Insólito
Hace unos días, en un juicio en Sevilla, el juez se puso en pie antes de comenzar la vista oral. Se ajustó las puñetas, se alisó la toga, miró a la secretaria del juzgado y trazó con su mirada una panorámica de la sala, de derecha a izquierda, la cara del fiscal primero, barbudo y circunspecto; luego, los abogados de la acusación, afanosos entre papeles; los letrados de la defensa, susurrándose al oído; y, finalmente, frente a él, los procesados, sentados en el banquillo. «Antes de comenzar –dijo el magistrado– quiero pedirles disculpas».
En una sala de tribunales las palabras retumban con un eco especial. La disposición de los protagonistas de una vista oral, frente a frente, a cara de perro, genera un silencio de expectación en el que las palabras se alzan, toman cuerpo, y hasta los silencios, los sudores y la duda se tiñen con la tinta de lo consumado, de lo que no tiene vuelta atrás. Por eso, cuando se oyeron las «disculpas» del magistrado, todo el mundo fijó su mirada en él. «Quiero pedirles disculpas, antes que nada, por el retraso en la hora en la que ha comenzado esta vista oral. También en la fecha, tan tardía, en la que la hemos fijado. La razón de estos retrasos es que en este juzgado, de los ocho funcionarios que tenemos adscritos, sólo podemos contar con tres. El resto está repartido en otras tareas o de baja. Desde junio, por ejemplo, tenemos un funcionario de baja laboral y, aunque nuestra querida consejera de Justicia afirme que las bajas se cubren al día siguiente, la realidad es ésta: no se cubren las bajas».
El juez volvió a mirar a la sala de derecha a izquierda y encontró al fiscal mordiendo un bolígrafo, a las acusaciones y a las defensas con caras de expectación. Los procesados, primero se miraron entre ellos y luego a sus abogados, a ver si encontraban alguna explicación. Pero el juez, aún prosiguió: «Por último, también quiero pedirles disculpas por el espacio que ocupa ese armatoste de la derecha de la sala», y señaló un enorme paquete envuelto en plástico negro que ocupaba uno de los rincones de la estancia. «En realidad, no sabemos qué es. La Junta lo envió hace meses, lo colocaron ahí y no sabemos qué puede ser. Ni siquiera si hay algún ser vivo dentro». Fue entonces cuando el juez esbozó una breve sonrisa. «Si el ‘sistema Adriano’ nos lo permite y funcionan los ordenadores, podemos comenzar la vista oral».
Lo que va a ocurrir hoy en España, la primera gran protesta de la judicatura contra los gobiernos, el de Zapatero y el de Chaves, que tienen repartidas las competencias de Justicia, se explica por la multiplicación exponencial que ha tenido, en dos semanas, el hartazgo, el cabreo, expresado por aquel juez. Uno a uno, boca a boca, mail a mail, miles de jueces y secretarios judiciales han llegado a la protesta de hoy, insólita como la coincidencia de todas las asociaciones judiciales, de izquierda a derecha, contra la forma burda con la que el Gobierno ha intentado exculparse del caos judicial que se destapó tras el ‘caso Mari Luz’. Hoy, como aquel juez sevillano, todos se ponen en pie y se alisan la toga y las puñetas.
2 Comments:
Trágico pero divertido. ¿O es al revés?
Un saludo
¡Hola! Me gustaría animarte para participar en una campaña importante para el futuro de nuestros hijos.
Tan solo te pido un pequeño esfuerzo.
Muchísimas gracias.
http://elrepublicanodigital.blogspot.com
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