Los otros
Al otro lado de las protestas, se sientan cada mañana cientos de trabajadores en su mesa de despacho, al volante de un coche oficial o de una excavadora, en el tajo de parcelaciones agrarias o quitando matojos de las carreteras; en la otra cara del ‘decretazo’, se despiertan cada mañana varios miles de personas que se indignan cuando oyen que lo suyo es el trabajo de un enchufado. Al otro lado de los foros de Internet, atrapados entre insultos y arengas, presos de una imagen que no les pertenece, se cabrean cada mañana tipos normales, con trabajos normales, que no entienden la ira y el desprecio que ha caído sobre ellos. Al otro lado de las pitadas, caricaturizados en las pancartas, muchos trabajadores de las empresas públicas se indignan cada mañana cuando acuden a trabajar porque ellos saben, sólo ellos, que nadie los ha enchufado, que llevan trabajando muchos años a destajo, con la recompensa de un sueldo muchas veces mileurista, regidos por un convenio que no les otorga más ventaja que la de cualquier trabajador de una empresa privada. Nunca han aprobado unas oposiciones, pero tampoco los ha enchufado nadie. Presentaron un curriculum, los aceptaron y llevan años buscando, con la tenacidad de cualquier otro profesional, que su empresa vaya bien, que salgan las cosas bien. Sólo eso. Y ahora se ven inmersos en el ojo de un huracán de descalificaciones, alanceados por protestas ajenas. Son los otros.
Y dicen: “No, no soy ni funcionario ni laboral, pero tampoco me ha enchufado nadie y lo puedo asegurar y demostrar. Llevo más de 20 años trabajando para la Junta de Andalucía, cobrando del presupuesto público. Al principio me contrató la propia Junta, el IARA, trabajaba tres o cuatro meses al año y al tercer año de contratación, a mí y a un colectivo bastante numeroso, nos pasaron a una empresa pública. Hemos seguido hasta ahora, arañando, año a año, un mes de contratación adicional. Ahora llega esta reestructuración del sector público que tampoco nos supone ninguna panacea, pues seguiremos rigiéndonos por nuestros convenios de origen, nada del otro jueves, pero se atisba algo más de estabilidad laboral o que nuestro próximo convenio se negocie en otro marco de referencia. Qué pasa, ¿que no tenemos derecho a que se afiance nuestra situación después de tantos años de trabajar en servicios públicos? Nosotros no somos culpables de una situación que ha creado la administración. Si los funcionarios de carrera se indignan, con razón, cuando se dice que todos son unos vagos, que no trabajan, que no nos metan en el mismo saco a los trabajadores de las empresas públicas diciendo que todos somos unos enchufados. Porque no es verdad. Porque no es justo”. Estos son los otros.
Fantasmas de la estructura gigante que ha creado un régimen para huir de su incapacidad, de su inmoralidad, de sus chapuzas, de su propio descontrol. Y es verdad, habrá en las empresas públicas andaluzas muchos cientos de trabajadores que nada tienen que ver con el enchufe, pero la última perversidad de ese entramado descomunal que es la administración paralela de la Junta ha sido éste que los coloca como carne de cañón de una reforma indecente, de un atropello a la legalidad. Son los otros. No tienen voz, están atrapados en el traje de otro, del enchufado. Tienen razón y ni siquiera pueden morder la mano de quien los ha metido en este embrollo.
Etiquetas: Democracia, Función Pública, Griñán, Junta de Andalucía
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