Memoria
Escribo hoy con la mirada puesta en el pasado, como si pudiera mandarle una carta a los sueños de entonces, a nosotros mismos, a los que éramos entonces, como si pudiéramos irrumpir ahora en las expectativas políticas y sociales de hace veinte o treinta años para contarles qué va a ocurrir en realidad. No podemos viajar en el tiempo, no podemos volver al pasado para cambiar nada, pero sí podemos hacer este ejercicio de memoria, este flash back que nos lleve y nos traiga de lo que esperábamos a lo que tenemos, de las promesas a las realidades; que nos haga sentir el vértigo de las fotografías con los protagonistas de entonces, con las caras de entonces, para que podamos compararlos, con sus puestos de ahora, con sus caras de ahora.
La ilusión surge de la noticia ésta del hijo de Jaime Montaner, colocado en la Junta de Andalucía, un contrato externo de los que se prohíben en otros servicios públicos a los que sí se les exige que se ajusten más el cinturón. Un contrato más para esa inmensidad en expansión que es la Junta de Andalucía, un magma que no se detiene y arrima al presupuesto a nuevos empleados como el hijo de Montaner, fichaje directo, dedo a dedo, como en la Sixtina, para que haga el trabajo que podrían hacer decenas de funcionarios, decenas de arquitectos de la Función Pública.
Dirán que se trata de una injusticia, que sólo por ser hijo de Montaner, sólo por tener un apellido reconocido, se ha convertido en noticia. Y es verdad, ¿a quién diablos le importa lo que haga el hijo de Jaime Montaner? A nadie debe importarle, porque tampoco ésa es la cuestión. Lo interesante es el flash back, la imagen que se completa cuando se mira hacia atrás y se ve en los primeros años de la Junta de Andalucía a Jaime Montaner padre y se vuelve la mirada a estos días, tantos años después, y ahí está, Jaime Montaner hijo. Esa simetría familiar es la que determina un régimen político. Porque no se trata de Montaner, no se trata del apellido más sonoro, se trata de hacer ese mismo ejercicio con los todos los parientes colocados, las decenas o cientos de personas que cobran del presupuesto de la Junta y que son hijos, primas, cuñadas o sobrinos de políticos de entonces, conocidos y desconocidos. Sí, esa simetría familiar es la que quisiera trasladar a los sueños de entonces, a las expectativas de entonces, a las promesas de entonces, para decirles que cuando pase el tiempo, la autonomía habrá alcanzado estas cotas que vemos hoy, los apellidos de entonces repetidos en sus descendientes. Seguirá el paro, seguirá la desindustrialización, seguirán los fracasos escolares, seguirán los problemas financieros y seguirán en la Junta los mismos nombres, treinta años después. De padres a hijos se pasan los puestos como en un estanco. No es Montaner, no, es todo esto.
Escribo hoy con la mirada puesta en Andalucía, como si pudiera mandarle una carta a su memoria.
Etiquetas: Andalucía, Junta de Andalucía, PSOE
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