Bipartitos
Hay un repelús de bipartitos en el resultado de las elecciones gallegas de este fin de semana, un sarpullido de pactos de progreso con despachos de lujo, un rechazo corporal a toda esa impostura de quienes predican tolerancia y practican un sectarismo feroz, implacable. «El riesgo del bipartito es la abstención», decían en la campaña electoral y resulta que, como quien pide sopa y le dan dos tazas, en las elecciones se ha superado el setenta por ciento de participación, récord histórico, pero no porque el electorado se movilizara para defender al bipartito, sino por el hartazgo.
Cuentan de Chaves que, ante los suyos, ya ha expresado varias veces su preocupación por la caída imparable de las expectativas socialistas en Sevilla, que gobiernan la ciudad con otro bipartito. «El alcalde Monteseirín cada vez se hunde más en las encuestas; la Junta se ha gastado muchísimo dinero en la capital y, nada, no hay forma de que el alcalde le caiga bien a la gente», viene a decirle Chaves a los suyos. Fíjense que, para empezar, la perplejidad de Chaves encierra el descaro habitual del Gobierno andaluz de distribuir las inversiones de acuerdo a la afinidad política con el alcalde en cuestión. En Sevilla, como hace falta apuntalar al alcalde socialista, que va mal en las encuestas, pues se apalean millones a ver si remontan las expectativas… ¿Qué norma democrática es ésa que, con el dinero de todos, se premia a los afines y excluye a los rivales? Por mucho que todo este desvarío sea moneda común en política y norma de obligado cumplimiento en el Gobierno de Chaves, no debe dejar de sorprendernos, de irritarnos.
Entre otras cosas porque, como le dice Chaves a los suyos, ni con ésas remonta el alcalde de Sevilla en las encuestas. Es tan sencillo como pensar que las inversiones millonarias en manos de un mal gestor lo que consiguen al final es multiplicar el desastre, aumentar los casos de despilfarro, acabar con cualquier disculpa posible que puedan justificar el lento e implacable declive de la ciudad. «Sevilla está mal y no es por falta de dinero», que es lo que acaba coligiéndose de la duda metódica de Chaves por las malas expectativas de su alcalde. Ahí está el último escándalo, los más de 660.000 euros que el Ayuntamiento de Sevilla destinó el año pasado a financiar proyectos, convenios y hasta la celebración de jornadas de apoyo al régimen castrista. Y ahora que venga el PSOE local, que salga en defensa de los iluminados con los que gobierna, a defender que éstas son las señas de identidad de un ‘gobierno de progreso’.
Hay un repelús de bipartitos en las explicaciones de las elecciones gallegas. Sostiene ahora Blanco y Touriño que en la campaña han descubierto que existía un gran malestar de la ciudadanía por la gestión del bipartido. «Errores de gestión y de enfoque han creado desencanto en el electorado». Ya ven, el enfoque dicen… Serán necesarios más batacazos de estos bipartitos o tripartitos para que, al cabo, los socialistas caigan en la cuenta de que esta estrategia suya de alianzas está esquilmando a la izquierda española. El poder a cualquier precio; este sinsentido de haber convertido en progresista a los nacionalistas; ese discurso gastado que amenaza una y otra vez con el ‘lobo de la derecha’; esa ideología endeble de frases hechas y propaganda vacía; todo eso acaba en sarpullido. Como ahora en Galicia, como mañana en Sevilla.
Etiquetas: Democracia, Elecciones, Política, Progresía, Sevilla
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