Elogio de Gürtel
Se les presenta como chisgarabís, trincones de medio pelo y baja estofa, y eso, vamos a ver, es una injusticia. Porque nadie en España parece dispuesto a reparar en el talento que hay que tener para llevar las cuentas de Gürtel. Nadie. ¿No han pisado las universidades con el birrete de honoris causa los maestros de la ingeniería financiera, especuladores que levantaban imperios con la solidez de las pompas de jabón? ¿No gozan de la mayor consideración profesional los banqueros o los gerentes de las multinacionales por su cabeza fría en tiempos revueltos, capaces abstraerse de cualquier agitación, de cualquier sobresalto, emocional o financiero, y mantener imperturbables el rumbo de la sociedad? Bien, pues pensemos que la trama de Gürtel ha sido todo eso, pero multiplicado por tres, contabilidades a, b y c, con sus correspondientes facturas, y otro listado más con los gustos pijos de los extorsionados y de sus señoras. Hay que tener, o sea, una cabeza muy bien amueblada para sacarle a un mitin tres cuentas diferentes y, además, acordarse de las debilidades de cada uno.
—¿Cómo le gustan los zapatos a él? ¿Se los compramos a juego con el último traje, gris marengo, o mejor del color de la tapicería del coche nuevo? ¿Y la señora; los querrá igual que el año pasado, grandes y de pelo negro?
—Pues vete a saber, pero si te refieres a los visones para estas navidades, mejor que sean blancos, de armiño. Y para él, un reloj lustroso; un reloj como para dos muñecas…
Sólo una mente privilegiada puede sacar adelante unas cuentas como las de Gürtel. En eso, tenemos que admitir que la corrupción ha evolucionado en España de forma espectacular. Se ha sofisticado, se ha perfeccionado hasta límites dignos de estudio. Qué lejos quedan en el tiempo aquellas corrupciones de entonces, como la famosa trama del PSOE en Algeciras, cuando los mítines de la OTAN. «Tenemos dos millones; entre cuatro, ¿a cuánto cabemos?», que decía uno de los protagonistas de aquella mangancia memorable. Luego vino lo del caso Juan Guerra, un amateur frente a estos escándalos de ahora. Incluso lo del caso Ollero, con aquella anotaciones de los porcentajes a repartir en la libreta de los comisionistas. Lo de la Gürtel sí que es sofisticado. Para un mitin cualquiera, tres facturas distintas. Como el mitin de Granada de febrero de 2005: el acto cuesta 3.460,79 euros, pero se hacen hasta tres facturas por tres conceptos distintos relacionados con el mismo evento, una de 9.744 euros, otra más de 11.078 y una última de 13.460,79.
—¿Y cómo se conocen las facturas? ¿Lo han contado los imputados?
No, no, la culpa es el de un pen drive, todo estaba ahí. Y como cada corruptela se resume, al final, en una frase, los de la trama Gürtel ya nos han dejado una expresión de lapidario, para repetirla en el futuro como etiqueta del caso. Es la conversación de Correa con su abogado, la del «puto pen drive». Yo la imagino compitiendo en Youtube, «a ras, Carlos, a ras», con las de Luis Moya y Carlos Sainz, cuando se les jodió el coche al final de un rallye. «¡Trata de arrancarlo, Carlos; trata de arrancarlo, por Dios…!» Pues con el mismo tono de fastidio por el plan meticuloso que se estropea al final por un imprevisto, por una bobada, ésta otra frase: «El puto pen drive, macho, el puto pen drive; porque sin el pen drive no tendrían nada… Me pongo malo».
Etiquetas: Corrupción, Partido Popular
6 Comments:
¿mentes privilegiadas?...
Juan Guerra tenía glamor al lado de estos...
¿un amateur... un tío que llevaba la contabilidad en una servilleta pringosa?... ¡ahí un profesional, coño!...
llega a existir la pda y el pen drive... y no los hubiera usado...
estos son una panda de horteras de los de burra grande ande o no ande... vulgares como ellos sólos...
¡se pele esos caracolillos, culonuca!... y aféitese esa barba o se la tiñe ahora mismo, por dios y la virgen...
Los listados son A, B y PPD ( de "puto pen drive". No confundir con un driver de impresora, ni siquiera de las que imprimen billetes). Dicho esto, es una verdadera injusticia que se les presente como trincones de medio pelo por fraccionar las facturas para evitar el control:
-Pero fiscal, ¿qué he hecho que no sea de uso común?
-Paso palabra.
Las empresas públicas andaluzas, la propia Junta… lo justo sería calificarlos como malafollás. Que los han pillao, vamos. Porque han ido a por ellos (otros), que es un matiz a considerar en el país que vivimos.
Y mientras la cosa discurre entre un pen drive, el hecho de que un juez destroce el derecho a la defensa se comparte por Wi-Fi. Con contraseña, claro. Esto sí que es para ponerse malo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ahí le has dado, canalsu...
en el uso común debe estar la clave...
un caso como el de Mercasevilla...
usted descuide una parte de lo que le damos (en maletín piel sintética) y usted descuide que todo se los asignamos...
la más asquerosa injerencia de lo público en lo privado disponible en mp3... y estrenado en Madrid sin éxito...
por normalito, vamos... del montón...
qué ayuntamiento que se precie no tiene su propia constructora, sus propios arquitectos, sus suministradoras, su agencia de publicidad, su financiera, su sociedad de tasación... ¡normalito!... qué asco...
con un caso como el de la muchacha sevillana Marta del Castillo... unos niñatos sin dos guantás templando y mandando en plaza... la pregunta es dónde se viola el derecho de defensa colocando un micrófono en la sala de entrevistas de una cárcel...
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