Convención
Puede comenzar la cuenta atrás porque falta poco. En nada y menos, alguien saldrá en defensa del uso del burka en España. «¿Acaso las monjas no llevan también velo?», dirán. Es fácil imaginar el argumentario porque se trata de excusas esgrimidas otras veces y, sobre todo, porque el ideario de esa falsa progresía es de molde: «Libertad individual, tolerancia y respeto por las costumbres de todos. España es un Estado laico y los católicos tienen que ir acostumbrándose a no tener más privilegios que los de las demás confesiones».
Lo normal, en fin, es que el debate una vez más se despeñe por ahí, por esa pendiente de relativismo. Porque una vez más se estará olvidando lo elemental, que la cuestión no es tener que elegir entre el burka y el velo de una novicia; que el problema radica en que el burka provoca alarma y rechazo social, y el hábito mojil, no.
Hace años que claman en el desierto oficial pensadores como Giovanni Sartori. «El cómo de la integración depende del quién del integrando (...) La imposibilidad aumenta cuando el inmigrado pertenece a una cultura teocrática que no separa el Estado civil del Estado religioso (…) En todo caso, la integración se produce sólo si los que se integran la aceptan y la consideran deseable. Si no, no».
Ahora, al ver la estampa de mujeres con el rostro cubierto en Madrid (hace años que es posible verlas en Granada y, en menor medida, en Córdoba o Sevilla) se reabre un debate que nos llevará a que alguien reclame más tolerancia hacia esta forma de vestir, sin reparar en las advertencias que Sartori desplegó en su imprescindible libro sobre La sociedad multiétnica.
Dirán que igual que en España la forma de vestir se guía por los parámetros de esas reglas no escritas que agrupamos bajo el nombre de ‘convención social’, tenemos que estar abiertos a otras formas de convenciones sociales, a otras culturas. Todos por el mismo rasero, sin pensar que la convención social del burka esconde la explotación de la mujer; que la convención social impone que a millones de niñas se les practique la ablación de clítoris cada año pensando que realza la belleza la mujer, su honor, su castidad y sus posibilidades de casarse. Una convención social obliga a las adolescentes a aceptar que sus padres las vendan para que contraigan matrimonio.
Dirán que igual que en España la forma de vestir se guía por los parámetros de esas reglas no escritas que agrupamos bajo el nombre de ‘convención social’, tenemos que estar abiertos a otras formas de convenciones sociales, a otras culturas. Todos por el mismo rasero, sin pensar que la convención social del burka esconde la explotación de la mujer; que la convención social impone que a millones de niñas se les practique la ablación de clítoris cada año pensando que realza la belleza la mujer, su honor, su castidad y sus posibilidades de casarse. Una convención social obliga a las adolescentes a aceptar que sus padres las vendan para que contraigan matrimonio.
No, todas las convenciones sociales no son iguales. Y en muchos casos son contrarias, enfrentadas. Para que se produzca una verdadera integración en occidente, que es la única que se plantea, tiene que aceptarse, o imponerse, esta convención social que se asienta en la igualdad de hombres y mujeres; en la libertad y en la democracia; y en la supresión de los estados teocráticos. Cuando todo eso se acepte, cuando nada de esto sea un problema, que se ponga el burka quien quiera.
Etiquetas: Alianza de Civilizaciones, Islamismo, Religión
2 Comments:
¿Y la ley de igualdad qué dice de ésto?
ARTICULO PROFETICO. UN DIA DESPUES, MIRE USTED LO QUE DICEN LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA.
Los grupos parlamentarios de PSOE, IU-ICV y CiU consideran que el uso de prendas de carácter islámico, como el 'burka' o la 'hiyab', no constituye en este momento un problema en España, ya que se trata de hechos muy puntuales, por lo que coinciden en mostrar sus reparos a una posible regulación de estas costumbres.
El coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, considera que ante este tipo de "hechos puntuales" lo mejor "es conjugar la palabra tolerancia" y por ello no es partidario de prohibir ni regular "situaciones particulares".
"Igual que no creo que sea conveniente en absoluto limitar expresiones públicas de la religión católica no creo que haya que hacerlo con las de otras religiones. No me molesta el 'hiyab' ni la toca de la monja", resumió.
(Cogido de la pagina de EL MUNDO)
Publicar un comentario
<< Home