El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

30 junio 2006

Inútil


Es costumbre aquí, y tiene el ánimo de convertirse en tradición, que cada año por estas fechas se le dedique la declaración de la renta a un inútil público. Sobre todo si la declaración resulta positiva. Entonces, en ese momento, se hace la declaración y justo antes de firmar se dice: “ahí va, inútil”.

No es un acto de rebeldía, en absoluto. Oponerse a la declaración, verán ustedes, es un ejercicio de profundo egoísmo social, un arrebato de insolidaridad que sólo nos equipararía a gente detestable como esos dirigentes catalanes que hablan de ‘déficit fiscal’. ¿Cuántos españoles habrá estos días que puedan decir, usando el mismo razonamiento que Maragall, que también ellos tienen ‘déficit fiscal’, porque le pagan al Estado más de lo que reciben? En fin.

Justo al contrario, esta tradición de dedicarle la declaración de la renta a un inútil público tiene el un doble afán, el de remarcar algunas obviedades sobre el dinero público y sobre quienes lo gestionan; que la clase política, como dijo aquel, no nos la ha mandado el Señor, sino que son servidores públicos y se deben a los ciudadanos. Eso es lo que busca esto de mandarle el dinero a un inútil, que sirva de ejemplo de lo que no se debe hacer; para que su despilfarro, que es el despilfarro del dinero que sale de mi bolsillo, se convierta en vergüenza ajena por lo que no se va a invertir en hospitales, escuelas o carreteras. Cuando se establece esa relación directa entre usted, lo que ha pagado, y un inútil público, con nombre y apellidos, se asientan algunos de los valores democráticos más necesarios. Porque se está construyendo así una sociedad crítica y formada, exigente y responsable, que no danza al albur de las consignas políticas ni de las banderías.


El año pasado dediqué la declaración de Hacienda al presidente de la Diputación de Sevilla, aunque en él se encarnaba la inutilidad mayor de todas las diputaciones provinciales. Este año se la enviaremos a uno de los altos cargos mejor pagados de la autonomía andaluza, la presidenta del Parlamento, María del mar Moreno. El Parlamento, como segundo poder de un Estado de Derecho, se convierte en una ofensa pública cuando se arrodilla ante las mayorías absolutas y conduce sus debates por el sectarismo y la banalidad. Otro año se lo dedicaremos al sectarismo parlamentario; este año va dirigida la declaración a la insoportable inutilidad de lo políticamente correcto. Imaginen a los 109 diputados andaluces sentados en sus escaños votando lo siguiente.

Ocurrió en el primero pleno de abril: “Declaración Institucional del Parlamento de Andalucía en apoyo al Pacto Andaluz por la Bicicleta”. Sólo con el epígrafe, ya vale. Pero, añadamos el punto número uno: “El Parlamento acuerda declarar de utilidad pública la bicicleta como medio de transporte y ocio en Andalucía por sus múltiples ventajas para el medio ambiente y la salud pública”. Declaración de utilidad pública de la bicicleta “para todos y todas”. Ahí queda eso.

29 junio 2006

Promotores


Los urbanizadores y promotores de turismo se han quejado de las comisiones que tienen que pagar. Qué gracia. Ahora que la segunda redada del ‘caso Malaya’ se ha llevado por delante a unos cuantos de esos constructores, la federación andaluza que los agrupa, llamada ‘de Urbanizadores y Turismo Residencial’, ha decidido transformarse en víctima y ha pedido que se actúe con todo el rigor «para erradicar las prácticas de extorsión a las que, con demasiada frecuencia, se ha visto sometida la actividad empresarial». Tiene gracia, no me digan. Sólo hay que imaginárselos con la gomina que suelen y los labios de puchero. Hombre, por favor.

Vamos a ver. Las quejas de los constructores sólo tendrían sentido si se hubieran producido durante el gilismo, que es, como sabemos, una época de saqueo que se extiende a lo largo de tres alcaldes (1991-2006). ¿Qué han hecho los promotores durante esos veinticinco años? En el gilismo se cobraban comisiones, sí, ¿pero quién pegaba los pelotazos urbanísticos? ¿O es que cuando se pagaba por elevar la superficie edificable o urbanizar en zona verde no se estaba generando un enorme beneficio para el promotor de esa irregularidad? ¿Expulsó la federación a los corruptos, a los especuladores? Pedir ahora rigor, cuando los promotores y, en especial la federación que los agrupa, han guardado silencio ante los abusos sólo provoca una enorme carcajada, sí.

Un ejemplo de este cinismo. El presidente de la citada federación de urbanizadores y turismo residencial es Ricardo Arranz. Pues resulta que muy poco antes de la primera gran redada de la ‘operación Malaya’, Arranz y una destacada representación de constructores mantuvo una enigmática reunión con Juan Antonio Roca en la que, según algunos testimonios, se acabó hablando de los planes políticos de éste último para perpetuarse en el poder de Marbella. Además de Ricardo Arranz, en aquella reunión de una decena de empresarios con Juan Antonio Roca –el «jefe de la trama», no olvidemos– estaban Cristóbal Peñarroya y Ávila Rojas, dos de los detenidos ahora.

Podemos creernos que todos se citaron allí para hacer donaciones a una fundación de lucha contra la droga, que es la versión oficial de aquella reunión. Vale, aceptemos esta versión, tan propia de una peli de Francis Ford Coppola. Lo que ocurre, mecachis, es que Arranz, como presidente, tendría que haber aprovechado aquel día la concurrencia para decir en público y en privado lo que dice ahora, que no hay que pagar comisiones por construir fuera de la legalidad.
Como no lo dijo entonces, como entonces guardó silencio, sus lamentos de ahora, sus denuncias de papel mojado, suenan a nada. Ejercicio inútil de victimismo. La regeneración de Marbella también pasa por muchos de ellos.

28 junio 2006

DIARIO DE LA TREGUA. La negociación


El manejo de tiempo ha sido, desde el primer día, una de las claves de este “proceso de paz” que el Gobierno le ha ofrecido a ETA. Ahora que se acaba el curso político, el presidente del Gobierno se dispone a dar un nuevo ‘golpe de efecto’ que, como los anteriores, marcará la agenda de los próximos meses. Esta vez el ‘proceso de paz’ se retroalimenta con otro anuncio, otro paso, su primera reunión con ETA. La comunicación de la noticia sigue de forma milimétrica el esquema de anuncios anteriores. Filtración de vagos rumores a la prensa (esto sucede, al menos, dos o tres semanas antes), información detallada de lo que sucederá, confirmación oficial de la noticia en algún acto del PSOE o entrevista de prensa y finalmente, comunicación al Congreso de los Diputados.

El elemento común denominador que identifica cada uno de estos pasos es que todos se rodean de una enorme expectación. Sólo hay que fijarse, por ejemplo, en el tiempo que lleva rodando por los periódicos y las tertulias de la radio el anuncio que el presidente del Gobierno va a realizar al Congreso. ¿Puede hacer ya tres semanas? Perfectamente. Pero es que, aún hoy, esta misma mañana, se desconoce su el presidente Zapatero utilizará para el anuncio la sesión de control o lo dejará para otro día. El caso es levantar expectativas enormes de lo que ya se sabe de sobra en qué va a consistir.

¿Y a qué viene esta dinámica? ¿Qué importancia tiene? A mi juicio, como digo, esta forma de manejar los tiempos es una parte esencial del proceso de paz. Con esta forma de actuar, el presidente Zapatero consigue dos cosas, fundamentalmente. Por un lado, estás las obvias, como el control de la agenda política por parte del Gobierno. Pero lo esencial es que, cuando se crea tanta expectación, el efecto sociológico que produce el anuncio finalmente realizado es el de palabra cumplida.

¿Cuántos meses se estuvo anunciando el alto el fuego de ETA? ¿Cuántos fines de semana se filtró desde el Gobierno que era inminente? Recuerden lo que ocurrió cuando, finalmente, ETA hizo público su comunicado. Zapatero salió en las portadas de todos los periódicos del mundo como en gran artífice de la paz (palabra cumplida) y fue recibido como tal, en medio de una ovación, en una cumbre de la Unión Europea. Después hemos sabido por algunos dirigentes próximo al mundo etarra, como el ex batasuno Txema Montero, que el comunicado del alto el fuego fue redactado a medias entre el Gobierno y ETA y que, en concreto, la palabra “permanente” la puso el Gobierno. ¿Podemos, razonablemente, sentirnos decepcionados, utilizados?

