El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

30 abril 2012

Volver a empezar


¿Vos me entendés? Cuando te enfrentás a un quilombo fenomenal, tené claro que son siempre producto de una degeneración anterior, un problema grave que no detectás y que se remonta a veces a decenas de años atrás. Nada en esta vida, querido, se produce por generación espontánea; cada acontecimiento que vivimos, este presente sobresaltado que nos ha tocado vivir, se corresponde exactamente con una secuencia del pasado. Sólo tenés que pensar en el tiempo de una forma distinta, olvidate del transcurrir armonioso de la vida. Vivimos tan atropellados con el presente, que es como si caminás mirando tus propios pies. ¿Cuántas veces tropezarías? La reputa, sí, la reputa porque nadie puede llegar lejos si no mirá al frente… Pues eso mismo es lo que intento decir: dejá de analizar el día a día que nada es fruto del momento. Remontate, al menos, a tres generaciones atrás.

Tenés que partir de una primera generación que sufrió cada maldito día de su existencia; nacieron en una adversidad absoluta, con trabajos de mierda y sueldos de mierda. Pero salieron para adelante y le levantaron el piso a la generación que venía después. Muchos gurises de aquella generación se licenciaron en la universidad y se hicieron grandes profesionales, y otros continuaron con el laburo de sus papás, un localcito, el taller de venta de gomas de autos o un almacén que heredaron y lo convirtieron en sólidos negocios. Los hijos de éstos ya se encontraron la vida resuelta pero, como aún permanecía en la familia el espíritu de trabajo, el negocio familiar y la proyección profesional se mantuvieron. El problema se plantea con los nietos, mimados, acomodados y desmotivados. La generación opuesta a la de sus abuelos o bisabuelos, aunque no los culpo a ellos porque no son más que el último reflejo de una sociedad y unos gobiernos que han ido complaciendo la desmotivación de esa sociedad que vive por encima de sus posibilidades a base de ayudas, subvenciones y subsidios…

¿La sociedad argentina? Pero qué decís, pelotudo, que yo no hablo de Cristina Kirchner ni de los nietos del peronismo. Que no, que no, que yo no te hablaba de la Argentina ni de esa tarada. No, mirá, la cosa en la Argentina está muy clara, yo creo que siempre ha sido así, al menos hasta donde me alcanza la vista y los conocimientos. Por eso, muchos argentinos te dicen, con sarcasmo, que a lo mejor la solución es probar a que nos gobiernen las putas, porque hasta ahora con los hijos nos ha ido muy mal. Claro, claro… Y lo del Repsol, pues nada, es una malvinada más. No tenés que preocuparte, antes o después nos enteramos de los motivos reales de la expropiación. Pero, miráme, que yo no te hablaba de la Argentina, sino de España y de esta región tuya tan linda, Andalucía. Porque llevo quince años aquí y, desde que llegué, estoy sintiendo el vértigo de que acá pueda pasar lo mismo que allá. Ustedes están a tiempo, pero si no lo remedian, del corralito no los salva nadie. Oíme lo que te digo porque yo todo esto ya lo viví. Y sé que puede pasar. Te levantás un día y todo se fue al carajo. El dinero del banco, el valor de tu casa, el precio de tu auto… Tu vida se va al carajo. ¿Sabés lo que decía Julito Cortázar? Pues que «nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo». Mirá a tu alrededor: ¿Creés que hay alguien dispuesto al sacrificio de volver a empezar?

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