Velarde
Cuando tiene que viajar por España, el profesor Juan Velarde lo celebra como si se hubiera tropezado con un inesperado día de descanso. Se acomoda en la parte de atrás del coche e instala allí su ‘mesa de despacho’, una tabla de madera y un flexo. Cuando el chófer arranca, dejan de sonar los teléfonos y el profesor cruza España entre libros, estudiando, escribiendo, pensando. «Es un placer», dice Velarde, después de que el maestro Gómez Marín haya desvelado la extraordinaria peculiaridad del economista. Ni trenes ni aviones, la tabla de madera y el flexo en la parte de detrás del coche oficial.
Esa imagen, desde luego, tiene un valor inmenso. Se desliza el coche por las carreteras y Velarde, con sus gafas de culo de botella, traza gráficas a la luz de un flexo. De cuando en cuando, deja que la mirada se pierda por la ventanilla para ver pasar los campos de Castilla, los mares de olivos de Jaén. La imagen de ese coche con flexo atravesando España es la metáfora de todo lo que hemos perdido, la serenidad, el culto a la excelencia, a la sabiduría... Ese coche con flexo es el contraste de las velocidades que nos llevan.
Si en vez de economista Velarde fuera poeta, habría escrito ya sobre la tarima improvisada de su coche el poema más descarnado de la España actual, abrumado por la inexplicable atracción al abismo de los españoles. En vez de poemas, Velarde acerca sus ojos de topo a una tabla de estadísticas y dibuja la realidad con los ‘círculos virtuosos’ de la economía de mercado. Los hechos se van concatenando en una economía de mercado y forman ese círculo virtuoso en el que las cadenas de producción permiten productos a bajo precio, que al llegar a los comercios provocan un aumento del consumo, con lo que aumenta la demanda y las cadenas de producción deciden amplían sus instalaciones, contratar a más empleados y, al hacerse más potentes, pueden abaratar incluso más sus productos. Con lo que el ‘círculo virtuoso’ vuelve a empezar.
La tendencia contraria del ‘círculo virtuoso’, que lleva al encarecimiento de los precios, a la caída del consumo y el cierre de las empresas, también la explica Velarde, pero no la llama ‘círculo vicioso’, sino que lo explica con el Evangelio según San Mateo: «A quien tiene, se le dará y tendrá de más; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene».
La tendencia contraria del ‘círculo virtuoso’, que lleva al encarecimiento de los precios, a la caída del consumo y el cierre de las empresas, también la explica Velarde, pero no la llama ‘círculo vicioso’, sino que lo explica con el Evangelio según San Mateo: «A quien tiene, se le dará y tendrá de más; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene».
En un país como España, que antes que en San Mateo piensa en la multiplicación de los panes y los peces como una concesión natural, siempre será más rentable el halago y la hojana. Pero Velarde, igual que ya lo advirtió hace mucho, vuelve a clamar contra el absurdo de una nación fragmentada, de fronteras interiores muy visibles en la economía y en el derecho; contra un país en el que se dispara la deuda externa y se multiplica la burocracia política e institucional; contra una sociedad de nuevos ricos que se ha olvidado de la preparación, que condena el esfuerzo. Imparable, sí, al desatino.
Es fácil imaginar a este sabio en su coche, ensimismado en ese pensamiento, entre la luz tenue de su flexo y esta lluvia de otoño. Velarde, qué tipo.
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