Circo
Foto Morenatti. www.afghana.org
Ha dicho el fotógrafo de Jerez Emilio Morenatti, al poco de ser liberado de sus captores palestinos en Gaza, que lo único que desea es «que se acabe ya este circo». Esas declaraciones han podido sorprender porque eran, quizá, las primeras y escuetas que ha realizado una vez que pudo abrazar a su madre en Jerez, y porque, acaso, algunos puedan suponer cierta ingratitud, después de que todo el país estuviera pendiente de su secuestro.
Por el contexto, uno puede suponer, sin embargo, que el fotógrafo se sentía agobiado de tanto protagonismo y tantas primeras páginas, que lo que deseaba era volver al anonimato de detrás de la cámara, buscando, como Morenatti, la belleza en la tragedia, el color en la miseria, el movimiento en la muerte, la esperanza en la desesperación. Es eso, seguro, pero resulta que ha dicho «este circo» y ha acabado retratando a la sociedad española.
Quiere decirse que es normal que las tragedias que más nos sobrecojan en esta vida sean aquellas que nos afectan directamente, pero esta tendencia lógica en el ser humano no puede convertirse en una visión tan provinciana de las cosas que ya sólo nos importe que la víctima sea conocida. Y ése es el problema, que esta cuestión, más que anecdótica, corre el riesgo de convertirse ya en España en una norma de conducta. Pensemos, por ejemplo, en lo que se palpaba en el ambiente tras el atentado del 11 de marzo y tras la retirada de las tropas españolas en Irak.
La guerra de Irak, desde luego, fue una completa barbaridad, uno de los actos de soberbia más irresponsables, mentirosos y mal planificados de la historia reciente, pero no fueron esas las razones por las que el Gobierno decidió sacar las tropas españolas, entre otras cosas porque entonces la guerra ya había terminado. Con el tiempo transcurrido, hay cualificados miembros del Gobierno que reconocen en privado que la retirada precipitada de las tropas se produjo por el miedo a que pudiera morir allí un soldado español con Zapatero de presidente. Por eso ni siquiera se esperó la resolución de Naciones Unidas, porque se temía que, como ocurrió después, la ONU solicitase en una resolución la ayuda de todos los países. La guerra de Irak, en fin, se había convertido en un fetiche, y poco importaba cuál fuera la realidad o las necesidades de aquella gente. Sencillamente, que no nos afecte.
Pero, desde entonces, miles de iraquíes han muerto cuando hacían cola para encontrar un trabajo, para comprar en el mercado o para participar en unas elecciones. EEUU es el principal responsable de ese desastre, ya sé, pero ¿nos hemos parado a pensar en nuestra responsabilidad cómo sociedad? ¿O es que sólo nos importan nuestros muertos?
Vivir en el circo es justamente eso, quedarse en lo trivial, en las manifestaciones al atardecer tras un semicírculo de velas encendidas y en las camisetas de diseño con proclamas de paz y justicia.
1 Comments:
Una sola precisión, amigo Caraballo, la ONU había dictado ya resoluciones pidiendo la participación de fuerzas extranjeras en Iraq. Puede mirar la resolución 1511, de 16 de octubre de 2003, en especial su punto 14: "Insta a los Estados miembros a que presten asistencia en virtud del presente mandato de las Naciones Unidas, incluso fuerzas militares, a la fuerza multinacional mencionada en el párrafo 13 supra". Y los españoles salimos corriendo de allí por la demagogia insoportable del irresponsable que nos gobierna.
Publicar un comentario
<< Home