El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

04 junio 2009

Resignación


De Uruguay se decía que era un país de oficinistas y jubilados. De modo que cuando el protagonista de “La Tregua”, de Mario Benedetti, se puso a pensar en la política, se dio cuenta de inmediato de que era difícil hacer un análisis porque, en realidad, si el país iba a peor era porque todo seguía igual. Si la canina económica y la tiesura siempre han existido; si el acomodo y el servilismo permanecen desde hace tanto que ya se han incrustado en la sociedad; si no hay periodo de la historia sin episodios de corrupción, de picaresca y de mamela; “¿qué está peor entonces?”, se preguntaba el oficinista enamorado de Benedetti.

Podemos pensar que aquí también nos ocurre mucho de todo eso, que los problemas se eternizan, que parece existir un ‘tiempo andaluz’, distinto a los demás, en el que el paso del tiempo no le pesa ni a los problemas ni a sus protagonistas. Al cabo de diez o quince años, ahí siguen los mismos discursos, del gobierno y de la oposición, porque, en realidad, todo sigue igual que entonces. Se eternizan los problemas, los personajes y las situaciones. Cómo explicar entonces que todo ha cambiado… “Después de mucho exprimirme el cerebro llegué al convencimiento de que lo que está peor es la resignación (…) ‘No se puede hacer nada’, dice la gente. Pero la resignación no es toda la verdad. En el principio fue la resignación, después el abandono del escrúpulo; más tarde, la coparticipación. Fue un ex resignado quien pronunció la célebre frase: ‘si tragan los de arriba, yo también’”.

De la reflexión completa de Benedetti lo más interesante es ese último punto de degeneración de una sociedad acomodada, la cadena degenerativa que lleva al personal a acabar asumiendo como algo normal las corruptelas y la dependencia. Aquí, ya digo, pasa mucho de esto. A las razones históricas que se puedan encontrar en la aceptación social de la picaresca y el engaño, se suman luego las razones de dependencia económica de una región en la que la mayor empresa es, precisamente, el gobierno regional. A luego, nuestro tiempo distinto, que hace que el personal, resignado, contemple la actualidad como un dejá vù, una repetición. Una pesadez.

-- ‘Uff, ahí están otra vez los de EL MUNDO acusando a Chaves… ¡Pero si ya se ha ido! ¿Y la oposición, qué me dices? Esos, como siempre, pidiendo dimisiones, comisiones de investigación, en vez de irse ellos también, que son todos iguales.’

Después de 19 años en el poder, Chaves ha aprendido bien a manejar estas situaciones. No ni ha dado explicaciones sobre las subvenciones a la empresa en la que trabaja su hija ni las va a dar; sabe que el mensaje que más cala es el suyo: ‘mi hija tiene derecho a trabajar, lo único que pasa es que me guardan rencor’. En fin. No es verdad. Pero otro día hablamos de eso. Hoy, como le debía un homenaje a Benedetti, digamos sólo que no es rencor, como dice Chaves; que la clave de todo lo que ocurre en Andalucía y sus consecuencias (sus ‘no consecuencias’) está en la resignación.

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