El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

15 julio 2006

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Cuando el silencio se convierte en respuesta, las interpretaciones se disparan. Por eso, si un dirigente se ve envuelto en un asunto engorroso, lo esencial es encontrar explicaciones convincentes para desinflar el globo de la polémica. Se reúnen con los asesores, en plan película de Oliver Stone, y se ensayan las respuestas. Incluso ante la evidencia, lo importante es ofrecer una respuesta, no callar ante las acusaciones.

Desde Nixon, que llamó de todo al Washington Post cuando se destapó lo suyo del Watergate, hasta nuestro primer gran escándalo de corrupción, el de Juan Guerra (en la época lo llamaban, por cierto, Guerra gate), el manual de urgencia que utilizan los asesores incluye siempre un desmentido rotundo y un par de párrafos amenazantes. ¿Quién no se acuerda de las veces que se dijo que el único problema de Juan Guerra es que era hermano del vicepresidente? ¿Y recuerdan a Felipe González, amenazando con el vértigo de su ausencia? «Dos por el precio de uno», decía para advertir a quienes pedían la dimisión de Alfonso Guerra.

Rescatar ahora los orígenes de aquellas historias, la contundencia de aquellos desmentidos, tiene su aquél, sobre todo porque conocemos de sobra cómo acabaron las dos. Esta polémica de Chaves y sus hermanos se encuentra en la fase inicial y, en gran medida, lo que ocurra en el futuro se puede intuir por las explicaciones. Por eso es llamativo el silencio abrumador que se guardó ayer a lo largo y ancho de todo el PSOE andaluz. Y aledaños.

Pero que exista silencio no quiere decir que, incluso internamente, no se hagan preguntas. Si nos instalamos en la lógica de un asesor de Chaves, podemos verlos frente a frente en el despacho: «Presidente, ¿podemos explicar que su hermano Antonio tenga tantos contratos en la Consejería de su hermano Leo?» Y Chaves se calla. Silencio.

En ésas estamos. El presidente sólo ha dicho dos cosas. La primera, que el único problema es que son sus hermanos. Y la segunda es que todo es legal. De lo primero, no cabe duda. Lo segundo vendrá más adelante. Pero, ahora, incluso si admitimos que es verdad que todos los contratos de la empresa en la que trabaja Antonio Chaves son legales, no exime a Chaves de dar más y mejores explicaciones.

Atentos a la siguiente reflexión: «A lo largo de la última década, y en todo el mundo, ha ido creciendo la preocupación sobre la forma en que las grandes empresas son gobernadas por sus responsables. Esta preocupación por el comportamiento de los directivos no se refiere tanto al cumplimiento de las normas legales, a lo que es legal o ilegal, que está claramente explicitado en las leyes, sino más bien a lo que es correcto o incorrecto, a lo que afecta a las actitudes, los valores, la ética en suma. Y esta preocupación ha encontrado respuesta en la forma de códigos. El Gobierno de España ha querido ser de los primeros de Europa en adoptar un Código de Buen Gobierno». La cita es del Consejo de Ministros de 18 de febrero de 2005. ¿Y? Pues eso, que una cosa es lo legal y otra lo correcto.

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