadie hizo nada. Y ahora llega Zarrías y dice que se enteró que Roca existía cuando lo detuvo la Policía. “Perdona que no te crea, lo tuyo es puro teatro. Falsedad bien ensayada”. Como La Lupe.

26 noviembre 2006

Inmoral


www.nacion.com

Un juez de Sevilla ha decidido archivar por falta de pruebas una de las denuncias de corrupción urbanísticas que más agitaron antes del verano ese enjambre imposible de adosados que corona la capital andaluza, la cornisa del Aljarafe. La historia de Bormujos, donde gobiernan unos independientes con el apoyo del PP, tenía todos los ingredientes de una olla podrida. Una moción de censura planificada por un tipo de Madrid, que es ‘experto en mercadotecnia política’ y que, por razones que nadie conoce, se interesa un buen día por Bormujos. Por Bormujos, sí. Y pone gratis su cerebro y su despacho al servicio de la moción de censura contra el PSOE.

En escena también aparece un empresario, muy dispuesto también a poner todo lo que esté de su parte para que salga adelante la moción. Tan contentos estaban el empresario y el experto en mercadotecnia política con su trabajo desinteresado, que hasta le pagaron a los concejales una cena y un hotel para que acudieran al pleno de la moción de censura descansados y felices. Luego sonó una frase: «Hay 140 millones de pesetas para hacer algo muy gordo en Bormujos». Sabemos, por otros casos, que en los genes de un alma corrupta está grabado el lenguaje soez, chulesco y abrupto. El trinque. Por eso siempre nos deslumbran estas expresiones y nos ayudan en la identificación de los corruptos.

Estaban, por tanto, todos los elementos, pero el juez, con el acuerdo y el asentimiento de todas las partes, incluido el PSOE, no ha encontrado ni una sola prueba, ni un solo indicio de corrupción en la extraña moción de censura de Bormujos. No hay delito ni delincuentes, pero sí queda constancia en el auto de archivo de «actos inmorales» y «poco éticos».

En política, la existencia de actos inmorales tendría que ser razón suficiente para quelos afectados se fueran de inmediato a su casa. La política se queda desnuda cuando no tiene ética ni moral. Desde la Grecia antigua, el hombre público debe mostrar una conducta intachable, ejemplar. Es una exigencia irrenunciable, que atraviesa los tiempos en la historia de todos los pueblos que han querido ser libres. Claro que, si éste fuese el nivel de autoexigencia de la clase política, el PP rompería hoy mismo su pacto «inmoral» de Bormujos, y en Izquierda Unida no se volvería a presentar un alcalde procesado, y el PSOE dejaría de desestablizar los pocos ayuntamientos que no gobierna en Andalucía con esa política ciega y prepotente. Insaciable.

Si todo esto fuera así, en fin, el consejero de Agricultura hubiera salido a la tribuna del Parlamento andaluz con más humildad cuando ha explicado su historia chusca del Bmw. Un coche o un cuadro de plata, qué más da. Pero ha dicho, henchido, que es él quien pierde, por haber tenido que devolver del Bmw. Es la ética del político la que se resquebraja cuando aparece ante los ciudadanos a los que representa como un aprovechado. Volvamos al principio. No hace falta que alguien acabe en la cárcel para que dejemos de considerarlo apto para la política. Merecemos más, debemos elevar el listón.

24 noviembre 2006

Fusiles




Con la literatura que florece en cada acto, en cada jornada, en cada cumbre que se convoca sobre la Alianza de Civilizaciones está comenzando a ocurrir como con la metáfora de la rosa, que destripó cruelmente Voltaire. “El primero que comparó a la mujer con una flor, fue un poeta; el segundo, un imbécil”. En esto de la Alianza de Civilizaciones, lo mismo. El primero que proclamó que había que cambiar los fusiles por besos, era un soñador; el segundo, un idiota. Hay que vivir con sueños, desde luego. Y tan claro está que tenemos la obligación de luchar y sacrificarnos por esos ideales de paz, de justicia y de libertad. La cuestión es cómo.

¿A qué viene, por ejemplo, qué aporta que Federico Mayor Zaragoza, diga en Algeciras, que la importancia de la Alianza de Civilizaciones es que “sustituye la espada por la palabra y el fusil por la conversación”? Mayor Zaragoza se ha convertido en un perejil para todas las salsas, y lo mismo vale para justificar el traslado del archivo de Salamanca que para copresidir, como ahora, el grupo de alto nivel para la Alianza de Civilizaciones. (Antonio Nadal, por cierto, que hoy presenta en Málaga su último libro, ‘Licencia Absoluta’, puede aportar mucho sobre la capacidad de mimetismo de este buen hombre).

En fin, que fíjense hasta dónde llega lo intrincado de este planteamiento absurdo que Mayor Zaragoza, acompañado del presidente Chaves y de dirigentes sindicales, acabó diciendo que si alguien critica que estas propuestas de la Alianza de Civilizaciones no son realistas, “no lo son porque ningún realista quiere cambiar la realidad porque la acepta”. Alambique lleno de aire y humo.

Lo único preocupante, en fin, de estas bobadas, tan bien dotadas siempre de dinero público, es que nos conducen a una doble desolación; junto a la desazón de la amenaza fundamentalista islámica, el desnorte de los países desarrollados. Si no vemos que el riesgo consiste en la involución, qué podemos esperar del resultado. Seguimos preguntándonos, como Popper en su día, en qué cree Occidente porque lo que consigue este juego de trivialidad, este pacifismo de coche oficial, es confundir y desorientar.

Pero la respuesta está clara: “Creemos en la libertad porque creemos en nuestros congéneres. Y nuestro orden social es el mejor del que tenemos conocimiento histórico, porque es uno de los dispuestos más favorablemente a mejorar”. Lo dijo Popper y, cinco siglos antes, el Quijote. “La libertad, Sancho”. Mario Vargas Llosa destacaba esta defensa encendida de la libertad que hacía Miguel de Cervantes en el Quijote y la comparaba “con lo que varios siglos más tarde Isaías Berlin definiría como ‘libertad negativa’, la de estar libre de interferencias y coacciones para pensar, expresarse y actuar”.

En esas jornadas de Algeciras, el presidente Chaves le dijo a los dirigentes de UGT que los sindicatos que “tienen mucho que aportar” en la Alianza de Civilizaciones. Voltaire, qué razón tenías.

