El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

19 octubre 2009

Blindajes


El País Vasco ha sido la única comunidad que, en estos años de vendaval reformista en las autonomías, no se ha preocupado de reformar el suyo, el Estatuto de Gernica. Ibarretxe planteó su desvarío independentista, pero aquello no llegó a ninguna parte y jamás concitó el respaldo de las otras dos fuerzas políticas mayoritarias del País Vasco, el PSOE y el PP. No, formalmente, el País Vasco ha sido la única autonomía que no se ha sumado al discurso oficial de que, después de 30 años de autogobierno, era necesario actualizar y modernizar el Estatuto de Gernica. En Andalucía, Cataluña, Valencia o Galicia, que comparten con el País Vasco unos estatutos del máximo nivel de competencias, se consideró imprescindible adaptar los estatutos a los nuevos tiempos, «avanzar, impulsar y consolidar el estado de las autonomías» para los próximos tres lustros. ¿Por qué en el País Vasco, la primera de las autonomías de España, la más histórica de todas, ni el PP ni el PSOE se han embarcado en las reformas? Se dirá que promover una reforma estatuaria en el País Vasco es una irresponsabilidad porque nunca se alcanzará el grado de consenso del Estatuto de Gernica. Es verdad, pero no es la razón fundamental. Lo esencial es que, en realidad, una reforma del estatuto vasco, dentro del marco constitucional, puede avanzar muy poco más con respecto a lo que ya se tiene, con lo que remover el patio político es irresponsable y, sobre todo, inútil. De ahí que se haya optado por reformar exclusivamente aquello que marca las diferencias entre las regiones, la financiación.

Sí, los diputados vascos saben bien que las tres cuartas partes de las reformas de los estatutos se quedan en pintura, oropel provinciano redactado con cursilería estomagante. Y una vez que el Parlament de Cataluña, ayuno de fueros medievales, ha blindado sus ingresos anuales con la amenaza de la desafección, los diputados vascos han decido hacer lo propio con el privilegio económico del concierto vasco. No necesitan más reformas, con ese blindaje, el País Vasco (y Navarra) se garantiza el privilegio de contar con más recursos para seguir marcando la diferencia. Más dinero para el desarrollo económico, más dinero para hospitales, para mejores colegios y universidades… ¿Podrían explicar los diputados andaluces del PSOE por qué han votado a favor de ese blindaje?


Manuel Marín, ex presidente del Congreso, contó que, cuando se autorizó la aprobación de los estatutos en la Transición, todas las autonomías se lanzaron a la confección de sus estatutos. Era tal la rivalidad entre el País Vasco y Cataluña por presentar antes el Estatuto en el Congreso, que los equipos rectores, mirándose siempre de reojo, finalizaron los trabajos al mismo tiempo y ambos se dispusieron a registrarlo el mismo día. Cuenta Marín que «el bueno de Tarradellas» tomó el puente aéreo, se instaló en el Palace y anunció su llegada al Congreso al día siguiente para presentar el Estatuto catalán. Alertados, un diputado vasco de la UCD, Echeverría, alquiló un avión, viajó directamente al Congreso y fue el primero en registrar el Estatuto. Fue tal el cabrero de Tarradellas al llegar al Congreso, que se volvió al Palace y remitió a las Cortes el Estatuto catalán con un mozo de Correos.


Que sirva la anécdota para ilustrar que, en el fondo, todo sigue igual. El País Vasco, en avión privado, los catalanes, con puente aéreo, y luego, todos los demás.

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