Naufragio
Si hablamos de globalidad, si la mirada abarca lo que pasa por tu calle y la vida incierta de los monos que habitan los árboles gigantescos de un país de las antípodas; si pensamos de forma global, si conocemos las dificultades por la subida de la cesta de la compra en los mercados europeos y de la grave crisis alimentaria de las cosechas de arroz, de maíz, en los países más pobres del mundo; si nos hemos acostumbrado a la cercanía del que jamás estará a nuestro lado, retengamos una fracción de tiempo de esta semana. Pensemos en dos imágenes simultáneas: en un complejo turístico de lujo del norte de Japón, conversan sonrientes los presidentes de los ocho países más ricos del mundo y, en ese mismo instante, a cinco millas de la costa de Granada, una mujer, con la cara paralizada por el terror, abraza a su hijo y alza la mano para señalar una ola de cinco metros, a punto de embestir a la patera en la que viajan.
Son noticias conocidas, ya sé, incluso repetidas. Pero, esta vez, hagamos el ejercicio de contemplarlas como espectadores de una ventana indiscreta. Como si tuvieran lugar en el bloque de enfrente. A la vez. Y cuando la ola de cinco metros alcanza la patera y la voltea hasta hacerla desaparecer, comienza el desfile de camareros con los platos del menú, «señor, los bulbos de azucena y ajedrea»; «señora, la ternera de Kioto bañada en algas». Ha desaparecido la patera bajo las aguas, van apareciendo cabezas, alfileres negros entre la espuma del mar embravecido. La fuerza de las olas no ha conseguido arrebatarle a esa mujer su hijo de los brazos. A lo lejos se oyen gritos. Cuando llega el último plato del menú en Japón, «señor, quesos con miel de lavanda y dulces de fantasía G-8», en el mar de Granada comienza a amanecer y se oye el rotor de un helicóptero. «No nos dejen morir», dicen al subir.
Pensamos, respiramos y vivimos la globalización que nos permite asistir como espectadores de una ventana indiscreta a este abismo. Ya sé que son noticias conocidas, ya sé que se repiten a diario. El mismo círculo vicioso de siempre. La cicatería y el egoísmo de los países desarrollados reduce a meras campañas de caridad los planes de desarrollo que tendrían que aplicarse en África; lo que provoca la insuficiencia de los fondos es que no se exija casi ningún control del gasto, con lo que la mayoría acaba en manos de corruptos y genocidas; llegan a los países desarrollados las noticias de la corrupción africana, y ese desastre acaba justificando que no se destinen mayores fondos. Y vuelta a empezar.
Ya sé que sólo somos espectadores ocasionales de una ventana indiscreta, la información total que nos trae la globalización. Pero nada obliga a que asistamos impasibles a estas escenas, a que desconectemos y cerremos la ventana. Al menos, tengamos claro lo que está ocurriendo, que en España es un escándalo que la inflación esté rondando el 5 por ciento, pero en Zimbabue la inflación alcanza el 104.000.000 por ciento. Noticias repetidas, ya sé, pero, al menos, intentemos mirar la inmigración con los ojos de aquella mujer que se tragaron las olas.
Etiquetas: Inmigración, Sociedad
4 Comments:
Yo no veo ahora justificaciones para no ayudar a África, sino que, lo que me asusta, son demasiados intentos de justificar una desmedida intervención con muchas ayudas condicionadas (tanto a la ideología de género como al negocio de la promoción de energías alternativas)
Eufemismos aparte, el colonialismo es rancia historia pasada como para que europa tenga que gestionar africa. ¿O no?
Si algo es tu responsabilidad, es porque te compete su gestion. Si Europa se siente responsable de africa, entonces deberia procurar gestionarla, y sino, pues a otros asuntos.
"Tenemos un plan de inmigración que es la envidia de Europa", Caldera dixit...
Hay que ser malvado...
Alguno de los que por aquí opinan saben resolver el problema de porqué no se permite a la agricultura africana poder vender sus productos en "LIBRE COMERCIO" en Europa. ¿Lo de los cupos de importación y la protección de la Agricultura en la U.E. es la razón del subdesarrollo en Africa?. Lo he oido pero no estoy seguro de si es verdad lo anteriormente expuesto.
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