22 noviembre 2006

Caramelos


Es verdad que Chaves parece el ‘sumo pontífice’ de la autonomía andaluza, como lo han llamado.
Tiene un punto de cura antiguo el presidente. Va por la vida y ejerce su cargo como aquellos curas de pueblo que recorrían veloces las aceras, con su sotana enlutada, y repartían un puñado de caramelos a los niños y un surtido de afectos a sus padres. Aquellos curas antiguos siempre llevaban caramelos en el bolsillo como Chaves lleva un puñado de pactos. No es que el presidente vaya deprisa por la vida, que dicen que sólo corre por las mañanas. Pero siempre tiene a mano un puñado de pactos. «Tengo cinco, pero del quinto no me acuerdo», que dijo hace poco en Canal Sur. Caramelos de fresa, naranja, limón, anís, y del quinto no me acuerdo. Chaves por las aceras. Sólo falta imaginarlo con la sotana.

Esta vez, cuando se ha metido la mano en el bolsillo, el presidente le ha entregado a la oposición cinco pactos. Agua, televisión, educación, inmigración, y el quinto, que no me acuerdo. Pueden ser éstos o muchos más: Europa, economía, convergencia, tecnología, ‘deuda histórica’... Cualquier materia es susceptible de pacto con la sola condición de que el acuerdo se cierre en cuatro semanas, que luego llegan las Navidades, el Año Nuevo y el año electoral. Y vámonos que nos vamos. ¿De naranja o de anís?

En fin, que toda esta artificialidad en la que se haya cómodamente instalada la clase política no pasaría del mero patetismo si no supusiera un cuantioso despilfarro y una grave pérdida de tiempo para una región que, veinte años después de estar recibiendo millonarias ayudas europeas, no ha logrado siquiera salir de los puestos de subdesarrollo que se subvencionan en Europa.

El progreso, decididamente, camina por otro lado. Hace unos días, por ejemplo, estuvo en Sevilla, en una reunión de blogueros, un chaval de 22 años, Matt Mullenweg, creador de un servicio gratuito de páginas web, Wordpress, que ya ha rechazado ofertas de compra millonarias. «La clave del éxito es disponer de un sitio con abundante banda ancha y con costes de vivienda bajos», dijo para quitarle de la cabeza a los presentes la idea de que el futuro sigue pasando por grandes parques tecnológicos, del tipo de Silicon Valley. En Andalucía, la vivienda es muy cara (el endeudamiento hipotecario es el más alto de Europa), el uso de internet y las dotaciones tecnológicas están en fase primaria y ni siquiera los parques tecnológicos logran despegar.

«Yo no tengo grandes ideas, sino pequeñas ideas que funcionan», dice Mullenweg. Frente a eso, aquí, pactos ampulosos que no dicen nada y que comprometen a menos. La generalidad es el mejor aliado de la incompetencia. Todo será ponerse de acuerdo sobre ‘la necesidad de implementar políticas efectivas que contribuyan a un desarrollo igualitario’. Tres, cuatro, o cinco pactos. Aunque del quinto, no me acuerdo.

21 noviembre 2006

Libres

Hay periódicos que nacen para marcar un camino sin recodos, para rotular una conducta con trazo indeleble. Ética del comportamiento más allá de la fugaz estela de la portada diaria, de la espuma breve de las noticias de cada jornada. The Washington Post ocupó esas páginas en la historia del periodismo con Ben Bradlee como director, en el célebre ‘Watergate’. Pero no se detuvo ahí el camino. El director actual de este periódico, al que casi nadie conoce porque tuvo la ‘desgracia’ de suceder a un mito, se llama Leonard Downie y contaba hace unos días algunos detalles deslumbrantes del funcionamiento de este periódico ejemplar. Afirmaba, por ejemplo, que se entera de los editoriales cuando se publican, como el resto de lectores, porque decidió un buen día que el director del periódico no tenía que influir en el criterio de sus redactores, que es sobre quien recae la decisión de qué debe opinar el periódico sobre un asunto determinado, siempre siguiendo criterios estrictamente profesionales, intelectuales.

Su afán de garantizar la independencia del periódico no se queda ahí, en cualquier caso. Decía más: «No he votado en unas elecciones desde 1984, cuando fui nombrado director. Si vienes a trabajar aquí, tienes que aceptar ciertas restricciones de tus derechos políticos. Y el único acto político que uno puede llevar a cabo es votar en las elecciones». Es posible que no exista un ejemplo igual en todo el mundo. Se podrá discutir, desde luego, hasta qué punto es razonable una autoimposición de esta naturaleza, pero nadie podrá dejar de alabar ese afán continuo por salvaguardar la independencia del periódico de cualquier interés político, incluyendo el de uno mismo.

El caso es que, a menudo, la discusión en periodismo suele centrarse siempre en la exigencia de objetividad, que es un debate estéril, además de un imposible, cuando las obligaciones de un periodista, de un periódico, es que su trabajo se sostenga en la veracidad y en la independencia. Libres. John Stuart Mill tiene un ensayo muy recomendable, Sobre la libertad, con un capítulo dedicado a la libertad de expresión que comienza así: «Es de esperar que hayan pasado ya los tiempos en los que sea necesario defender la libertad de prensa como una de las seguridades indispensables contra un gobierno corrompido y tiránico». Lo curioso es que este ensayo se escribió hace 150 años. Y ya ven. La batalla continúa.

Hoy celebra EL MUNDO de Andalucía sus diez primeros años. Después de lo vivido, permítannos que, al menos, nos sintamos orgullosos de haber persistido en lo elemental, libertad e independencia para informar. Aquello que resumía de forma abrupta otro maestro de periodistas, Indro Montanelli. «Todo debe confiarse a los cojones de los periodistas. Cuando uno los tiene, puede cometer errores, pero sigue manteniendo su independencia». Con esta pasión primaria, pueden seguir contando.

20 noviembre 2006

Ségolène


¿Por qué Ségolène Royal? ¿Por qué ha barrido entre los socialistas franceses esta mujer con pinta de Carmen Martínez Bordiú y un cesto de propuestas políticas tan dispar y peculiar; que lo mismo defiende el matrimonio homosexual que la prohibición del tanga en las escuelas y la potenciación de la familia como núcleo social? De todas las explicaciones, la que tiene menos sustento es, curiosamente, la que se ha realizado en la propia Francia cuando se ha comparado a Ségolène Royal con el presidente Rodríguez Zapatero. De hecho, si se analizan sus propuestas, no tienen nada que ver uno y otro. Acaso les une la imagen de ‘revolución interna’ que han podido suponer en el Partido Socialista, el soplo de ‘aire fresco’ en organizaciones mastodónticas y oxidadas. Caras nuevas, atractivas, sonrientes, agradables.

Pero ahí se agota la comparación de la mal llamada ‘zapatera’, porque si Royal ha zarandeado el patio político francés con propuestas atrevidas sobre problemas actuales, el presidente español es un especialista en convulsionar el ambiente político español con puñado de tópicos y rancios fetiches como doctrina política de la izquierda. Es la diferencia entre tener y no tener, o sea. Quizá por eso, a Ségolène la llaman ‘la zapatera’ pero cuando le preguntan por sus referencias políticas, muestra su admiración por Tony Blair.

