El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

20 octubre 2011

Lección aprendida



En la barbarie terrorista del País Vasco, los andaluces siempre hemos puesto los muertos y las cárceles. No los únicos muertos, claro, ni las únicas cárceles, pero desde los primeros guardias civiles asesinados, jóvenes sin futuro en el campo que soñaron con ser alguien entre las cuatro paredes de una casa cuartel, hasta los concejales acribillados vilmente en la oscuridad de una noche, Andalucía ha sido una de las regiones más castigadas por el terrorismo vasco y, paradójicamente, también ha sido la comunidad a la que han sido trasladados más presos de la banda etarra. Esa ha sido la participación de los andaluces en lo que unos pocos llaman el “conflicto vasco”. Nada más, sólo muertos y cárceles, sin posibilidad alguna de ser oídos por alguien o de influir en cualquier debate. Quizá porque aquella locura, el egoísmo que conlleva todo nacionalismo fundamentalista, tenía que rubricarse con la displicencia miserable con la que siempre se ha mirado a las víctimas. Pero al cabo de tantos años de padecer la misma burla, ya tendríamos que haber sacado alguna lección. Tendríamos que haberlo aprendido, sí.

Tendríamos que haberlo aprendido porque, a partir de entonces, nada de lo que puedan hacer o decir podrá dañarnos más que lo que ya llevamos padecido. Aprenderlo significa no caer en las provocaciones; aprenderlo supone no entrar en más debate que el que determina el acoso policial, la condena judicial y el cumplimiento de las condenas. Aprenderlo quiere decir que marcamos un círculo de legalidad en nuestro entorno, y de ahí no nos movemos. Un círculo de seguridad que es, a su vez, un círculo de protección frente a las provocaciones. Y ya pueden convocar las conferencias que quieran, ya se pueden traer a Kofi Annan con todas las vedettes de las alianzas de civilizaciones, que nada podrá superar la coraza de firmeza que nos ha dado tantos años de sacrificios, de lágrimas, de perseverancia en la democracia y en el Estado de Derecho. Por eso, la única equivocación ante la pantomima internacional ha sido la de concederle la importancia exagerada de considerarla “un triunfo de ETA”. Porque ha sido todo lo contrario; para la banda terrorista la conferencia ha sido una oportunidad fallida, malgastada, que resta interés y trascendencia al comunicado que llevan meses elaborando. Sólo hay que ver el efecto político inmediato que ha tenido en el PSOE, el partido que ha alentado el paripé desde las bambalinas. Nada le sale bien al PSOE de Zapatero desde hace años; la pifia de la conferencia vasca ha sido lo último.

Por eso, sobre debates menores, alcemos la cabeza. Que ya tendríamos que haberlo aprendido. Sobre todo los andaluces, después de haber puesto muertos y cárceles en esa espiral de odio que está en las antípodas de nuestra historia y de nuestra forma de ser; tendríamos que haber aprendido a mirarlos con la seguridad que aporta saber que nunca vencerán. Con los ojos de sabiduría senequista que nos enseñan a afrontar las contrariedades como un ejercicio. ETA no ha ganado, no. Nunca pueden ganar.

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