Racimo
En junio pasado, la ministra de Defensa anunció con gran boato que España iba a destruir de los arsenales del Ejército las bombas de racimo. Lo proclamó Carme Chacón con el tono de quien anuncia el fin de una guerra, el final de la pobreza en el mundo o la vacuna del sida. “España –dijo- se sitúa a la cabeza en la erradicación de las bombas de racimo”. Días después, el Gobierno aprobó un acuerdo para ‘la adopción de medidas pertinentes’. Le siguieron semanas de declaraciones, visitas y reportajes, y llegamos a diciembre. El lunes pasado se volvió a anunciar que el Consejo de Ministros va a aprobar, justo antes de la Navidad, una “moratoria unilateral” para acabar con las bombas de racimo. Y ayer martes, la ministra se fue a un arsenal para retransmitir en directo cómo se desactiva una de esas bombas. El ritual tiene su por qué: se celebra la destrucción de las primeras cien bombas de las más de cinco mil que hay en España. Calcula la ministra que en junio de 2009 se habrán destruido todas. O sea, que ‘el proceso’ va sólo por la mitad del camino.
Cualquier que conozca el espanto sangriento que tienen esas bombas como historial, no puede hacer otra cosa que aplaudir. Pero no es el caso. En todo esto falta recordar que el Gobierno Zapatero se pone a destruir las bombas de racimo al cuarto año de mandato, que lo hace después de una histórica conferencia en Dublín en la que 109 países firman para prohibir el uso y la fabricación de este armamento y que, por si fuera poco, España jamás ha utilizado esas bombas. Es decir, que para el problema verdadero de las bombas de racimo, que debe ser lo que nos preocupe, lo que ocurra en España es insignificante, testimonial. No afecta. ¿No es ridículo que España se proclame ‘líder en la destrucción’ cuando lo han aprobado 109 países y, además, nunca las ha utilizado?
Pues ya veremos en lo sucesivo, a partir de este primer acto, cómo varias autonomías replican este tipo de actos con declaraciones en los parlamentos y en los gobiernos, visitas a arsenales, ciclos de conferencias… Lo veremos porque ocurre siempre, como ahora con los ‘vuelos secretos’ de la CIA. ¿Acaso no ha anunciado la Junta de Andalucía una investigación (¡una investigación!) porque "deploramos el comportamiento del Gobierno de Aznar, que nos introdujo en una guerra ilegal"? Tremendo. Como si no hubiera constancia de que los siniestros vuelos de la CIA comenzaron con el PP, siguieron durante varios años con el PSOE y que Zapatero, como denunció en 2006 el grupo de intelectuales que destapó el asunto, miraba para otro lado, «como quien pasaba por allí».
¿Bombas de racimo? Pues claro que deben erradicarse y, por supuesto, también en España. Pero, ya de paso a ver si el PSOE deja de practicar esa política suya, como de bombas de racimo, que no distingue ni adversarios ni intereses ni necesidades. Propaganda y destrucción del adversario. Lo ocurrido días atrás con Esperanza Aguirre o las barbaridades de Almudena Grandes son las dos últimas explosiones de esa política de bombas de racimo.
2 Comments:
Suele ser la forma de actuar de nuestro cada vez más extravagante gobierno; el tergiversar las cosas, el decir antes y luego desdecir, el prometer lo que ni ellos mismos se creen y el intentar tapar el sol con un dedo; el caso de la crisis que ellos no sólo no veían sino que se empeñaban en discutir que no existía.
Saludos desde León
Lo gracioso del tema y por tanto la razón por la cual se van a destruir las bombas de racimo es porque son muy efectivas, causan mucho daño y matan y mucha gente, es decir, son devastadoras para el enemigo (país al que se las lanzan) y digo yo... ¿las bombas no se hacen para eso?
Si el gobierno piensa hacer bombas para no hacer daño, inofensivas ,mejor que gaste el dinero en otra cosa como en educación o en hacer viviendas VPO.
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