El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

08 febrero 2010

Lluvia fina



Una chica rubia, metida en los cuarenta y socia de uno de los clubes más elitistas de Sevilla, resopla en mitad de una cena: “Hay que ver que el PP cada vez nos lo pone más difícil para votarles”. Estaban hablando de las últimas encuestas que se han publicado, de la diferencia que se va abriendo entre el Partido Popular y el PSOE, y la chica, que por el pelo ondulado y los pantalones beige ajustados, como de montar a caballo, no deja lugar a dudas de que pertenece a una tradicional familia de derechas, lo que no se explica es cómo el PP no es capaz de poner al frente a un líder mejor que Mariano Rajoy. Tampoco Javier Arenas, añade, le entusiasma, que lo tiene ya muy visto, dice, pero su preocupación mayor no es Andalucía sino España.

En la misma cena, un tipo que ya ha pasado los cincuenta, militante antiguo del PSOE, habla de Zapatero como el peor presidente de la democracia y se echa las manos a la cabeza cuando compara los gobiernos de Felipe con los ministros de ahora. Menos duda aún tiene de la situación andaluza porque el cambio aquí, dice, afecta al propio sistema, a la parálisis a la que ha llegado la administración andaluza. La desmotivación interna le recuerda a los países del bloque soviético. Y añade: “He votado otras veces a mi partido mirando para otro lado, pero esta vez me quedo en mi casa. Porque es verdad lo que dices, yo votaría al PP, pero hay que ver qué difícil nos lo pone”.

¿Qué puede llevar a una chica de derechas y a un tipo de izquierdas, los dos tan estereotipados, a la misma conclusión sobre la situación política actual? Coinciden en el desastre de Zapatero y en la urgencia de un cambio en Andalucía, pero a ninguno de ellos le parece ilusionante la alternativa que le ofrece el Partido Popular. La coincidencia en esa frase, “hay que ver qué difícil nos lo pone”, es la explicación a las encuestas que se publican en las que la protesta abrumadora por la gestión de la crisis económica y la desidia por el estancamiento andaluz no se traduce en una apuesta decidida por la alternativa. Asciende lentamente el PP, se acelera el desgaste del PSOE y el cambio de tendencia parece más la consecuencia de una inercia electoral, como el balanceo inevitable de un columpio, que fruto de la capacidad de la oposición para convencer a los votantes, para ilusionarlos con el cambio. Ganará el PP porque la chica rubia, al final, irá a votarlo mientras que el tipo de izquierda se quedará en su casa, y los dos actuarán movidos por la misma convicción, no están seguros de que el líder de la derecha vaya a arreglarlo pero sí están convencidos de que vamos hacia el desastre.

“Qué difícil nos lo pone el PP”, dicen, y en esa frase de condensa la desgana que reflejan las encuestas, el desánimo que se ha convertido en el signo político de estos tiempos. Aunque quizá todo sea fruto de la distorsión que se produce cuando miramos las cosas muy de cerca. Que estoy seguro, en fin, que hace catorce años, con el felipismo enfangado en la corrupción y la incertidumbre económica, la chica del pelo rubio y el tipo de izquierda decían lo mismo cuando miraban a Aznar, aquel tipo con pinta de Charlot que gritaba “váyase, señor González”. Y ya ven, acabó con mayoría absoluta. La lluvia fina. Pues será eso, que Rajoy y Arenas se han encomendado también a la lluvia fina.

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