El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

11 marzo 2009

Desahucios



Gracias a que a los Simpson les han embargado la casa, hemos conocido que en Estados Unidos, además de las hipotecas ‘subprime’, se ha generalizado un segundo modelo de financiación que permite a los propietarios morosos de una vivienda pedir al banco el dinero entregado hasta ese momento y comenzar a pagar de nuevo, con una segunda hipoteca, las denominadas ‘home equilty’. Lo que ocurre en muchos casos es que la excesiva permisividad bancaria acaba convirtiendo la economía de cualquier casa en una pirámide invertida, cada vez más deuda que se sustenta sobre una base ínfima de financiación.

Dicen que, de hecho, muchos americanos han acabado convirtiendo su casa en un ‘cajero automático’ al que recurrir en caso de apuros. Es justo lo que le pasó a Homer Simpson, que recurrió a la segunda hipoteca y aprovechó la liquidez momentánea para organizar una gran fiesta de carnaval. Al final, tieso, perdió la casa. Y como a los Simpson, en enero pasado, exactamente lo mismo le ocurrió a casi trescientas mil familias norteamericanas.

En los análisis comparativos que se han realizado sobre la crisis inmobiliaria española y estadounidense, es frecuente encontrar la diferencia esencial entre el modo de vida de unos y otros. Mientras que los norteamericanos no tienen ningún apego vital a la casa en la que viven, entienden la movilidad entre ciudades o entre estados como algo natural, en España ni siquiera logra abrirse paso el alquiler, porque la cultura es justo la contraria, vivienda en propiedad y un suelo donde echar raíces. Es lo que tantas veces hemos oído en charlas y visto en películas, que el norteamericano asume con normalidad que si lo despiden de su empresa, una buena mañana, de madrugada, cargará en coche familiar con cajas de cartón y, con los niños aún dormidos, emprenderá viaje a otra ciudad en la que empezar de nuevo. Y antes de amanecer, en la parcela de césped ya estará colocado el cartel correspondiente de la inmobiliaria. «For sale».

Sostiene el portavoz de Izquierda Unida, Diego Valderas, que en el último año más de diez mil familias han sido desahuciadas en Andalucía por falta de pago de sus hipotecas. ¿Una cifra muy elevada? Pues no, eso es lo peor, que el horizonte que se dibuja empeora todas las estadísticas. Los datos del propio gobierno son aterradores: Un millón de familias en España tiene problemas para pagar su hipoteca; quinientas mil ya están inscritas en el registro de morosos; los embargos han aumentado en un año en un seiscientos por cien. En Andalucía, si una de cada cuatro familias hipotecadas está al borde del impago, habrá que contemplar que, en poco tiempo, serán cuarenta mil las viviendas desahuciadas.

Sabemos lo que ocurre en Estados Unidos, pero qué pasa aquí cuando una familia tiene que dejar su casa. En Estados Unidos el embargo de una vivienda forma parte del paisaje; en Andalucía el desahucio de una casa supone el fracaso de una familia, de una vida. Lo cual, que en el mejor de los casos, acabaremos implorando al más allá como Homer Simpson: «Normalmente no rezo, pero si estás ahí, por favor, ¡sálvame Superman!»

Etiquetas: , ,