La serpiente
Las religiones, la filosofía y las ideologías comparten en su mayoría un mismo esquema de aplicación por abismal que sea lo que separa a unas de otras. Desde el origen de los tiempos, la religión primero y, con posterioridad la filosofía y las ideologías políticas se asientan en la angustia del hombre y se ofrecen para darles una explicación y prometerles una salida. “La búsqueda de una salvación al margen del Dios está en el corazón de todo gran sistema filosófico”, sostiene Luc Ferry, filósofo francés y breve ministro de Educación en los primeros años del milenio.
En ese esquema primitivo e imperecedero, siempre encontraremos el símbolo de lo oscuro, del maligno, de lo diabólico, porque sólo si existe una referencia potente de lo prohibido se puede ofrecer la salvación. Esta es la serpiente que aparece en la Biblia y que no persigue otra cosa que dejar claro que sólo existe un camino, la obediencia ciega en la palabra de Dios, mientras que lo otro, la duda, las preguntas o los placeres terrenales, conducen al hombre y a la mujer a penar por este valle de lágrimas. Este mecanismo de comunicación social que parte de la angustia, se detiene en la descripción simbólica del mal y concluye con la oferta de una salvación es, si se fijan, el mismo esquema mental que se ha utilizado en política desde antiguo. Frente a razones, admoniciones.
¿Qué diferencia conceptual puede haber entre la serpiente del Paraíso y los vídeos que ha puesto en circulación el PSOE para esta campaña electoral de las Europeas? Ninguna, claro. Las dos representan lo mismo, las dos se guían por el mismo esquema de comunicación. Esa es, por tanto, la paradoja de asistir a la propuesta de un partido político que utiliza la misma estrategia de aquello de dice detestar, el miedo. Salvadas todas las distancias, no parece haber diferencia entre la descalificación diabólica que se hacía en el franquismo de los republicanos, rojos, masones, aquellas hordas rojas, de estas campañas electorales que resumen la derecha en el capitalismo despiadado, la religión opresora, el racismo ciudadano y la opulencia de los ricos.
Cuando las elecciones de 1996, el maestro Gómez Marín publicó una ‘Antología de frases de la derecha’ en la que incluyó un interesante análisis del “eclipse conceptual” de la división clásica de las ideologías entre izquierdas y derechas. Y sostiene con acierto que “la izquierda debe ser ante todo una actitud crítica”; crítica, sí, ante la vida, ante conceptos preestablecidos, ante verdades monolíticas, ante realidades enquistadas. De esa inquietud nace el progreso, claro. Lo malo, como añade luego Gómez Marín, es la degeneración posterior de esa disposición abierta en su contrario: “Paradójicamente, el criticismo de la izquierda ha desarrollado una actitud cerrada que pretende reservarse el monopolio de la razón y, en definitiva, el monopolio de la legitimidad”. El video del PSOE, o sea, no es otra cosa. La serpiente que se transmutó en dóberman.
En ese esquema primitivo e imperecedero, siempre encontraremos el símbolo de lo oscuro, del maligno, de lo diabólico, porque sólo si existe una referencia potente de lo prohibido se puede ofrecer la salvación. Esta es la serpiente que aparece en la Biblia y que no persigue otra cosa que dejar claro que sólo existe un camino, la obediencia ciega en la palabra de Dios, mientras que lo otro, la duda, las preguntas o los placeres terrenales, conducen al hombre y a la mujer a penar por este valle de lágrimas. Este mecanismo de comunicación social que parte de la angustia, se detiene en la descripción simbólica del mal y concluye con la oferta de una salvación es, si se fijan, el mismo esquema mental que se ha utilizado en política desde antiguo. Frente a razones, admoniciones.
¿Qué diferencia conceptual puede haber entre la serpiente del Paraíso y los vídeos que ha puesto en circulación el PSOE para esta campaña electoral de las Europeas? Ninguna, claro. Las dos representan lo mismo, las dos se guían por el mismo esquema de comunicación. Esa es, por tanto, la paradoja de asistir a la propuesta de un partido político que utiliza la misma estrategia de aquello de dice detestar, el miedo. Salvadas todas las distancias, no parece haber diferencia entre la descalificación diabólica que se hacía en el franquismo de los republicanos, rojos, masones, aquellas hordas rojas, de estas campañas electorales que resumen la derecha en el capitalismo despiadado, la religión opresora, el racismo ciudadano y la opulencia de los ricos.
Cuando las elecciones de 1996, el maestro Gómez Marín publicó una ‘Antología de frases de la derecha’ en la que incluyó un interesante análisis del “eclipse conceptual” de la división clásica de las ideologías entre izquierdas y derechas. Y sostiene con acierto que “la izquierda debe ser ante todo una actitud crítica”; crítica, sí, ante la vida, ante conceptos preestablecidos, ante verdades monolíticas, ante realidades enquistadas. De esa inquietud nace el progreso, claro. Lo malo, como añade luego Gómez Marín, es la degeneración posterior de esa disposición abierta en su contrario: “Paradójicamente, el criticismo de la izquierda ha desarrollado una actitud cerrada que pretende reservarse el monopolio de la razón y, en definitiva, el monopolio de la legitimidad”. El video del PSOE, o sea, no es otra cosa. La serpiente que se transmutó en dóberman.
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