El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

24 febrero 2006

Autogol


El otro día, cuando lo de la manifa de los independentistas catalanes, Esquerra Republicana hizo ver al Barça la trastada poco patriótica que se iba a cometer con el inicio de su partido de fútbol contra el Betis a la misma hora que la protesta callejera. No debe ser cosa menor, porque, de forma inmediata, el asunto cayó en manos del secretario general de la Presidencia del gobierno catalán, Xavier Vendrell. Horas de negociación apasionada hasta que, al final, el presidente del Barça, Joan Laporta, logró salvar todos los obstáculos (que no son pocos, por cierto) para retrasar el partido cuatro horas, hasta las diez de la noche. Uff, qué respiro.

Pasemos por alto que un gobierno autonómico se dedique a cambiar la hora de los partidos para garantizar el éxito de una manifestación. Pasemos incluso por alto la insoportable levedad del presidente del Barça. Vale, que «Tot el camp és un clam». Pero es que al final de la manifestación independentistas cogió el micrófono el actor Joel Joan para, en nombre de los organizadores, dar «las gracias al pueblo de Andalucía por el cambio de horario». Ahí es nada. Semejante patochada sólo tiene valor por dos cosas. Por el impresionante grado de estulticia, ridiculez y sinsentido que revela y porque si, al final, el Betis no accede a cambiar la hora del partido, podríamos empezar a calcular de qué cosas estarían culpando ahora «al pueblo de Andalucía».

Cuando una sociedad, en fin, se embarca en estos debates inanes, y deposita todas sus energías en ese derroche imbécil y anacrónico, lo normal es que, al cabo de unos años, quizá de toda una generación, la implacable lógica de los tiempos comience a pasar factura. Lo hemos visto estos días con la OPA de la empresa alemana E.On, que ha dejado herida de muerte la OPA catalana de Gas Natural y, de paso, la arriesgada apuesta del Gobierno de Zapatero. Para esos que no se cansan de repetir, todos los días, que las reformas de los estatutos y de la misma Constitución española nos traerá progreso y bienestar, viene bien lo ocurrido.

Por una parte, porque nos despierta del debate asfixiante del terruño. Pero, sobre todo, porque deberían reparar en el detalle de que Alemania tiene la misma Constitución desde 1949, aquella que le impusieron las potencias que vencieron en la Segunda Guerra Mundial. Una Constitución que nunca ha pasado por las urnas, que sólo tiene 145 artículos (el estatuto andaluz será mucho más extenso, por ejemplo) y que, sin embargo, ya tiene incorporada su pertenencia a la Unión Europea. Sin ruidos, sin debates bobos, sin pérdidas de tiempo ni derroches. Con objetivos sobre la realidad y no sobre batallas el pasado. Se supone que así, de esta forma, es como se llega a una empresa de las dimensiones de E.On.

Aquel partido del Barça y el Betis acabó de forma penosa para los béticos. Dos o tres goles en propia meta. En fin, igual es lo que nos está ocurriendo con todo; que no hacemos más que marcarnos goles en nuestra propia portería.

2 Comments:

At 24 febrero, 2006 23:03, Anonymous Anónimo said...

A ver si mantenemos el nivel de "Desgracias"...

 
At 26 febrero, 2006 14:32, Anonymous Anónimo said...

Lo que es una desgracia es tener en este Blog a unos cuantos que nada más que quieren literatura. Que se les ve el plumero, como a tantos otros en Andalucia que no quieren que se hable de politica. La literatura, vamos a dejar las cosas claras, es esencial pero el autor hace bien en combinar literatura y política, incluso en mezclarlas en las columnas. El que quiera solo literatura, como dicen algunos en este Blog, que se compren unas obras completas que estan mu baratitas ultimamente, pero que no trate de cortar el debate critico en la Andalucia de Chaves. Vamos a mirarnos un poquito en esa interesante la comparacion con Alemania.

 

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