El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

24 noviembre 2006

Fusiles




Con la literatura que florece en cada acto, en cada jornada, en cada cumbre que se convoca sobre la Alianza de Civilizaciones está comenzando a ocurrir como con la metáfora de la rosa, que destripó cruelmente Voltaire. “El primero que comparó a la mujer con una flor, fue un poeta; el segundo, un imbécil”. En esto de la Alianza de Civilizaciones, lo mismo. El primero que proclamó que había que cambiar los fusiles por besos, era un soñador; el segundo, un idiota. Hay que vivir con sueños, desde luego. Y tan claro está que tenemos la obligación de luchar y sacrificarnos por esos ideales de paz, de justicia y de libertad. La cuestión es cómo.

¿A qué viene, por ejemplo, qué aporta que Federico Mayor Zaragoza, diga en Algeciras, que la importancia de la Alianza de Civilizaciones es que “sustituye la espada por la palabra y el fusil por la conversación”? Mayor Zaragoza se ha convertido en un perejil para todas las salsas, y lo mismo vale para justificar el traslado del archivo de Salamanca que para copresidir, como ahora, el grupo de alto nivel para la Alianza de Civilizaciones. (Antonio Nadal, por cierto, que hoy presenta en Málaga su último libro, ‘Licencia Absoluta’, puede aportar mucho sobre la capacidad de mimetismo de este buen hombre).

En fin, que fíjense hasta dónde llega lo intrincado de este planteamiento absurdo que Mayor Zaragoza, acompañado del presidente Chaves y de dirigentes sindicales, acabó diciendo que si alguien critica que estas propuestas de la Alianza de Civilizaciones no son realistas, “no lo son porque ningún realista quiere cambiar la realidad porque la acepta”. Alambique lleno de aire y humo.

Lo único preocupante, en fin, de estas bobadas, tan bien dotadas siempre de dinero público, es que nos conducen a una doble desolación; junto a la desazón de la amenaza fundamentalista islámica, el desnorte de los países desarrollados. Si no vemos que el riesgo consiste en la involución, qué podemos esperar del resultado. Seguimos preguntándonos, como Popper en su día, en qué cree Occidente porque lo que consigue este juego de trivialidad, este pacifismo de coche oficial, es confundir y desorientar.

Pero la respuesta está clara: “Creemos en la libertad porque creemos en nuestros congéneres. Y nuestro orden social es el mejor del que tenemos conocimiento histórico, porque es uno de los dispuestos más favorablemente a mejorar”. Lo dijo Popper y, cinco siglos antes, el Quijote. “La libertad, Sancho”. Mario Vargas Llosa destacaba esta defensa encendida de la libertad que hacía Miguel de Cervantes en el Quijote y la comparaba “con lo que varios siglos más tarde Isaías Berlin definiría como ‘libertad negativa’, la de estar libre de interferencias y coacciones para pensar, expresarse y actuar”.

En esas jornadas de Algeciras, el presidente Chaves le dijo a los dirigentes de UGT que los sindicatos que “tienen mucho que aportar” en la Alianza de Civilizaciones. Voltaire, qué razón tenías.

6 Comments:

At 25 noviembre, 2006 12:55, Anonymous Anónimo said...

Querido Caraballo: entre "la mala conciencia" que tiene la izquierda, la europea y la española, y el erial de su actual teoría política, los mayores zaragozas también hacen su peculiar negociete. Estos pijos de izquierda predican la tolerancia, la solidaridad, la primacía de lo público, la no violencia...mientras se forran dando conferencias y publicando libros bajo el amparo de PRISA. Mientras, sus hermanos de partido y de empresa montan despachos de influencias para sacar adelante proyectos urbanísticos a lo solana y montaner,y los primos dominan la administración colocando a toda la familia y montando empresas ad hoc porque el "espíritu emprendedor" es esencial para la nueva izquierda. ¿Fusiles, dices?. Negocio, burguesía socialista, peor que las peores burguesía.

 
At 25 noviembre, 2006 13:36, Blogger Lopera_in_the_nest said...

¿Sabes lo q1ue más me cabrea "usuario anónimo"?. Que tal y como contaba el otro día en su imprescindible columna de El Mundo de Andalucía el Profesor Cuyami, que no son tontos: Llevan a sus hijos a colegios privados católicos porque son conscientes de que se han cargado la enseñanza pública.

 
At 25 noviembre, 2006 16:04, Anonymous Anónimo said...

¿Qué será de la Alianza de Civilizaciones -con premio- sin la aportación de UGT y CCOO? ¿Y sin el discurso de Chaves? ¿Qué sería del mundo sin el bueno de Manolo?

 
At 25 noviembre, 2006 21:58, Blogger canalsu said...

Los que queremos la paz no sabemos cómo explicarlo y no nos explicamos cómo estos bienpagaos que siempre se juegan la quiniela al 1X2 quieren convencernos, después de siglos de sangre y billones de páginas de razón, que todo es tan sencillo como ceder.

 
At 26 noviembre, 2006 10:34, Anonymous Anónimo said...

Es que los juegos florales y los pregones de semana santa han hecho mucho daño a este país. En España, si le das un micrófono a alguien mayor de cuarenta, o florece o espiritualiza. O las dos cosas.

 
At 26 noviembre, 2006 22:00, Anonymous Anónimo said...

Vamos a ver. Creo que ha llegado la hora de replicarles alto y claro a todos estos apologetas del apaciguamiento –retribuido y sin retribuir- que la paz como concepto político es al algo propio de las tiranías. Así, el banderín de enganche de los bolcheviques fue la paz. Y yo no había nacido pero me cuentan que los veinticinco años de paz fue el lema agitado por los franquistas para, con la excusa de la paz, seguir conculcando la libertad.

La paz sin libertad no vale nada. Lo que estos quieren vendernos, lo mismo respecto al totalitarismo islamista que al abertzale en el País Vasco –y pronto en Navarra- es una apariencia de paz que se basa en aplastar la libertad.

Pero tampoco hay que extrañarse. En el fondo, lo mismo en el nacionalismo que en el integrismo islámico hay un componente de violencia, de represión de la libertad individual, que a estos huérfanos de Marx les priva, les fascina. Se les cayó el Muro, sí, pero aquí identifican el mismo resorte emocional –la nostalgia de la horda, la querencia totalitaria propia de quienes tienen miedo a la libertad- de sus quereres ideológicos y, en su infinito rencor nihilista a las sociedades abiertas y libres por haber vencido a su gran utopía, encuentran estos nuevos aliados (también lo son los antiglobalización, los ecologistas, la industria de la solidaridad y demás movimientos hiperconservadores y liberticidas) contra el enemigo común: el liberalismo, el capitalismo, el gran satán norteamericano, las democracias, los valores occidentales. Quieren rendirnos a los totalitarios porque, como siempre, siguen odiando la libertad.

Y estos, los progres, la izquierda instalada y los pobres cenutrios que caen presa de sus manipulaciones, no tienen arreglo. No quieren aprender. Pero espero y deseo que haya otra parte de la izquierda que sí.

 

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