En cualquier caso, la ascensión de esta mujer corrobora dos asertos antiguos sobre la renovación en política. El primero es que la renovación nunca puede provenir de los ‘aparatos’ de los partidos y el segundo, que esa renovación sólo se produce cuando el partido en cuestión pasa a la oposición. El acierto de Ségolène es que ha aprovechado el viento a favor de esa inercia para sumarle un discurso propio, sin complejos, al que ha incorporado algunos valores (trabajo, esfuerzo, disciplina, autoridad) que, por idiotez o ceguera, algunos ideólogos de la izquierda identifican con la derecha.

En su día, Zapatero levantó en el PSOE la esperanza de una «revolución democrática» como la que promete ahora Ségolène, convencida de que los partidos «han confiscado» el debate democrático, que no se le tiene ningún respeto a las promesas electorales, que el diálogo social es «arcaico» y que, por este camino, «es el Estado quien acaba perdiendo toda credibilidad».

Zapatero no decía estas cosas, pero es verdad que levantó esa expectación. El globo se pinchó pronto. Quizá el mismo día que se clausuró el congreso del PSOE que lo eligió y decidió firmar con Chaves un pacto de no agresión. Lo que ha venido luego no tiene nada que ver con lo de entonces. Y todo comenzó aquí, aquella vez que Zapatero vino a Andalucía y mostró decidido su respaldo a la Segunda Modernización de Chaves. «Nacerán en Andalucía, miles de picassos y de garcías-lorca», anunció ZP. Nunca después ha superado esta cruel síntesis de su ideario.

19 noviembre 2006

Lapidario Bobo

«Le tengo mucho respeto al dinero venga de donde venga».

Maite Zaldívar, ex esposa de Julián Muñoz.
Declaraciones realizadas antes de ser detenida por la 'Operación Malaya'



Bobo Plus:

«A lo mejor algún día la Real Academia Española de la Lengua utiliza este Estatuto como modelo para un cambio de lenguaje y Andalucía vuelve a ser la primera».

Elia Maldonado, parlamentaria andaluza del PSOE, en referencia al lenguaje no sexista del nuevo Estatuto de autonomía.

17 noviembre 2006

Cebos



“¿Es que no lo veis, acaso? No me lo puedo creer. Todos habéis entrado a saco sin reparar que esto de que Maite Zaldívar abra todos los telediarios y periódicos de España no puede ser normal. Sí, sí, que os están manipulando, joder”. He debido hacer una mueca de incomodidad, de desagrado, porque este hombre, un abogado experimentado, ha detenido su relato y ha llenado mi copa de agua con gas, como para darme un respiro. Ha parado el asalto y se ha quedado mirando, con la respiración profunda que le ha dejado en herencia sus años de fumador impenitente. Dos cajetillas de negro en los días tranquilos.

“Claro que no te culpo, sólo te advierto de algo que ya hemos hablado, el peligro de que toda la operación acabe yéndose al garete. Como otros ‘macroprocesos’ políticos que todos conocemos, o sea. La operación Malaya ya tiene diez meses de instrucción, setenta detenidos y se anuncian nuevas redadas en el futuro. Y cada vez, detienen a más morralla. Como sigan así, van a tener que celebrar la vista oral en el Palacio de Congresos o en la plaza de toros… No te digo, audiencia pública con todas la cadenas de televisión conectadas en directo.”

Esta vez quien ha detenido la conversación he sido yo, al verlo acelerar con esa mezcla de cinismo e irritación. ¿Qué es exactamente lo que quiere decir? ¿Cómo se le va a reprochar al juez o a la policía que sigan investigando y deteniendo a presuntos delincuentes?


“Ah, no, chico, por mí, que metan en la cárcel de golpe a todos los corruptos de España. Lo que trato de decirte no es eso, sino que me preocupa la deriva folletinesca que está tomando la Operación Malaya. Lo digo yo, y lo piensa así mucha gente seria en la Justicia. La operación Malaya tiene que proseguir aclarando la enorme corrupción urbanística de Marbella, pero hacia arriba, joder, no hacia abajo. ¿Quién estaba por encima de Roca? ¿Nadie? Pues yo no creo que sea así…”

Ha dejado la reflexión en el aire y, de pronto, he pensado en aquella imagen de Roca, la primera vez que abandonó la prisión. Al salir, pantalón beige y chaqueta azul, miró fijamente a los fotógrafos y les dedicó una misteriosa sonrisa. “En fin, tengo que irme. Lo único que quería decirte es que en un Estado de Derecho serio no se avisa a los programas del corazón antes de detener a la gente. Y eso es lo que está pasando en Malaya. Eso, tío, es muy grave. Sobre todo cuando, después, ves llegar una decena de coches de Policía con las sirenas a todo meter, cómo rodean la casa exhibiendo esos uniformes de película americana, la ‘Brigada contra el blanqueo’, para detener a Maite Zaldívar. ¡Maite Zaldívar! No te digo más, piensa quién y por qué se monta este circo. Ni el juez ni el fiscal. El cebo es otro”.

16 noviembre 2006

Milonga


Lo que le falta a Marbella es Carlos Cano. Para cantarle unas habaneras que le componga Antonio Burgos, con la mangoleta del Cachuli, la panoja de la Pantoja y la perilla de González de Caldas, con la corbata azul de seda entremetida en el pantalón. Y un preso mellado que se ríe, sentado en un pretil, por haber salido en ‘el televisor’ hablando de los pijos de la Malaya, unos pringaos y unos llorones, que se rajan en la prisión.

Un compás de dos por cuatro con el ritmo de los pasos que va cubriendo por la acera Isabel García Marcos, cada mañana, camino de un trabajo al que nunca pensó volver. Y una estrofa dedicada a Manolo Chaves, como aquel «cataflota, verigüé», y a Gaspar Zarrías, el coronel que un día mandó parar en Canal Sur para que nadie se metiera ni con Muñoz ni con la Pantoja. Ahora lo persiguen los de las revistas. «¿Qué pasó en aquella reunión en San Telmo?» Ay, Gaspar, cerebro del magma autonómico, ten cuidado, que puede llegar el día en el que te veas, también tú, con gafas de sol y paso ligero, perseguido por los aeropuertos por esa marabunta de paparazzis.

