El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

27 septiembre 2011

Los nietos



La ruina de los nietos es la que estamos viviendo, la que está sacudiendo Europa. La ruina de los nietos es el concepto que ha encontrado un dibujante de viñetas en Grecia para intentar explicar lo que todos están padeciendo. «La democracia-oligarquía mata a sus nietos», ha escrito en una de las viñetas del periódico y, aunque de lo que habla es de aquel desastre, parece que el concepto quiere volar, saltarse las miserias helenas para explicarnos también la propia decadencia europea. Los nietos somos todos nosotros, los europeos; somos los que vivimos esta crisis, los que asistimos a la implacable decadencia de la importancia geoestratégica y económica de Europa; somos los que hemos heredado unas estructuras políticas infladas, atrofiadas, que crearon nuestros abuelos, entre guerras y penalidades.

¿Bastan cien años para contemplar ese declive? La democracia oligarquía, que es la democracia de unos pocos, que se referirá a la saga de los Papandreu en Grecia, también es un concepto que va más allá, porque sirve para expresar el desapego de una gran parte de la población frente a la clase política; porque la ve distante e interesada, porque la considera una casta privilegiada, como en Italia. O porque se intuye, como en España, que la clase política es un problema en sí mismo, uno más añadido a la lista de problemas invariables en las preocupaciones ciudadanas. Los nietos de las democracias modernas somos nosotros, este tiempo. Somos los nietos, los mismos que tenemos que optar entre liquidar lo mucho que aún queda o asistir al entierro de lo que pudo ser. Porque esta herencia que parece maldita, condenada al fracaso de la inercia y de las estructuras inamovibles, tiene todavía mucho por defender.

La única ventaja que tienen estas ‘situaciones límite’ es la posibilidad de observar, sin camuflajes, dónde nacen los problemas, dónde comienzan las quiebras, en qué momento se torció todo. «Estamos ante toda una generación que tiene que aniquilar el legado del gigantesco y completamente ineficiente aparato estatal, basado desde el principio en las relaciones clientelares». También este análisis pertenece a la realidad griega, pero en absoluto nos es ajeno. Cada pedazo de Europa puede verse reflejado, a su forma, en esa herencia. Aquí, en Andalucía, sólo hace falta pasear por los edificios oficiales para respirar el clientelismo y la ineficiencia. Nos faltaba un escándalo mayúsculo como el de la trama de los ERE para entender cómo se ha dilapidado una fortuna en favores y sectarismo; también el PSOE de Andalucía ha gobernado todos estos años basándose en el principio de las relaciones clientelares y también aquí observamos ahora, por encima de cualquier otra crítica, cómo a los propios profesionales que trabajan en el servicio público lo que más les preocupa es la ineficiencia a la que se ha llegado.

Son los nietos de las democracias modernas quienes contemplan ahora la realidad de la herencia, las deudas impagadas, las hipotecas vencidas, pero también los sueños rotos, los ideales vencidos. Crisis económica y, mucho antes, crisis de las ideologías. Los nietos de las democracias modernas somos nosotros, sí, este tiempo; pero si los nietos se quedan con los brazos cruzados…

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