El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

20 noviembre 2006

Ségolène


¿Por qué Ségolène Royal? ¿Por qué ha barrido entre los socialistas franceses esta mujer con pinta de Carmen Martínez Bordiú y un cesto de propuestas políticas tan dispar y peculiar; que lo mismo defiende el matrimonio homosexual que la prohibición del tanga en las escuelas y la potenciación de la familia como núcleo social? De todas las explicaciones, la que tiene menos sustento es, curiosamente, la que se ha realizado en la propia Francia cuando se ha comparado a Ségolène Royal con el presidente Rodríguez Zapatero. De hecho, si se analizan sus propuestas, no tienen nada que ver uno y otro. Acaso les une la imagen de ‘revolución interna’ que han podido suponer en el Partido Socialista, el soplo de ‘aire fresco’ en organizaciones mastodónticas y oxidadas. Caras nuevas, atractivas, sonrientes, agradables.

Pero ahí se agota la comparación de la mal llamada ‘zapatera’, porque si Royal ha zarandeado el patio político francés con propuestas atrevidas sobre problemas actuales, el presidente español es un especialista en convulsionar el ambiente político español con puñado de tópicos y rancios fetiches como doctrina política de la izquierda. Es la diferencia entre tener y no tener, o sea. Quizá por eso, a Ségolène la llaman ‘la zapatera’ pero cuando le preguntan por sus referencias políticas, muestra su admiración por Tony Blair.

En cualquier caso, la ascensión de esta mujer corrobora dos asertos antiguos sobre la renovación en política. El primero es que la renovación nunca puede provenir de los ‘aparatos’ de los partidos y el segundo, que esa renovación sólo se produce cuando el partido en cuestión pasa a la oposición. El acierto de Ségolène es que ha aprovechado el viento a favor de esa inercia para sumarle un discurso propio, sin complejos, al que ha incorporado algunos valores (trabajo, esfuerzo, disciplina, autoridad) que, por idiotez o ceguera, algunos ideólogos de la izquierda identifican con la derecha.

En su día, Zapatero levantó en el PSOE la esperanza de una «revolución democrática» como la que promete ahora Ségolène, convencida de que los partidos «han confiscado» el debate democrático, que no se le tiene ningún respeto a las promesas electorales, que el diálogo social es «arcaico» y que, por este camino, «es el Estado quien acaba perdiendo toda credibilidad».

Zapatero no decía estas cosas, pero es verdad que levantó esa expectación. El globo se pinchó pronto. Quizá el mismo día que se clausuró el congreso del PSOE que lo eligió y decidió firmar con Chaves un pacto de no agresión. Lo que ha venido luego no tiene nada que ver con lo de entonces. Y todo comenzó aquí, aquella vez que Zapatero vino a Andalucía y mostró decidido su respaldo a la Segunda Modernización de Chaves. «Nacerán en Andalucía, miles de picassos y de garcías-lorca», anunció ZP. Nunca después ha superado esta cruel síntesis de su ideario.

3 Comments:

At 20 noviembre, 2006 12:45, Blogger Lopera_in_the_nest said...

Javier,

se han metido los SPAM!!!!, hay que hacer algo!

 
At 20 noviembre, 2006 19:58, Anonymous Anónimo said...

Hay que ver. Les basta con decir que son de izquierdas y ya ustedes se licúan.

Esta señora no creo que tenga la menor intención –y me temo que en eso coincide con Sarkozy- de hacer las reformas estructurales que Francia necesita. Se limitará a decirle a la gente lo que la gente quiere oír: que no tienen que preocuparse ni que tomar las riendas de sus propias vidas porque el estado lo hará todo por ellos. Luego cuando las cuentas no salgan, cuando ni el paro baje ni la situación se arregle, se dedicarán a echarle las culpas al capitalismo y saldrán a practicar el deporte nacional francés: el apedreamiento de embajadas o empresas norteamericanas.

La ventaja que tuvo Blair fue que esas reformas ya se las encontró hechas. Y que la Thatcher se había cuidado muy mucho de que no tuvieran marcha atrás. Porque si no la tentación estatista hubiera sido demasiado fuerte.

No, ni Francia tiene arreglo ni la tercera vía de todos estos de la democracia deliberativa y el republicanismo cívico es otra cosa que retórica, nada con sifón buenista y humo zapateril.

Y eso de que no venga del aparato ... Hombre, si duerme con el que manda en él.

 
At 21 noviembre, 2006 01:31, Anonymous Anónimo said...

¿Segolène Royal o Manuela Parralo? Esa es la cuestión.

 

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