Igual ocurre ahora. Catorce meses después de que se iniciara todo este proceso de paz del Gobierno a ETA, el presidente Zapatero anuncia que va a iniciar las negociaciones con ETA. ¿Cómo que “iniciar”, pero no habíamos quedado que el Partido Socialista de Euskadi negocia con ETA y Batasuna desde hace cuatro años y que, desde marzo de 2004, ha sido el propio Zapatero el que se ha puesto al frente – que no quiere decir personalmente- de esas conversaciones? Un solo dato. El dos de abril de 2005, apareció en el diario Berria una entrevista en euskera con varios dirigentes de ETA en la que manifestaban que hacía ya meses que le habían enviado una carta al presidente del Gobierno en la que le ofrecía la posibilidad de “abrir un proceso de negociación con el Gobierno de España”.

Zapatero le cambió el nombre (proceso de paz por proceso de negociación) y sólo unas semanas más tarde el Congreso de los Diputados aprobó su famosa resolución sobre el proceso de paz, aquella que le puso fin al pacto antiterrorista entre el PSOE y el PP.

Zapatero aprobó la resolución del Congreso a pesar de que en aquella entrevista, ETA que eran irrenunciables sus exigencias territoriales, la autodeterminación y la indemnización del Estado a la banda terrorista en concepto –esta es la crueldad mayor- “de reparación histórica” que el España le debe al País Vasco por “las víctimas y consecuencias del franquismo y de la presunta democracia española”. Es curioso el paralelismo que, suavemente, se puede trazar con respecto al momento actual. Tras aquella entrevista de ETA, Zapatero respondió con la resolución sobre la Lucha contra el terrorismo en la que autorizaba la apertura de “procesos de diálogo entre los poderes del Estado y quienes decian dejar la violencia”.

Por cierto, que cuando Zapatero anuncie el inicio de las conversaciones estará incumpliendo gravemente aquella resolución, que tan polémica fue. En la misma se decía: “final dialogado de la violencia siempre que se fundamente en una clara voluntad para poner fin de la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción”. Parece evidente que, un año y pico después, Zapatero está decidido a incumplir este acuerdo (que fue aprobado por la actual mayoría socialista, no es herencia del PP).

Nada de eso se cumple, claro, pero sigue pasando el tiempo un anuncio nuevo sobre el siguiente paso a dar se solapa con la resaca del Han pasado catorce meses de aquel anuncio y, ya ven, seguimos igual. El tiempo Zapatero, ya ven. El tiempo de un paso para delante y otro para atrás con el que no se avanza, todo se congela. El tiempo Zapatero, ya ven. Es este tiempo que obrará la magia de haber tenido el proceso de paz como uno de los ejes fundamentales de la legislatura y, además, conservarlo intacto como promesa electoral para las próximas eleccions generales.

27 junio 2006

El porquero


En el país de todo al revés, ya salió el porquero para defender la verdad de Agamenón. No como en Juan de Mairena, claro. Esta es la versión andaluza. Que no es éste el porquero disconforme de Machado: “La verdad es la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Agamenón: Conforme. El porquero: no me convence”. El porquero de Juan de Mairena se rebelaba contra su amo porque sabía bien que, a pesar de la tautología, una cosa es la verdad del poder y otra muy distinta es “la verdad”. Podría hacerse el mismo ejercicio con “la realidad”, que no es la misma la de Agamenon y la de su porquero. Evidente. Por eso, el gesto de rebeldía que no existe en este país de todo al revés. Aquí, ya ven. “Agamenon: Conforme. El porquero: Lo que usted diga”.

Pues nada. Otra pincelada más del mismo color en este cuadro asfixiante de la autonomía andaluza. Ahora, el presidente de las asociaciones de periodistas sale en defensa del único presidente de un gobierno en España que se ha querellado contra unos periodistas. Incluso cuando la singularidad del caso se eleva con el sutil detalle de que no existe precedente judicial de una fianza de ese montante por un pleito de injurias por honor. 700.000 euros y el tipo lo llama “incidente procesal”. O sea.

Como representantes de periodistas no han tenido ni la decencia de preguntar. Ni como socio ni como nada. Ni una vez. En cinco años. Qué esperar. El porquero. Podría haberle preguntado a alguno de sus amigos periodistas en Cádiz. O podría haberse planteado por qué Chaves le pide la máxima pena a EL MUNDO por reproducir una frase y exculpa de todo al autor de esa frase. Pero no. En fin.

El caso es que, en estos días, cuando tantos han enviado mensajes de aliento, siempre les he contestado que no escribiría ni una línea de opinión hasta que haya sentencia. Como de lo que se trata es de enjuiciar la labor periodística de EL MUNDO en la denuncia del espionaje de las cajas de ahorro, lo fundamental es recordar, paso a paso, todo lo que se hizo, antes, durante y después de la publicación de la noticia. Al juez, en la declaración, le dijimos: “Lo único que podemos contar es el proceso de elaboración de una noticia”. En eso seguimos. Incluso con el desaliento grande que provoca este ejército especialista en curtir mentiras. Utilizando todos los flancos. Ahora el porquero. Uff.

Aun así, repetimos: No es cierto que un juzgado “haya determinado que la cinta de vídeo estaba manipulada” en el sentido que se utiliza, es decir, falsificada. No es cierto. No es verdad que la información que ofreció este periódico “se haya demostrado infundada”. No es verdad. Lo diga Agamenon, su porquero y todos los que comen de la misma servidumbre.

23 junio 2006

Civiles

Nos están faltando chistes de la Guardia Civil. De la de estos tiempos; que chistes que existen ya no valen porque, tal y como están las cosas, contar en público uno de esos antiguos puede llevar aparejada una denuncia en el juzgado. Yo el otro día, por ejemplo, me sonrojé cuando, al recordar uno de aquellos chistes, comprobé, horror, que infringía, al menos, tres o cuatro normas y delitos. En aquellos chistes siempre había un gitano robando aceitunas o melones, un guardia civil echando un cigarro y alguna bofetada. Racismo, malos tratos, machismo, ley antitabaco... Uff. Menos mal que me tapé la boca a tiempo, que si no.

En fin, que el caso es que se impone una reforma integral de los chistes de la Guardia Civil, porque los civiles han sido una seña de identidad de la España y aquí al que no le hacen un chiste es porque no es nadie. Es, diríamos, el ranking de popularidad más genuino. Y no hay chistes hoy que reflejen la realidad de este cuerpo. ¿Por la incorporación de las mujeres, que han roto aquella imagen de las parejas de civiles por las carreteras? En absoluto, porque las mujeres de la Guardia Civil se incorporaron al Cuerpo y, como en tantos otros aspectos, ya no hay quien las distinga del resto de compañeros. Mimetismo femenino.

No es por eso, no, sino porque las últimas noticias que conocemos de la Guardia Civil denotan una profunda crisis de identidad. Se diría que este personal del tricornio está desbordado por los nuevos tiempos, que se ha atragantado de modernización y ya no saben. Por ejemplo, cuando hace unos meses, supimos que la plantilla entera de la Guardia Civil de Almonte se había dado de baja por depresión, igual es que no calcularon la desazón que produce algo así en la sociedad. Eso sí que es alarma social, que sepamos que son los chorizos los que amedrentan a los Guardias Civiles hasta que, indefensos, se van a psicólogo. O esta otra noticia de hoy, del sindicato de la Guardia Civil, que defiende que se retire de los cuarteles la imagen de la Virgen del Pilar. ¿Y qué hacemos con el «Todo por la Patria»?

Lo dicho, comencemos, en plan político, por un plan integral de reforma y mejora de los chistes de civiles. Que, tal como están las cosas, no nos podemos permitir un riesgo así. Perder otra seña de identidad. Qué será de las futuras generaciones cuando ya no sepan qué es un tricornio. Y quizá porque nos estamos quedando huérfanos de símbolos, este sinvivir de la identidad nacional, que ya no sabemos.

Todo estaba más claro cuando los poetas de la República le cantaban a la Guardia Civil. «Los caballos negros son./Las herraduras son negras./ Tienen, por eso no lloran,/ de plomo las calaveras./Pasan, si quieren pasar,/y ocultan en la cabeza/una vaga astronomía/de pistolas inconcretas». Ni Guardia Civil ni poetas como Federico. Qué solos nos estamos quedando.

