El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

28 noviembre 2006

Teatro


El consejero de Presidencia, Gaspar Zarrías, ha dicho estos días que se enteró hace poco, cuando comenzó la operación malaya, de que existe una persona que se llama Juan Antonio Roca. Se enteró «cuando lo cogió la Policía y lo metió en la cárcel». Esto ha dicho Zarrías. Y por muy poca seriedad que tenga la política andaluza, por muy acostumbrados que estemos a este desparpajo oficial, por mucho que esta asfixia de régimen se regodee en la impunidad electoral, estas pedradas no se pueden digerir. Un engaño así se atraviesa en el esófago de cualquiera. No existen tragaderas capaces de engullir esas trolas. Porque es mentira.

De hecho, el problema principal que tiene la Junta de Andalucía en Marbella es que todo lo ocurrido es contundente, demoledor, incontestable. No hay explicación posible que pueda aliviar su responsabilidad política. No existe ese atajo que justifique tantos años de mirar para otro lado. Para desmentirlo, van repitiendo por ahí, ellos y sus asesores áulicos, que gracias a la Junta de Andalucía existen numerosas sentencias que ordenan la demolición de viviendas y que gracias a un gobierno socialista se ha puesto en marcha la operación malaya. Y tampoco estas medias verdades justifican nada. Veamos.


En primer lugar, el Gobierno andaluz comenzó a poner denuncias en los tribunales de Justicia cuando la degeneración política de Marbella era ya insostenible; cuando el saqueo de las arcas públicas era irrecuperable; cuando el desastre urbanístico era ya irreversible. Siempre surgían excusas para no hacer hada, pretextos del tipo de que no era de recibo que dos administraciones dirimieran sus diferencias en la vía penal, como recuerda ahora de forma insistente la ex diputada socialista Inmaculada Galvez, que ahora asiste perpleja a este desfile de caraduras.

Pero es que, además de no haber actuado judicialmente, la responsabilidad principal del Gobierno andaluz es la de haber permitido que Marbella haya estado inmersa durante la era Gil en una laguna legal en la que todo era posible. No hubo PGOU desde 1986 hasta el año 2000. Quince años de vacío legal en los que se construyeron miles de viviendas ilegales por las que, sin embargo, Hacienda y la propia Junta cobraron religiosamente sus impuestos.

Quince años sin Estado de Derecho. En ese tiempo, sólo cuatro locos denunciaban lo que allí ocurría. Sin ningún respaldo. Estaban acosados, perseguidos, amenazados. Nadie los oía. "Perdí la esperanza de que alguien me hiciera caso", repite ahora Jorge González, el asesor jurídico del Ayuntamiento de Marbella con cuya declaración se inició formalmente el ‘caso Malaya’. Y ahora, lo que le sorprende a González es comprobar que, entonces, no dijo nada que no hubiera repetido antes en decenas de ocasiones. "Lo que ocurría aquí lo sabía todo Marbella, pero nadie hizo nada”.

Nadie hizo nada. Y ahora llega Zarrías y dice que se enteró que Roca existía cuando lo detuvo la Policía. “Perdona que no te crea, lo tuyo es puro teatro. Falsedad bien ensayada”. Como La Lupe.

11 Comments:

At 28 noviembre, 2006 19:41, Blogger Lopera_in_the_nest said...

¿Pero no se han ido 500 "mamarrachos" a Guadajara (México)?.
¿Que hay que hacer para que nos demos cuenta los andaluces de en manos de quién está el Gobierno de la "realidad nacional"?.

Sigo con interés las discusiones de que si los del PP, sí o no. De que son muy malos, de que no hacen nada para ganarse nuestro voto, que se han acostumbrado a la "oposición" y viven muy bién. Pero, lo de esta gente,, ¿no es ya demasiado?. ¿cuando va ser demasiado?.

Javier, aunque triste e incluso deprimente, sigue siendo absolutamente imprescindible la lectura de los martes en El Mundo de Andalucía de las Crónicas del profesor Cuyami.

 
At 28 noviembre, 2006 20:13, Blogger GFO said...

Lo acojonante del show malayo,es que a pesar de que no menos de diez imputados,desde Tomás Olivo a Roca pasando por Avila Rojas,han declarado al juez Torres "que la Junta tenía conocimiento de todas y cada una de las recalificaciones y licencias",el juez no haya tomado declaración a ningún preboste juntero.
Más aún;ni siquiera se ha citado a Montaner,muñidor citado por varios imputados,y que en su condición de ex consejero,tenía(y tiene)acceso privilegiado al organigrama chavesiano.
A todo esto,el disléxico Manolito ni sabe,ni opina.El vulgo se entretiene viendo pasar folkloricas de visita al novio en el talego,y a tertulianas del higadillo esposadas ante el engendro catódico.
Decididademente, el pobre Montesquieu esta revolviendose en su tumba.

