El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

11 abril 2009

Confesión


Al llegar a la altura de la barra en la que me encontraba, se ha girado bruscamente y me ha espetado con tono bronco: “ya lo habéis conseguido, estarás contento, ¿no?” Fuera, en la calle, está acabando de pasar un Cristo y el solo de corneta del tipo de la banda, de ésos solos de corneta de las bandas de la Semana Santa que más que marchas procesionales parecen bandas sonoras de un espagueti wester, ha revestido la estampa de un aire de duelo al atardecer. Las miradas se detienen, se congelan las pupilas en la mirada del otro, como si pudieran atravesarlas y penetrar hasta el cerebro, hasta lo oculto. En ese momento de tensión, en el que uno es consciente de que se enfrenta a una amenaza cada gesto cobra un valor especial. No importa qué ha ocurrido ni cómo ha ocurrido, lo único que debes saber es que alguien que te mira de frente, fñíjamente, acaba de retarte. A partir de ese instante, ya no puedes permitir ningún gesto de debilidad, ningún desliz psíquico ni, por supuesto, físico. Un leve rastro de saliva seca en la comisura de los labios es admitir la derrota sin paliativos. Las manos sudorosas es un humillante reconocimiento de que te han vencido. ¿Y la cara colorada? ¿Cómo defenderse después de que la cara se incendie de un rojo intenso, sangre que se dispara entre el sofoco, la vergüenza y el miedo?

Nada inquieta más que no poder controlar las reacciones de tu propio cuerpo en los momentos cruciales; tener que enfrentarte a la traición de ti mismo, a que sean tus manos, tus ojos, tu boca quien te delate. Por eso, este instante es primordial. Un tipo llega a la barra y, con la mirada firme, te desafía, “Sí, joder, admítelo, estarás contento. Que, al final, lo habéis conseguido, lo habéis echado…” Lo ha dicho y sólo te queda reaccionar: “Vamos a ver”, le digo, “para empezar no le conozco”. “Deduzco que usted a mí sí me conoce. O eso cree al menos, porque ya imagino que es usted de esos tipos que piensa que los que trabajamos en EL MUNDO somos la encarnación misma del diablo. Fíjese que, desde que se conoció la noticia, lo que más me sorprende es que muchos se dirigen a nosotros decepcionados porque, al vernos, se dan cuenta de que no estamos de fiesta, que no hemos brindado con champán, ni hemos colocados tiras de guirnalda y confeti entre las mesas de la redacción…”

Por el gesto del tipo, que ha pasado de desafiante a serio, veo que mi reacción ha sido la adecuada. Internamente, percibo que he comenzado a dominar la situación y esa confianza genera pronto un estado de satisfacción peligroso: ‘ojo, que no has ganado todavía. Y siempre te ocurre lo mismo’. La situación, en cualquier caso, ha rebasado ya la tensión inicial. Quizá, en fin, sea muy fácil de entender que las noticias no esconden rencor, ninguna aversión personal, que las informaciones no persiguen un objetivo político, ningún interés de partido. Sólo nos pierde la ansiedad pero ya decía Indro Montanelli que “sin la droga de la ansiedad, se es un periodista fracasado”.

Afianzado, reconfortado, retomo decidido el hilo de mi monólogo ante aquel tipo, este desconocido que me ha asaltado en el bar y que, ahora, aguarda paciente a que acabe mi argumento. “Mire, perdone que le haya abordado de esta forma. Pero es que vengo indignado. Yo entiendo lo de los chanchullos que han publicado ustedes del presidente, sé que tenéis toda la razón, y entiendo también que, por dignidad y por historia, no podemos conformarnos con estar siempre los últimos… Todo eso es verdad, pero es que me parece una tremenda injusticia que, al final, haya sido Paco Chaparro el que haya pagado el pato de los oscuros manejos de Lopera… El Betis, mire usted, es más importante que todo eso”

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1 Comments:

At 11 abril, 2009 16:10, Blogger Panduro said...

Reconozcamos que ha sido una jugada maestra de Zapatero: Provocar la crisis de gobierno coincidiendo con la destitución de Chaparro. Al César lo que es del César.

 

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