20 junio 2006

Saliva

Juan de Mairena era contundente en sus sentencias. Algunas cosas de la vida pública, por ejemplo, las tenía claras. Cuando veía ese ajetreo de promesas, idas y venidas de grandes palabras, que son como una cascada diaria del oropel de las buenas intenciones, sentenciaba con crudeza: «Se miente más que se engaña y se gasta más saliva de la necesaria».

Sentencia y, acaso, condena porque decía Juan de Mairena que hay siglos que pueden durar más de cien años. Decía que «los siglos no empiezan ni terminan con la exactitud cronológica que fuese de desear, y que algunos siglos, como el suyo (el XIX), bien pudieran durar siglo y medio». Será por esa razón, porque el destino traza una línea recta hacia el infinito en algunos vicios y virtudes de las sociedades, por lo que cada día que pasa seguimos constatando aquel aforismo sobre la mentira en política. Más perfeccionada ahora, más sutil. Más mentirosa.

Un ejemplo de estos días. Lo que ocurre en Marbella, por ejemplo, con el conflicto de los cinco miembros de la gestora que han sido declarados incompatibles por un informe jurídico. Los tales mantienen, al margen de su actividad en la gestora, una actividad privada (la mayoría de ellos bufetes de abogados) que es incompatible con la función que desempeñan. Lo extraordinario es cómo han acogido los afectados el informe que los declara incompatibles. El más locuaz ha sido el presidente de la gestora, nombrado por el PSOE: «Esto nos condena al hambre».

Escuchando este dramatismo de estómagos vacíos, cualquiera diría que el presidente de la gestora no cobra seis mil euros brutos al mes en el Ayuntamiento de Marbella, pero los cobra. De todas formas, el suyo no ha sido el disparate más grave. Lo peor es que los dirigentes de los partidos políticos afectados, en vez de exigir el cumplimiento estricto de las incompatibilidades, han decidido que la solución ideal es hacer la vista gorda. «Una revisión positiva», ha dicho con genial eufemismo el coordinador de IU. Que se tenga constancia, sólo el PP ha pedido que se aplique las incompatibilidades, aunque no consta que lo haya llevado a cabo.

Podrá argumentarse, como se está haciendo, que es excesivo un régimen de incompatibilidades así en una gestora que dura diez meses, y es verdad, pero no es ése el problema sino el espectáculo que se está ofreciendo. De lo que se trata, vamos a ver, es de la existencia de una clase política que por la mañana se vanagloria de aprobar la normativa de incompatibilidades más rígida que existe y, por la tarde, se pide árnica a sí misma para incumplirla. Pues no. Las leyes, cuando se aprueban, se cumplen. Y deben cumplirlas, sobre todo, quienes las elaboran y las aprueban. Y en Marbella, en la Marbella del saqueo y la corrupción, el rigor en el cumplimiento de la Ley no puede ser ocasional. Ese no es el ejemplo que se espera de la gestora. Gastar saliva en esos engaños sólo nos conducirá de nuevo a Gil.

19 junio 2006

Bofetadas


Como las justificaciones estaban preparadas y las valoraciones prefijadas, nada más comenzar a salpicarse de datos la tarde, los padrinos del estatuto catalán mostraban henchidos su victoria: «Hemos arrollado». Pero no es así, claro. La única verdad, objetiva y constatable, es que sólo uno de cada tres catalanes votó ayer ‘sí’ al Estatuto. La cifra cacareada del 74 por ciento de apoyos es justo el reverso de la realidad.

La cuestión, además, admite pocos matices, porque no se puede confundir abstención con desinterés o falta de información cuando la materia que se somete a referéndum ha consumido tantas energías políticas. La abstención de ayer en Cataluña es una abstención política, no casual. Bofetada consciente. No se votaba sobre la conveniencia de centrales eólicas para implementar el panel energético global. No. Era la Cataluña de la ‘nación’ y de la pela, esa diferencia que hace Maragall entre las comunidades «acomodadas a vivir del subsidio» y las que ya están «irritadas por el uso que se hace de su esfuerzo fiscal».

Es la reforma que salió del Parlament con el 90 por ciento de votos, regresó del Congreso con el 54 por ciento y acaba su trayecto sin el apoyo de dos tercios de los ciudadanos. Acaba de empezar el carrusel, y esta negativa es un zapatazo que convierte este delirio estatutario en un vértigo similar al que acabó congelando la Constitución Europea. Vértigo, sí, porque bastará con que la abstención llegue al sesenta por ciento en alguno de los referendos que quedan por venir para que el proceso encalle. Algunos en Andalucía, ya han comenzado a tragar saliva. Ay si crece esta ola...

El resultado, además, afianza una tesis ya expuesta aquí otras veces, la peligrosa sinrazón de que este proceso de nuevos estatutos (porque no se trata de meras reformas) se esté abordando sin las garantías de las que se dotó el sistema constitucional español cuando se planteó, hace treinta años, la configuración del Estado de las Autonomías. Aquella ‘red de seguridad’ que aprobaron los dos grandes partidos de entonces, la UCD y el PSOE, consistía en la existencia de un recurso previo de inconstitucionalidad, que ahora ha vuelto a reclamar sin éxito el Consejo de Estado, y la aprobación de una Ley de Referéndum, que exigía que, para salir adelante un Estatuto, tenía que recibir, en cada provincia, más del cincuenta por ciento de síes con respecto al censo electoral.

La paradoja es que, ahora que los estatutos llegan en sus competencias más lejos que nunca en la historia de España, no existe ninguna de aquellas cautelas. ¿Saben por qué? Sencillamente porque, de haberse regido por la Ley de Referéndum, aquella que se aplicó en Andalucía, el nuevo Estatut de Cataluña no se habría aprobado en ninguna de las cuatro provincias. En ninguna. Y no saldría Zapatero, como ayer, besándose por «el amplio apoyo». «Somos expertos en reformas de estatutos», dijo hace unos días. Ya se ve, sí, ya se ve.

17 junio 2006

Tras la fianza



Cuando, en noviembre de 2001, publiqué la información sobre el espionaje al que estaba siendo sometido el entonces presidente de la Caja San Fernando, Juan Manuel López Benjumea, me limité -al menos, eso es lo que intenté- a reproducir los acontecimientos, sin añadir opiniones personales. En síntesis, aquella información lo que ponía de manifiesto es que un presidente de caja se sentía espiado, que lo denunció a la delegación del Gobierno creyendo que se trataba de ETA y que, cuando la policía descartó la hipótesis terrorista, contrató a un detective privado. Fue este detective quien finalmente localizó a la persona que seguía al presidente de la caja y le grabó el vídeo en el que éste admitía que el trabajo se lo había encargado Chaves. Para probarlo, le entregó una trajeta del jefe de escoltas de la Junta de Andalucía. EL MUNDO publicó aquella información y, al día de hoy, cinco años después, los protagonistas siguen ratificándose en lo que contaron al periódico.

Para nosotros, para mi, lo importante de aquella información es lo que acabo de decir. Que no se trataba de ninguna invención, contamos lo que ocurría. Hoy, después de que una juez de Sevilla le haya impuesto a EL MUNDO la fianza más alta que se recuerda en un proceso de esta naturaleza (no existen precedentes de querellas como las de Chaves ni de una fianza de 700.000 euros en un proceso por supuestas injurias y daños al honor), lo esencial, a mi juicio, es que el lector repase de nuevo qué ocurrió y cómo actuó EL MUNDO. Por encima de juicios de valor y de opiniones me interesa recordar qué hice, por qué y cómo. Lo someto a sus análisis. Esa es mi obsesión ahora.

Lo que ha ocurrido en todo este tiempo, lo que he sentido y pasado, las presiones y las miserias, los apoyos y las grandezas, los silencios y los rumores. Lo que se esconde. Lo que se olvida. Para todo eso ya llegará su momento.



¿QUE HIZO EL MUNDO?

En la única declaración judicial que han realizado los dos periodistas de la redacción andaluza de El MUNDO, en marzo de 2003, ambos detallaron el juez la comprobación exhaustiva de la información sobre el espionaje al ex presidente de la Caja San Fernando Juan Manuel López Benjumea, antes de proceder a publicarla, el 29 de noviembre del 2001.

Así, los periodistas de EL MUNDO revelaron que, tras conocer los supuestos seguimientos que se realizaban a Benjumea, primero se confirmó la noticia con la Delegación del Gobierno en Andalucía, donde se confirmó la existencia de una denuncia por del presidente de la Caja temeroso de que pudiera trratarse de ETA; posteriormente con el propio Juan Manuel López Benjumea, quien le confirmó las sospechas sobre los seguimientos de que estaba siendo objeto y la contratación de un detective, una vez descartado que se tratase de ETA, para que aclarase quién estaba detrás de los seguimientos.

