Pinzas
En las democracias asentadas de los países desarrollados, las ideologías son fronteras de un horizonte lejano, que se aleja y difumina. Por eso, muchas veces, el principal factor de confluencia entre dos fuerzas políticas no son las ideologías sino la estrategia de partido. Existen diferencias, claro, pero las distancias son tan cortas como superfluas. Ya lo dice Zapatero, que su éxito radica en que practica una política ambidiestra, de derechas en lo económico y de izquierdas en los guiños sociales.
Desde Carlos Marx, vamos a ver, la izquierda ha sustentado todo su discurso político, con más o menos fervor según las etapas históricas, los países y las izquierdas, en el cambio del sistema económico. Está bien que, con la globalización del mercado y el triunfo del capitalismo, la izquierda moderna, la socialdemocracia, no aspire a instaurar un modelo alternativo a la economía de mercado. Pero siempre, aunque sólo fuera por apariencia, la política económica se ha mantenido como la piedra angular del discurso de la izquierda. Ahí radica la novedad Zapatero, su innovación ideológica; que admite abiertamente, no sólo que su política económica es de derechas, sino que es una de las claves esenciales de su éxito.
Todo esto tiene su gracia cuando, al mismo tiempo, se aprueban reformas que los sindicatos celebran decididos por sus supuestos contenidos de izquierda, como acaba de hacer UGT con el estatuto andaluz. O sea, un completo galimatías que sólo produce una cascada de argumentos hueros, tales como que el paro desciende en España «por la influencia psicológica positiva» de estas reformas. ¿Alguien da más?
Queda claro, por tanto, que la verdadera habilidad del PSOE radica en mantener la apariencia de izquierda con políticas de derecha. Para lograrlo es esencial, además del aplauso de la clac progre y del poderoso entramado de medios de comunicación, un personal entregado y una sólida organización en la que no hacen mella las contradicciones. Es más, si se fijan, comprobarán que se llega a la paradoja de que los partidos que aparecen como fuerzas políticas dubitativas son aquellos que tienen menos contradicciones ideológicas. Vamos, que, de hecho, la realidad es que Izquierda Unida y el Partido Popular están unidos en España, y sobre todo en Andalucía, por un rasgo común, una pinza que los atenaza: sus complejos frente al PSOE.
En IU, la cercanía o la lejanía del PSOE tiene ya consideración de ‘debate eterno’, y en el PP se detecta desde hace tiempo un enquistamiento similar. ¿Cuándo hace bien el PP, cuando ataca con dureza al PSOE o cuando templa el discurso? ¿Cómo recupera a los electores de centro, mostrándose implacable o conciliador? Y todos los días se escriben artículos y se oyen voces en ambos sentidos. Tanto que a Rajoy, de un tiempo a esta parte, ha comenzado a ponérsele cara de Almunia. A Zapatero, en las mismas, le decían Bambi.
3 Comments:
¿No sería al revés, Javier?. Desde Carlos Marx, vamos a ver, la izquierda no propugnaba un cambio del sistema económico, sino político. Lo que ocurre es que, mientras que para la democracia liberal la economía de mercado es considerada como un instrumento adecuado para el desarrollo de su sistema de valores; en el marxismo la economía planificada es consustancial, como consecuencia inevitable de su teoría ‘científica’. De ahí las diferencias de modelo económico. Pero reducir los motivos del triunfo de la democracia liberal frente al marxismo a un mero balance contable (‘la globalización del mercado y el triunfo del capitalismo’), obviando las diferencias políticas y morales entre ambos, no es sino un triunfo propagandístico, y postrero, del segundo.
La izquierda moderna, la socialdemocracia, ha aprovechado bien esta herencia. Una vez que el único valor que reconoce a su derecha, la economía de mercado, se asume como propio, la superioridad pragmática frente a la izquierda clásica y la moral frente a la derecha, es aplastante.
El PP no es capaz de convencer de que su herencia no es la que se le asigna desde la izquierda, el franquismo, sino los principios liberales. Vamos, que no aprovecha el factor campo. El problema en IU, en cambio, es consustancial, como la economía planificada.
Para mi ha habido dos momentos claves en el devenir de nuestra democracia. El primero fue el momento en que el PSOE derogó la obligación de tratar de excelentísimo a gente como Chaves: bastaba con llamarle "zeñorito".
El segundo supuso una premonición. Zarrías dijo: "Nos quieren copiar".
Dicho y hecho, Pizarro y Pepiño Blanco; Zarrías y Rubalcaba; Alfonso Perales y López Garrido. Chaves y Zapatero. La Nada y el Vacío.
Yo digo como Campmany, a mi página, donde me distraigo y alivio de tensiones entre dibujos, le ha venido de risa. Pero tengo hijos pequeños y estoy empezando a sentir que nada se puede hacer y no puede aliviar mi ánimo ni el desbordante entusiasmo con el que Pastrana comparece ante los medios para decir, por ejemplo, que cuatro guarderías que vino a inaugurar Bono cuando nos birlaron lo del "Tiger" nos convenía más porque el dichoso proyecto del helicóptero era sólo uno y las guarderías, cuatro. ¡Donde va a parar!
Hágame usted, Javier, un favor. Usted que puede. Yo le escribí a Concha Caballero un correo manifestándole mi decepción, fundamentalmente con ella, y quizá conmigo por la confianza y mi admiración por sus discursos. Pregúntele usted. ¿por qué?
Interesante análisis, Panduro. Yo creo de todas formas -si no te he interpretado mal- que puede ser complementario al del Blog, porque no se si lo que quieres decir es que el socialismo desde casi sus origenes ha simulado un cambio de modelo economico que no era real porque no lo veia posible. Y surge entonces la teoría del modelo cientifico, aunque en realidad los partidos socialistas siempre han sido partidarios de la mayor intervencion del Estado y de la economia planficada.
Laura.
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