Nos hace falta otro «Cuaderno de Coplas», como aquel que reunió hace veintiún años a Carlos Cano, Antonio Burgos y a Gonzalo García Pelayo, porque las noticias se olvidan rápido, palidecen, porque al periódico de ayer ya no le queda ni el romántico destino de envolver el pescado de mañana. Sólo quedan hojas de periódicos deshilachadas, dando tumbos por las aceras arrastradas por este viento de otoño, o engordando la panza azul de los contenedores de reciclaje. Las noticias recicladas, como si nada hubiera pasado.

Las noticias se olvidan, sí, y sólo las puede rescatar una canción como aquella. Una copla que inmortalice a los caballos famélicos y a la tigresa de Roca, la pobre Melodi, con nombre de puta de lujo vestida de pieles, también encarcelada. Y Maite Zaldívar, la que nunca sacaba las bolsas de basura porque en su casa estaban llenas de parné. Una tropa entera de concejales, empresarios, promotores, funcionarios y abogados llenaría la canción, un desfile de detenidos que mira al cielo desde el patio de la cárcel invocando al patrón, que supo irse a tiempo al otro barrio. Y desde allí lo mira todo, con la guayabera desabrochada, riéndose a carcajadas, desde un balcón.
Si La Habana es Cádiz con más negritos y Cádiz, La Habana con más salero, qué puede ser Marbella. Dónde está la rima y el parangón. Cádiz tuvo su Habanera y ahora nos hace falta otra canción para Marbella. Propongo una Milonga. La Habanera era de Cádiz porque tenía sabor de sal marina y de melaza, pero quizá a Marbella le venga mejor una Milonga, que es un ritmo con un nombre de origen africano que significa lío, problema y enredo. Dicen que la Milonga es hermana de la Habanera. «La Habanera de los pobres», así la llaman. Y eso es lo que le falta a Marbella. En el vacío que nos dejó Carlos Cano, que es un pozo hondo que guarda su eco, ya se empieza a escuchar el son.

15 noviembre 2006

El misterio de la pirámide truncada

www.artelibre.net


Es el espejo enorme, cubierto de vaho, de una habitación de hotel. Amanece y el mar proyecta sobre la habitación vacía los primeros destellos de sol. Las sábanas desparramadas y frías. En el baño, un enorme espejo encastrado en mármoles ocres comienza a despejarse de vaho, con alguna inscripción oculta.

Marbella es ese espejo oculto por el vapor en una habitación de hotel. La verdad a trozos, como tras esta última oleada de la ‘operación Malaya’ en la que van apareciendo nuevos nombres, nuevas caras que se suman al desfile de imputados camino de la cárcel. Empresarios, tunantes y horteras. Chulos y yupies que medraban con bolsas de basura repletas de billetes. Y ahora, van cayendo por decenas en las redadas policiales de una operación por plazos que no parece tener ni principio ni final. ¿Cuántos procesados hay ya por el desfalco de Marbella? ¿Cuántos vendrán más?

Pero ocurre con la ‘operación Malaya’, que tras cada fase, tras cada orden judicial, se va acrecentando la incertidumbre grande de un mal inabarcable. Todos estos eran, estaban y progresaban en la trama infinita de la corrupción marbellí, pero podemos intuir que no eran los actores principales del reparto.

Una red de corrupción como la que se instauró en Marbella durante casi dos décadas va más allá de Julián Muñoz, de Mayte Zaldívar y de Roca. ¿Sólo son estos los empresarios que pagaron comisiones? El blanqueo de dinero va más allá de funcionarios judiciales y concejales. Sabemos por Italia que una corrupción así es una de las expresiones más nítidas de la presencia de mafias nacionales e internacionales.

Por eso Marbella, esta ‘operación Malaya’, encierra el misterio de una pirámide truncada, en la que falta la cúspide. Marbella, como aquella pirámide del sol que los aztecas construyeron en Teotihuacan. Muchos años antes del descubrimiento de América, Teotihuacan fue saqueada y reducida a cenizas. Se quebró el imperio maya y la selva se tragó sus ciudades, sus calles, sus templos. Lianas y bejucos treparon por las escalinatas de piedra. Florecieron orquídeas y crecieron los mangles rojos, la caoba, el chicle y el ébano. Alzaron sus ramas sobre aquella pirámide truncada hasta ocultarle la vista del sol.

Amanece. En el espejo, el vaho desaparece ante la cruda frialdad del cristal en el que sólo se adivina una leyenda. ‘En esta cama, mirando al mar, yacía la corrupción. Todas las noches’. Pero la habitación ya está vacía.

14 noviembre 2006

Faldas


El feminismo de partido, el feminismo institucional, está siempre a un paso de convertirse en mera caricatura. Como esta insistencia por el lenguaje no sexista en los textos legales. Cuando se le consultó, la Real Academia de la Lengua lo descartó por improcedente, inútil y farragoso. Pero nada, sigue adelante la moda de citar en cada frase, en cada discurso, a los dos géneros, prescindiendo de los términos neutros. Aunque el resultado sea textos legales casi ilegibles. Que les den.

De hecho, ya ni siquiera se cuestiona. No hay debate. Avanza la estupidez y el delirio feminista se traslada ya hasta la denuncia del machismo de los semáforos, por esos muñecotes que indican el paso de peatones. Lo suyo, dicen, es que los muñecos se vistan con faldas para «advertir sobre la ausencia de representación femenina en las calles y en la práctica urbana». Por lo visto, las ciudades son machistas «porque no se han diseñado pensando en las necesidades de la mujer». En fin, que eso.

Ocurre, sin embargo, que no todo es feminismo superficial, porque se están introduciendo reformas que sí atentan contra valores universales, irrenunciables, desde que la Revolución Francesa consagró la libertad, la igualdad y la fraternidad. Por ejemplo, la imposición por ley de la paridad en todos los órdenes de la vida, desde las listas electorales hasta las empresas, pasando por los todos altos cargos de la administración. Es tal el afán intervencionista que, en estos meses atrás de reforma del Estatuto andaluz, la portavoz del PSOE llegó a decir que la paridad «no se puede dejar al albur de una mayoría política, sino que tiene que ser obligatoria». Digan lo que digan los ciudadanos, paridad a la fuerza.

Un ejemplo es estos días. La Consejería de Educación ya obliga a todos los colegios a que exista paridad de profesores y profesoras si quieren acogerse a las ayudas de las materias más diversas, como los programas bilingües, los planes de compensación educativa o la implantación de sistemas de gestión de calidad. Para todo eso, la obligación inexcusable es la paridad.

Todo esto, ya digo, se conocía. Lo nuevo es que ahora para poder acogerse a las ayudas que se conceden para la mejora de las instalaciones tecnológicas en los colegios (lo que se conoce como centros TIC), se establece como prioridad que esos proyectos estén coordinados por una mujer. Si es mujer, diez puntos más. Ya puede haber un tipo con un currículo impresionante en nuevas tecnologías, que si quien se compromete a coordinar el proyecto es la profesora de música o de gimnasia, tiene garantizada la prioridad en la subvención pública.