 
At 28 noviembre, 2006 20:22, Anonymous Anónimo said...

Lo de la Junta y Marbella se parece a lo de aquellos patanes que después de meter la pata en una reunión, lo quieren arreglar pagando una ronda y contando dos chistes.

Pero en este caso, ni los chistes tienen gracia, ni las copas las paga el patán de su bolsillo.

(Me gusta lo de patán. Prueben a colocarlo delante del nombre de algún político, como si fuera el Sr. Suena bien.)

 
At 28 noviembre, 2006 20:27, Anonymous Anónimo said...

Querido Caraballo:no debes olvidar que el socialismo pijo practica el liberalismo en el peor sentido del término. Deja hacer, así. Sin más. ¿Hay alguna decisión firme ante un problema o reforma estructural planteada por Chaves en los últimos 15 años? Ninguna. Y lo de Marbella clama al cielo. Pero lo que llama poderosamente la atención es la respuesta, a peor por supuesto. Y no me refiero a las mentiras de Zarrías o al cohete de las demoliciones.Me refiero a los cambios normativos que introducen más intervención en todos los ámbitos. Medio Ambiente ha dejado de ser la policía de Chaves, que ha pasado ahora a Urbanismo.No pienses que soy partidario y defiendo otro liberlismo salvaje que sin control pueda realizar cualquier actividad. Lo que mantengo es una cuestión más simple: me recuerda la Junta al mal profesor que castiga a toda la clase porque un energúmeno ha cometido alguna gamberrada.Pues aquí pagan todos porque son incapaces de actuar inteligentemente contra los sinvergúenzas. ¿O acaso forman parte de ellos?

 
At 28 noviembre, 2006 21:12, Blogger canalsu said...

"Donde está Zarías, no hay ilegalidad"

Declaraciones de Gaspar Zarrías en la rueda de prensa posterior a su comparencencia ante el comité ejecutivo nacional del PSOE por el caso del pucherazo a Borrell. Entró en el coche por los aparcamientos subterraneos para evitar las cámaras. Como Roca.

 
At 28 noviembre, 2006 22:54, Anonymous Anónimo said...

Los patanes suelen, entre otras feas costumbres, hablar de sí mismos en tercera persona.

 
At 29 noviembre, 2006 09:27, Anonymous Anónimo said...

Añado con vuestro permiso unas estrofas más de la magnifica cancion de la Lupe que se cita aquí porque hay otros párrafos que vienen bien al caso:

"Mintiendo, que bien te queda el papel/
después de todo parece/
que esa es tu forma de ser./
Perdona que no te crea/
lo tuyo es puro teatro./

 
At 29 noviembre, 2006 15:52, Anonymous Anónimo said...

El problema de Marbella no es que hayan estado quince años sin PGOU. El problema de Marbella es justamente que existan los pegous, los planes y los racataplanes urbanísticos. Los territoriales, los provinciales y la madre que los trajo a todos.

El problema de Marbella y, en general, del urbanismo en España es el omnímodo poder de los políticos sobre el suelo, al que artificialmente convierten en un bien escaso, así como el ingente baldón regulatorio que, para regocijo de grandes constructores y desgracia de los pequeños –de los que podrían venir desde abajo- y de los consumidores, yugula, grava y distorsiona el correcto funcionamiento del sector de la contrucción.

Con su absurdo empecinamiento dirigista del urbanismo, siempre adobado de tópicos chorraprogres y de mentiras buenistas, los políticos lo único que consiguen es crear escasez, encarecer el suelo y aumentar el costo de la legalidad, generando corrupción (esto de las recalificaciones no es más que el clásico ejemplo de mercado negro, que es la respuesta de la sociedad para comerciar con bienes restringidos por el estado, sorteando las prohibiciones del poder político), arbitrariedad, privilegios e ineficiencia.

¿Nunca se han preguntado por qué, a diferencia de lo que pasa en España, en aquellos países en los que los políticos no pintan casi nada en esto del suelo y el urbanismo –como los países anglosajones, Bélgica, Holanda, la propia Francia- ni los precios suben tanto, ni deja de haber un medio ambiente cuidado ni se conoce apenas esto de la corrupción urbanística? Pues eso. Dejen de tragarse las trolas de los políticos, de nuestros estatalizados profesores universitarios y demás fauna subvencionada y atrévanse a asomarse al mundo. Descubrirán cuán distinta es la realidad.