Tras esta nueva confirmación, EL MUNDO se puso en contacto con el detective contratado por la Caja, Joaquín Corpas Parejo, a quien se le solicitó una copia del vídeo en el que la persona que seguía al presidente de la Caja, Antonio Castellano, confiesa que «entre Pino, Pizarro y Chaves me han mandado seguir a Benjumea y Beneroso».

Igualmente, solicitaron, y les fueron entregadas, las pruebas documentales que aparecían en el transcurso de la conversación grabada, tales como una tarjeta del jefe de escoltas de la Junta, que Antonio Castellano les entregó para certificar su afirmación anterior.

Una vez que toda la información estuvo contrastada, tras varias semanas de investigación, EL MUNDO telefoneó al secretario de Organización del PSOE-A, Luis Pizarro, a quien informó de la publicación al día siguiente de la noticia y éste le realizó incluso unas declaraciones que también publicó EL MUNDO el mismo día y en la que Pizarro aseguraba, ya entonces, que todo era un «montaje».

La información en sí era de un gran interés periodístico porque certificaba la batalla encarnizada que se estaba librando en el seno del PSOE por el control de las cajas. Lopez Benjumea era militante del PSOE y fue este partido el que lo colocó al frente de la entidad. Hasta que un día dejó de tener la confianza y Chaves exigió su cabeza. Este era el momento.

¿QUE HA HECHO CHAVES?

Tras publicarse la información, el presidente Chaves inició una batalla legal contra el periódico y contra el autor de la información, a pesar incluso de que la Audiencia rechazó que pudiera continuar en el caso como presidente de la Junta (y con los servicios jurídicos de la adminsitración). Se retiró incluso el fiscal y Chaves siguió adelante como particular en su batalla contra EL MUNDO.

El auto de apertura de juicio oral se ha producido después de que la defensa del presidente de la Junta de Andalucía y los otros dirigentes del PSOE pidiesen la máxima pena posible, situada en 14 meses de multa, por un delito de injurias graves con publicidad para EL MUNDO, para López Benjumea y para el detective al que éste contrató.

Se da la circunstancia de que la única persona a la que el presidente Chaves ha decidido excluir del caso ha sido a Antonio Castellano, que es quien supuestamente fue contratado para espiar al presidente de la Caja y quien pronuncia en el video la frase de que fue «entre Chaves, Pizarro y Pino» quienes le encargaron el espionaje. Antonio Castellano es tambíén la persona que entregó, en prueba de la veracidad de la afirmación anterior, una tarjeta personal del jefe de escoltas de Chaves, Juan Escámez.

Tras pedir la máxima pena para el diario EL MUNDO, el escrito presentado por Alfonso Martínez del Hoyo, letrado de Chaves y Pizarro, hace mención a que ambos «se comprometen solemnemente» a donar la posible indemnización que les conceda el juez a entidades sin ánimo de lucro.

16 junio 2006

Músicas


Cada tiempo tiene su música. También una dialéctica propia. En definitiva, como sociedad, no somos más que eso, palabras y notas. Y colores. La civilización ha construido siempre sus edificios más bellos sobre un arco iris de expresiones y de sensaciones que acaban retratando el momento, la evolución. Cada época graba sus señas de identidad en una forma de hablar o en un tipo de música, de forma que muchos años después, al volver a oírlo, nos traslada de forma inconsciente a aquellos escenarios perdidos. Desde Mozart a los Beatles. ¿Qué retrata mejor que la música psicodélica aquellos sesenta de sueños hippies? ¿A qué Andalucía nos traslada Pepe Suero y Jarcha? ¿Fue el Punk el que marcó los setenta o fue el fruto de aquella década?

Con esa misma cadencia, lo interesante ahora es preguntarnos cuál es la música de este momento. Si han oído, por ejemplo, la canción que La Banda del Capitán Canalla ha compuesto para la selección española de fútbol, esa tan contundente de «A por ellos, oé», igual piensan que no es casualidad, que ese himno gamberrete nos retrata bien. Porque es, digamos, un himno de botellona, que se canta así, como lo hace Luis Aragonés, descomponiendo la figura, dando saltos. España salta a ritmo de cubateo callejero. «A por ellos, oé».

No, no debe ser casualidad que la Federación Española de Fútbol, como confesaban hace unos días los componentes del Capitán Canalla, se haya inclinado por este himno petulante y faltón porque todos los que se habían presentado antes les parecían cursis. Y hacía falta algo que rompiera esquemas. Ahí surgió el «A por ellos», despechugado y chulesco, elemental y bravucón. Un himno que se chilla, que no se canta. Farolero y sinvergonzón. Oé, joé.

Imagínese la que se podría liar en España si a los acontecimientos de los últimos días se le pone la letra canalla del Capitán. Obviemos las últimas noticias andaluzas, aunque también. Pensemos sólo en un reportaje con ese fondo musical e imágenes de un grupo de maulets de Esquerra en los mítines del PP de Cataluña. ¿Y cómo quedaría la canción si se ilustrara con las sonrisas de Otegi? Triunfo político de aquella interpretación de Arzalluz, que sólo veía travesuras de chicos malos en los actos vandálicos de esos tipejos de Jarrai.

«A por ellos, oé». Una canción para España que nunca menciona a España. Para que todos la puedan cantar. Sin malos rollos. Saltemos. Que es la música de este tiempo, de nuestra realidad. Podrían haberla sustituido por el ‘Opá, vamó a por er mundiá’, de El Koala o ‘España ueoh!!’, de los Mojinos Escozíos. Ninguna necesita explicaciones. Se definen solas y, por eso, nos representan bien. Música de botellón cervecero, de cubatas cargados de ron y whisky en vasos gigantes hechos con botellas degolladas. Saltemos, sí. Oé, oé, oé. No se trataba de pedir la Novena de Beethoven pero, caray, tampoco ese retrato tan cruel. Tan atinado.

15 junio 2006

Cruzadas


Es impresionante lo que se puede construir sobre la nada. Estos días, por ejemplo, ha tenido lugar en Sevilla –léanlo despacio, paladeando cada palabra– «la primera reunión del Grupo Español de Alianza de Civilizaciones, en la que se pretende constituir una red española que sirva de apoyo al Grupo de Alto Nivel de Naciones Unidas sobre Alianza de Civilizaciones, órgano ante el que el grupo español deberá presentar un informe con propuestas concretas antes de final de año». Repetimos: reunión del grupo que creará una red que sirva de apoyo al grupo de alto nivel. Ahí quedó.

Bueno, pues todo eso lo ha inaugurado el presidente Chaves junto a uno de los inevitables del momento, Federico Mayor Zaragoza, que lo mismo vale para poner en marcha lo anterior, que no vamos a repetir, que para presidir un comité de expertos que opine como el Gobierno en los papeles de Salamanca. Y cuando se afirma que todo eso se construye sobre la nada es porque lo único que sabemos con certeza es que la alianza de civilizaciones no va a acabar más que en un puñado de buenas palabras, un ramillete de multiculturalidad y varios párrafos de intenciones vacías.

Juegos dialécticos como los que ya ha utilizado en esta reunión de Sevilla el presidente Chaves cuando se mostró «a favor de un mundo en el que nadie luche contra nadie, en el que nadie lleve su verdad al límite de avasallar con ella al otro». Y supongo que añadiría después que tampoco haya hambre en el mundo, ni enfermedades, ni envidia cochina siquiera.

Todo eso, vamos a ver, lo queremos todos, lo deseamos todos y lo suscribimos todos, por eso es imposible oponerse a la alianza de civilizaciones, pero ni añade nada, ni aporta nada, ni soluciona nada sobre el impresionante problema al que se enfrenta el mundo del siglo XXI. Y las reuniones así, éstas que acaban en foros que apoyan redes de grupos de alto nivel, sólo sirven para que algunos cobren dietas sustanciosas.

El ejemplo más claro de esta superficialidad lo tienen en la polémica reciente de los misteriosos vuelos de la CIA, con paradas en aeropuertos españolas, varias de ellas en los de Sevilla y Málaga. El grupo de intelectuales que denunció el caso está absolutamente desconcertado con la actuación del Gobierno. Se lo esperaban del Gobierno anterior, porque «estaba entregado en cuerpo y alma a los deseos bélicos de Bush y Blair», pero no se lo explican de Zapatero, el líder espiritual de la alianza de civilizaciones. «Nos parece escandalosamente cómoda la postura inmaculada, y como de quien pasaba por allí, de nuestro presidente». Pocas veces se ha definido mejor a Zapatero.

