El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

17 noviembre 2011

Fungible



Los dioses del Olimpo crearon la democracia y, al modelarla, utilizaron un material fungible para que siempre pudiera ser reemplazado con facilidad cuando el uso lo hubiera desgastado. Luego la barnizaron con aceites y brillos cambiantes, aleatorios, tan efímeros y caprichosos como la memoria del hombre. Pensaban los dioses del Olimpo que la democracia tenía que hacerse a imagen y semejanza del hombre, y que gracias a ese estado cambiante, voluble, reemplazable, aquellos que se dedicaran a la política se ocuparían de ella con mayor atención. Nada es definitivo en política; antes de que se ponga el sol, el hoy ya es ayer y los asertos que hasta ahora parecían irrefutables, invariables, pueden girarse mañana sobre sí mismos y acabar convertidos en lo contrario de lo que representaban. «Nada es definitivo en una democracia, todo es mutable, y así nadie podrá pensar jamás que el poder les pertenece». Tal pensaron los dioses del Olimpo y, por eso, la democracia que conocemos tiene esta forma que vemos hoy.

Nadie que haya asistido en España al vertiginoso declive de Zapatero y a la caída en picado del PSOE en Andalucía podrá dudar ya de lo anterior, porque quizá en los dos casos ambos pensaron que nada podría cambiar el signo de su estrella política. Zapatero, como ya se ha apuntado otras veces, es un caso digno de estudio en las ciencias polìticas, porque no habrá otro presidente como él que ha pasado de un extremo a otro, sin conocer jamás la normalidad de las cosas. Desde que ganó aquel congreso del PSOE de forma inesperada por un puñado de votos, Zapatero ha levitado sobre la política española, pensando que tendría la suerte de su parte en todo lo que afrontaba. De ahí, de estar tocado por la baraka, con todo el PSOE sometido y silente, con la sociedad complacida y acrítica, ha llegado a este final en el que parece que todo lo que toca se convierte en infortunio. Saldrá del Gobierno y dejará un pais sumido en el caos y un partido cegado en la mayor crisis política que ha conocido en treinta años.

La caída del PSOE de Andalucía se mueve por parámetros distintos. También el presidente Griñán parece gafado desde su forzado ascenso al liderazgo, pero en su recorrido triste y melancólico se combinan a un tiempo sus propias carencias para ejercitar el cargo (inexperiencia, torpeza y soberbia) con los vicios hegemónicos de gobierno de un partido que ha vivido de la propaganda en los últimos veinte años. Este escándalo de los ERE tendrá en su día un debate jurídico amplio sobre la responsabilidad penal de los responsables, y será un tribunal quien decida si esas responsabilidades se agotan en un director general o un consejero; pero con independencia de la sentencia que llegue, lo que ya es políticamente irrefutable es que esa trama es fruto de una forma de gobernar. El modus operandi del Gobierno andaluz ha sido éste, el uso discrecional del dinero público, los presupuestos millonarios al servicio de los intereses de un partido político y sus aliados en el poder. Y porque el escándalo mayor de los ERE no es la desvergüenza de los falsos prejubilados, sino el despilfarro del dinero y las oportunidades de progreso que se han perdido, el deterioro mayor es el político, como se está viendo en este final.

Los dioses de Olimpo modelaron la democracia con un material fungible; cada vez que un gobernante olvida esta lección, la soberbia y la prepotencia se le vuelven lanzas.

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