Piensen en las consecuencias de lo anterior y de tantas políticas similares. El feminismo institucional, el feminismo de partido, nos está conduciendo por un alambre peligroso. Del disparate a la intervención, de la tontería a la imposición. Las feministas de buena fe lo ponen difícil. Hay poco donde elegir.

13 noviembre 2006

Presidente


Igual que los asesinos siempre vuelven al lugar del crimen, los dirigentes políticos siempre regresan a un escándalo que teníamos olvidado. Para repetirlo, para completarlo, para saciar el ego infinito de la soberbia. Hubo en la Andalucía de mediados de los años ochenta un escándalo político monumental que se conoció como ‘edificio presidente’. La Junta, que en aquellos primeros años de autonomía ya era un cuerpo administrativo enfermo de elefantiasis, se planteó la reubicación en un edificio propio de la mayor parte de sus consejerías.

En contra de toda lógica, en vez de utilizar una parcela de terreno público y planificar allí la construcción progresiva de cuantos edificios administrativos hicieran falta, lo que decidió el Gobierno de Rodríguez de la Borbolla, entonces presidente, fue comprarle a un empresario granadino, Nicolás Osuna, la estructura de un edificio que éste estaba construyendo en Sevilla, el ’edificio presidente’.

Sólo por la estructura, la Junta pagó alrededor de dos mil millones de pesetas de aquella época. El escándalo fue mayúsculo. En poco tiempo, la oposición se hizo con un informe del Colegio de Tasadores que cifraba el coste de aquella estructura en 1.200 millones. Los consejeros de entonces, genio y figura, desacreditaron el informe porque el colegio aquel utilizaba aún un escudo franquista en sus membretes oficiales, pero la operación estaba ya tocada de muerte. Borbolla acabó renunciando, cuando la operación ya estaba acosada por irregularidades técnicas (como la altura de los pisos) y sospechas políticas (¿iba a cobrar el PSOE una comisión de 800 millones?). Osuna, sin embargo, fue recompensado ampliamente, se hizo con algunas parcelas públicas y pudo devolver cómodamente, en varios años y sin interés, el dinero que ya había cobrado.

Veinte años después, la necesidad imperiosa de construir en Sevilla unas nuevas instalaciones judiciales ha llevado a la Junta a repetir aquel escándalo. Después de casi diez años prometiendo ampulosamente la construcción de una ‘Ciudad de la Justicia’, la Junta ha decidido alquilarle a Nicolás Osuna un edificio que éste ni siquiera ha empezado a construir. Como es un empresario, interés privado, construirá de inmediato el edificio, que es lo que la Junta, interés público, se muestra incapaz de hacer. El alquiler ya estipulado será de tres millones de euros al año. La estancia allí de los juzgados no será nunca inferior a los diez años, con lo que Osuna se garantiza unos ingresos de cinco mil millones de pesetas, por seguir utilizando la moneda de aquel pelotazo de los 80.

¿Existe una prueba mayor de la ineficacia, la inutilidad y el despilfarro de esta autonomía? De aquel escándalo, lo que siempre se prestó a confusión fue el nombre del inmueble. ¿Por qué edificio presidente? Y no era ni por Borbolla ni por Carrero Blanco, que tiene una avenida cercana. Todo era mucho más ramplón: La publicidad de la inmobiliaria decía, “viva como un presidente en pisos de alto standing”. Qué cruel alegoría de la política andaluza.

12 noviembre 2006

Palabras sueltas




Un titular de los periódicos del domingo. El Mundo:

El Gobierno vasco considera extraordinariamente grave el intento de quemar vivo a un policía”.

Reparemos en este titular, crudo y descarnado. Piensen en lo que se encierra ahí. Yo creo que no hace falta más. Porque encierra toda la esquizofrenia que vivimos.

10 noviembre 2006

Minimizar


Cuando llegó la noticia al teletipo, bastaba con leer la primera frase: «El presidente andaluz, Manuel Chaves, minimizó hoy los datos de la pobreza severa en Andalucía, que situó en unas 29.000 familias». Así empezaba el texto de la agencia Efe sobre uno de los debates de ayer en el Parlamento andaluz. «Minimizó», dice.

No sé si le habrá ocurrido lo mismo, pero ésta es de esas noticias sobre las que no hace falta leer más. Veintinueve mil familias que, haciendo cálculos estrechos, sumarán alrededor de 130.000 estómagos en situación de pobreza severa. No llegan al 25 por ciento de la renta media disponible. Ni para comer. Pero Chaves «lo minimizó». Más adelante, el teletipo aclara la razón: Sólo se trata del uno por ciento de la población andaluza.

Pueden imaginar que si el presidente «minimiza» la pobreza extrema, a partir de ahí, a los que sólo son pobres de solemnidad, ni siquiera los considera como problema. Hace poco, fue el propio Instituto Nacional de Estadística quien nos alertó con un dato muy llamativo. En Andalucía, según la estadística oficial, existen dos millones y medio de pobres. Como la cifra es gorda y abulta una barbaridad, Chaves, en vez de minimizar, lo que hizo ayer fue ‘matizarla’. Que viene a ser lo mismo, pero más suave.

Según el presidente, la correcta interpretación de las cifras del INE es la siguiente: Esos dos millones y medio de andaluces están sólo «en el umbral de la pobreza». En el umbral, que tiene que ser como un limbo urbano, el hueco estrecho entre dos contenedores. La cuestión es que ahí, en el umbral, la pobreza no es tanta como uno se imagina, porque, según Chaves, «no significa exclusión ni que se carezca de recursos para las necesidades básicas». El umbral, el portal. Ni sí, ni no.

Sostiene Chaves, además, que no hay de qué preocuparse, porque la economía andaluza es tan potente que acabará incorporándolos a todos. A ellos, a los pobres del umbral, o a quienes hereden su miseria, porque lo que sí admite el presidente es que la confluencia de Andalucía con la renta española avanza, pero a ritmo lento. De hecho, la renta media de las familias andaluzas ronda los 18.300 euros al año, lo que nos sitúa bastante lejos de la media española. En esto, el presidente de la Junta tuvo ayer una frase antológica. «Sólo nos separan quince puntos de esa media», dijo Chaves. Reparen otra vez lo encantado que está Chaves consigo mismo. «Sólo quince puntos». Esto no lo dice ni Lopera, vamos.