Ése es, en fin, el doble lenguaje del que hablamos. De todas formas, de lo dicho en la primera gran cita de la Alianza de Civilizaciones queda una enorme duda. Chaves propuso «una cruzada, pero al revés». Diantres, qué querrá decir. Se admiten apuestas.

14 junio 2006

Campañas


Ocurrió que el relativismo acabó transformándose en complicidad. Suele ocurrir. Las líneas que separan esos conceptos son lindes imperceptibles cuando se ha abandonado el campo de las ideas. Una vez que todo da igual, qué importancia tiene mirar luego para otro lado. Ayer, en Cataluña, todos encontraron explicaciones a la agresión de un grupo de salvajes a los candidatos del Partido Popular. Les tiraron huevos y escupitajos; les lanzaron monedas e insultos. Quemaron banderas y les taponaron las salidas del mitin. Maulets. Pero no pasa nada. También en eso tenemos una lógica heredada del franquismo, una justificación grabada en el subconsciente colectivo, «algo habrán hecho». Esa lógica fascista es la que sigue latente: «Como le ocurre al PP, algo habrán hecho».

Y en la búsqueda de ese algo fascista, en el detestable relativismo de la violencia, quien más lejos llegó fue el portavoz de Convergencia i Unió, Durán Lleida, cuando le preguntó Carlos Herrera en Onda Cero: «El PP también ha hecho cosas de aquellas de ‘quien siembra vientos recoge tempestades’, como por ejemplo las cuñas de radio contra el Estatut emitidas en Andalucía. De hecho, donde ha tenido más rechazo Rajoy es en ese mundo que tiene conexión con Andalucía».
No sé si será necesario explicar que «ese mundo que tiene conexión con Andalucía» son los emigrantes andaluces. Los llaman charnegos. Porque nunca serán iguales a los ojos de los nacionalistas catalanes. «Ese mundo». Dios. Cuánto se parece esto a la pureza de la raza.

En cualquier caso, tampoco nos engañemos. Veamos qué hay de verdad. ¿Por qué se dice que la campaña del PP fue muy agresiva? ¿Qué decía? Vean: «El pacto de Zapatero con el nacionalismo catalán perjudica a Andalucía, y Chaves no hace nada por remediarlo». ¿De verdad que eso nos parece un escándalo?

Pero es que, además del PP, también el PA puso en marcha una campaña para «denunciar la traición que quieren cometer contra Andalucía». Dice así: «No queremos ser menos que Cataluña». ¿Estará justificado que agredan también a los dirigentes del PA? ¿Y el PSOE, qué hizo? Dos campañas. La primera, con miles de cartas a sus militantes que les pedía «frenar a aquellos que quieren humillar a Andalucía, que buscan que Andalucía hinque la rodilla. Como hace un cuarto de siglo, nuestra respuesta, tu respuesta, es necesaria». ¿Qué lenguaje es más beligerante?

Insisto. No caigamos en esa burda trampa hecha de mentiras. Que por dura que hubiera sido la campaña del PP o del PA, por equivocada que nos parezcan unas u otras, la única barbaridad es deducir de nuestras diferencias la justificación de un acto salvaje. La democracia es, sobre todo, la defensa de la libertad del otro. Esa es la única garantía. Lo demás es una pendiente que va del relativismo a la complicidad, del nacionalismo al racismo.

13 junio 2006

Chaves (Y II)

Decía Quevedo que «el exceso es el veneno de la razón». Y Chaves, verán ustedes, se ha convertido en un hombre de excesos. De los excesos a los que conducen la hegemonía política, que es como un espejo que deforma la realidad. En su última ronda de entrevistas de prensa, el presidente deja varias muestras de esa deriva suya, de esa ceguera de rey desnudo acostumbrado a imponer sus contradicciones y hacerlas pasar por lógicas. Vamos a algún ejemplo.

Ahora que, de nuevo, el presidente promete la fusión de las cajas sevillanas que él mismo paralizó hace ya cinco años (lo cual tiene en sí mismo su miga) Chaves aprovecha para decir que el ideal de las cajas de ahorro es que la gestión sea cada vez más profesional. Lo dice, fíjense, el mismo hombre que ha colocado al frente de la Caja San Fernando al anterior secretario general del PSOE de Sevilla. Lo dice la persona que ha nombrado vicepresidente de El Monte al secretario general del PSOE de Huelva. Lo dice, en fin, el mismo que nombró presidente de CajaGranada a Antonio Claret García, que fue durante años secretario de organización del PSOE andaluz y secretario provincial del PSOE de Granada.

Podríamos seguir, claro, pero ya ven que, para tener como objetivo la profesionalización de las cajas, el presidente Chaves atina bastante poco. Y no sólo porque nombre a dirigentes del PSOE, sino porque, profesionalmente, ninguno de los citados tiene nada que ver con las finanzas. Claret, que es a quien Chaves pone de ejemplo a seguir, es oftalmólogo.

Quiere decirse, en suma, que incluso con independencia de que la caja de Granada vaya bien, mal o regular, lo que no puede hacer Chaves es colocar a cargos orgánicos del PSOE al frente de las cajas andaluzas y, además, citarlo como ejemplo de profesionalización. Hasta ahí, no.

Le sucede lo mismo que con el Estatuto. Por narices, pese a las encuestas, el presidente sostiene que los andaluces sí ven a Andalucía como ‘realidad nacional’. Y eso que, curiosamente, mientras asciende como una cometa esa idea de la nación andaluza, quedan graves dudas del andalucismo de Chaves. Fíjense en esta pregunta: «¿Qué es mejor, ser presidente de Andalucía o alcalde de Marbella?» Y Chaves contesta: «Depende de cómo se mire. Desde el punto de vista pecuniario, evidentemente, alcalde de Marbella». Uff.

En fin, que pueden ser muchas las contradicciones, pero la verdad es que Chaves se muestra como un tipo que está que se sale. Ya se lo dicen en una de esas entrevistas: «Chaves se ha convertido en el ‘pata negra’ del nuevo orden. De hombre de Estado a hombre del Estado de las Autonomías». Contradicciones y adulación. Parecen los ingredientes para la prepotencia y los excesos del poder. Y ese es un peldaño del que ya no se suele bajar. También lo dijo Quevedo: «La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió». Por eso, habrá más.

(Foto cedida por el Blog Canalsu http://agora.ya.com/canalsu/)

12 junio 2006

Chaves (I)


Desolación. Después de haber coleccionado las últimas cuatro o cinco entrevistas del presidente Chaves, se llega a la conclusión de que son más útiles para conocer la psicología del personaje que para desentrañar su proyecto político. Quizá porque, como admite el propio presidente, el PSOE lo lleva «a toque de corneta». Y ya me dirán qué puede esperarse de un tipo acostumbrado a obedecer órdenes. «Soy hijo de militar y es el PSOE quien me lleva a mí a toque de corneta». Pues nada, eso, que es verdad. Un, dos, un, dos. Esperen obediencia, pero no originalidad. Disciplina, pero no rebelión en beneficio de ideas propias.

De hecho, hasta asegura que sólo ha conspirado para arreglarle algún desaguisado al partido. Y añade: «He conspirado, pero en el mejor sentido de la palabra». Conspirar, vamos a ver, sólo tiene un sentido. Pero se entiende lo que quiere decir el presidente: era por el partido. Por esa razón, estos cambios bruscos de legislaturas, unas aferrado a la confrontación y otras, como la actual, plácidamente instalado en la conformación. Confrontación, conformación. Toque de corneta. Un, dos, un, dos.

Conste que no es nuevo: Chaves siempre ha sido así de obediente con su partido. Estos días, por ejemplo, él mismo se está poniendo como ejemplo de disciplina ciega. Como quiere que Paulino Plata sea el candidato del PSOE en Marbella, y el consejero de Turismo no parece que esté muy de acuerdo con la idea, el presidente le recuerda en todas las entrevistas que él también fue en su día un «candidato a palos». Era ministro de Trabajo y Felipe le pidió que bajara a la Junta. ‘Manolo, tienes que irte’. Y Chaves, que no quería, lo aceptó. Un, dos, un, dos. «Cuando uno tiene que tomar una decisión en política, que te cambia drásticamente la vida, es humano que se lo pueda pensar. A mí me pasó lo mismo, porque no son sólo cambios políticos sino que te afectan humanamente y a la familia».

