El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

15 septiembre 2008

Inseguros


En enero de este año, la Escuela Andaluza de Salud Pública publicó un estudio sobre el estado emocional de los profesores. El resultado era desalentador: consumen un diez por ciento más de tranquilizantes que el resto de trabajadores porque conviven con un catálogo terrible de trastornos: estrés, irritabilidad, mal humor, depresión, agotamiento, absentismo laboral, bajo rendimiento, consumo desmesurado de alcohol y tabaco, migrañas, insomnio, úlceras y hasta impotencia sexual y micciones nocturnas. Lo cual, que esta mañana, podemos imaginar la escena en miles de casas. Palpando el pasillo tras una noche de insomnio, arrastrando las ojeras, llegan a la cocina aturdidos por la vuelta al cole. Absortos, miran su cajetilla de tabaco mientras dan vueltas y vueltas a la cucharilla del café. Y al fondo, desde la cama aún, se oye la voz de su pareja: «Cariño, ¿te has tomado la medicación para ir a clase?».

Profesores, gente de mal vivir. Que si ese cuadro de trastornos se recita sin más detalle, cualquiera pensaría que se refiere a una banda de cualquier cosa, tipos peligrosos y desalmados. Pero no, sólo son maestros. Y sostiene el estudio aquel que los trastornos que asolan al gremio se deben a una sola causa: los profesores se sienten inseguros. Inseguridad, vale, pero por qué. ¿Acaso por la certeza de tener que soportar una clase ingobernable, en la que un veinte por ciento de repetidores crónicos hará imposible hasta la convivencia? ¿Inseguros por la seguridad de que, ante cualquier conflicto con un alumno, la presunción de culpabilidad recaerá sobre el profesor? ¿Inseguros por el temor a las amenzas de un padre, al bofetón de una madre? ¿Inseguros por la convicción de que la mayoría de los alumnos no lo respetarán, que la autoridad es un cadáver que se guarda en los sótanos de cada colegio, junto a otros muertos ilustres de la educación española, como el mérito, el esfuerzo, la disciplina?

No, nada de eso. Lo peor de todo es que el estudio sobre los trastornos de los profesores conduce a la Junta de Andalucía a una conclusión peculiar. Dice así: «La inseguridad del profesor, sobre todo en Secundaria, no se debe sólo a la dificultad de la profesión. Es que a veces saben menos que los alumnos, por ejemplo de informática, y admitirlo delante de 30 chavales les puede suponer un problema». El deliro, o sea.

Si han visitado alguna vez el aula en la que Fray Luis de León impartía sus clases de Teología en la Universidad de Salamanca, quizá recuerden la rudeza de los bancos en contraste con el púlpito reservado para el maestro. Es el culto a la maestría, el respeto a la educación. Maestría, excelencia, el amor por la cultura y el conocimiento. Esfuerzo y preparación. Así avanza una sociedad. Si la vuelta al cole no tiene ese espíritu, la educación no tiene sentido. Y resulta que del púlpito del maestro no queda ya ni la tarima de las aulas, que también desapareció con la Logse, símbolo de la confusión extrema entre la igualdad de oportunidades y el igualitarismo. ¿Profesores? Bien pensado, es para fumarse un cartón. Comienza el curso. Benditos…

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1 Comments:

At 15 septiembre, 2008 12:23, Blogger Panduro said...

Ya que están, podrían realizar tambien un estudio sobre la salud de los trabajadores autónomos ¡De hierro, oiga!

 

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