Bicicleta
A la presidenta del Parlamento, Fuensanta Coves, le pidió un ciudadano en un foro de internet que le pusiera un adjetivo a cada provincia andaluza, y al llegar a Sevilla, dijo la señora: «¿Sevilla? Bicicleta»… Lo cual que, a partir de ahora, entenderá la presidenta que, con todo el respeto, su frase se enmarque y se convierta en chiste habitual de sobremesas. Mira que le han dicho cosas a Sevilla; a Sevilla la han cubierto de miel y le han escupido hiel; le han echado estiércol y la han adornado con pétalos de rosa. A Sevilla la han comparado con el paraíso y con la veleta. Mira que se han escrito cosas de Sevilla, pero nunca nada parecido a este piropo parlamentario que, con sólo decirlo dos veces, ya se hace pegadizo. «¿Sevilla? Bicicleta».
Adviértase, además, que la presidenta no lo dice como insulto o por desprecio a la ciudad. Ni por desconocimiento. Por eso desconcierta tanto, porque nada ofende más que ciertos halagos. Como dicen con acierto los argentinos, lo de la presidenta es una ‘pelotudez’, que es una forma elegante de advertirle a alguien que está comenzando a decir sandeces, imbecilidades o idioteces. En vez de cualquiera de esas admoniciones groseras, que cortan el ambiente, esa advertencia de mis colegas argentinos, «sos una pelotuda; decime, presidenta, qué boludez querés decir…». ¿Saben? Igual la mando a la web oficial de la pelotudez (pelotudo.org), para que la inscriban en su lista oficial. O que pongan un enlace en wikipedia: «¿Sevilla? Bicicleta».
Eso, claro, si antes no se lo arrebatan las hinchadas de fútbol, el carnaval o los humoristas… O las juventudes de la política, que es fácil imaginar a toda una grada en un mitin del alcalde Monteseirín cantando al unísono «¡Sevilla, bicicleta! ¡Sevilla, bicicleta!», y el líder dando saltitos tras el atril. Qué gran momento para retratar el absurdo de estos tiempos, del declive de las ideologías; qué gran metáfora bobada y de la corrección política. En Sevilla, dos emperadores romanos tienen calle en el centro acaso porque, como decía Cela, «Sevilla, como Dios, está por encima de lo que de ella puedan pensar los hombres». A Al Mutamid, el rey poeta, lo traicionaron los suyos, y dejó sus lágrimas en las fuentes del Alcázar, y Fernando III, el rey santo, tiene una urna de plata en la que se mantiene incorrupto. Y a pesar de eso, ¿Sevilla, quéee? «Sevilla, bicicleta».
En fin, que tiene que entender la presidenta del Parlamento que esa contestación suya se inscriba en los anales. Ha sido tal el impacto que lo de menos es la respuesta completa y hasta la conversión repentina de bicicleta en adjetivo. Para los interesados, ahí va la versión completa: ‘Andalucía, según la presidenta del Parlamento’. «¿Qué adjetivo le pondría a las ocho provincias andaluzas?... Almería, el mercado de abastos y su gente; Cádiz, la filosofía de vida; Córdoba, paseos por el centro; Granada, historia y nobleza; Huelva, las sierras; Jaén, sobriedad; Málaga, hecha a sí misma; y Sevilla, las bicis».
1 Comments:
«¿Presidenta del Parlamento Andaluz? ¡La gallina!»
(Otro adjetivo)
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