En fin, que ahora, ya ven, hasta se alegra, porque todos los de su clan, aquella foto de la tortilla, se baten en retirada y él sigue felizmente instalado en la Junta. Tanto que ya nos ha anunciado que está «a disposición» de su partido para las elecciones de 2008. Esta parte de la psicología de Chaves siempre resulta la más apasionante porque dice que está «a disposición» del PSOE como si fuera un enorme sacrificio. Una obligación. Y eso no se entiende, o sea. Chaves, que en su día fue renovador, debe saberlo.

Es como esa otra cosa que repite en muchas entrevistas: «La política siempre ha sido mi pasión, aparte de mi vocación como docente». ¿Aparte? Y tan aparte, como que su sueño es jubilarse como presidente de la Junta, más de treinta años de cargo público, y no se tiene recuerdo de cuándo cogió la última vez una tiza.

09 junio 2006

Vacío

Se han agotado las palabras y acaso los sentimientos. Porque no provoca ya en nosotros ninguna convulsión social ni política la muerte de inmigrantes, como ese joven senegalés que se prendió fuego en Málaga. Y luego se tiró a un contenedor. Cuánto simbolismo hay en esa muerte, qué insulto más cruel, qué bofetada. Cogió su vida de negro y la arrojó a un contenedor de basura. De nuestra basura.

“El vecino que nunca existió”, se titulaba el doloroso reportaje que se publicaba el otro día en estas páginas. Por que en aquel piso de la calle Las Biznagas, en Mijas, viven tantos negros, y son todos tan iguales, que nadie del barrio es capaz de recordar ahora quién de ellos fue el que se prendió fuego y se tiró a la basura. Oigan la voz en off de esta realidad, detallen cada una de las sílabas de esta barbaridad que nos hemos acostumbrado a digerir sin mover un músculo. “A pesar de tener nombre y apellidos, sus propios vecinos desconocían la identidad de aquel muchacho de color que en la mañana del domingo, y sin motivos aparentes, se quemó vivo. Aquel barrio, como tantos otros de la costa del sol, está plagado de nativos del África subsahariana. Conviven silenciosamente con sus vecinos. Con total civismo. Aunque sin nombre y sin rostro”. Repasen ese párrafo. Por favor. Y reparen en la atrocidad inconsciente de ese relato. “Barrios plagados de nativos”. Plagas.

Pero es verdad, porque llegan en oleadas, como plagas; los tratan como plagas en bodegas inmundas de barcos robados; y quizá nosotros también los miramos como plagas. Como esa empresa de Estados Unidos que ha propuesto que a los inmigrantes se les introduzca un chip en la piel para tenerlos siempre identificados. Y que piten en las entradas, como la mercancía robada. Y un vigilante con porra se arrojará sobre ellos.

Quizá por eso, aquellos senegaleses de Málaga han elegido el anonimato. Vivir sin nombre y sin rostro, pero pacíficamente y en silencio. Que no se note la presencia. Como un negro en la noche negra, del que sólo vemos sus ojos grandes, blancos y tristes.

“Un cadáver sin dueño/ transita por los años/ hacia el país tranquilo/ de la tierra de nadie”, escribió Gil de Biedma. Esta semana se han muerto en Andalucía dos inmigrantes más. El uno se quemó a lo bonzo en Málaga. El otro murió ahogado en el mar, cuando intentaba alcanzar la orilla y se arrojó al agua desde la patera. El primero se arrojó a la basura, el segundo se tiró al Mediterráneo, que es como un inmenso contenedor al que van a parar las ilusiones, las esperanzas, la vida.

Siguen muriendo inmigrantes. Ya no tiene interés siquiera hablar de nuevo del cinismo insoportable del Gobierno y del absurdo de la oposición. Porque se han agotado las palabras y acaso los sentimientos. Se han ido y nos han dejado solos. Este vacío. Este horror.

08 junio 2006

Apostatar


A la espera de que alguien proponga en Andalucía, siguiendo la estela de Maragall, que los doscientos cuarenta y seis artículos, más la decena de disposiciones adicionales del nuevo Estatuto andaluz se enseñe en los colegios y en las universidades, los defensores de ese tocho han encontrado un nuevo argumento ideológico: La Iglesia se ha opuesto al nuevo Estatuto. O sea, salvados.

Ya no hay que explicar nada más porque la ecuación está ya resuelta. Si la Iglesia se opone, el nuevo Estatuto andaluz es progresista. Y no se hable más, que nada como la caricatura de un obispo para convertir un churro, un abuso o cualquier cosa en una medida de izquierdas.
Sin llegar a la zafiedad del líder de Izquierda Unida que ayer llamó a los obispos «hooligans del lado oscuro», un diputado del PSOE escribía hace unos días un artículo de prensa en el que se plasmaba la insufrible demagogia de estas campañas políticas que se apoyan en caricaturas y en consignas. Tras el bla, bla, bla de rigor, concluía el hombre que cómo era posible que los obispos consideren inmoral un Estatuto ‘para que Andalucía profundice en su autogobierno’ y no vean inmoral ‘la presencia de la Iglesia en una caja de ahorros’.

El diputado en cuestión es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Sevilla, pero ya ven que ello no es óbice para la bobería. Porque, qué tendrá que ver. Ni con la historia de las cajas de ahorro ni con la propia historia del PSOE de Andalucía, que, por etapas, no sólo ha tenido un trato preferente con esa caja de la Iglesia, sino que hasta colmó de honores al cura/presidente que después acabó repudiando.

En cualquier caso, no es ésa la preocupación sino la constatación diaria de que oponerse al Estatuto, aquí y en Cataluña, se puede convertir en una actividad de alto riesgo. Y quien no sea tachado de fascista, le dirán carcamal antiandaluz, cacique y hasta que se parece a Lauren Postigo. Los obispos tendrán razón o no, pero lo que insulta la inteligencia no son las estrechuras de su moral sino este recurso permanente a la Iglesia y al franquismo para cubrir el vacío ideológico. Qué pesadez.

En fin, que esto es lo que hay. Que ya Izquierda Unida ha registrado en el Congreso una proposición no de Ley «para apostatar de la Iglesia Católica de forma rápida». Y Francisco Garrido, diputado verde en las listas del PSOE sevillano, ya se ha apresurado a ratificar el interés de la iniciativa, porque «cada día son más los ciudadanos y ciudadanas que se quejan de las enormes dificultades, y en ocasiones de la imposibilidad, de obtener la apostasía». Después de la integración social de los simios, este otro gran asunto de preocupación ciudadana, sobre todo en Sevilla, aprovechando que el personal debe haber terminado hasta el gorro de las comuniones.

Bien pensado, no obstante, habría que sugerir que ese mismo formulario para apostar de la Iglesia se realizara en versión política. ¿Se imaginan, poder apostatar de este personal?

07 junio 2006

Golazos



Febrero de 1997. Celebración de 34º Congreso del PSOE. Aprobación de las elecciones primarias. «De nosotros se espera un comportamiento transparente y austero, porque son los componentes de nuestro ideario, nuestras señas como partido».

Junio de 1997. Chaves anuncia que el próximo candidato a la presidencia de la Junta se elegirá con primarias. Luis Pizarro resaltó la «valentía» de Manuel Chaves: «Ha metido un golazo por la escuadra a quienes se les llena la boca pidiendo propuestas innovadoras».

Enero de 1998. Manuel Chaves: «Las primarias son innegociables. El debate se podrá centrar en procedimientos, criterios, métodos o lo que sea, pero no en el fondo. Ahí no hay debate. Y cuando lleguen las elecciones autonómicas, las primarias se celebrarán, y yo estaré dispuesto y disponible para esas primarias».

Marzo de 1998. «Los que somos ‘aparato’ del partido hemos asumido las primarias con absoluta naturalidad porque conocíamos de antemano que era una reivindicación de la mayoría. Y quien se oponga, estará fuera de la realidad». (Luis Pizarro).

Marzo de 1998. «Muchos militantes tenían el carné del partido como el que tiene el de la biblioteca del pueblo» (portavoz del PSOE federal).

