El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

08 abril 2009

El tercer pulgar

Se ha bajado el pulgar, no hay más. Chaves deja la presidencia de la Junta de la misma forma que la dejó en su día Rafael Escuredo y luego Rodríguez de la Borbolla, porque, en Madrid, el líder del PSOE ha bajado el dedo pulgar para ordenar el cambio. Chaves, además, conoce bien la historia porque por dos veces tuvo él mismo que ejecutar esas órdenes que llegan de la Moncloa, primero contra Borbolla y luego contra Carlos Sanjuán, del primero tomó la Presidencia de la Junta y del segundo la secretaría general del PSOE andaluz. Ahora, en este remake permanente de las noches de cuchillos largos, Chaves se habrá visto transportado en el tiempo; su espíritu de apacible barón embutido en un pellejo apuñalado, en un pellejo que él mismo apuñaló. Pero ahora las cicatrices son suyas.

Se ha bajado el pulgar y a Chaves sólo le quedaban dos caminos, asentir, bajar la cabeza, o plantar batalla, desafiar la orden. Pero se ha mirado las cicatrices y ha recordado que ya Escuredo le plantó cara a González. Y perdió. Que ya Borbolla le plantó cara a Guerra, y perdió. La semana pasada, cuando la reunión de la interparlamentaria socialista, Chaves dispuso a su ejército, alineado, frente al palacio de la Moncloa para acallar los rumores de sucesión que tanto le incomodaban. Y todos, a su alrededor, proclamaban su fortaleza. «Chaves es el cambio que se necesita», decían forzando la devoción hasta el absurdo. Y luego, el pragmatismo: «En Andalucía se ganan elecciones». Estaba dispuesta la batalla, sí, pero luego, Chaves ha debido mirarse las cicatrices del cuerpo. Y no quiere acabar lanceado como Borbolla, como Escuredo. La política vomita cadáveres todos los días y, en un instante, entierra en el olvido a quien hasta ayer gozaba de poder e influencia. Es la desolación del teléfono que no suena, porque nadie llama, porque nadie lo descuelga. Aquella experiencia que contaba Borbolla cuando a él le bajaron el pulgar: «Un buen día me dijeron que yo ya no contaba con la confianza del partido, y me reuní con un buen número de alcaldes y cargos públicos del PSOE andaluz para escucharles. Todo eran muestras de apoyo, hasta que se levantó un alcalde y me dijo: ‘Vamos a ver, Pepote, no te engañes. Tienes nuestra confianza, pero todos queremos seguir siendo concejales y alcaldes cuando tú dejes de ser presidente de la Junta’». Y con un abrazo, lo abandonaron.

Chaves ha mirado el pellejo apuñalado del presidente de la Junta, y ha decidido cruzar andando el puente de plata hasta Madrid, sólo y sin mirar atrás, como los héroes derrotados de las películas. Vicepresidente territorial o de grandes expresos, que eso da igual. Se va Chaves y otra vez se repite la misma historia en Andalucía. Se va como llegó hace diecinueve años. El dedo índice los coloca y el dedo pulgar los derriba, no hay más. Se ha bajado el pulgar. El tercer pulgar.

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