Y a mí que ningún partido me intente vender que los otros son los malos y que ellos van a ser buenos porque, en realidad, no existe ninguna razón para creer que un político vaya a actuar de forma distinta a como lo hacen el resto de los seres humanos en lo que se refiere a la clásica interacción entre incentivos, fines y costes. Depositar en las manos de un grupo reducido de personas la capacidad para decidir cuestiones de las que dependen grandes negocios ajenos siempre será una puerta abierta para que la corrupción campe a sus anchas. En consecuencia, la solución no pasa por sustituir a unos responsables por otros que hayan acreditado una mayor honradez, sino por eliminar de una vez el mecanismo que hace posible que los políticos acaben sucumbiendo a la tentación del enriquecimiento ilícito y de la financiación irregular de sus partidos. Y eso sólo se consigue despojándolos de su actual capacidad para influir artificialmente en el mercado.

Por supuesto que yo, ni aunque se pongan en cruz, me voy a creer que la corrupción urbanística sea cosa de un solo partido. Por el contrario, pienso que es una práctica perfectamente interiorizada en todas las siglas como una segunda naturaleza. No hay nada más que ver cómo en la confección de las listas electorales hay navajazos, no por la alcaldía, sino por la concejalía de urbanismo Y ello hasta en el municipio más diminuto de la provincia más pequeña.

Y si algún partido quiere demostrarme lo contrario, ale, a defender sin complejos la liberalización del suelo, como hizo el PP de Aznar durante su primera legislatura en el gobierno, que hay que ver que pronto se nos olvidaron las enseñanzas de José Barea, de Pedro Schwartz y de todo aquel que, a diferencia de la inefable Truquillo, sabe de lo que habla, en cuanto nos atufamos de moqueta, nos acostumbramos a la pasta de las mordidas y nos subimos al coche oficial.

Todo lo que no sea eso, todo lo que no sea ir al fondo de los asuntos, para mí, simple palabrería, olor a chamusquina que tira para atrás y muestra evidente de que lo único que quieren es hacerse ellos –en vez de los otros- con la bolsa de los caramelos. A otro perro con ese hueso.

Y, primer anónimo, el liberalismo nunca es salvaje. El liberalismo se basa precisamente en el principio de no coacción. En que nadie pueda arrebatarte aquello que ha llegado a ti sin mediar violencia, a través del comercio pacífico o la interacción voluntaria con tus semejantes. Es el estado el que, en cambio, y por definición, se asienta sobre la violencia, la coacción, la mentira, el robo y la extorsión. Y es por eso por lo que muchos liberales pensamos que, siempre que el poder político se salga de sus funciones legítimas (la salvaguarda de vida, libertad y bienes de los individuos, o sea, seguridad, justicia, defensa y poco más), además de estar provocando un montón de consecuencias indeseadas e impredecibles incluso para el propio planificador y que nos perjudican a todos pero sobre todo a los más pobres, estará cometiendo un acto contrario a la ética e incluso a la moral.

Se empieza admitiendo algo tan intrínsecamente miserable como que la propiedad de alguien valga no lo que los otros están dispuestos a pagar por ella sino lo que diga un político armado por la fuerza coactiva del estado, y se acaba –como no podía ser de otra forma- en un lodazal de corrupción.

 
At 29 noviembre, 2006 21:55, Anonymous Anónimo said...

Y ahora, ya verán. Preparen sus bolsillos porque aquí, entre el proyecto de Ley del Suelo que acaba de aprobar el PSOE en Madrid, el aumento de las trabas burocráticas, el código de la Truquillo, la propia existencia de ese absurdo y carísimo ministerio, el timo de las VPO, los fiscales anticorrupción urbanística amaestrados y la nueva vuelta de tuerca intervencionista de la Junta, lo mismo en el bodrio estatutario que fuera de él –con Arenas encantado, y diciendo que aquí el único problema que hay es que mandan Montaner y Zarrías y no ellos-, el precio de la vivienda no puede hacer otra cosa que seguir subiendo.

Y menosmal que los especuladores ayudan un poco a estabilizar los precios –sí, sí, pásmense, porque ese es la verdadero efecto económico de la tan denostada especulación: suavizar las subidas de precio, reducirlo cuando es relativamente caro y paliar un poco la escasez en los momentos en que disminuye la oferta-, que si no ...