Abril de 1998. «El PSOE enarbola la bandera de una nueva forma de hacer política. Pro primera vez en bastante tiempo se habla bien del PSOE. Era una ocasión para oxigenar la democracia que se valora positivamente por militantes y ciudadanos». (José Borrell)

Abril de 1998. Almunia pide que se obligue «por ley» a todos los partidos a elegir a sus candidatos en primarias, como hace el PSOE, porque «los ciudadanos lo acabarán exigiendo».

Junio de 1998. «El PP opta por el dedazo, que es un instrumento sin riesgos para la dirección del partido, pero ése ya no es nuestro modelo al haber apostado por la renovación y la participación». (Alfonso Perales).

Noviembre de 1998. Chaves propone ir «más allá» y ha planteado la incorporación de simpatizantes en las primarias. A su juicio, las elecciones primarias constituyen un proceso «irreversible», en el que «ni es posible ni es bueno dar marcha atrás».

Julio de 2000. El recién elegido secretario general del PSOE, Rodríguez Zapatero, se comprometió a consolidar las primarias, a establecer la limitación de mandatos y a potenciar las listas abiertas. «Daré ejemplo en primera persona», afirmó tajante. Y abogó por abrir una nueva etapa en el partido; su apuesta es dar «un baño de modernidad» a la organización interna del PSOE.

Mayo 2002. El PSOE decide limitar las primarias. Según el reglamento aprobado, en municipios de más de 50.000 habitantes, los militantes que aspiren a primarias deben reunir las firmas del 20% de toda la agrupación local, y el 40% si se trata de una localidad donde el PSOE gobierna.

Junio 2006. «La ejecutiva regional ha propuesto que la elección de todos los candidatos municipales se realice mediante listas cerradas y bloqueadas apelando a las excepciones que establece el reglamento interno para rechazar la convocatoria de primarias por razones de estrategia e interés general de la organización». (Luis Pizarro. El del golazo)

06 junio 2006

Armiño


Le decían el armiño. El apodo se lo pusieron, en cualquier noche de tabernas y callejones, antes de que llegara a Marbella para convertirse en uno de los magnates indiscutibles del lugar. Le decían el armiño. Pero no porque se pareciera a ese animalito de resonancias aristocráticas que vemos en los cuadros en brazos de las damas medievales, como un peluche. El armiño, inocente con su pelaje de nieve. No le pusieron el mote por su virginidad ni por su inocencia.

Venía de un pasado turbulento y lo poco que se pudo saber de él, por algunos recortes de periódicos empapados en whisky, es que lo conocían como ‘el armiño’ por una peculiaridad de este animal: antes de devorar a sus víctimas, se queda mirándolas fijamente hasta casi hipnotizarlas. El armiño, estampa medieval, con el secreto en los ojos pequeños y negros, como gotas de cianuro servidas a un amante en una copa dorada.

En Marbella, su estancia con el gilismo fue apacible y fructífera, grandes fiestas y prestigio social. Ahora dicen que aquel tipo hace tiempo que se encuentra fuera de la ciudad, aquejado por alguna dolencia. Está, dicen, el algún hospital de fuera de España. Como otros empresarios del gilismo, ni tantos como dicen ni tan pocos como cuentan, pero que también se largaron de vacaciones cuando lo de la ‘operación malaya’ y uno se los imagina tumbados en la arena del Caribe, pendientes del móvil.

Nunca habíamos pensado cómo sería la transición de la Marbella corrupta y descarada del gilismo, pero debe ser así, en hamacas pintadas de verde, entre cocoteros del Caribe, a salvo de la Justicia. O en lujosas residencias de ancianos, en alguna playa europea que recuerde con la rutina de las olas el paraíso perdido.

Dicen que el armiño se ha ido de Marbella y su lugar, como un nido abandonado, comienzan a ocuparlo los discursos políticos. Llegan y no reparan que fueron los peores vicios de la política los que trajeron el gilismo a esta ciudad; que fue la corrupción sin eficacia la que llenó las urnas de votos en favor de la corrupción populista de Gil. Porque el personal, como en estas elecciones de ahora en Perú, daba por sentado que quien fuera alcalde, iba a robar. «Lo que esperamos es que roben lo menos posible», decía ayer una peruana, tras votar a Alan García.

En Marbella, vamos a ver, hace falta una democracia de puertas abiertas, de aire limpio, de tiempo nuevo. ¿Qué imagen, qué ejemplo le está ofreciendo el PSOE a la ciudadanía? ¿A qué vienen los abrazos del presidente de la gestora, en vez de ofrecer neutralidad? ¿Qué es eso de que el consejero-candidato anuncie planes de inversión? ¿Qué es eso de admitir, sin más, que va ‘a palos’, como Chaves en su día? ¿Cómo que si «aquí nadie dimite, tampoco yo»?

Aquellos tipos leerán los periódicos con los pies haciendo agujeros en la arena. Y en las siestas de sol, acaso sueñen con el final de esta hibernación. Como un armiño.

05 junio 2006

Pinzas

En las democracias asentadas de los países desarrollados, las ideologías son fronteras de un horizonte lejano, que se aleja y difumina. Por eso, muchas veces, el principal factor de confluencia entre dos fuerzas políticas no son las ideologías sino la estrategia de partido. Existen diferencias, claro, pero las distancias son tan cortas como superfluas. Ya lo dice Zapatero, que su éxito radica en que practica una política ambidiestra, de derechas en lo económico y de izquierdas en los guiños sociales.

Desde Carlos Marx, vamos a ver, la izquierda ha sustentado todo su discurso político, con más o menos fervor según las etapas históricas, los países y las izquierdas, en el cambio del sistema económico. Está bien que, con la globalización del mercado y el triunfo del capitalismo, la izquierda moderna, la socialdemocracia, no aspire a instaurar un modelo alternativo a la economía de mercado. Pero siempre, aunque sólo fuera por apariencia, la política económica se ha mantenido como la piedra angular del discurso de la izquierda. Ahí radica la novedad Zapatero, su innovación ideológica; que admite abiertamente, no sólo que su política económica es de derechas, sino que es una de las claves esenciales de su éxito.


Todo esto tiene su gracia cuando, al mismo tiempo, se aprueban reformas que los sindicatos celebran decididos por sus supuestos contenidos de izquierda, como acaba de hacer UGT con el estatuto andaluz. O sea, un completo galimatías que sólo produce una cascada de argumentos hueros, tales como que el paro desciende en España «por la influencia psicológica positiva» de estas reformas. ¿Alguien da más?

Queda claro, por tanto, que la verdadera habilidad del PSOE radica en mantener la apariencia de izquierda con políticas de derecha. Para lograrlo es esencial, además del aplauso de la clac progre y del poderoso entramado de medios de comunicación, un personal entregado y una sólida organización en la que no hacen mella las contradicciones. Es más, si se fijan, comprobarán que se llega a la paradoja de que los partidos que aparecen como fuerzas políticas dubitativas son aquellos que tienen menos contradicciones ideológicas. Vamos, que, de hecho, la realidad es que Izquierda Unida y el Partido Popular están unidos en España, y sobre todo en Andalucía, por un rasgo común, una pinza que los atenaza: sus complejos frente al PSOE.

En IU, la cercanía o la lejanía del PSOE tiene ya consideración de ‘debate eterno’, y en el PP se detecta desde hace tiempo un enquistamiento similar. ¿Cuándo hace bien el PP, cuando ataca con dureza al PSOE o cuando templa el discurso? ¿Cómo recupera a los electores de centro, mostrándose implacable o conciliador? Y todos los días se escriben artículos y se oyen voces en ambos sentidos. Tanto que a Rajoy, de un tiempo a esta parte, ha comenzado a ponérsele cara de Almunia. A Zapatero, en las mismas, le decían Bambi.

03 junio 2006

Petición

La plataforma granadina «Hasta aquí hemos llegado» (qué nombre, qué hallazgo, que gran precedente; aquí un admirador) acaba de ganarle a la Junta de Andalucía un pulso judicial que nos devuelve a todos a lo más elemental de una democracia, la prevalencia del interés ciudadano en este magma político. O lo que es lo mismo, la desdibujada función de servicio público a la que se debe la clase política.

El ‘descubrimiento’ de esta plataforma es un artículo de la Constitución, el artículo 29, que incluye entre los derechos fundamentales de los españoles la posibilidad de dirigirse a una administración para plantearle una queja o una solicitud y que ésta le responda. Imagínense: Preguntarle a un presidente y que responda... Uff. Lo dicho, que cumplir la Constitución es la revolución pendiente en España.

