Pintadas
Los tipos de mi barrio han comenzado a hacer pintadas de protesta. Me sorprende porque con esta gente podría hacerse un estudio prototípico de la sociedad sevillana, conformista y rara vez dispuesta a enemistarse con el gobierno. Se protesta mucho en las tabernas, es verdad, maldicen al alcalde en arameo si es menester, pero lo raro es que las voces lleguen, no ya a las urnas, ni siquiera a las paredes. Y esta vez, ha ocurrido. Dos pintadas. El tema de la protesta es el mismo, la técnica es idéntica, pero el alma de la pintada es distinta; la una es pragmática y la otra es más filosófica. En la valla metálica de una de las obras del Metro, unos han escrito: “Menos multas y más aparcamientos”. Más adelante, en las paredes cansadas de un caserón deshabitado, entre carteles de conciertos y grafittis de estética neoyorquina, han pintado: “Menos multas y más vergüenza”.
Me llaman la atención porque, como en otros periodos de crisis, las ciudades y las carreteras comienzan ya a llenarse de pintadas de protesta por el cierre de alguna fábrica o por los recortes salariales en la negociación de algún convenio, pero estas dos pintadas son distintas. Podría decirse que éstas son las primeras de una protesta social contra la crisis. La diferencia es que una sencilla protesta contra las multas puede ser más fiable para medir el estado de cabreo del personal por la crisis que cualquier otro parámetro. Tengan en cuenta que el rasgo característico de esta sociedad es que el conformismo extremo y la comodidad le hacen soportar todo el peso que echen sobre sus espaldas. Esta sociedad de clases medias parece que tiene asumido que el peso del Estado recae sobre ella; que nunca podrá contar con los privilegios de los que disfrutan las capas sociales que están por encima ni con las exenciones que se conceden a las capas sociales que tiene por debajo.
Entre la riqueza y la marginación, ahí está la inmensa franja de clase media en la que estamos todos los demás. La capa social de la nómina y la hipoteca, del currelo en la fábrica, la cerveza con los colegas, el sábado en el centro comercial y el fútbol del domingo, después de comer en un asador de las afueras. Los del atasco de cada día en la hora punta de las ciudades, los que se pasan media hora buscando aparcamiento para llegar a las oficinas, los que se pagan el crucero a plazos y una quincena de agosto en un piso de la playa. Sobre esos hombros recae siempre la crisis. Les subirán con mentiras los impuestos, les engañarán con el recibo de la luz y le congelarán el salario en la empresa. Esos que nunca saldrán a la calle a protestar porque la clase media no tiene conciencia de clase. Pero ojo con esa gente, que un estado de cabreo generalizado en la clase media es la única fuerza capaz de tumbar a un gobierno de un solo golpe.
Los tipos de mi barrio son de esos, clase media. Y han hecho unas pintadas. El caso es que estoy de acuerdo con las dos que he visto; con la del sentido práctico, “menos multas y más aparcamientos”, y, desde luego, con la filosófica, “menos multas y más vergüenza”.
1 Comments:
En el Barrio de Nueva Sevilla (Castilleja de la Cuesta) están empezando a multar a los coches que aparcan en la línea amarilla... El único problema es que al Ayuntamiento se ha olvidado de borrar la de los vados y calles de sentido único que eran de doble sentido hace 20 años.
Ya me gustaría a mí que el barrio fuese el de hace 20 años... Habría ardido la comisaría... Son unos sinvergüenzas.
Yo ya he caído... 60 euros para la Mancomunidad del Aljarafe.
Publicar un comentario
<< Home