Tipos como Solbes –que ese sí sabe de economía y tuvo buenos profesores- están al cabo de la calle de todo esto. Saben de más que la única solución es dejarse de recetas keynesianas y empezar de una vez a no meter palos en la rueda de la oferta. Pero son tan miserables que prefieren el sillón a arreglar los problemas. Al fin y al cabo, la Truquillo o los de aquí (anda que dar nuevos incentivos fiscales a la compra de vivienda: menuda barbaridad) son unos paletos ignaros que no tienen ni idea. Pero éstos, los Solbes y compañía, los que sí que saben, son los peores. Estos encima conocen de sobra el daño que hacen a la gente.

Y mientras, los otros, los peperos, los centristas, que acaban de dar un sí alborozado a un estatuto que establece un sistema cuasi-soviético en cuanto al control del urbanismo y el suelo, maricomplejineando con la canción de las VPO, como si no supieran de más –y si no lo saben, peor- que por ese camino no sólo no arreglan nada sino que, muy por el contrario, lo empeoran todo: hacen subir todavía más los precios de los demás pisos y el gasto público, y crean bolsas de fraude. Y el proyecto de Ley del Suelo de Espe –que tampoco es que sea la panacea, sino un mal sucedáneo, pero algo es algo y por lo menos va en la buena dirección-, ea, a seguir durmiendo el sueño de los justos en algún cajón, no vaya a ser que a los progres les de un pasmo al comprobar qué es lo que de verdad funciona o que algún concejal de urbanismo se enfade y tenga que buscarse otra forma más decente de pagarse los lujos, por ejemplo, trabajando en algo útil, en vez de andar enredando y poniendo trabas a la gente. En fin, menuda tropa.

 
At 29 noviembre, 2006 21:55, Anonymous Anónimo said...

Y ahora, ya verán. Preparen sus bolsillos porque aquí, entre el proyecto de Ley del Suelo que acaba de aprobar el PSOE en Madrid, el aumento de las trabas burocráticas, el código de la Truquillo, la propia existencia de ese absurdo y carísimo ministerio, el timo de las VPO, los fiscales anticorrupción urbanística amaestrados y la nueva vuelta de tuerca intervencionista de la Junta, lo mismo en el bodrio estatutario que fuera de él –con Arenas encantado, y diciendo que aquí el único problema que hay es que mandan Montaner y Zarrías y no ellos-, el precio de la vivienda no puede hacer otra cosa que seguir subiendo.

Y menosmal que los especuladores ayudan un poco a estabilizar los precios –sí, sí, pásmense, porque ese es la verdadero efecto económico de la tan denostada especulación: suavizar las subidas de precio, reducirlo cuando es relativamente caro y paliar un poco la escasez en los momentos en que disminuye la oferta-, que si no ...

Tipos como Solbes –que ese sí sabe de economía y tuvo buenos profesores- están al cabo de la calle de todo esto. Saben de más que la única solución es dejarse de recetas keynesianas y empezar de una vez a no meter palos en la rueda de la oferta. Pero son tan miserables que prefieren el sillón a arreglar los problemas. Al fin y al cabo, la Truquillo o los de aquí (anda que dar nuevos incentivos fiscales a la compra de vivienda: menuda barbaridad) son unos paletos ignaros que no tienen ni idea. Pero éstos, los Solbes y compañía, los que sí que saben, son los peores. Estos encima conocen de sobra el daño que hacen a la gente.

Y mientras, los otros, los peperos, los centristas, que acaban de dar un sí alborozado a un estatuto que establece un sistema cuasi-soviético en cuanto al control del urbanismo y el suelo, maricomplejineando con la canción de las VPO, como si no supieran de más –y si no lo saben, peor- que por ese camino no sólo no arreglan nada sino que, muy por el contrario, lo empeoran todo: hacen subir todavía más los precios de los demás pisos y el gasto público, y crean bolsas de fraude. Y el proyecto de Ley del Suelo de Espe –que tampoco es que sea la panacea, sino un mal sucedáneo, pero algo es algo y por lo menos va en la buena dirección-, ea, a seguir durmiendo el sueño de los justos en algún cajón, no vaya a ser que a los progres les de un pasmo al comprobar qué es lo que de verdad funciona o que algún concejal de urbanismo se enfade y tenga que buscarse otra forma más decente de pagarse los lujos, por ejemplo, trabajando en algo útil, en vez de andar enredando y poniendo trabas a la gente. En fin, menuda tropa.

 
At 29 noviembre, 2006 21:58, Anonymous Anónimo said...

Uy, perdón, no sé qué he hecho para que el mismo comentario salga dos veces.

 

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