El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

29 agosto 2011

El orinal de oro



Debajo la cama de un dictador siempre se descubre un orinal de oro. Lo encuentran los asaltantes del palacio, las tropas de gentío, el populacho descamisado, osado y feliz, que derriba las cancelas de hierro forjado y saltan a la carrera los setos de los jardines de la entrada, cortan rosas y claveles y se los dan a sus novias para que se los coloquen en la trenza del pelo. Profanan los secretos del sátrapa con la adrenalina de un pueblo, con las ansias de un pueblo, con la sed de un pueblo que busca en los salones y en las alcobas las certezas que nunca le han faltado, los detalles obscenos de una vida de lujos construida sobre la miseria de los demás. Y encuentran el orinal de oro y las grandes escaleras de mármoles con pasamanos de caoba. Y descubren grandes lámparas de araña en los salones y dormitorios abigarrados de cuadros y tapices con una cama con dosel en el centro, símbolo de identidad del absolutismo que no se lo llevan los tiempos. En la profanación del palacio de un dictador, cuando la turba se orina en los salones, estalla siempre el último grito de rabia y libertad de una revolución. La bandera enarbolada de la desesperación.

La estampa se ha repetido estos días con Gadafi, cuando los rebeldes se han hecho fotos en el sofá dorado de la hija, el canapé egipcio donde se eleva su cuerpo y su cara de sirena; ponen un pie sobre el tapiz mullido y hacen el signo de la victoria, la imagen del león abatido en la selva. O el diario secreto del dictador, allí donde escondía sus pasiones secretas, el amor frustrado por una mujer negra, de un mundo libre, que nunca llegará a su harén. “Leezza, Leezza, Leezza... La quiero mucho, la admiro; estoy orgulloso de ella, porque es una mujer negra de orígenes africanos". Gadafi, que en sus viajes siempre dejaba correr la leyenda de que se rodeaba de un séquito de amazonas vírgenes, se postraba en silencio ante su obsesión por Condoleezza Ride. Con los secretos del dictador, con sus lujos y sus excentricidades, se confecciona el último parte de guerra, que es una pancarta de tela blanca atada a las columnas de entrada de la gran masión: “Esta casa pertenece al pueblo”.

Desde la Revolución Francesa hasta ahora, el manual de la rebeldía siempre ha descrito el mismo recorrido; se repiten siglo tras siglos las mismas escenas y las mismas emociones porque en todo este tiempo lo que no ha variado en los regímenes dictatoriales es el instante final en el que el pueblo estalla de ira y se revuelve contra todo aquello que lo ha aprisionado durante decenios. Esa similitud no existe en las democracias, aunque también en un régimen de libertad una hegemonía política suele caer arrollada por una multitud que pide cambios. Una inmensa mayoría que durante años ha soportado caprichos y despilfarros, se revuelve un día en las urnas y desaloja del poder a quien se creía inmune a todo. Es entonces cuando, también en las democracias, se descubre un orinal de oro bajo la cama; escándalos que se presumían, enriquecimientos que se sospechaban, abusos que se presentían. Todo esto que está ocurriendo en Andalucía de un tiempo a esta parte, esta sucesión de escándalos que comienzan con las falsas prejubilaciones y continúan ahora con la estafa de minusválidos, esta sensación de podredumbre, tiene mucho que ver con el desmantelamiento de un régimen. Los aprovechados, los que se han enriquecido con el poder. Ellos son el orinal de oro.

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