El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

27 febrero 2009

Identidad


El debate de ayer en el Parlamento de Andalucía ha dejado en el aire un reto interesante para meditarlo en la fiesta de la autonomía, este nuevo 28 de Febrero: «¿Sabe elegir el pueblo andaluz a sus gobernantes?» La duda surge del encontronazo entre Arenas y Chaves. Como Chaves siempre replica con las cinco elecciones consecutivas que lleva ganadas, Arenas le ha contestado: «Un político puede ganar muchas elecciones y ser un total fracaso para su pueblo». Y Chaves, otra vez, erre que erre: «El fracaso es perder las elecciones, el pueblo sabe muy bien lo que vota». Y luego ha añadido, como un césar romano, «yo he transformado esta tierra».

Es evidente que Andalucía, como sostiene Chaves, tiene poco que ver con la de hace treinta años, que es el rasero que siempre se pone el presidente para darse el aprobado. Pero si ése es el rasero, no hay país del mundo desarrollado que no haya cambiado espectacularmente en los tres últimos decenios, entre otras cosas porque la globalización y el salto tecnológico hacen que el progreso se pueda extender de manera más o menos uniforme por todos los rincones. Si a eso le sumamos que Europa lleva volcados en Andalucía cientos y cientos de millones de euros para modernizar sus infraestructuras, habrá que concluir que la aseveración de Chaves, salvo en la primera persona, es perfectamente asumible.

Andalucía ha cambiado, sí, pero más por la inercia de los tiempos que por la acción del gobierno autonómico. De hecho, en otras regiones españolas y europeas que han contado con los mismos medios, el desarrollo ha sido mucho mayor que en Andalucía. Podemos verlo, con claridad, en la educación. Cuando surge el asunto, Chaves se detiene a recordar que en 1980 el gran problema de Andalucía era el analfabetismo. ¿Tiene Andalucía el analfabetismo de 1980? No, claro, pero la tasa de fracaso escolar andaluza es la más alta de Europa. Y a partir de ahí, de ese pilar de toda sociedad, se pueden seguir sumando estadísticas negativas en empleo, en industria, en cualificación…

"¿Sabe elegir el pueblo andaluz a sus gobernantes?" Entre los clichés más absurdos de una democracia se encuentra ése de que el ‘pueblo nunca se equivoca’. Una tontería, o sea, porque con las urnas llenas se han cometidos grandes pifias y grandes aciertos. Lo que sí reflejan unas elecciones, lo que puede deducirse de las urnas es el carácter del pueblo que ha votado. En el caso de Andalucía, ésta es, sin duda, la cuestión más interesante: cómo es el pueblo andaluz. La conclusión de muchos, a los que me sumo, alerta de una peligrosa deriva de conformismo, una sociedad que no es ni crítica ni autocrítica; más complaciente que emprendedora, más protestona que exigente. Se puede caer la universidad, pero las hermandades que no las toquen.

El historiador Juan Antonio Lacomba, en un amplio ensayo de varios autores sobre la identidad andaluza, sostiene que, después de tres mil años de historia, en torno a Andalucía se ha creado un universo simbólico que suplanta a la verdadera cultura andaluza. «Los clichés mentales y las frases hechas, convenientemente reforzados, constituyen las apoyaturas imperceptibles, pero efectivas, del control del pensamiento colectivo y también de la conducta regulada por éste». Los tópicos, es decir, utilizados como armas de control social. Si lo sabrá Chaves... Pan y circo, que se note que fuimos la Bética.




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