El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

26 agosto 2011

Lanjarón




Van y vienen, y se les ve y no se les ve. Van y vienen, hablan y escuchan, y se les ve y no se les ve. Ellos son como el poeta que los reúne, que los aúna cada año por estas fechas en Lanjarón, gente dispar que se sienta a la sombra de una pérgola del Balneario de Lanjarón para verse y para escucharse, para dejar que los debates y los poemas se los lleve el aire de una tarde y que las aguas ferrosas de los manantiales milenarios de la sierra de Granada reflejen sus dudas y sus certezas. Por eso, porque el espíritu está hecho con la debilidad de los reflejos romanos de una bañera de mármol blanco llena de agua templada, ellos van y vienen, hablan y escuchan, se les ve y no se les ve. Y al final siempre queda un poso de certidumbre, un alivio de sensatez, de entendimiento. Siempre queda, sí, un respiro de sociedad, de gente libre. Y como en los versos, se sabe que “estas no son/ las aguas del olvido”.

Cada vez que se descubre el mundo al margen de la carrera oficial de subvenciones y componendas, de intereses y banderías, un soplo de aire nuevo despeja el camino de hojas secas y descubre que el sendero al que siempre hay que volver es éste de la sociedad libre en un país libre. La salida de toda preocupación, la receta de todo problema, se encuentra siempre en la fortaleza de la sociedad a la que todos aspiramos, crítica, sensata, culta, mordaz y desinteresada. Para los tiempos que corren, no hay mayor consuelo que buscar el norte que nos fortalezca como ciudadanos; para los problemas que se avecinan, para las dudas que nos vendrán, frente a los vendebolas que saldrán al paso, populistas, demagogos y acomplejados, no existe mayor esperanza que la de contar con una sociedad que se sepa fuerte a sí misma, que sepa analizarse y criticarse, que sepa corregirse, que no espere nada del futuro más que el esfuerzo y la superación. El progreso.

Muchas veces tenemos la necesidad de encontrar respuestas y esperanzas, y no se encuentran. Miramos alrededor, escuchamos los discursos y las explicaciones oficiales, y no hayamos respuestas porque, quizá, la respuesta no hay que buscarla tan lejos. La exigencia primera somos nosotros, la libertad individual, la formación individual, la independencia de cada cual. Cuando comprendemos esto, cambia la visión de las cosas. Si no se espera que ninguna mano redentora venga a salvarnos, ni se aceptan limosnas ni se admiten los enchufes; ni se aplauden las prebendas ni se silencian los favores. Cuando una sociedad se sabe, se conoce, se identifica, es el futuro mismo el que se construye.

Seis manantiales tiene Lanjarón y todos confluyen en el balneario que, cada verano, se cita con unos cursos de agua y de cultura. Independientes, formales e informales, mordaces y discretos, humildes y sabios. Como una sociedad soñada. Dicen que este agua, del color de un atardecer, del color del ocaso de este verano, proviene de lluvias que cayeron sobre la sierra hace más mil de años. Si los griegos decían que el agua es el origen de todas las cosas, debió ser también por este ejemplo de constancia, de humildad, de perseverancia del agua a lo largo de siglos. Por eso, ellos van y vienen, y se les ve y no se les ve, pero están. Van y vienen, hablan y escuchan, y se les ve y no se les ve. Ellos son como Antonio Carvajal, el poeta que los reúne. “Y arrojaré al estanque de los sueños / todo recuerdo / que no sea la flor que abre en las aguas/ otra esperanza”.

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