Es probable, en fin, que no haya muchos plenos como el de ayer, tan representativos del abismo que separa el discurso oficial y la realidad andaluza. Chaves acabó su faena como siempre, ofreciendo pactos y convenios. El presidente siempre tiene a mano un pacto para cada problema y «tolerancia cero» para cada escándalo. Lo que no tiene para ninguna de las dos cosas es un proyecto, una idea, un compromiso. Ya le vale con minimizar.

09 noviembre 2006

Exclusión


Acaba de caer en la cuenta Convergencia i Unio que el PSOE no quiere pactar con ellos porque los considera «un partido de derechas». Les ha ocurrido dos veces seguidas, dicen, con lo que no se trata de ninguna casualidad. Por eso se les oye estos días hablar con amargura de todo lo ocurrido, porque han llegado a la conclusión de que, con planteamientos así no valen ni ofertas de pactos, ni políticas comunes ni cesiones programáticas. Porque ni siquiera los han dejado hablar, sentarse a negociar. Están excluidos de antemano; los tratan como apestados y de nada vale que, de nuevo, hayan ganado las elecciones, que le saquen once escaños al segundo partido, y que estén dispuestos, incluso, a jurarle fidelidad eterna al PSOE «en el Gobierno de Madrid».

Oigo quejarse a Durán Lleida de esta exclusión antidemocrática, y da la impresión de que lo único que no repara este buen hombre es que ellos mismos, en plena campaña electoral, se fueron al notario para prometer solemnemente que nunca pactarán con el Partido Popular. Para llegar más lejos que sus rivales, que también se comprometieron a lo mismo en el Pacto del Tinell, CiU se comprometió, públicamente y por escrito, a no sentarse nunca en la misma mesa que el PP. Ahora, las vueltas que da el destino, los dos se sientan en la misma banqueta: la de los apestados en política.

La cuestión es que esta lógica política de adulterar el resultado de las urnas en los despachos ha rebelado ahora a Convergencia –es «incomprensible», dice– pero hace ya muchos años que tiene indignado al personal por el incierto destino de su voto en el mercado especulativo del día después de las elecciones.

La réplica a estas demandas siempre ha sido la misma, la mayor riqueza de un sistema democrático que ampara a las minorías políticas frente a otros modelos en los que sólo impera el bipartidismo. Pero esa razón, que no es desdeñable, se desvanece en el momento en el que los partidos minoritarios deciden de antemano que sólo suscribirán acuerdos de gobierno con uno de los dos grandes partidos. En ese caso, deja de existir el pluralismo que garantizarían las minorías y se crea un bipartidismo imperfecto, un funcionamiento anormal del sistema democrático porque los partidos bisagras sólo se abren en una dirección.

Dentro de unos meses, en mayo, se celebran elecciones municipales. Además de la anomalía anterior –los pactos anti PP–, habremos de asistir otra vez a un espectáculo desvergonzado. Como aquella vez en Tarifa, que acabó de alcalde un tránsfuga de IU que sólo había conseguido 500 votos. Para más inri, con el apoyó del PP. En definitiva, que la próxima vez, cuando oigan hablar a un político de la elección directa de alcaldes, de una ‘segunda vuelta’ en las elecciones o de medidas contundentes contra los tránsfugas, acuérdense de Tarifa. O de Carod Rovira. Porque eso es lo único que volverá a ocurrir.

08 noviembre 2006

Averías


El diputado de IU, Antonio Romero, inauguró ayer un discurso peligroso en Andalucía. Cogió el proyecto de los presupuestos de la Junta, que hoy se van a aprobar en el Parlamento, calculó los impuestos que se van a recaudar en Málaga durante este año, y los comparó con el total de Andalucía. «Málaga –reparó Romero– es la provincia líder prácticamente en todos los impuestos (...) Pero aunque Málaga hace una gran aportación fiscal, el 30 por ciento del total, recibe pocas inversiones. Es necesario que las inversiones en esta provincia se aproximen al importante esfuerzo fiscal que hace Málaga hacia la Hacienda andaluza».

La política le hace homenajes permanentes a Groucho Marx, a algunas de sus sentencias más severas. Podríamos parafrasear uno de sus asertos más pesimistas para concluir, después de lo anterior, que «la clase política, partiendo de la nada y con su sólo esfuerzo, ha llegado a alcanzar las más altas cotas de absurdo». Ya es bastante grave que Izquierda Unida, con su sólida base comunista, de manos obreras y puño en alto cantando La Internacional, haya llegado a la conclusión de que el progresismo en este nuevo siglo, y el interés de los trabajadores a los que se debe por ideología y por decencia, está en los gobiernos nacionalistas, como en el País Vasco o en Cataluña. Pero lo peor es que, a partir de ese desvarío, comience a aplicar la lógica nacionalista allí donde se encuentre. Como acaba de ocurrir.

Esto que sugiere mi apreciado Antonio Romero surge del planteamiento egoísta y displicente de los nacionalistas catalanes, que también hablaban del «mayor esfuerzo fiscal» de Cataluña con respecto a otras comunidades como Andalucía, Extremadura o Galicia. Y al desnivel entre las inversiones y la aportación fiscal conjunta le llamaron «déficit fiscal». En definitiva, un conjunto de barbaridades insolidarias, porque, primero, los impuestos no lo pagan los territorios, ni provincias ni comunidades, sino las personas; segundo, porque nadie hace «un esfuerzo fiscal» mayor que otro ya que los impuestos son iguales para todos; y, tercero y fundamental, porque el pago de impuestos persigue un fin irrenunciable, sobre todo para la izquierda, la redistribución de la riqueza.

¿Qué tendríamos que hacer, si las provincias comienzan ahora a exigir inversiones de acuerdo a los impuestos que pagan? ¿Y cómo se mantiene esa lógica con las exigencias de ayudas y subsidios como el cuestionado PER? Y con respecto a España o a Europa, ¿debe asumir, por tanto, las regiones más pobres como Andalucía que se realicen mayores inversiones en los territorios más ricos?

Antonio Romero es un tipo de sólidas creencias, de ética intachable y gran sentido del humor. Por eso es más preocupante este trastorno nacionalista, porque como diría él mismo, gran cazador de titulares de prensa, una propuesta así lo único que demuestra es que la avería es gorda. La avería ideológica, se entiende.

07 noviembre 2006

Retratos


«¿Estamos en una dictadura?» Se lo preguntaron en una entrevista, así, de sopetón, a Francés de Carreras, uno de los fundadores de los Ciudadanos, porque antes había hablado de una sociedad enferma. «Estamos en un ‘régimen’», contestó. «Es decir, en una sociedad en la cual, además de los límites a la libertad que legítimamente establece la ley, hay otros límites sociales impuestos por unas élites culturales, sociales, económicas y políticas que no se deben rebasar a menos que te quieras exponer a determinadas represalias, a veces muy sutiles».

