El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

24 diciembre 2010

Probablemente



Probablemente llegarán tiempos peores. La crisis nos hará bracear sin descanso en el fondo antes de ver la superficie y habrá colas de hombres y mujeres en las aceras de cualquier oficina de empleo, espantando el frío con el abrigo que tantas veces les llevó a la oficina, con las botas reforzadas que pisaban la siderurgia o la obra. Probablemente un día, al llegar al trabajo, nos crucemos con algún compañero que se le acaba el contrato. Y en el bar encontraremos a un vecino desesperado con la hipoteca. Se helarán las cuentas del banco antes de llegar a fin de mes.

Probablemente llegarán más pateras, mujeres con sus bebés en brazos y jóvenes cubiertos con mantas rojas pisarán la orilla del mar. Nos mirarán con los ojos abiertos y desconcertados de una pantera negra perdida en una playa de arena fina. Nos mirarán, les miraremos, y nadie tendrá respuestas. Nacer pobre, nacer rico; nacer en África, nacer en Europa. Nadie lo elige, sólo podemos elegir nuestra forma de ser, el deseo de progresar todos juntos.

Probablemente nos invada la angustia y la desesperación al ver este afán obstinado del hombre por la autodestrucción. Hombres que son lobos de otros hombres. Mujeres maltratadas por sus maridos, menores agresivos que campan chulos por las aceras, gente desquiciada que vaga por las calles con los ojos encharcados en odios inexplicables.

Probablemente llegarán imágenes de atentados sangrientos en alguna mezquita musulmana de Irán o de Afganistán, mujeres enlutadas que sostienen en brazos el cadáver de su marido, de su hermano o de su hijo. Y la barbarie se mezclará con el disparate cuando aquí se confunda el fundamentalismo con la libertad, el burka con la cultura, la desigualdad y la opresión con la religión. Sentiremos otra vez el desasosiego de estar perdiendo esta batalla contra la involución, que es la batalla del nuevo siglo, de esta nueva era.

Probablemente, llegarán días en los que nos sintamos solos en medio de la gente; esa soledad interior que nada tiene que ver con estar acompañado, sino con la incertidumbre, con la incomprensión, con el vacío. Y habrá corazones que se incendien y amores que se apaguen.

Probablemente todo eso llegará, sí. Pero por duros que sean los tiempos que hayan de venir, nada ni nadie arrebatará al hombre su esperanza de un mundo mejor. La esperanza, que es su arma más antigua. La esperanza de encontrarse a sí mismo, la esperanza del esfuerzo, de sus posibilidades de progreso. La esperanza y la humildad que cada año se renuevan en una noche como hoy con las palabras más sencillas: «Y un ángel del Señor se apareció a unos pastores acampados al raso, velando de noche por turno su rebaño: No temáis, porque os anuncio una gran alegría, que será para todo el pueblo. Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es el Cristo, que es el Señor. Y ésta es la señal: Hallaréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

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