El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

20 agosto 2011

Contra el Papa



Hay una Iglesia que se arrodilla en reclinatorios repujados de ébano y cojines de terciopelo rojo y una Iglesia se levanta con agujeros en los bolsillos en poblados de chabolas hechas de hojas de palmera. Hay una Iglesia que se impregna de incienso y una Iglesia que se adentra en el hedor de los suburbios de las grandes ciudades, en el submundo que habita en los vertederos de basura. Hay una Iglesia que se corona de mitras y se apoya en báculos de oro y una Iglesia que se cubre por las noches con mantas gastadas, gentes que rezan cada día la humildad, la pobreza, la entrega a los demás, que reparte cada día pan y esperanza entre los más tirados de este mundo. Hay una Iglesia que se encierra en sí misma, que edifica fortalezas antiguas con los Sacramentos, y una Iglesia que se abre a los demás, que los comprende, que los acepta, que los ayuda. Hay muchas Iglesias, distintas y hasta contradictorias, pero enfrente sólo se coloca una reacción, la de esos que justifican la ignorancia con el agravio del otro; la de aquellos que construyen su ideología con la negación del otro, jamás con la aportación de fórmulas nuevas, de ideas nuevas, de respuestas nuevas. Cuatro frases imaginativas, tres consignas que riman y dos manifestaciones que exigen la referencia del contrario porque por sí solas ni actúan, ni existen, ni se movilizan.

Para estar contra el Papa, para diferir de los métodos antiguos de la Iglesia, de su falta de adaptación a los nuevos tiempos, de su incapacidad para asumir la responsabilidad y el liderazgo que le exigen los tiempos, no era necesaria esta procesión fatua, engolada de nadería, que se ha movilizado contra las jornadas de juventud vaticana. ¿Cómo elegir la nada como alternativa? Para censurar al Papa, para mostrarle la limitación de su doctrina, bastaba con oír sus discursos, como el de ayer en Madrid, cuando se ha referido a “la superficialidad, el consumismo y el hedonismo imperantes" como los problemas esenciales de esta sociedad. Cuando ha hablado de "tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad" o cuando ha mencionado la "insolidaridad" y la "corrupción" como lacras sociales. Y simplemente preguntarle en qué contribuye unas jornadas como éstas a ofrecer el ejemplo contrario de lo que predica. Qué otra demostración se ofrece al mundo que la banalidad, la superficialidad, el hedonismo. Esos son los problemas, sí, pero la respuesta nunca puede ser un desfile de pasos por la Castellana y confesionarios que ofrecen indulgencias de cartón piedra para abortistas arrepentidas. El protagonismo histórico de la Iglesia exige mucho más.

Existen muchas Iglesias y enfrente no aparece nada. Entre la jerarquía vaticana, entre el rancio obispado madrileño o la rigidez antigua de las nunciaturas, entre ese mundo y los sacerdotes salesianos que se marchan de misioneros a poblados de África, o las monjas que se arriesgan en un convento acosado en un país de fundamentalismo islámico, existe un vínculo común, algo que los une, que los hace aceptar la diversidad. La fe, el respeto, la ayuda, la solidaridad, el compromiso. No saben quienes protestan con pegatinas de papas con carne que, con tanta futilidad trasnochada, acaban reafirmando a quienes, desde la Iglesia, censuran estos espectáculos papales. El vacío que ofrecen es un motivo suficiente para seguir creyendo en la Iglesia.

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