El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

16 abril 2009

La siesta


José María Fidalgo reapareció hace unos días en el Club Siglo XXI para presentar a Paco Sosa Wagner, el candidato a las elecciones europeas por el partido de Rosa Díez, que se llama así y se escribe con las siglas de UPyD. Que el camino de la política en España haya llevado a tres personajes tan distintos a coincidir en un acto, cada cual en su papel, es digno de reflexión porque seguramente encontraremos en ese análisis algunas explicaciones del deterioro de la izquierda y de la crisis misma de la clase política. Quiere decirse que no pueden ser más distintas y distantes las biografías de esos tres tipos, Fidalgo, Sosa y Díez, y cuando acaban coincidiendo en el camino, siempre dispuestos a romper moldes con alguna sensatez olvidada, el encuentro es un acontecimiento a celebrar en una democracia y, al mismo tiempo, el síntoma de alguna anomalía.

Fidalgo, que reaparecía con este acto después de haber perdido el congreso de Comisiones Obreras, contó que sus simpatías con Sosa Wagner tienen que ver con la Europa central de la primera mitad del siglo pasado, y muy especialmente algunos fenómenos que no conviene olvidar, como la impresionante ceguera ante el totalitarismo fascista. “No es fácil ver lo malo, mirarlo de frente. Y los que se atreven a señalar con el puntero el nacimiento del desorden, son desoídos y no pocas veces laminados por el establishment que ha incubado ese desorden”, dijo Fidalgo.

Suele suceder en muchos personajes públicos que, en cuanto se apartan de la primera línea, recobran una visión clara de lo que ocurre, como si hubieran recuperado la vista cegada por los focos del cargo público, del discurso establecido, de los intereses acordados. Fidalgo, aunque siempre ha hablado claro, tampoco se escapa de las componendas oficiales durante su etapa de liderazgo en Comisiones. Ahora, sin esas ataduras, advierte del sobresalto abrupto que puede tener el despertar de esta cómoda siesta que vivimos en España. “La soberbia estúpida, el sectarismo rabioso, el engaño como tecnología de la política y el populismo componen un coctel explosivo porque excitan lo peor de la condición humana”.

El cambio de Gobierno de Zapatero ha provocado en Andalucía un nuevo relevo en el liderazgo de la hegemonía socialista. En teoría, ningún cambio cabe esperar en José Antonio Griñán, el nuevo elegido para la Presidencia, cuña de la misma madera, sobre todo cuando muchos destacan de él la virtud de ser un gestor correcto y tipo discreto, que no suele trastabillarse con extravagancias. Ya sabemos que la discreción en política es el silencio y peores son las ataduras del silencio que las de la palabra cuando el silencio se produce ante el sectarismo, el despilfarro o la mentira.

Andalucía parece reflejarse en el párrafo de Fidalgo, un sistema político amasado con soberbia, engaño y mentira para ocultar la realidad de la región, para adormecerla con una placentera siesta. Por eso, porque estamos en plena siesta, lo peor no es el presente porque la comparación con la Andalucía que conocimos hace treinta o cuarenta años siempre será abrumadora a favor de la actual; no, lo peor es el futuro, lo peor es que, si nada cambia, de la misma forma que ahora nos parece abismal la comparación con el pasado, las generaciones de estas últimas décadas sólo podrán preguntarse por qué se les condenó a una nueva postergación, un nuevo concepto de subdesarrollo dentro de la sociedad globalizada.

Nada distinto cabe esperar de Griñán. Yo, sin embargo, lo espero.