Infusiones
Es esa memez que se difunde para justificar el quiebro ideológico de Zapatero, su viraje de freno y marcha atrás. Dicen: «Sí, el PSOE está privatizando, y ha congelado las pensiones, y ha recortado el sueldo de los funcionarios, y ha suprimido la ayuda a los parados de larga duración, todo eso es verdad, pero Zapatero y Griñán lo hacen a regañadientes, a disgusto; si gobernara el Partido Popular, Rajoy y Arenas sí que aplicarían con gusto esas políticas neoliberales…» Se suelta ese discurso –que es literal– y, zas, contradicción resuelta. Es curioso porque, después de admitir que las elecciones municipales han dejado claro que el susto de ‘que viene la derecha’ ya no funciona, se echa a rodar este otro discurso que, por la insistencia con la que se repite, será uno de los mensajes centrales de la campaña. El PSOE debe haber llegado a la conclusión de que ese razonamiento es efectivo entre su electorado.
Muchas veces, en política, los argumentos más difíciles de rebatir son los más elementales, aquellos que, por encima de cualquier otra lógica, se agarran a las impresiones o a los sentimientos, a los prejuicios y a los fetiches. Bueno y malo, blanco y negro, nosotros y ellos. Por eso, como el asunto es tan elemental, lo recomendable sería contrarrestar ese discurso con otro de naturaleza similar, pero de signo opuesto. Vayamos hacia una política tan rudimentaria que parezca diseñada por Leopoldo Abadía, el que nos explicó el origen del desastre financiero de EEUU con un pueblo inventado. ¿La crisis? Muy fácil: Pensemos en un señor que pilla un resfriado. Lo normal sería que, con los primeros síntomas, se fuese directo a una farmacia para comprarse un paracetamol o unas aspirinas. Eso sería lo normal, pero en este caso no es así: el señor que ha pillado el resfriado piensa que la industria farmacéutica está dirigida por ricos opulentos, capitalistas insensibles que sólo piensan en ganar dinero. Con lo cual, en vez de productos farmacéuticos, decide combatir el resfriado con infusiones de hierbas. Lo que ocurre al cabo de una semana es que el resfriado ha degenerado en anginas y el tipo, que ya le ve las orejas al lobo de la fiebre, se pone en manos de la diabólica industria farmacéutica para curarse. ¿Conclusión? Un resfriado más caro y más largo que el de cualquier otro vecino que, en una situación igual, aplica el remedio adecuado desde el principio.
Para la campaña que ahora llega, los del PP tendrían que fichar a Abadía y pasearlo por todos los pueblos. La crisis económica era el catarro que acabó en pulmonía; el enfermo somos todos, y el que nos atiborró de infusiones fue Zapatero. Infusiones de ‘plan e’ o de Economía Sostenible. ¿Quién se acuerda ya de la Ley de Economía Sostenible, aquella nadería que se aprobó en un Consejo de Ministros extraordinario celebrado en Sevilla hace dos años? Infusiones, sí, y ahora pinchazos dolorosos de la farmacia alemana.
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