El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

17 febrero 2009

Escenografía

El participación del gentío en una manifestación convocada por un partido político es el resultado de una simple ecuación matemática. El número de participantes será siempre igual al dinero invertido por las organizaciones políticas en el alquiler de autobuses. Si en la manifestación de Málaga, el PP consiguió alquilar trescientos autobuses, era fácil deducir que tenía garantizado que quince mil personas se concentrarían en la calle Larios. Cincuenta por trescientos, con el añadido de los cientos o miles que se desplazaron en su vehículo o fueron a pie desde la propia capital o desde pueblos cercanos.

Quiere decirse que lo absurdo, tras la manifa del PP del domingo, es intentar extraer conclusiones sobre si fue un éxito o un fracaso por el mayor o menor apoyo de la ciudadanía. Absurdo, sí, porque el apoyo social de un partido político no se obtiene calculando el número de personas que asisten a una manifestación, como tampoco se puede conocer sumando las personas que asisten a sus mítines.

Unos y otros, mítines o manifestaciones, son actos en los que lo residual es el porcentaje de ciudadanos que acude sin tener vinculación, directa o indirecta, con el partido convocante. Los partidos lo saben y, desde hace años, esos actos forman parte de la escenografía, de la imagen que se quiere trasladar a los ciudadanos a través de los medios de comunicación. El lenguaje de símbolos está medido en los dos casos, y siempre se buscará que el líder salga rodeado de los suyos, para trasladar un mensaje de unidad, cohesión y madurez; que en algún lugar destacado del escenario se coloque a los más jóvenes, para aparentar frescura y espontaneidad; y que el auditorio se llene de banderitas multicolores que se agitan continuamente con los colores del lugar al que se dirigen los mensajes y del partido político en cuestión. Y todo eso reflejará muchedumbre, alegría e identificación.

Podemos concluir, por tanto, que los mítines y las manifestaciones convocadas por partidos políticos, antes que la representación de un estado de opinión en la calle, nos muestran la fortaleza de un partido, su capacidad de movilización y de organización para trasladar a la ciudadanía su discurso político.

La novedad de la manifestación del Partido Popular del pasado domingo es ésta, que logra demostrarle al Gobierno que es capaz de movilizar a miles de personas en una comunidad como Andalucía, en la que la asfixia de la hegemonía socialista hace que los empresarios miren para otro lado, que los sindicatos le hagan el boicot a una protesta contra el paro y que por doquier se movilicen las asociaciones vecinales para decirle a los ciudadanos que esto no es una protesta contra el paro, sino una «cacería política».

El PP, con esas limitaciones, ha conseguido celebrar en Málaga una gran manifestación, quizá la mayor convocada hasta ahora por el centro derecha en Andalucía en los últimos 30 años, y, de paso, romper los esquemas preconcebidos de que estas manifestaciones sólo las puede convocar la izquierda y los sindicatos. Hace un año, Arenas se empeñó en quitarle al PP el sambenito de Lauren del Postigo de no haber apoyado la autonomía. Diríase que ahora quiere sacudirle a la derecha andaluza la caspa del señorito. Si ha acertado con ambas iniciativas, lo dirán las urnas. Ahí es donde está el respaldo social auténtico. Lo demás, eso, escenografía.

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1 Comments:

At 17 febrero, 2009 20:17, Blogger José Manuel Guerrero C. said...

Es un placer poder leerle en la distancia. Antes, cuando vivía en Sevilla le seguía en El Mundo. Un devoto.

 

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