Rezos laicos
Lo que convierte en extraordinario el rezo del presidente del Gobierno español en Estados Unidos es el hecho de que, si la invitación la hubiera realizado el Papa, en vez de Obama, Zapatero no hubiera asistido. Reparen un momento en el absurdo: Si hubiera sido el Papa el que hubiese invitado a Zapatero a leer un pasaje de la Biblia en una de las principales ceremonias del Vaticano, el presidente español no hubiera asistido y con el rechazo el Gobierno socialista habría construido un alegato de Estado a la defensa del laicismo. Sí, mediten sobre esa incoherencia porque, a medida que se profundiza se encuentran las mejores demostraciones del carácter insustancial del pensamiento político que se exhibe como nuevo socialismo.
No se trata, además, de ninguna fabulación porque el contraste ya se ha dado. Cuando el Papa Benedicto visitó Valencia en 2006, el presidente Zapatero rompió con la norma protocolaria que habían seguido todos sus predecesores en la Moncloa, acompañar al Santo Padre durante su visita a España. Todos menos Zapatero. Entonces, para hacer visible su desapego con la religión, alejó su visita del Encuentro Mundial de Familias, al que acudía el Papa y dos millones de fieles, y limitó el encuentro a una encuentro previo de 20 minutos. Pero no puso un pie en el acto. «Zapatero no irá a misa», titularon entonces algunos periódicos, jaleados por el desplante laico del presidente, como realzando el gesto valiente de no arrodillarse ante el Papa.
Si Zapatero hubiera mantenido el mismo criterio en Washington, hubiera limitado su visita al encuentro previo que mantuvo con Obama, pero no hubiera puesto un pie en el Desayuno de Oración Nacional y, mucho menos, hubiera participado con la lectura de un pasaje de la Biblia. Pero si el Papa es jefe de un Estado soberano y jefe espiritual de la Iglesia Católica, y Obama es jefe de un estado soberano y discípulo del protestantismo, ¿tiene sentido que Zapatero atienda al discípulo e ignore al jefe? No, no tiene sentido y, mucho menos lo tendrá, cuando se le añada el matiz de que fue el jefe religioso el que visitó España y que el país que gobierna Zapatero es mayoritariamente católico, mientras que para contentar a Obama, que acaba de rechazar una visita a España, Zapatero ha acudido a un acto religioso en Estados Unidos y organizado por una religión, la protestante, que es minoritaria entre los españoles. ¿Tiene sentido?
No, no tiene ningún sentido, pero tampoco se pueden medir los actos de Zapatero desde un punto de vista de coherencia religiosa porque, en el fondo, al presidente todo este asunto le importa una higa, como repetía el recordado Jesús Aguirre. Lo decisivo en esta cuestión no es el acto religioso, sino en acto de fervor a Estados Unidos. Es al templo del imperio americano al que ha acudido Zapatero; es la religión del imperio ante la que ha ido a orar Zapatero. Protestante, metodista, católico o anglicano, eso da igual. El poder es el mensaje; el poder es el único evangelio. Ya podría haber elegido Zapatero para sus rezos el Éxodo 32-33. «Entonces Jehová dijo a Moisés: anda, desciende, porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, lo han adorado y le han ofrecido sacrificios». ¿Qué mejor para un socialista que evocar el becerro de oro en el templo del capitalismo?
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