Alucinación
Será porque descubrimos pronto que la primera derrota del hombre es la imperfección de la realidad o será porque el inconformismo nos instala temprano en un estado de sueños y de ansiedad, será por cualquiera de las dos razones, que son a su vez complementarias, por lo que los filósofos tienen establecido que los seres humanos no podrían resistir sin las mentiras de la vida. Steiner añade: «Inventamos modos alternativos de ser, otros mundos, utópicos o infernales. Reinventamos el pasado y soñamos hacia delante». Si la política es, de alguna forma, la quintaesencia de la sociedad en la que vivimos, esta máxima que nos lleva a refugiarnos en las mentiras de la vida se ha convertido aquí en un modo de ser, de pensar, de existir. La cuestión es que uno asiste a un debate parlamentario como el de ayer, a un discurso como el pronunciado por el presidente de la Junta de Andalucía, sólo cabe la explicación de que este buen hombre piensa de verdad que la realidad de la calle es la que él está dibujando en su perorata; que nadie puede llegar a un grado así de alucinación. No, tiene que ser algo inconsciente, no meditado. Al menos, que nos quede este consuelo.
Ayer, el presidente Griñán se propuso solucionar dos de los grandes problemas de la actualidad, la creciente desafección de la política, la idea generalizada de que los políticos son un problema más, y el desastre educativo, que escala hasta casi el cuarenta por ciento del fracaso escolar en Andalucía. Para combatir lo primero, el Gobierno andaluz ha decidido crear un escaño más en el Parlamento, «el escaño 110», lo han llamado, para que allí, junto a los diputados, se pueda sentar un ciudadano. Y para atenuar el fracaso escolar, el mismo Gobierno ha decidido crear otra paga más, cuatrocientos euros para aquellos alumnos que hace varios años que abandonaron el colegio y que ahora decidan volver por el reclamo de los billetes de cien. ¿Un escaño para el ciudadano? ¿Qué otra cosa es un diputado sino el representante de los ciudadanos? Con ese escaño nuevo la clase política certifica su distancia con la ciudadanía, asume la diferencia, reniega de la representación.
¿Y otra paga más en la educación? ¿Qué le impide a esos jóvenes volver al colegio a terminar los estudios, como hicieron sus padres, sus abuelos, que alternaban un día de trabajo en el campo con la noche de estudios en el instituto o en la universidad? Con esa paga nueva, el gobierno socialista persiste en un error que está destrozando el futuro de Andalucía. Ayer mismo, un director de instituto comunicó a sus profesores que el Gobierno andaluz ha dado orden de paralizar todas las obras de mejora que estuvieran en marcha, ni pintura ni desconchones ni aulas nuevas. Ningún presupuesto para la realidad, nuevas partidas para la alucinación presidencial.
Etiquetas: Andalucía, Junta de Andalucía, Política, Sociedad
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