Navajas
Es muy probable que varios periódicos andaluces reproduzcan hoy una foto reciente de los tres presidentes de la autonomía andaluza. Los tres sonrientes: Rafael Escuredo, que cayó alanceado por Rodríguez de la Borbolla, quien, a su vez, fue derribado por Manuel Chaves, presidente desde 1990. Escuredo, Borbolla y Chaves. Cruz de navajas. Tres presidentes (Fernández Viagas fue presidente de la preautonomía) en la historia de la autonomía andaluza, la historia de una hegemonía. Ninguno de ellos dejó el cargo por el veredicto de las urnas, por los malos resultados de su gestión o por escándalos de corrupción. No, y ha habido de todo.
Quizá sea Alfonso Guerra el único que, con su pulgar, pueda hilvanar la historia íntima de esos tres cambios, episodios casi olvidados en los que el PSOE sólo tenía un objetivo: impedir que la federación socialista andaluza, y por ende la propia Junta de Andalucía, reclamara el protagonismo autonómico que conquistó en el referéndum del 28 de Febrero. ¿Se ha cumplido el objetivo? La estabilidad política de la que ha disfrutado el presidente Chaves responde la pregunta. Diríase que el PSOE ha logrado lo que pretendía, un presidente sumiso cuando es un socialista se sienta en la Moncloa y combativo al extremo cuando gobiernan los rivales.
De hecho, esas tres presidencias describen una pendiente degenerativa en el ideal autonómico. De los tres, Rafael Escuredo ha sido, quizá, el único que se ha creído la autonomía andaluza. Borbolla siempre se ha declarado federalista y Chaves… ¿Qué será? En fin, uff, digamos que es un tipo difícil de definir. Ni una cosa ni otra. Lo hemos visto con lo del término nación, que se ha apuntado a todas las tesis. Si, no, tal vez.
En el libro “Andalucía dijo SI” se narran los instantes previos al referéndum del 28-F. Congreso del PSOE de Andalucía con una pugna de fondo: “Pulso entre nacionalistas y no nacionalistas. El problema salió a la luz cuando Escuredo declaró en una entrevista: ‘Soy un nacionalista andaluz’. (…) En el Congreso, Borbolla derrotó a Escuredo, que fue el gran perdedor”.
Escuredo ya era presidente de la Junta y el aislamiento al que lo sometió su propio partido no se disipó hasta que el apabullante triunfo del 28-F hizo variar la estrategia nacional del PSOE. Había encontrado la mejor arma para tumbar a Adolfo Suárez. Sucedió así: “Aunque el partido pidió apoyar a la Junta y a su presidente (Escuredo) por medio de un escrito público, muchas delegaciones socialistas se negaron a ello (…) De nuevo se tendría que esperar la llegada del 29 de febrero para que muchos socialistas cortos de visión política reconsideraran su postura tras la respuesta del pueblo”.
La memoria, ya se sabe, cuenta poco en política. Mucho más por aquí abajo. Hoy se celebra el 28 de Febrero. Entre los surcos de la Andalucía oficial y la Andalucía real, se pierden aquellas historias. Semillas caídas en tierra de nadie. Como esa foto que esconde una cruz de navajas.
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