En fin, que los vecinos, desolados como están por tanto desdén político con los botellones de insomnio y vomitona, se dirigieron a Chaves invocando aquel derecho, el Derecho de Petición. El presidente de la Junta sólo tenía que contestarles. Hubiera bastado una nota de cuatro líneas. Pero ni eso. Será que no se disponía, en tres meses, de asesores suficientes en Presidencia para contestarle a quienes tienen la mala costumbre de no conciliar el sueño cuando le colocan un timbal debajo de su balcón.

El presidente, además, ni siquiera tenía que darles la razón ni comprometerse a nada. Sólo contestar. Y aclararles cómo es posible que los miembros de su Gobierno no sepan qué son derechos fundamentales y qué no. Esas cosas que se dicen, tan a menudo, de que hay que conciliar «el derecho al descanso de los vecinos y el derecho al ocio de los jóvenes». Y no son la misma cosa, vamos a ver. Que no existe ningún tribunal que haya reconocido como derecho una botellona en la vía pública, como se pretende.

En esa colisión inventada de derechos sólo existe jurisprudencia en favor de un único derecho fundamental, el derecho al descanso. Existen reiteradas sentencias del Tribunal Supremo al respecto, pero bastaría con citar otra sentencia del propio Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, de hace ya cinco años, en la que establecía, en favor de unos vecinos afectados por la movida, «que los derechos de los jóvenes a expresarse y reunirse encuentran sus límites en los derechos de los demás ciudadanos a la libre circulación, al descanso y a la propia vida». Chaves no estaba obligado a entrar en tanta jurisprudencia. Ni a marearse la cabeza. Sólo le pedían que contestara una carta. Y va a tener que hacerlo obligado por los tribunales de Justicia.

Hace treinta o cuarenta años, en las casas y en las escuelas se enseñaba como norma elemental de Urbanidad (aquella asignatura, ay) que contestar y atender a quien se dirige a nosotros correctamente era una de las reglas básicas de la buena educación. Al presidente Chaves, ya ven, es como si el tribunal lo hubiera mandado a repetir aquellos Parvulitos.

02 junio 2006

Excelso

Ayer recibí una mala noticia: Con toda probabilidad, el Congreso de los Diputados no modificará el preámbulo del Estatuto de Andalucía, y eso que ni siquiera conocemos quién ha sido el cursi que lo ha perpetrado, porque ese texto no da para considerarlo escritura. Ni jurídica ni literaria ni histórica. Bodrio perpetrado.

El caso es que lo único que se sabe con certeza es que el preámbulo provoca risas y carcajadas en todas las sobremesas, incluidas las socialistas, y que su autoría ha correspondido en exclusiva al PSOE, con lo que cobra interés de gran primicia la identidad del cursi intercultural y pomposo.
El último en desmarcarse de esa cosa imposible, churro inefable, ha sido, ya ven, Felipe González, y esto debe ser como si el maestro jubilado le regañara a su alumno más tesonero, al que nunca despuntó en clase pero que tuvo la astucia de sacarse la plaza de funcionario de por vida. Más allá, el desmarque de Felipe González carece de valor político. Se desmarca González igual que Alfonso Guerra, Rodríguez Ibarra o Leguina. Es decir, todos los que piensan votarlo a favor.

Como hicieron con el catalán, con lo que siempre queda la duda de si, en realidad, este personal no trata de enredarnos en la vieja estrategia de jugar a todos los palos.
Quiere decirse, en suma, que si, de verdad, existiera en el PSOE una corriente interna en contra de este desastre de reformas de dorados imperiales, ninguna saldría adelante. Sería así salvo que el PSOE haya entrado en una fase de encefalograma plano como organización política.

Que sí, que los recelos de Felipe González al nuevo Estatuto andaluz, a esa retahíla patética y mentirosa del preámbulo, no tienen ningún interés más allá de observar a Chaves en la soledad de su nueva obra. Tendría que existir aquí una compañía como Els Joglars que le hicieran su ‘Ubú, presidente’, y reprodujeran el nivel de excelso al que ha llegado ya esta autonomía y su presidente. Els Joglars, cuando aquella obra, identificaba al president Pujol con el «excelso: Honorable personaje que ya no pisa el suelo; lo sobrevuela». Chaves con este Estatuto roza lo excelso también.

¿Quién, que no buscara lo excelso, iba a afirmar en un Estatuto que «en Andalucía se ha configurado como hecho diferencial un sistema urbano medido en clave humana»? Oiga, y si éste es un hecho diferencial, si ésa es la diferencia con lo que existe fuera de estas ocho provincias, ¿cómo se han configurado las demás ciudades del mundo? ¿En clave canina? ¿Quién, que no buscara lo excelso, iba a aprobar un Estatuto que hablara del «patrimonio tangible e intangible, dinámico y cambiante, popular y culto, único entre las culturas del mundo»?

Volvamos a lo esencial. Los textos legales, con el paso de los años, pueden y deber ser sometidos a reformas. Haber pasado de ese objetivo a este ridículo sólo se explica por lo excelso. Que es como no pisar el suelo. Que es sobrevolar la realidad.

01 junio 2006

DIARIO DE LA TREGUA. Punto de Inflexión

Hace dos meses que la banda terrorista ETA declaró una tregua permanente. En este breve espacio de tiempo, la mayoría de los españoles se han situado inteligentemente al margen de estrategias partidarias y han expresado en diversas encuestas que le reconocían al Gobierno de Rodríguez Zapatero el derecho a negociar con la banda terrorista el abandono de las armas, siempre que no se pagara un precio político por ello. Y junto al reconocimiento de ese derecho del Gobierno a negociar, se añadía la desconfianza del personal hacia la banda asesina, que otras muchas veces ha engañado a los gobiernos con treguas que no han quedado en nada o que, en algunos casos, como en 1998, se intentó utilizar para rearmarse y cobrar fuerza. Es decir, que una sociedad como la española puede asumir la legitimidad de un proceso de negociación como éste a pesar incluso de la desconfianza que le producen los terroristas.

Pero, si esto ocurre, es porque esa misma sociedad confía en que sus representantes políticos, el Gobierno de la nación con su presidente al frente, no van a vulnerar las leyes ni va a cometer la indignidad de comerciar con la memoria de las víctimas a través del olvido y la postergación. Se puede respaldar un proceso de negociación con una banda terrorista aún desconfiando de la banda terrorista, pero de ninguna forma se puede apoyar ese proceso si se desconfía también del Gobierno y de sus representantes legales.

Ese es el punto de inflexión, la relevancia política y social, que tienen las palabras pronunciadas en el Congreso por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Cuando el presidente ha afirmado en el Debate sobre el Estado de la nación que su partido, el PSOE, que es el partido del Gobierno, se va a sentar a negociar con Batasuna, formación ilegalizada por formar parte de la estructura de ETA, no sólo ha vulnerado sus promesas, sino que ha provocado que una buena parte de la sociedad le retire la confianza para seguir negociando con la banda terrorista. El punto de inflexión es ése, que ya no se considere a Zapatero un interlocutor válido para negociar con ETA en nombre de los españoles. Existen muchas razones, pero en una sociedad democrática bastaría una sola: Ha mentido. En estos dos meses, Zapatero, el Gobierno y todos los dirigentes del PSOE han reiterado, para tranquilizar a la sociedad española, que jamás se sentarían a negociar con ETA o con Batasuna mientras no hubiese una renuncia expresa a la violencia. “Primero la paz y después la política”, se ha hartado de repetir Zapatero. Ayer, en el Congreso, dijo lo contrario. “La paz y la política no van juntas”, ambos procesos pueden establecerse en paralelo. Zapatero, si no da marcha atrás, ha mentido. Es ahora la sociedad española la que debe decidir la gravedad de esta acción. Si la mentira lo invalida para seguir negociando con ETA o si, por el contrario, no pasa nada. Y los ciudadanos, a pesar de lo que se pueda pensar, sí tienen muchas formas de expresar su rechazo.

¿Guardarán silencio los ciudadanos en la calle, sin acudir a manifestaciones? ¿Guardarán silencio los guardias civiles y los policías, a través de las asociaciones sindicales y profesionales que los representan? ¿Guardarán silencio jueces y fiscales, sin que ninguna de sus asociaciones, que sobre tantos asuntos se pronuncian casi a diario, diga nada sobre la negociación con un partido ilegal? ¿Guadarán silencio los militantes y dirigentes del Partido Socialista que consideran una atrocidad que el Gobierno se haya plegado a las exigencias de ETA?
En definitiva, ¿guardará silencio usted?