Ni en Cataluña, ni en Andalucía ni en México durante los setenta años que estuvo gobernando el Partido Revolucionario Institucional, el poder comete la torpeza de laminar todos los focos de disidencia. La democracia formal consiste, precisamente, en el control casi absoluto de los medios de comunicación y de las élites intelectuales, económicas y sociales, pero sin llegar a suprimir del todo las voces críticas, que se mantienen aisladas y cortocircuitadas, para que sirvan de pátina democrática al régimen político. Lo mismo sucede con el resto de partidos, los minoritarios, a los que el ‘clan hegemónico’ atrapa en su red de intereses, y los mantiene controlados y lejos del poder, como moscas en una tela de araña, moviendo los hilos desde una esquina.

Tenía razón, por tanto, Francés de Carreras cuando hablaba de régimen político, porque esa práctica política es la misma siempre, la utilicen los nacionalistas catalanes, los socialistas andaluces o los revolucionarios mexicanos: No existe dictadura, pero la democracia está enferma.

La diferencia es esencial porque el único resquicio que existe para poder cambiar las cosas, este régimen, radica en la sociedad; en la existencia de un partido político que lleve la alternancia al poder, y provoque el desmoronamiento de la mole de intereses edificada, o en la irrupción de un movimiento independiente que zarandee el sistema hasta quebrarlo.

En Cataluña, tras la desoladora comprobación de que el ‘oasis catalán’ era una charca de aguas putrefactas, ese zarandeo se ha visto reflejado en ‘Ciudadanos’. La llamada ha fructificado porque un grupo de brillantes intelectuales, sin miedo al ostracismo, funcionó como estilete y porque el discurso ha sido claro. Se ofrecen como un «partido bisagra», que no busca poder –renuncian a entrar en cualquier gobierno– sino imponer políticas distintas. Una de las primeras medidas, por ejemplo, que llevarán al Parlament será una reforma de la Ley Electoral que contemple listas abiertas y limitación de mandatos. Con propuestas así, esperan que «se retraten» los partidos.

En Andalucía, también se plantea ahora una reforma de la Ley Electoral. Ni listas abiertas ni limitación de mandatos. Más diputados y más burocracia política. Y quien lo exige con más ardor es, precisamente, un partido de la oposición. El retrato ya se ha hecho. Este es el régimen.

06 noviembre 2006

Flamenco

www.cepalcala.org


En mayo, cuando se avistó aquí el artículo del flamenco en el nuevo estatuto, la polémica se propagó pronto por España porque en la ciénaga espesa del articulado no debe haber otro título tan claro y contundente para entender el afán intervencionista y el ridículo pretencioso de estas reformas estatutarias. Meses después, con el texto camino ya del referéndum, vuelve a surgir el mismo artículo. Otra vez, de nuevo convertido en el párrafo más visible del despropósito estatutario. «Corresponde a la comunidad autónoma la competencia exclusiva en materia de conocimiento, conservación, investigación, formación, promoción y difusión del flamenco, como elemento singular del patrimonio cultural andaluz».

Para defenderse de las críticas, lo que ha venido diciendo todo este tiempo el presidente Chaves (lo ha vuelto a repetir este fin de semana) es que quienes critican el artículo del flamenco, como su colega Ibarra, es «porque no se han leído el Estatuto andaluz». Esto, ya digo, lo repite tanto que, al final, la conclusión es que quien no se lee los papeles es el presidente. Porque las críticas donde surgen por primera vez es en el propio dictamen del Consejo Consultivo. Ojo al matiz: cómo no será la barbaridad que hasta el dócil Consejo Consultivo, tan dispuesto siempre a tragar con todo, pidió un replanteamiento general del dichoso artículo. «La fórmula de competencia exclusiva en materias tales como el conocimiento o la difusión resulta equívoca e incompatible con el trasfondo universal del flamenco». Y añadía aún el Consejo Consultivo: «Recordemos que, a nivel institucional, se ha procurado desde Andalucía la declaración del flamenco, por su extraordinaria relevancia, como patrimonio de la Humanidad».

¿Qué tiene que ver el flamenco como este artículo cateto y miope del Estatuto? ¿Cómo se puede ser tan terco para pensar que lo mismo que la Junta tiene la competencia exclusiva en carreteras, la puede tener en el flamenco? ¿Es que no se diferencia entre la prestación de un servicio público y el fomento y la protección de una actividad cultural, de un bien artístico. Proteger el flamenco es fomentar la diversidad, la intimidad, la universalidad, la privacidad.

Joaquín el de la Paula bajaba la cuesta del Castillo de Alcalá, con un gabán reluciente, no de limpio ni de nuevo, sino de sucio y usado. «Cuando paso por tu puerta/, cojo pan y voy comiendo/ pa que la gente no diga/ que con verte me alimento». Bajaba de una de las cuevas del Castillo, donde vivía, y se iba a pelar burros, a ganarse unos reales. Y por las noches cantaba su soleá de Alcalá en la Venta Platilla, rodeado de putas y señoritos. Joaquín el de la Paula alcanzó la inmortalidad en todo el mundo.

Qué grande es el flamenco para que lo hagan pasar ahora esta vergüenza provinciana. No es que este artículo, ni el Estatuto entero, hagan peligrar el flamenco; es que, sencillamente, se trata de algo ridículo, absurdo e inaplicable.

04 noviembre 2006

Circo


Foto Morenatti. www.afghana.org


Ha dicho el fotógrafo de Jerez Emilio Morenatti, al poco de ser liberado de sus captores palestinos en Gaza, que lo único que desea es «que se acabe ya este circo». Esas declaraciones han podido sorprender porque eran, quizá, las primeras y escuetas que ha realizado una vez que pudo abrazar a su madre en Jerez, y porque, acaso, algunos puedan suponer cierta ingratitud, después de que todo el país estuviera pendiente de su secuestro.

Por el contexto, uno puede suponer, sin embargo, que el fotógrafo se sentía agobiado de tanto protagonismo y tantas primeras páginas, que lo que deseaba era volver al anonimato de detrás de la cámara, buscando, como Morenatti, la belleza en la tragedia, el color en la miseria, el movimiento en la muerte, la esperanza en la desesperación. Es eso, seguro, pero resulta que ha dicho «este circo» y ha acabado retratando a la sociedad española.

Quiere decirse que es normal que las tragedias que más nos sobrecojan en esta vida sean aquellas que nos afectan directamente, pero esta tendencia lógica en el ser humano no puede convertirse en una visión tan provinciana de las cosas que ya sólo nos importe que la víctima sea conocida. Y ése es el problema, que esta cuestión, más que anecdótica, corre el riesgo de convertirse ya en España en una norma de conducta. Pensemos, por ejemplo, en lo que se palpaba en el ambiente tras el atentado del 11 de marzo y tras la retirada de las tropas españolas en Irak.

