La simulación
De la crisis se nos ha ocultado todo, el origen, la naturaleza y, ahora, el final. Por eso es tan interesante mirar hacia atrás y descubrir una palabra superpuesta en cada una de esas etapas. Podríamos, incluso, como en los exámenes tipo Logse, establecer una relación entre el momento concreto de la crisis y el eufemismo que ha puesto en circulación el gobierno para ocultar la realidad. Y así, trazamos las rayas correspondientes: origen-desaceleración, naturaleza-neocón, final-brotes verdes.
Lo primero, cuando se ocultaba el origen, fue la negación misma de la crisis. Cómo olvidar los muchos meses, quizá desde finales de 2007 hasta el verano de 2008, en los que el Gobierno consiguió que el debate económico en España se redujera a una polémica absurda, crisis o desaceleración. ¿No se acuerdan ya de la desaceleración? Incluso cuando ya habían pasado las elecciones generales y andaluzas que el PSOE volvió a ganar, Zapatero seguía sumido en el ridículo empeño de no pronunciar jamás la palabra crisis; el absurdo malabarismo de esquivar la palabra en cada intervención suya. Los periódicos titulaban con el más difícil todavía de las definiciones presidenciales. La economía no dejaba de caer, el paro subía imparable, la construcción se desmoronaba y los bancos cerraban las ventanillas alarmados por el incremento de la morosidad... y el presidente, a lo suyo.
– «Mire, yo diría que estamos ante una desaceleración transitoria».
En cada entrevista, en cada comparecencia (la frase anterior es de una conferencia en mayo de 2008) era igual. Tanto que, inopinadamente, la palabra crisis pasó a convertirse en una palabra de derechas, antipatriota y de derechas. Ser de izquierda era hablar de desaceleración; ser de derechas, de crisis.
La catalogación ideológica de la crisis económica vino bien para lo que ocurriría en la fase siguiente. Cuando el PSOE decidió, al fin, que ya se podía pronunciar la palabra crisis en público, el objetivo político fue el de ocultar la naturaleza de la crisis: La crisis en España era consecuencia de las políticas neoliberales de Estados Unidos. Los neocón entran en escena. Finales de septiembre de 2008. Mitin de Zapatero. Arranque de la crónica del día siguiente en El País: «Viva la socialdemocracia, abajo los neocon. En esta proclama puede sintetizarse el discurso que José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno, hizo ayer en Valladolid (…) Para el presidente, «el mayor fracaso de teoría económica tiene nombres y apellidos, son los neoconservadores, que tanto empleó Reagan y que tanto aplaudieron Aznar y Rajoy». Admitirán que culpar a Reagan de los cuatro millones de parados de España es una osadía inaudita en la política española. Tanto que, quizá por eso, cuela.
Quedaba la última fase, un eufemismo para anunciar la recuperación. En realidad ha sido fácil, porque se trataba de aplicar el mismo esquema. Si la culpa de la crisis era de las políticas equivocadas de los otros (no se entiende, por cierto, para qué se empeña entonces Zapatero en cambiar de modelo en España), ahora se aprovecha los signos de recuperación de Estados Unidos, Alemania o Francia para dar por terminada la crisis española. «Lo peor ya ha pasado; ya se ven los brotes verdes», que ha dicho Zapatero este verano.
Lo cual, que volvemos al principio. Estamos a un plis de que el PSOE diga de nuevo que hablar de crisis es antipatriota y de derechas.
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