El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

19 octubre 2011

Predicciones



Algunas las grandes predicciones que se han realizado a lo largo de la historia con lo único que no contaban es con que el tiempo pasaría y acabaría llegando el futuro que entonces se vaticinaba. Y que, tanto tiempo después, la enorme solemnidad con la que fueron formuladas esas predicciones se transformaría en un ridículo de carcajada, que es lo peor que hubieran podido imaginar quienes pontificaron, con enorme seguridad, sobre lo que estaba por venir. Como el presidente de IBM, que pronosticó sólo había mercado para cuatro o cinco ordenadores en todo el mundo; o el New York Times, cuando predijo que un cohete jamás podría salir de la atmósfera terrestre; o aquel productor de la Fox que estaba seguro de que «la televisión no va a durar mucho porque la gente se cansará de estar toda la noche mirando una caja». Hace nada, seis años, Alan Sugar, el fundador del gigante de la electrónica Amstrad, dijo convencido que al Ipod le quedaban dos telediarios. «El Ipod estará muerto las próximas navidades. Acabado, desaparecido…» Todas estas pifias enormes, que ahora provocan la carcajada, las han recopilado los del PP andaluz en un vídeo que ya circula por la red (se localiza en youtube como «grandes predicciones PP de Andalucía») y que, como se pueden imaginar, termina con la predicción más repetida en la política andaluza en los últimos treinta años: «El PP nunca gobernará en Andalucía».

A cinco meses de las elecciones andaluzas, la realidad que marcan los sondeos es que, efectivamente, esa predicción puede desmoronarse en las urnas de la misma forma que en las últimas elecciones municipales se desplomó el otro aserto repetido, aquel que decía que el Partido Popular nunca ganaría unas elecciones en Andalucía. Y las ganó en mayo pasado por primera vez en treinta años. Todo ha sucedido, además, en muy poco tiempo; en menos de dos años, la situación política en Andalucía ha dado un vuelco inesperado que sólo se puede comprender por la hondura de la crisis en la que ha caído España y por el deterioro vertiginoso del PSOE como organización tras la salida de Chaves y la caída abrupta de Zapatero. El cambio de gobierno, por tanto, parece ya una hipótesis probable en Andalucía y, si para un demócrata la alternancia en el poder es casi una exigencia, para cualquier ciudadano andaluz, sea cual sea su ideología, la alternancia debe contemplarse ya como la oportunidad de superar algunos problemas enquistados en todo este tiempo, desde el fracaso escolar hasta el paro, pasando por el agotamiento que transpira el Gobierno andaluz por todos los poros de su gestión.

Esas son las ventajas de la alternancia, ahí se quedan. Debe reseñarse así porque lo que, de ninguna forma, puede conllevar la alternancia es a la expresión de otros instintos que anidan en la política. La revancha, la venganza; el sectarismo en respuesta al sectarismo padecido, los favores a los propios para replicar los favores de los otros. Ahora que el PP está en alza, está creciendo a su alrededor una corte de instigadores de revancha, interesados y pelotas, radicales y sectarios, que pedirán para ellos los galones de la victoria e incendiarán todos los ambientes con el aliento de la venganza. Ya se les ve porque ya lo van diciendo, porque ya levitan eufóricos. Pero la alternancia no pueden ser ellos; la alternancia nunca puede conducir a la venganza. La alternancia es otra cosa. La alternancia no la gana el entorno radical.

Etiquetas: , ,