La guerra de Irak, desde luego, fue una completa barbaridad, uno de los actos de soberbia más irresponsables, mentirosos y mal planificados de la historia reciente, pero no fueron esas las razones por las que el Gobierno decidió sacar las tropas españolas, entre otras cosas porque entonces la guerra ya había terminado. Con el tiempo transcurrido, hay cualificados miembros del Gobierno que reconocen en privado que la retirada precipitada de las tropas se produjo por el miedo a que pudiera morir allí un soldado español con Zapatero de presidente. Por eso ni siquiera se esperó la resolución de Naciones Unidas, porque se temía que, como ocurrió después, la ONU solicitase en una resolución la ayuda de todos los países. La guerra de Irak, en fin, se había convertido en un fetiche, y poco importaba cuál fuera la realidad o las necesidades de aquella gente. Sencillamente, que no nos afecte.

Pero, desde entonces, miles de iraquíes han muerto cuando hacían cola para encontrar un trabajo, para comprar en el mercado o para participar en unas elecciones. EEUU es el principal responsable de ese desastre, ya sé, pero ¿nos hemos parado a pensar en nuestra responsabilidad cómo sociedad? ¿O es que sólo nos importan nuestros muertos?

Vivir en el circo es justamente eso, quedarse en lo trivial, en las manifestaciones al atardecer tras un semicírculo de velas encendidas y en las camisetas de diseño con proclamas de paz y justicia.

02 noviembre 2006

Casablanca

Desde la mañana, las voces oficiales alertaban en la radio de la grandeza del día. «Hoy es un día histórico». Día de los Difuntos, lluvioso y gris. Los niños ya se habían levantado para el colegio y atravesaban las calles saltando charcos, escondidos en sus paraguas de Walt Disney.
En las fábricas y en los semáforos, el personal asistía al combate diario de humos y bocinas, prisas en un atasco sin tiempo para aspirar el aire fresco, limpio y húmedo que deja la lluvia. Sin tiempo para reparar en el «día histórico» que se anunciaba y que había atestado desde temprano los vagones del Ave, camino de Madrid.

Dos de noviembre, el Congreso ha aprobado la reforma del Estatuto andaluz. Podrán establecerse paralelismos y diferencias políticas entre aquel primer Estatuto, nacido del 28 de Febrero, y este otro que ayer se aprobó. Sí, todos los paralelismos menos uno, el del interés de la sociedad. Ayer, ese viajero no tenía billete de Ave.

Momento histórico, dicen. En este año, ya se han contado tres días históricos, dos en el Congreso y uno en el Parlamento andaluz. Y quedan algunos más. En el último, en mayo pasado, Chaves se multiplicó en entrevistas. En una de ellas le preguntaron qué héroe de ficción le hubiera gustado ser. Y él, sin pensárselo, dijo: «Humphrey Bogart, Rick en Casablanca».

Es curioso, porque en esa peli de diálogos sublimes también se habla de nacionalismo. Lo hace Rick, un tipo que en sus días combatió al fascismo en varios países, entre ellos España. En una de esas aventuras, conoció a Ilsa («Un día así no se olvida; los alemanes iban de gris y tú ibas vestida de azul»), con la que se reencuentra en Casablanca. Y es allí, en su bar, donde Rick habla de nacionalismo.
– ¿Cuál es su nacionalidad?, le pregunta el mayor Strasser.
– Soy borracho, contesta Rick.

«Visca Andalucía lliure», se oyó ayer en el Congreso. La borrachera nacionalista tiene estas cosas. Este delirio sí que es histórico.

01 noviembre 2006

Almohada

www.zonalibre.org


Soy un amante impenitente de los estudios absurdos. Sobre todo de los sociológicos. Esos estudios que, al cabo de varios miles de entrevistas personales, mediante un proceso selección minucioso de clases sociales y estratos culturales, acaba concluyendo que la mano derecha es la más utilizada. Un poner. El caso es que se descubre y justifica científicamente lo que, desde hace siglos, es de Perogrullo.

Entre los últimos estudios sociológicos dignos de mención, destaca uno elaborado por psicólogos holandeses en el que se concluye que las mejores decisiones que adoptamos en nuestra vida son aquellas que se consultan con la almohada. Los psicólogos sociales holandeses, que son los autores del descubrimiento, lo explican de otra forma, más científica; ellos han acuñado la teoría de la “deliberación sin atención", que es la variante culta del antiguo refrán de la almohada. En resumen, que el cerebro posee una capacidad mucho mayor de análisis cuando trabaja de forma inconsciente.

La conclusión tiene su miga, porque, según esa teoría, ahora resulta que sólo acertamos cuando no pensamos, cuando nos dejamos llevar por el subconsciente. O por el inconsciente. Lo que ha publicado en la revista Science el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Amsterdam, es que la “deliberación consciente”, que es de la que nos sentimos orgullosos como seres racionales, posee una reducida capacidad de análisis, mientras que “el pensamiento inconsciente”, el que realizamos sin prestar atención, puede conducir a buenas elecciones.

Cuando pensamos, o sea, nos embobamos, pero cuando decidimos sin prestar atención, acertamos plenamente. De ahí el refranero antiguo, de consultar las decisiones con al almohada, porque dormidos es como se decide mejor. Los científicos sostienen que la clave está en que, cuando nos ponemos a pensar antes de tomar una decisión, sólo tomamos en cuenta “un conjunto irrelevante de información”.

Todo esto, en suma, tendrá multitud de aplicaciones, pero como ayer de celebraban elecciones en Cataluña, que son como unas elecciones generales en las que todos participamos sin votar porque sabemos que nos acabarán influyendo, pues entonces surgió la duda de qué reflexión acompaña a un individuo cuando se acerca a la urna. ¿Deliberación consciente o inconsciente?

Si decimos que el pueblo es sabio, que nunca se equivoca, será porque pensamos que se deja llevar por el segundo método. Por eso, en Cataluña, inconscientemente, el pueblo castiga al tripartito, pero sólo al Partido Socialista y Esquerra Republicana, porque Izquierda Unida, inconscientemente, gana varios diputados y podrá mantener ese gobierno patético. Inconscientemente, ha vuelto a ganar Convergencia, aunque menos que la abstención. Inconscientemente, el PP aguanta la embestida y los Ciudadanos logran tres escaños que sólo le dan para brindar con cava. Inconscientemente, en fin, todo sigue igual; volvemos al tripartito o a lo que quiera Carod Rovira. Por eso, inconscientemente, anoche decidí no acostarme más con la almohada. Que esto de la política inconsciente no hay quien lo entienda.